Libreria Argentina Libreria Argentina Libreria Argentina

 

La batalla del Atlántico

Historia y testimonios de la guerra submarina

Andrew Williams

La batalla del Atlántico - La guerra submarina en el Atlántico - Andrew Williams

304 páginas
23 x 15 cm.
Editorial Crítica
, 2010
Encuadernación tapa dura
 Precio para Argentina: 176 pesos
 Precio internacional: 32 euros

De 1939 a 1945 la suerte de la segunda guerra mundial dependió en buena medida del resultado final de la «batalla del Atlántico», un enfrentamiento que se saldó con la pérdida de 648 submarinos alemanes, 3.500 buques mercantes aliados y cerca de cien mil hombres de uno y otro bando. Pero, sorprendentemente, esta batalla decisiva, que los alemanes pudieron ganar y que hubiera entonces cambiado el curso de la historia, no ha sido nunca contada como lo hace Andrew Williams en este libro. Williams ha usado para ello una amplia documentación, pero su fuente de información más importante han sido las entrevistas mantenidas con cerca de cincuenta supervivientes de ambos lados, marinos y aviadores británicos y tripulantes de los submarinos alemanes, que le permiten revivir con sus recuerdos el drama y la epopeya de una de las mayores y más decisivas batallas de la segunda guerra mundial y contar esta apasionante historia tal como sus protagonistas la vivieron en el mar.

 

 

ÍNDICE

Prefacio, por David Syrett               11
Nota del autor                       13
El Freikorps Dönitz               17
Silbadores                  41
Los buenos tiempos               61
La manada de lobos              79
Peligro mortal                        97
El fin de los lobos                  107
Inteligencia especial              125
Redobles de tambor              147
La lata de sardinas                171
Supervivientes                      191
Derrumbe                  211
Sacrificio                    241
Notas              261
Bibliografía                269
Notas sobre los colaboradores                     271
Créditos de las ilustraciones             281
Índice alfabético                    283

PREFACIO

 

La batalla del Atlántico fue la batalla naval decisiva de la segunda guerra mundial. Sin la victoria de los aliados occidentales, es probable que el Reino Unido se hubiera visto obligado a abandonar la guerra: Alemania habría sido la potencia suprema de toda Europa Occidental; el Mediterráneo se habría convertido en un lago del Eje; no habría habido ayuda aliada a Rusia y habría sido imposible la invasión de Francia por parte de los aliados occidentales en 1944 y la derrota de los ejércitos alemanes en Europa Occidental. Así pues, los efectos de una victoria sobre los aliados occidentales en este conflicto van más allá de cualquier estimación o comprensión.
Habiéndose iniciado el 3 de septiembre de 1939 y prolongado hasta el día de la victoria en 1945, la batalla del Atlántico fue la batalla naval más extensa, larga y compleja de la historia. Durante el curso de este gigantesco y creciente conflicto, cientos de marinos aliados y alemanes perdieron la vida, resultaron heridos o fueron declarados desaparecidos.
Fue una batalla que los alemanes podían haber ganado, pero a la diáfana luz de la retrospectiva, perdieron debido a la superioridad estratégica y táctica de los aliados, a su mayor inteligencia, tecnología y recursos materiales. No obstante, durante el combate en sí, nada de esto era evidente para los hombres que tripulaban los buques aliados y la fuerza aérea. Para ellos el perfil del conflicto quedaba oscurecido por las interminables imágenes de buques que se hundían, de cargas de profundidad que estallaban y, muy de vez en cuando, de un submarino que era alcanzado, arrojado a la superficie y hundido por el fuego de los cañones. Para los alemanes que tripulaban los submarinos, la batalla del Atlántico era igualmente confusa. Aunque hundían miles de buques mercantes aliados, sus propias pérdidas de submarinos aumentaban vertiginosamente por razones que ni siquiera el alto mando alemán llegó jamás a comprender del todo.
Comprender este conflicto en aquel momento era probablemente una tarea imposible, casi tanto como la de tratar de dilucidar hoy en día las inmensas complejidades de la batalla. Sin embargo, en ello radica la importancia de la obra de Andrew Williams: conduciendo hábilmente a sus entrevistados a través de las arduas fases de la batalla, nos brinda un relato eficaz, evocador y al mismo tiempo lúcido de aquellos trascendentales acontecimientos. Lleva a cabo su tarea ofreciéndonos gran cantidad de información nueva, crucial para la comprensión del flujo de los sucesos y de la complejidad de la victoria final aliada, a través de los relatos inéditos de quienes fueron testigos presenciales de la batalla, tanto del bando alemán como del aliado.
En un campo que es ya muy rico en historiografía, Andrew Williams ha hecho una contribución importante y perdurable proporcionando una descripción realista, y a la vez totalmente documentada, que ayuda a comprender en profundidad la lucha que supuso una de las mayores batallas del siglo XX.

David Syrett Queens College, Universidad de Nueva York

EL AUTOR

 

Andrew Williams trabaja principalmente como productor de la BBC. Entre sus programas deben destacarse A Journey Home, Provos: The IRA and Sinn Fein y, sobre todo, War Crime: Five Days in Hell, una investigación sobre los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia que cuenta con una nominación a los premios Emmy.

