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Por amor al odio
(tomo I)

La tragedia de la subversión en Argentina

Carlos Manuel Acuña

Por amor al odio (tomo I) - La tragedia de la subversión en Argentina - Carlos Manuel Acuña

747 págs.
Ediciones del Pórtico
Tercera edición
2004, Argentina
Precio para Argentina: 110 pesos
Precio internacional: 26 euros

 

Se relatan en este libro la cronología de los sucesos subversivos iniciados en el continente desde 1959, después del triunfo de la Revolución Cubana. A lo largo de sus páginas, pasan en apasionante sucesión la Guerra Fría como principal componente del escenario estratégico, las intimidades revolucionarias más inesperadas, la permanente presencia francesa durante el desarrollo de los sucesos, los amores y la participación del agente francés Regís Debray, la traición al Che en la selva boliviana, los planificados estallidos insurgentes a lo largo y lo ancho de Latinoamérica, la primera incursión de militares cubanos en nuestro territorio con la aparición en Salta del Ejército Guerrillero del Pueblo que comandó Jorge Masetti, los primeros muertos producidos por la guerrilla, la represión ordenada por el gobierno radical de Arturo Illia, los centros de instrucción en La Habana y los contactos con países europeos, los viajes de Santucho a Cuba y a Europa, su alianza y posterior ruptura con la IV Internacional, sus pla­nes indigenistas, la Tricontinental y la OLAS, la Argentina elegida como blanco preferido, la creación y desarrollo de las FAP, de los Montoneros, de las FAR, FAL y Descamisados, la aparición del PRT-ERP, el Cordobazo y otros ensayos insurreccionales, el "perfil del guerrillero", "el secuestro de las palabras" y la guerra cultural, cómo Perón utilizó para sus propios fines los proyectos subversivos, los primeros ataques a unidades militares y los asesinatos de policías, los grandes hechos terroristas, la aparición del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo como factor dentro del proyecto revolucionario, la fuga de Rawson, el respaldo de Salvador Allende y la tragedia de Trelew.
Los temas parecen inagotables y hasta agobiantes, pero los enunciados son nada más que los primeros tramos de un proceso cuyas consecuencias todavía influyen en la sociedad argentina. Desde la aparición de la Revolución Argentina, hasta el derrocamiento de Onganía. el desplazamiento de Levingston y el fracaso de Lanusse hasta culminar con el triunfo electoral de Héctor J. Cámpora y su caída en menos de dos meses dispuesta por Perón, son los puntos neurálgicos que deben conocerse minuciosamente para entender lo que ha sucedido en nuestro país.

 

