He aquí un liro escandaloso, que provocará escándalo, alarma o resquemor. Lo hará, precisamente, en virtud de su sensatez y de su alto contenido científico. Desapasionado, escueto, ilustrativo e ilustrado, pone en cuestión uno de los grandes mitos, tal vez el central de la época contemporánea; un mito especial y voluntariamente falso, una gran mentira montada, difundida e impuesta a cualquier precio, sin que se haya llegado nunca a admitir respuesta ni explicación. Un mito irracional, indiscutible, dogmático, feroz. Y peligroso: quien llegara a dudar de él o a condicionarlo o a rebajarlo se exponía a la persecución más implacable en todos los terrenos.
Adviértase que aquí ni el autor ni sus colaboradores ni las fuentes que cita ni el editor pretenden justificar de ninguna manera el crimen colectivo llevado a cabo por el régimen de Adolfo Hitler contra los judíos europeos antes ni durante la Segunda Guerra Mundial. Simplemente se proponen unos y otros investigar la verdad histórica, examinar las afirmaciones lanzadas a rodar y repetidas por millones en un incesante martilleo durante años y décadas sin permitir el más mínimo cuestionamiento ni la más leve duda. Se trata de un círculo perfecto y especioso, una suerte de juicio sintético en donde el predicado está incluído en el sujeto: los nazis-por-ser-nazis-mataron-seis millones-de-judíos. Quien ose suponer lo contrario caerá bajo las furias de los "mass media".
Tanta intransigencia tiene una explicación muy pedestre pero ineludible: los herederos de los presuntos homicidas, los alemanes occidentales, pagaron en los veinte años siguientes a la terminación de la guerra la suma de diez billones de dólares al Estado de Israel -que, por cierto, no existía de ninguna manera al momento de los hechos- que así vivió durante una generación de sus muertos y... de los alemanes.