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La agonía de Polemos

La subversión contra la tradición heroica a través de la historia

Carlos Videla

La agonía de Polemos - La subversión contra la tradición heroica a través de la historia - Carlos Videla

200 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2018
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 360 pesos
 Precio internacional: 15 euros

 

 

 

 

 

El espíritu inventivo humano ha creado a lo largo de la historia innumerables abstracciones del pensamiento que han contribuido a la fundación de mitos, culturas y sociedades.
Sin embargo, una cualidad de la naturaleza que siempre fue considerada como un aspecto fundamental a la hora de crear productos culturales fue la vivencia existencial, que en esencia ha sido la vida como lucha, a través del conflicto: Polemos, como lo llamaron los antiguos griegos.
En la especie humana, y a medida que el hombre logró estados culturales avanzados, la lucha instintiva se moduló racionalmente, transformándose en una actividad agonal, una fuerza vital útil para generar culturas de esfuerzo civilizador y bienestar social. Es así como las comunidades polemológicas y agonales conjugaron perfectamente instinto y cultura, salvando al hombre de cualquier tensión entre cuerpo y mente, entre biología y espíritu.
Pero este fundamento cultural ha sufrido continuos ataques por medio de ideologías que no han considerado las leyes de la vida, habiéndose desarrollado una verdadera guerra oculta entre una ética antinatural y la tradición heroica.
Después del hundimiento de nacionalsocialismo y el fascismo italiano -las últimas culturas polemológicas de la historia- una avasalladora ola contraria a la tradición agonal -el posmodernismo- se fue consolidando, subvirtiendo los vestigios de una moral enraizada en lo heroico.
Con todo, la actual agonía de Polemos no ha significado su disolución. Los valores de la tradición heroica aún siguen vivos, esperando la oportunidad para resurgir nuevamente, en especial en una época en que el desvarío posmodernista ha fragmentado la esencia del hombre, manteniéndolo en una tensión destructiva de perspectivas insospechadas.

 

ÍNDICE

Introducción7
Auge y caída de Polemos11
Anatomía de la lucha15
Madres y guerreros 21
Cuidar el cerco24
Nacimiento del mito30
La era de los dioses35
Keranos y Polemos39
Logos y Polemos41
Diversificación de Polemos44
La era heroica47
La buena Eris51
El escudo de Aquiles55
La era Agonal57
La era metafísica 60
Discordia65
La última frontera69
Conflicto e identidad73
Una idea peligrosa77
La resurrección del héroe81
Vitalismo heroico82
Revolución heroica89
Sindicalismo heroico90
Estética heroica95
Nacionalismo heroico97
El hijo secreto de occidente100
Tempestades de acero105
Existencialismo heroico107
Vuelta a la incepción originaria112
Idealismo heroico114
Lucha como acción del espíritu118
Realismo heroico123
Ley de lucha126
La superación de occidente133
Identidad y diferencia137
La Era de la Transparencia143
La violencia de lo Simétrico144
Proyecto Posmoderno147
La cultura de la crítica150
Teoría crítica154
Imposturas intelectuales156
El sujeto posmoderno159
Turismo Identitario162
Dictadura de la transparencia170
Lucha por la Esencia179
Bibliografía189

Introducción

 

El devenir humano ha llevado a los pueblos y culturas a recorrer los más insospechados caminos del pensamiento. El espíritu inventivo ha creado innumerables abstracciones que han fundamentado culturas, sociedades y mitologías. Pero dentro de todo ese entramado de ideas hay un núcleo conceptual que no debe ser nunca pasado por alto si no se quiere perder la noción de lo concreto. Nietzsche lo resume de esta forma: «La moralidad pregunta: ¿Cómo debo actuar? Esa pregunta para una especie que ha actuado por milenios es realmente absurda».
Independiente de la capacidad para crear ideas, las leyes naturales y el sustrato biológico se han probado como el único fundamento certificable para el hombre. Para Nietzsche cualquier búsqueda de la esencia humana o cualquier producto del espíritu, debe emanar y nunca enfrentarse con el fundamento natural.
Esta esencia natural, que era muy clara a los pueblos de la antigüedad, ha sufrido un agónico camino de disolución. En este sentido la cultura occidental —que está a pocas décadas de ser verdaderamente global— ha creado tan diversos y abstractos productos espirituales que hacen imposible ponerse de acuerdo, aunque sea mínimamente, sobre las preguntas esenciales del hombre. Las ideas se han fragmentado a tal nivel que prácticamente hay tantas visiones de mundo como personas. La evidente falta de consenso está diluyendo y debilitando las grandes cosmovisiones, aquellos fundamentos que sostenían y guiaban a los pueblos. Y no es que esas narrativas fueran verdades eternas inmodificables, sino que eran productos espirituales consensuados y fundamentados en realidades concretas que servían de guía para forjar destino histórico y fundamento cultural.
En este sentido hay una cualidad de la naturaleza —extendida a todos los organismos de la tierra— que siempre fue considerada como un aspecto fundamental a la hora de crear abstracciones mentales. Esta es la certificación que la vida es una lucha continua y que los hombres —los cuales están insertos de lleno en esta realidad— deben considerar este principio para que sus proyectos culturales se fundamenten de forma sólida, realista y efectiva. Los antiguos griegos llamaron a este fundamento de la existencia “Polemos” (conflicto, confrontación, lucha), el padre de todas las cosas.
En las distintas especies de seres vivos la lucha es descarnada y cruel, matar o morir, comer o ser comido, luchar o ser desplazado. En la especie humana, y a medida que el hombre logró estados culturales avanzados, la lucha instintiva se moduló racionalmente transformándose en una exitosa actividad para generar esfuerzo civilizador y bienestar social. Así, Polemos estuvo siempre presente como fuerza vital que invitaba a la lucha y la resistencia, permitiendo la preservación del hombre y también la superación a la hora de crear progreso y cultura. De esta forma se lograron crear comunidades agonales en donde naturaleza y cultura convivían de forma orgánica.
Pero este fundamento se ha perdido en los intrincados callejones de la abstracción mental y las teorías nacidas de ideologías que no consideran la importancia de las leyes de la vida. Hoy ese fundamento instintivo parece lejano, vergonzoso, primitivo y dañino. Y si en ocasiones el espíritu de lucha se transformó en fuente de destrucción, crear ideologías en donde se rechaza la esencia natural del hombre es un camino estéril que le quita el último bastión de objetividad al ya nihilista y subjetivo fundamento de la cultura actual.
Los valores de la ética heroica —derivados de la modulación de los instintos que vuelcan a la lucha por la existencia— representan la antítesis de esta sociedad posmoderna. Por eso la ética guerrera ha sido acorralada y relegada, siendo reemplazada por utopías que no tienen ningún correlativo en la naturaleza. Y lo paradójico de esta situación es que la eliminación del conflicto del léxico cultural no ha terminado con la violencia. Las mismas sociedades que han renegado de la lucha como eje valórico se han involucrado en las guerras más destructivas de la historia. En estas sociedades “pacíficas” el conflicto se ha trasladado más bien a las capas inconscientes, produciendo verdaderas torturas psíquicas.
Este texto busca realizar un recorrido histórico del instinto de lucha y su derivado espiritual, la cultura agonal. Especial énfasis es puesto en comprender y buscar las causas de lo que parece un camino de debilitamiento premeditado, así como también su potencial resurgimiento como alternativa a la cultura e ideas dominantes de la actualidad.