ÍNDICE

CAPITULO I.
ANTECEDENTES CONTINENTALES Y ARGENTINOS
"No es el poder lo que me interesa Los antecedentes argentinos. Aparecen los "Uturuncos". "La Resistencia": de las JP a las FAP. El primer paso formador del indigenismo. Nace el Partido Revolucionario de los Trabajadores. División estraté­gica de la política comunista. Sectas, narcotráfico y tercermundismo. La bomba de la calle Posadas .Una verdadera operación de inteligencia. Nadie creía en la subversión. Giran la mirada hacia las ciudades. El marco externo.
CAPITULO II    29
NACE EL "EJÉRCITO GUERRILLERO DEL PUEBLO"
Salta, abril de 1963. La "Operación Penélope". Las operaciones "Dorado" y Trampolín". Comienza el reclutamiento. Denuncias y el primer fusilamiento. Se amplía la guerrilla del EGP. El segundo fusilamiento. La "Operación Santa Rosa". Reclutamiento en la ciudad. Los primeros prisioneros. Informan los venezolanos. Llega una misión militar francesa. "Guerrilleros" de la Policía Federal. Se acele­ran los acontecimientos. Cae el primer grupo subversivo cordobés. El Campa­mento "Camilo Cienfuegos". El Hotel Residencial España. Se confirman las rami­ficaciones. El gobierno radical impulsa la represión. El primer muerto por la subversión. Comienza la persecución. Termina la aventura. Opinión del general Alsogaray. Las principales conclusiones. Treinta y cinco años después.
CAPITULO III               85
CUBA AJUSTA SU POLÍTICA DE EXPORTACIÓN REVOLUCIONARIA
La situación mundial. Los primeros fracasos "exportadores" de Cuba. Nace la teoría del foquismo. El comunismo argentino. Reuniones en La Habana. La con­ferencia secreta de los PC latinoamericanos. La Tricontinental. Se organiza el reclutamiento estudiantil. La "OLAS". La propaganda y la penetración cultural. Viajero en Moscú. Ingenuidad montonera. El secuestro de las palabras. El mun­do del "slogan". La libertad, el lenguaje y José Stalin
CAPITULO IV           121
EL FRANCÉS QUE IMPULSÓ EL MITO.
El camino de las hormigas. Barrientos sabía lo que hacía. "Aquí soy tan extran­jero como vos". La obsesión argentina. "Esto no es Sierra Maestra". Adiós a De-bray. El explorador del pasado. La sospecha dolorosa. "Derrota ...¿qué derro­ta...?" . "Caminar y caminar hacia la historia". "Quiero volver a sentir lo mismo"
CAPITULO V            145
DE ARGELIA A VILLA CRESPO
Curiosos interrogantes. Fracasan las primeras operaciones cubanas. La "con-cientización liberadora". Aparece el "tercerrnundismo". Los antecedentes princi­pales y el manipuleo de los conceptos. Los 18 obispos y su primer mensaje tercermundista. Un misterioso militar francés. Otra vez el uniforme. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Contactos en Argelia. "Mission de France". "Cristianismo y Resolución". Cronología de los hechos principales. Comienzan las denuncias y resistencias. El desgaste y la crisis. Breve radiología numérica. ¿Nuevas teologías? Una preventiva advertencia.
CAPITULO VI           189
EL SEGUNDO FRACASO MILITAR DE FIDEL CASTRO
Movimientos insurreccionales en América latina. Los Conflictos Continentales -La guerrilla en Venezuela. Aparecen los Tupamaros. Fidel Castro y Juan Do­mingo Perón. Brasil: un caso especial. Militares subversivos. En búsqueda del frente revolucionario. Los antecedentes mexicanos. El extraordinario caso colom­biano. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El "Ejército de Liberación Nacional" (ELN). La importancia política de Camilo Torres. El Ejército Popular de Liberación". La mayor tragedia que desata el M 19. Se desata la cam­paña de prensa. Secuestran hasta los recién nacidos. Proyección hacia el futuro. Perú: la subversión que también persiste. Nueva teoría guerrillera. Aparece Sen­dero Luminoso. El acuerdo con el narcotráfico. La subversión en Bolivia. La se­lección del territorio boliviano. Infiltración en las guerrillas. El "Inti" Peredo. El tercer Peredo y la guerrilla del Teoponte.
CAPITULO VII          247
CHILE: LA INSURRECCIÓN DESDE EL PODER.
Reacciones de todo tipo. De la política dual a la lucha armada. El extremismo más avanzado. El mito del triunfo del comunismo. La importancia de la Junta Coordinadora Revolucionaria. "La más elevada forma del socialismo...". "Las revoluciones no se hacen con votos". Aparecen los "expertos" extranjeros. El "Plan Z". La guerra civil "como única solución". El "Poder Popular". El recuerdo de los asesinatos políticos. Debray, "chaperon" de Fidel Castro. Se adelanta el pro­nunciamiento militar. Después de la revolución. Surge el "Frente Manuel Rodrí­guez". La opinión de un destacado protagonista.
CAPITULO VIII         275
LA IZQUIERDIZACIÓN DE SECTORES DEL PERONISMO.
Los primeros manuales subversivos. El blanco más apetecido. A pesar del fraca­so de Guevara como economista. Otra vez John William Cooke. El pronuncia­miento de Huerta Grande, una cruda concepción socialista. Aparece Héctor Villalón Primera división de la Juventud Peronista. Se acentúa la crisis interna del PJ. El primer viaje de "Isabelita". La primera reacción. Irrumpe la Revolución Argentina.