NOTA DEL AUTOR

 

Los miles de visitantes que a diario se apresuran desde el metro para unirse a las colas que se forman al exterior de la Torre de Londres pasan, casi sin fijarse, por delante de un enorme y polvoriento monumento conmemorativo de piedra blanca que ostenta la lista de nombres de los marinos británicos y del Imperio que murieron en las dos guerras mundiales. El 3 de septiembre de 2001 me aposté frente a este monumento con un veterano que había acudido para recordar a los amigos perdidos hacía casi sesenta años. El buque de John Wright, el Empire Wave, fue hundido en 1941, y él pasó su decimonoveno cumpleaños en un bote salvavidas en las gélidas aguas que discurren entre Groenlandia e Islandia. No todos los que se encontraban a bordo del bote lograron sobrevivir a aquella terrible experiencia de catorce días, y algunos de los que lo consiguieron perdieron las manos y los pies por congelación. Para John, la herida todavía sigue abierta: una vez al año lleva a cabo este acto personal de recordatorio y se detiene delante de los nombres de los treinta camaradas que no tienen tumba.
La batalla del Atlántico fue, en palabras de Winston Churchill, «el factor dominante durante toda la guerra»; todo dependía de su resultado. Sin embargo, mientras que la historia de «los pocos» pilotos que combatieron en la batalla de Gran Bretaña en el verano de 1940 ha sido relatada a menudo en televisión, sorprende la poca atención que se ha dedicado a la lucha por proteger las rutas comerciales tan vitales para el país a través del Atlántico Norte. Fue la campaña más larga de la segunda guerra mundial, miles de personas contribuyeron a la protección del «sustento» del Reino Unido y sin embargo en muchos aspectos fue, en palabras de uno de los colaboradores de este libro, «una guerra que pasó inadvertida con nada que mostrar más que lo que se había perdido, y todo se perdió en el mar». Batallas conocidas sólo por un número de convoy, pero de vital importancia para el resultado de la guerra, se libraban cada pocos meses. Si poco se informaba de ellas en aquellos momentos, todavía menos se sabe hoy en día de aquellos combates. Espero que las series televisivas y este libro contribuyan en cierta medida a equilibrar la balanza. La historia que aquí se narra se centra casi por entero en la guerra submarina del Atlántico Norte. He seguido el ejemplo del historiador oficial de la Royal Navy: «No teníamos ninguna duda», escribió del submarino, «de que el peligro al que nuestra nación estaba expuesta desde hacía tanto tiempo procedía principalmente de aquellos despiadados enemigos, y de que sólo destruyéndolos podríamos sobrevivir».
Primero y ante todo quiero expresar mi gratitud a los hombres y mujeres que fueron entrevistados para la serie, y cuyos recuerdos constituyen la esencia de este libro. He contraído también una deuda de gratitud con el director creativo de historia de la BBC, Laurence Rees, por la oportunidad de llevar a cabo la serie y por el apoyo brindado durante su realización. Este proyecto, como muchos otros anteriores a él, se ha beneficiado extraordi­nariamente de su firme toque editorial. Los asesores de la serie, el doctor Axel Niestlé y el profesor David Syrett, leyeron el borrador de este libro y les agradezco sus orientaciones. El doctor Niestlé me ayudó a desarrollar mis ideas tanto para el libro como para la serie en la etapa de investigación y desde entonces ha sido un crítico honesto y de gran valor de cuya opinión he dependido sobremanera. También deseo agradecer su ayuda a Jock Gardner, de la Sección de Historia Naval, y al doctor Alan Scarth, del Museo Marítimo de Merseyside, y a Ralph Erskine su orientación en todos los asuntos relativos a las cifras navales británicas y alemanas.
De las numerosas personas implicadas en la producción de la serie televisiva en la que se basa el presente libro quisiera expresar mi agradeci­miento a mis colegas Dominic Sutherland y al doctor Frank Stucke. Ambos desempeñaron un importante papel en la investigación y las entrevistas que constituyen la esencia de la serie y del libro, y estoy en deuda con ellos. Vaya mi agradecimiento a la directora de producción Jane Johnston, tan solícita y eficiente como siempre; a Victoria Brignell y a David List por su ayuda en la investigación; a Anne-Marie Ehrlich, que encontró las impresionantes imágenes fotográficas que aparecen en este libro; a la ejecutiva de producción de la Unidad de Historia Ann Cattini por su apoyo y ayuda en el presupuesto; al montador de la película Alan Lygo por su habilidad y consejos de sonorización; y al cámara Fred Fabre por su fantástico «ojo» y su ilimitado entusiasmo. También quisiera mencionar a Jess Stoecker, que trabajó en la banda sonora de la serie y que murió en circunstancias trágicas antes de finalizar el trabajo. Todos aquellos que trabajaron con él le recordarán con cariño.
Le estoy también agradecido a Sally Potter, de la BBC Worldwide, que encargó el libro y se mostró siempre comprensiva; a Esther Jagger, que edi­tó el manuscrito en un tiempo récord y lo mejoró en el proceso; a Rhian- wen Bailey y a Sarah Emsley, quienes de manera ecuánime y profesional supervisaron la producción.

Por último, unas breves palabras de agradecimiento a mi familia: Kate, Lachlan y Finn, sin cuyo respaldo, buen humor y paciencia este libro nunca habría visto la luz. Se escribió robándoles su tiempo: temprano por las mañanas y por las noches, durante los fines de semana y las vacaciones. Cuando me invadía el desaliento, mi esposa Kate estaba allí para darme ánimos, segura, cuando yo no lo estaba, de que llegaría hasta el final. Exiliado en la buhardilla de la casa, mi sensatez a veces flaqueaba; Lachlan o Finn acudían siempre en mi ayuda subiendo a mi escondrijo para insistir en que era hora de que «papá» jugase con ellos. Este libro está dedicado a Kate y a los chicos.

VISTA PREVIA