SEGUNDA PARTE
CAPITULO IX            301
DESPUÉS DE LA MUERTE DE GUEVARA
El Partido Comunista convertido en empresario. Se retoma el ritmo revoluciona­rio. Crece el "entrismo" sindical. Nace la CGT de los Argentinos. Definiciones en Córdoba. El activismo de Ongaro. El Cordobazo. "La guerra en la paz". Se or­ganiza la rebelión. Opina el radicalismo. "Hechos anunciados comienzan". Co­mienzan los desmanes. Inquietud y preparativos militares. Un episodio inédito. El conflicto continúa. Llega Lanusse. Las primeras consecuencias. "¡Déme, por Dios, otra chance!. Estrictamente secreto y confidencial. Influencia ideológica y política. Después del asombro, comienza el alerta.
CAPITULO X            359
SE PRECIPITAN LOS ACONTECIMIENTOS.
El asesinato de Aramburu y la caída de Onganía. Se activa la "propaganda ar­mada". La muerte de Juan García Elorrio. Se acelera el ritmo subversivo. La "Operación "Pindapoy". Efectos políticos inmediatos. Otra vez la antinomia peronis­mo - antiperonismo. Onganía es derrocado. La toma de La Calera. La toma de Garín: aparecen las FAR. Nace el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP¡. La lucha por la hegemonía terrorista. El asesinato de José Alonso. Continúa la persecución de los asesinos de Aramburu. La presión de los acontecimientos. Asesinato a que­marropa. Allende asume en Chile. Nace "La Hora del Pueblo" y Lanusse confirma el plan político. "La destrucción total... inmiserícorde y completa". 1971: "Hay que asesinar policías". Acción psicológica. Principales publicaciones. El "Viborazo". Las diferencias con el Cordobazo. La caída del general Levingston.
CAPITULO XI           419
HACIA LA CONQUISTA DEL PODER POR LA FUERZA.
Una carta de Perón. El viejo sueño de las izquierdas. "Por qué matamos a Aramburu". La respuesta de Perón. Se expanden las guerrillas. Las diferencias con Santu­cho. Las Ligas Agrarias. "El Ejército está en guerra". Crece el protagonismo de Santucho. Otra vez Santucho en prisión. "El revolucionario se hace en la cárcel". La izquierda en el radicalismo. Se anuncian las elecciones.
CAPITULO XII           445
LAS DIRIGENCIAS COMIENZAN A INQUIETARSE.
Extraña experiencia en Bolivia. Los aporte de la inteligencia extranjera. El con­trol de las conexiones externas. Un verano violento. Un robo espectacular y pro­pagandístico. Un ardid audaz e insólito. No disminuía la aptitud guerrillera. Re­galos para Salvador Allende. El secuestro y asesinato de Sallustro y del general Sánchez. Secuestran a Sallustro. Negociaciones secretas. El "Mendozazo" agrava la espera. Cruento desenlace. El asesinato del general Sánchez. Primeras consecuencias formales. Estadísticas escalofriantes.
CAPITULO XIII          485
LOS GUERRILLEROS
El sentir de la sociedad. La visión subversiva. Odiar en abstracto.... odiar en concreto. "El robo de nuestros hijos". ¿Cuántos eran los subversivos? La clasifi­cación de los subversivos. Distintas opiniones. Un estudio comparativo. "Perfil del subversivo". Los combatientes. Los periféricos. Los "inspiradores".
CAPITULO XIV                     513
UN HITO REVOLUCIONARIO: RAWSON Y TRELEW.
Un curioso antecedente. Crisis del sistema carcelario. La opinión de Santucho. Los "mariscales". El plan Tomás". Un secreto de la cúpula guerrillera. "¿Pode­mos llegar a Cuba? Mientras tanto, en Trelew. Se reconquista el penal y se abren dudas sobre el coronel Cesio. La noche del 22 de agosto. La repercusión. Santucho regresa a la Argentina. Consecuencias indirectas de la fuga.
CAPITULO XV          547
PERÓN OCUPA EL CENTRO DEL ESCENARIO.
Teatralizan la subversión. El retorno de Perón. La traición del guardiamarina Urien. Un viaje al centro del país. Se detecta la conspiración. La muerte del cabo Contreras. La desilusión. Perón en Ezeiza. Perón acapara la atención. "Cám­pora al gobierno. Perón al poder". El asesinato del almirante Berisso. Santucho reorganiza el PRT - ERP. Santucho denuesta a Perón. Dos bandas principales.
CAPITULO XVI         579
ELECCIONES EN UN AÑO INCONTROLABLE
En Brasil, Bolivia y Uruguay. Más temas para la crónica del delito. Las premo­niciones del general Osiris Villegas. Versiones en medio de la violencia. La opi­nión de Ricardo Balbín. "Sé que estoy sentenciado". Copan una unidad militar en Córdoba. Robaron un verdadero arsenal. Bandas para todos los gustos. Una misa reveladora. Tres policías muertos en un solo día. Las elecciones del 11 de marzo. Activan el terrorismo preelectoral.
CAPITULO XVII        613
EL TERRORISMO ACARICIA EL PODER.
"La salida es la Guerra Revolucionaria". Las bandas comienzan a unificar sus mensajes. Primeras cifras sobre la acción guerrillera. Tiroteos, secuestros, aten­tados, muertos y heridos. "Nuevas formas de lucha...". Mientras tanto, en Chile. Las milicias populares. El secuestro del comandante Nassif. Se formaliza la pri­mera gran división del peronismo. Los centros de enseñanza en la mira subversi­va. El asesinato del almirante Quijada. Severo cuestionamiento a Lanusse.
CAPITULO XVIII       643
LA SUBVERSIÓN ALCANZA EL PODER
El ERP reitera que continuará la guerra. Con las primeras luces. Preparativos en Plaza de Mayo. Los primeros disparos. Barricadas en la Catedral. Quieren asal­tar la Casa Rosada. "Me iré como vine...". El operativo para liberar a guerrilleros. Fuerzan la libertad de los presos. Dos muertos y nueve heridos. Encapuchados del ERP. Mientras tanto, en el Congreso. Se provoca la antinomia más profunda. La amnistía en el Senado. La amnistía entendida como "un punto de partida". "Se acerca el torbellino".
ANEXO                   681
Listado por orden cronológico, de las principales acciones terroristas consuma­das a partir del 18 de mayo de 1973, hasta el 30 de diciembre de ese mismo año.
ÍNDICE GENERAL               703
ÍNDICE DE AUTORES DE OBRAS CONSULTADAS              708
PUBLICACIONES CONSULTADAS               719
DOCUMENTOS PRODUCIDOS POR GRUPOS SUBVERSIVOS                    722
MATERIAL DE ORGANISMOS OFICIALES               723
OTRAS FUENTES. MATERIAL DE DIFUSIÓN PÚBLICA                    724
SIGNIFICADO DE ABREVIATURAS Y SIGLAS                     725
ÍNDICE ONOMÁSTICO                     733

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Así como el término guerra admite, a tenor de circunstancias de suyo cambiantes, distintas acepciones, no otra cosa sucede con su antónimo. Aunque la paz, por muchas que sean las vueltas que se de en tomo del vocablo, no supone necesariamente ausencia de guerra. Es cierto que, atendiendo a una cuestión de economía de términos, guerra y paz no toleran conciliación alguna. Pero si pasamos de los recursos, de hecho escasos, propios de la economía, al multifacético y sofisticado campo de la política, pronto caeremos en la cuenta de que, entre los extremos irreductibles, se halla una infinita gama de grises. Dicho con otras palabras: la guerra fría, o las situaciones así llama­das de paz armada, están a medio camino entre los dos conceptos antitéticos y plantean, en toda su dimensión, hasta donde son antó­nimos sólo relativamente.
Por eso me parece innecesario explicar, a esta altura, que una na­ción no debe, de suyo, quebrarse geográficamente en dos, como en el caso español; los bandos en disputa, reivindicar para sí, exclusiva­mente, la categoría de autoridad legítima; las facciones enfrentadas desplegar banderas al viento y amenazarse, mutuamente, con sendos ejércitos en línea de combate, para que la guerra en la cual se hallan empeñados reciba el calificativo de civil.
En la segunda mitad del siglo veinte, la Argentina sufrió, aunque la definición asuste y disguste al propio tiempo, dos guerras civiles. Una larvada, con brotes esporádicos pero controlables de violencia, cuya naturaleza, entre social y política, admitió siempre, por sobre los antagonismos en pugna, la negociación. Si el concepto se entiende a derechas, cabría decir que fue una guerra civil fría en la cual dirimie­ron supremacías peronistas y antiperonistas.
A pesar del rencor que dividió a los contendientes, la sangre pocas veces llegó al río, posiblemente como consecuencia de que los tambo­res de guerra no sonaban al conjuro de ideologías terroristas.
El peronismo se asumía como redentor de los humildes pero no re­clamaba el sacrificio de las clases acomodadas ante un altar de san­gre. El antiperonismo se decía defensor de la Constitución y de la Li­bertad pero -salvo los fusilamientos de José León Suárez- no endere­zaba contra los seguidores del que llamaba "tirano prófugo" ni la tor­tura ni la muerte. Es que entonces, entre 1945 y 1965, poco más o menos, la violencia política -que existía, sin duda- no era una mani­festación ideológica cuya legitimidad descansara en el hecho de obrar como "partera de la historia".
Cuando, años después, a caballo del marxismo, la idea de que to­do se resolvería con la destrucción del enemigo se enancó en forma­ciones guerrilleras que asaltaron el Estado, comenzó una segunda guerra civil en la cual el otro no fue considerado un adversario, ni si­quiera un enemigo, sino un criminal. El choque, pues, de dos fuerzas -las organizaciones terroristas de un lado; el Estado Nacional del otro- no consentía sobrevivientes. La condición esencial del conflicto, su naturaleza, radicaba en que unos y otros podían recurrir a cual­quier medio para aniquilar al contrario y eliminarlo así de la faz de la Tierra.
Sobre esta segunda guerra civil versa el libro de Carlos Manuel Acuña, distinguido periodista, él, que ha asumido la tarea intelectual de poner por escrito, negro sobre blanco, cuando cabria llamar, a fal­ta de mejor definición, la otra cara de la historia.
El resultado militar de la contienda, que tuvo un principio y un fin en el tiempo, fue favorable a las Fuerzas Armadas. Inversamen­te, el resultado político favoreció a sus adversarios. Fenómeno éste -que los vencedores terminaran haciendo el papel de vencidos y los perdedores ganasen la batalla política después de muertos- nunca antes visto, cuando menos en el mundo moderno. Ello fue producto, entre otras cosas, de una sutil, paciente, atrevida y, a la vez, secta­ria reconstrucción histórica a la que se consagraron, sin prisa pero sin pausa, quienes habían sido derrotados. Las distintas capillas in­telectuales de la izquierda, de ordinario comprometidas directa o in­directamente con la subversión, encontraron en la historia, como disciplina teórica, una forma de prolongar la guerra por otros me­dios. Desde 1983 a la fecha en la Argentina sólo se ha escuchado esa campana.
"Por amor al odio", el ensayo de Carlos Manuel Acuña viene a po­ner fin a tamaño estado de cosas. Es, si se nos permite la expresión, el primer libro de una corriente revisionista que se anuncia con an­sias de dar de lado con esa versión romántica, edulcorada y falsa con­forme a la cual la subversión que asoló el país de los argentinos fue la víctima de un genocidio o algo parecido. Pero su ensayo, que refleja, como fue dicho antes, la otra cara de la historia, tiene un propósito diferente del de aquella porque detrás de su formidable tarea de investigación, selección y análisis no se esconde un proyecto ideológico.
Las setecientas y tantas páginas de este libro ponen en evidencia, sin necesidad de forzar los hechos del pasado, lo que significó ese ver­dadero asalto a la Nación, su Estado, leyes, instituciones, hombres y tradiciones enderezado por la subversión de origen marxista.
El pasado, en lo que tiene de asunto no resuelto, resulta siempre polémico. Cuando, además, se abate sobre nosotros a la manera de un fantasma que no quiere desaparecer, reflejarlo a través de un libro es tarea harto difícil. Demás está decir, pues, que la polémica respec­to de nuestra guerra civil contemporánea no se cerrará. Si la historia, como sostiene Pieter Geyl, es un "argumento sin final", nuevas evi­dencias, documentos, testimonios y datos de distinta índole no harán más que prolongarla en el tiempo. Pero siempre habrá una diferencia entre abordar la historia para convertirla en una nueva forma de beli­gerancia fratricida o hacerlo con la intención de rescatar sus leccio­nes y no tropezar dos veces con la misma piedra.

Vicente Gonzalo Massot

PRÓLOGO DEL AUTOR

Cuando se tomó la decisión de llevar adelante la investigación histórica que culminaría en este libro, se resolvió que todo lo que se publicara debía ser absolutamente demostrable. Con esa premisa avanzamos lentamente en la construcción de esta obra, cuya princi­pal finalidad consiste en rescatar para las futuras generaciones la verdad sobre una de las etapas más dramáticas de la historia de la Argentina moderna, cuya culminación permite, precisamente, que este trabajo llegue a manos de nuestros lectores.
Dejaríamos de ser veraces si no reconociéramos que otra de las motivaciones que nos animó fue la irrupción en la escena política y comunicacional de una trama compleja y agresiva. Destinada a desa­rrollar un manipuleo ideológico que ha crecido desmesuradamente, relega al desván de los equívocos y de los intereses creados una ri­queza informativa que merece su adecuada difusión. Esa es la razón de este libro, que excluye taxativamente cualquier ánimo de agravio o de intención de modificar el sentido estricto que tuvo la tragedia que vivimos los argentinos...
Otras razones se relacionan con el imperio profesional de cumplir con el papel de ser el puente entre la realidad y el público, para transmitir, en este caso, los pormenores de un proceso cuyas conse­cuencias instaladas en la vida política del país también explican el tí­tulo que hemos concebido para nuestro trabajo.
Convencidos de la necesidad de concretarlo, logramos a lo largo de la confección de esta primera parte, acumular antecedentes que se enriquecieron constantemente a partir del aporte espontáneo de mu­chos argentinos que, conocedores del empeño en que estábamos em­barcados, nos acercaron documentos de la naturaleza más diversa, relacionados directa o indirectamente con la historia de la guerra re­volucionaria cuyo origen se remonta a fines de los años cincuenta, cuando en La Habana se impuso el marxismo con curiosos pormeno­res que también consideramos conveniente mencionar.
Bajo la consigna de la veracidad comprobada, muchos de esos pa­peles e innumerables relatos que en algunos casos estuvieron a cargo de protagonistas de la época, sirvieron para enriquecer el contenido de estas páginas que, en su momento y apenas comenzadas, desper­taron inimaginables presiones de unos y de otros.
Indemnes, el material que reunimos se sumó a uno de los archivos más interesantes que existe en la materia, formado por nuestro amigo Germán Zavalía después de muchos años de dedicación y esfuerzo. Su contenido consiste en cartas de distinto origen y naturaleza, innu­merables documentos, publicaciones nacionales y extranjeras y foto­grafías muchas de ellas inéditas que constituyen verdaderas primi­cias o "perlas" políticas y periodísticas, que se suman a verdaderos análisis informativos -algunos sorprendentes- sobre los aconteci­mientos de esos años tan duros y de difícil olvido. Por su interés constante y desinteresado en estas cosas de la Patria, rendimos un sentido homenaje a la memoria de este amigo.
Escribimos más allá de la pasión y lo hicimos con ahinco; explo­ramos y resumimos los sucesos ocurridos en otros países latinoa­mericanos; hablamos con hombres y mujeres dirigentes que enfren­taron los mismos problemas fuera de nuestras fronteras y, en fin, nos conectamos con muchísimas personas que, por diversos moti­vos, cumplieron un rol en estas cosas de ideologismo y terrorismo, luchas y tragedias. Casi todos nos alentaron y por eso les agradece­mos, especialmente a quienes lo hicieron en los momentos de adver­sidad y grandes dificultades.
Una mención aparte merece nuestra dedicatoria tan abarcativa. Lo hacemos porque la expresión "A los caídos" nos permite excluir a aquellos sobrevivientes que resulta fácil señalar como los corresponsables directos de la muerte temprana de jóvenes argentinos a quie­nes convencieron de una aventura imposible. Son quienes lucraron y lucran en el mercado de la desinformación para manosear arbitraria­mente y a su favor el recuerdo de ese pasado pleno de violencia y lo­cura. Mantener las vivencias de una confrontación dialéctica orienta­da a la disolución social, puede ser algo así como un acto de vengan­za por la derrota sufrida en el plano militar, aunque en realidad se trata de un proceso que responde a otros intereses, cercanos a los que decían combatir durante los años sesenta y setenta.
A medida que nuestros lectores progresen en el texto que les ofre­cemos, advertirán que en alguna oportunidad nos referimos en distin­tos capítulos a los mismos acontecimientos, lo que obedeció a la ne­cesidad de colocarlos adecuadamente en el siempre renovado escena­rio de la época, habida cuenta de la concatenación que tenían entre sí. Por eso, episodios de la lucha armada aparecen luego relacionados con la guerra cultural y viceversa, con los esfuerzos por copar la acti­vidad educativa y sindical, el tercermundismo y la convocatoria a la violencia dentro del ámbito religioso, el crecimiento de la propaganda y los viajes al exterior -más específicamente a La Habana- realizados por quienes serian utilizados como carne de cañón y también perio­distas, activistas y dirigentes sociales y políticos que, con el correr de los años y después de la derrota, reaparecieron en los primeros pla­nos de la vida pública del país.
Son numerosos los agradecimientos que debemos consignar en es-Ir prólogo. Especialmente quiero mencionar a mis amigos César Ba­rros Bies y Miguel C. Pita, por el ejercicio permanente de la amistad y la paciencia; sin su intervención desinteresada, constante y animo­sa, este libro nunca habría sido escrito. A Raúl H. Fernández Schóo, por lo mismo y por su consecuencia puesta a prueba en el ordena­miento, ampliación y construcción de un archivo tan significativo; a Juan Carlos Bou y Mario Caponetto, por sus aportes inteligentes y precisos; a Jorge Rojas Silveyra, por su excelente memoria y a Jesús Orlando Capellini por sus relatos sobre inéditos hechos históricos; a Irene Crespi, por su asesoramiento y dedicación en ajusfar formas y contenidos; a Horacio Domato, por sus aclaracio­nes siempre oportunas; a Nelson Corgo, por sus esfuerzos en recopi­lar materiales; a la Revista de la Gendarmería Nacional, de la que ex­trajimos precisa información, utilizada especialmente en el Capítulo 11; a Miguel V. García, por sus constantes voces de aliento e intere­santes reflexiones atendidas más de lo que él se imagina: a Amelia Vanasco y Juan Tramezzani, por sus importantes aportes; a la Aso­ciación Unidad Argentina (AUNAR), por su respaldo moral y colabo­ración; a Luis Ángel Córdoba y Rafael Sarmiento, por sus inteligen­tes recomendaciones; a Osvaldo R. Vidal, por sus informaciones; al diario La Nueva Provincia, por el copioso material brindado y a to­dos aquellos que de una u otra forma contribuyeron a que estas pri­meras páginas fueran realidad.
Antes de concluir también quiero agradecer por anticipado a aquel joven lector que pudiera interesarse en conocer los pormenores del drama que relatamos en su primera etapa. Como contraparte de los caídos que ya ingresaron en la bruma del pasado, ese joven merece especialmente que le dediquemos este libro, porque nos deja la espe­ranza de que su lectura lo ayudará a entenderlo y a superarlo a partir de las enseñanzas que deja el desencuentro.

EL AUTOR.

INTRODUCCIÓN

Este es un libro incompleto pues resulta imposible resumir en po­cas páginas toda la trama que formó parte de una de las épocas más difíciles e importantes de nuestra historia moderna.
La suma de problemas y variables estratégicas que se dieron en el escenario mundial durante los años sesenta y setenta. La mezcla de intereses comerciales y políticos por parte de las grandes potencias y la desatada competencia entre ellas. Las toneladas de papel utilizadas para cimentar argumentos ideológicos y de toda naturaleza que per­mitieran justificar cada una de las posiciones. Y el secreto que rodeó a las operaciones cuyo primer estudio ofrece una cara y una contra-rara, hacen que la tarea de registrar y desentrañar lo que realmente ocurrió durante esa veintena de años que convirtieron al continente latinoamericano en un centro de atención e inquietud política, requie­ra del transcurso del tiempo para limar la pasiones en aras de la ob­jetividad. Pero también y sobre todo, para contar con los recursos su­ficientes que permitan encarar adecuadamente el esfuerzo de regis­trar y contar la verdad lo más aproximada posible. El secreto, exten­dido a la mayor parte de la documentación que lo mantiene, hace más apasionante todavía la tarea del historiador aunque, hay que de­cirlo, hoy produce un dejo de frustración.
La acumulación de historias de heroísmos y cobardías, la fría pla­nificación de acontecimientos con el único fin de impresionar, de res­ponder a la propaganda o generar nuevas circunstancias políticas fa­vorables a los insurgentes, son nada más que una parte de esa trama complicada donde el periodismo y las nuevas técnicas de los medios de comunicación masiva jugaron un papel primordial en el trazado del escenario de esos años y del posterior análisis de los hechos.
Si iniciamos este libro en 1959 se debe exclusivamente a que a partir de esa fecha y del triunfo de la Revolución Cubana los aconte­cimientos se desataron organizadamente y con tanta fuerza, que in­cluso impidieron entender cómo fue posible que Castro y Guevara triunfaran en Cuba cuando tenían perdida la batalla.
En la primera parte de este libro tratamos de consignar los hechos más salientes de ese proceso que constituye uno de los orígenes de la Guerra Revolucionaria que comenzaría a desatarse sobre el continente latinoamericano y que en particular para la Argentina marcaría su futuro político e institucional. Consecuencia directa de la Guerra Fría que durante esa época expresó la profunda división en que se debatía el mundo, el proceso subversivo tuvo un origen externo que aprove­chó convenientemente determinadas circunstancias internas. Cuando éstas se agotaron, se crearon otras como parte de un programa inteli­gentemente montado y cuyos resultados están a la vista. También de eso nos ocupamos y subrayamos algunos aspectos que hasta hoy no se conocieron y por ende, no fueron razonados para entender lo suce­dido.
Con excepción de aquellas fracciones de territorio sudamericano que pertenecían o pertenecen a potencias europeas, donde el desenla­ce político evolucionó de otra manera y casi en silencio, en todas las repúblicas el vendaval revolucionario se desató con una violencia que para la mayoría de la opinión pública que hoy soporta una nueva fase de la propaganda, resulta desconocida. Como una derivación actuali­zada del mismo proyecto, los manipuladores de la historia manejan ese período desligándose de las decenas y decenas de miles de muer­tos producidos por los revolucionarios e ideólogos que todavía persis­ten adecuándose a las nuevas épocas.
Este libro trata de recoger sinópticamente una cronología de los principales sucesos ocurridos durante esos años y de los entretelones que, mirados hoy a la distancia, los explican como no pudo hacerse antes.
Los viajes a La Habana a través de un complicado y secreto itine­rario para recibir una acabada formación política, ideológica y militar. La especialización en actos de terrorismo que recibieron centenares y centenares de jóvenes de esa generación. La utilización de la libertad de prensa para desarrollar la campaña de captación y reclutamiento. Y finalmente el factor cultural aplicado en ese proceso de la propa­ganda, son datos históricos que no pueden desconocerse, sobre todo, para comprender y prevenir el futuro.
El fracaso de los "Uturuncos" en Tucumán. La participación di­recta de militares cubanos en el segundo gran ensayo insurgente de­satado en Salta en 1963 para preparar el posterior desembarco de Guevara en Bolivia. El desarrollo de la Guerra Revolucionaria en los países vecinos: el caso del Brasil donde militares de alta graduación llegaron a complicarse en el proyecto marxista y los choques armados que se produjeron para arriar la bandera roja de la hoz y el martillo que ondeó en unidades navales de ese país. Los antecedentes del dra­mático caso de Colombia. Las decenas de miles de muertos provoca­dos por la guerrilla del Perú. El campo de batalla en que se convirtió Montevideo y el resto del país hermano. La doble importancia estratégica -su llegada al poder y el posterior derrocamiento- que tuvo el gobierno marxista de Allende en Chile. Los estrechos vínculos de las bandas argentinas y chilenas, de Bolivia y del Uruguay y la creación de una Junta Coordinadora Revolucionaria para profundizar la subversión en el Cono Sur. Los viajes secretos de los líderes subversi­vos a Cuba y luego a Europa. El tortuoso papel cumplido por Fran­cia y el agente Régis Debray. La entrega de Guevara. La infiltración lograda por diversos servicios de inteligencia en las distintas bandas. Y por último, la lucrativa creación de la industria del secuestro, fueron hechos que marcaron, entre otros actos, una secuencia histórica que hemos incorporado a estas páginas en el mismo orden en que se produjeron.
Junto con los intentos de dominar a la CGT y otras organizaciones con el mismo fin. Los múltiples asesinatos selectivos. La toma de lo­calidades. Los asaltos a bancos. La preparación y desarrollo del "Cordobazo", sus repeticiones y otros hechos similares montados en fun­ción de una gimnasia revolucionaria. El asalto e incendio de casas, comercios y ferrocarriles. El copamiento de unidades militares y poli­ciales. El asesinato sistemático de agentes de policía para sacar pa­tente de "combatiente", quitarles el arma, la placa y a veces el ansiado uniforme, fueron todos hechos que formaron parte de esa misma se­cuencia y permitieron dibujar un "perfil del guerrillero" con el denomi­nador común de su pertenencia mayoritaria a las clases medias y al­tas.
Un capítulo aparte mereció el contradictorio comportamiento de los Partidos Comunistas latinoamericanos, cuyos jefes históricos re­chazaron en la mayoría de los casos al proyecto guerrillero. Vaticina­ron que éste sería derrotado y que esa derrota atrasaría la victoria fi­nal del comunismo, pero la realidad demostró que elementos partida­rios tomaron parte activa en las guerrillas, crearon grupos disidentes de superficie y realizaron actos especiales de terrorismo.
El rol protagónico del PCA quedó igualmente revelado por su parti­cipación en varios episodios. Uno de ellos se produjo cuando al co­mienzo de la guerra, un destacado abogado cordobés, estanciero, re­presentativo de la alta sociedad de su provincia, organizador y ejecu­tor de diversas operaciones politicas, fue el intermediario aparente­mente involuntario de una iniciativa de Castro y Guevara para incor­porar al exilado Juan Domingo Perón a un plan destinado a cimen­tar el proyecto de "liberación" latinoamericana. La idea fracasó pero otro hombre importante y secreto que dependía del PCURSS,   cuyo perfil se ubicaba en las antípodas del primero, sería el intermediario de Lanusse ante Perón para negociar en 1973 la transferencia del poder militar al político.
También nos ocupamos del papel preponderante que tuvo el movi­miento obrero en el enfrentamiento a la acción subversiva y la res­puesta que ésta produjo mediante una organización especializada en el asesinato de dirigentes sindicales de distintos niveles. Subrayamos la capacidad dirigente de algunos jefes subversivos como Santucho -sin duda el más audaz y obsesivo de todos ellos- Carlos Olmedo el de inteligencia brillante, algunos de los asesinatos cometidos por Firmenich y otros jefes guerrilleros y, por su importancia y resultados, evaluamos los mecanismos creados en La Habana para poner en marcha el proyecto de transformación cultural que facilitara el proce­so de captación y reclutamiento.
La etapa previa al primer gran lanzamiento subversivo se carac­terizó por varios factores adicionales a la propaganda orientada ex­clusivamente a preparar combatientes. Entre los más importantes podemos mencionar los esfuerzos desplegados para insertarse den­tro de la Iglesia Católica, habida cuenta de su importancia e in­fluencia en todos los órdenes. La inoperancia de la clase política para percibir el fenómeno que estaba en gestación y para encontrar soluciones una vez que éste se manifestó. La incapacidad demos­trada por la dirigencia en general que no entendió, no aceptó, re­chazó o ignoró aquellas señales que permitían vaticinar lo que ocu­rriría. La posterior imprevisión militar para adecuarse a las conse­cuencias múltiples que provocaría el final de la Guerra Revoluciona­ria. El origen no izquierdista de la primera banda subversiva que hasta fue manifiestamente anticomunista y rechazaba de plano a Fidel Castro y al Che Guevara, el papel que cumpliría como puen­te entre los extremos y luego como plano inclinado para llevar a sus miembros hacia posiciones de una ultraizquierda sin retorno posible. Los avances que tendría la táctica del entrismo para pene­trar y conquistar desde adentro a determinados grupos y organiza­ciones seleccionados como blancos, fueron las expresiones más significativas de aquella época y por eso nos detuvimos en señalar los antecedentes que luego sirvieron para alterar hondamente el escenario político y social de la Argentina.
Concurrentemente nos referimos a los cambios ideológicos que tu­vieron algunas figuras que pertenecían a distintas fuerzas políticas y que luego se volcaron al marxismo y dentro del campo estrictamente político, explicamos cómo las dos principales vertientes subversivas -el Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros- tuvieron ele­mentos que, respectivamente, estaban relacionados con la Unión Cí­vica Radical y el Partido Justicialista.
Durante la etapa que abarca este libro esos fenómenos ofrecen un campo inmensamente rico para el estudio histórico, junto con la estrecha relación que tuvieron los grandes acontecimientos que caracte­rizaron a la Guerra Fría, instrumento con el que se debatía la división que enfrentaba al mundo de esa época. Francia se retiraba de la alianza militar Occidental, China Continental obtenía la bomba ató­mica y competía con la URSS en la jefatura del comunismo mundial, en tanto los Estados Unidos se empantanaban en Vietnam. La Gue­rra Fría creaba nuevas instancias entre los dos grandes contendien­tes. La Unión Soviética, después del costoso enclave logrado en Cu­ba, resolvió expandirse lo más posible desde ese punto de apoyo me­diante una operación que consideró lo suficientemente conflictiva co­mo para fortalecer sus intereses estratégicos. Sin hacerse responsa­ble, dejó la ejecución en manos de Castro quien, pese a las diferen­cias que había entre uno y otro permitió, a su vez, que fuera Ernesto Guevara de la Serna el artífice visible de ese nuevo conflicto: el ar­gentino, con su extremo voluntarismo y ambición, creyó que podría transformarlo en una fácil conquista territorial y política con la Repú­blica Argentina colocada en el centro principal de su objetivo. Des­pués de su fracaso y muerte, su herencia adecuadamente manejada consistió en trasmitir a nuevas generaciones de jóvenes el convenci­miento de que eso era posible. Para eso había que matar y morir, de­cisión que únicamente se podía cumplir una vez que se hubiera in­culcado con firmeza un amor al odio impulsado desde el extranjero