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Rosas, Washinton y Lincoln

 

Carlos A. Goñi Demarchi – José Nicolás Scala – Germán W. Berraondo

Rosas, Washinton y Lincoln - Carlos A. Goñi Demarchi – José Nicolás Scala – Germán W. Berraondo

125 páginas
Ediciones Theoria
1996

Encuadernación rústica
 Precio para Argentina: 24 pesos
 Precio internacional: 7 euros

La invasión de España por Napoleón resultará el detonante que desencadenará el movimiento emancipador en la América Hispana. De sus resultas, las antiguas colonias se presentarán en el escenario internacional convertidas en naciones independientes.
. Las monarquías europeas, empeñadas en la extensión y seguridad de su comercio, prestigiaban con sus adelantos el sistema por ellas adoptado y mantenido durante siglos, perfeccionado, según sostenían, en su versión parlamentaria. En contraste, los Estados Unidos de América, servían de ejemplo, en el Mundo de Colón, del modelo republicano, sustentado en la soberanía popular. Con firmeza, Don Juan Manuel de Rosas, legalmente elegido, sorteará los escollos que significaban para la Argentina el caos anárquico, el caudillismo militar, aparentemente incontrolable a raíz de la preeminencia adquirida durante la extensísima guerra por la independencia, en que cada jefe de tropa se creía autorizado a disponer de la suerte de los pueblos al frente de sus lanzas, y aún las soluciones basadas en minorías ilustradas, salvando para el país su destino histórico, asentado en la democracia representativa y el federalismo.
Uno de los aspectos más decepcionantes para el estudioso que quiere indagar sobre la personalidad de su propia patria argentina consiste en la premeditada deformación de que se la hace objeto, achicándola y mutilándola de facetas que le son inherentes, para preservar —es obvio— la indefinida vigencia de una determinada hora política.
“sorprende siempre la taciturnidad de los intelectuales argentinos para hablar de los más importantes asuntos de su país".
Se trata, en estos párrafos, de la evolución de las instituciones políticas de la Argentina en la primera mitad del Siglo XIX y su proyección sobre las relaciones exteriores.

 

ÍNDICE


No tiene                  

INTRODUCCIÓN

La invasión de España por Napoleón resultará el detonante que desencadenará el movimiento emancipador en la América Hispana. De sus resultas, las antiguas colonias se presentarán en el escenario internacional convertidas en naciones independientes. Esta condición, sin embargo, sólo se alcanzó después de una cruenta lucha que insumió una década y media de su recién adquirida existencia libre. Contemporáneamente se agudizaba en casi toda la región la disidencia interna en cada una de las partes acerca de la forma en que se encararía su organización social y política. Las monarquías europeas, empeñadas en la extensión y seguridad de su comercio, prestigiaban con sus adelantos el sistema por ellas adoptado y mantenido durante siglos, perfeccionado, según sostenían, en su versión parlamentaria. En contraste, los Estados Unidos de América, servían de ejemplo, en el Mundo de Colón, del modelo republicano, sustentado en la soberanía popular. Con firmeza, Don Juan Manuel de Rosas, legalmente elegido, sorteará los escollos que significaban para la Argentina el caos anárquico, el caudillismo militar, aparentemente incontrolable a raíz de la preeminencia adquirida durante la extensísima guerra por la independencia, en que cada jefe de tropa se creía autorizado a disponer de la suerte de los pueblos al frente de sus lanzas, y aún las soluciones basadas en minorías ilustradas, salvando para el país su destino histórico, asentado en la democracia representativa y el federalismo.

Uno de los aspectos más decepcionantes para el estudioso que quiere indagar sobre la personalidad de su propia patria argentina consiste en la premeditada deformación de que se la hace objeto, achicándola y mutilándola de facetas que le son inherentes, para preservar —es obvio— la indefinida vigencia de una determinada hora política. A tal fin, se estructuró un esquema monolítico al que ha de ajustarse la investigación, sin que valga demostrar su insu­ficiencia para cubrir el desarrollo completo de una sociedad que viene de siglos de historia que le preceden. En un recodo de su trayectoria, una constelación internacional con apariencias de inconmovible, la de la Europa imperialista y colonialista, aseguró su preeminencia, permitiéndole fijar lineamientos que dejan de lado facetas esenciales de ese transcurrir, apartando el resultado de la realidad de su existencia.
Inesperado —y satisfactorio— es encontrar expresada una causa, y muy principal, de la perdurabilidad de esa falencia por un escritor que, si bien nacido en otra tierra, podemos conside­rarlo un poco nuestro, por su encomiable fidelidad a la Argen­tina, demostrada en decenios de constante participación en su actividad intelectual, convengamos o no, en todas sus manifes­taciones. Titulando maduras reflexiones "La opinión prefabri­cada", denominación realmente incitante, Julián Marías obser­va1 que "lo malo es que rara vez es contrarrestada por los que podrían hacerlo. Son muy pocos los que, al tener capacidad de expresión, escritores, pensadores, profesores, la usan para po­ner alguna claridad en los asuntos públicos y comunes". Con­fiesa, en relación con ello, que "me sorprende siempre la taciturnidad de los intelectuales argentinos para hablar de los más importantes asuntos de su país".
Limitando el tema a la Historia, quizás podría pensarse que haya habido un aflojamiento en la vigencia de un rasgo del carácter, condensado en la clásica palabra española "probidad", que el Diccionario de la Lengua asimila a rectitud, integridad, honradez, y, también, si se quiere, hombría de bien. Tan es así, que le acompaña ahora como un halo de antigualla. En reali­dad, viene a significar, decir lo que es.
Especialmente nociva es la presión de la "opinión prefabricada" para la comprensión de nuestro pasado, encorsetado, como queda dicho, dentro de lineamientos que no lo abarcan en toda su dimen­sión. El resultado es un estereotipo, que poco beneficia a las su­cesivas generaciones. Hecho significativo, porque ese "pasado" no es una cosa muerta, como los seres humanos que lo protago­nizaron, sino que vive en nosotros, para inspirarnos y guiarnos. Esta es su trascendencia, pues, transformado en Historia, nos pro­porciona antecedentes que debemos evaluar con cuidado, con el fin de mejorar nuestro presente y traspasarlo en tales condiciones a los que vengan después de nosotros. Bien lo advirtió el biógrafo de Anna de Noailles, quien al referirse a su pasión por la Historia pone de relieve2: "A través de la lectura iba más allá del recuerdo: al ejemplo, a la virtud de la existencia".
Recordemos, para facilitar la lectura, que se trata, en estos párrafos, de la evolución de las instituciones políticas de la Argentina en la primera mitad del Siglo XIX y su proyección sobre las relaciones exteriores. O sea, el período del nacimien­to de esa pléyade de naciones que desprendidas del añoso tronco hispano, comienzan a buscar las formas que han de caracteri­zar su existencia de tales. Tema tan vasto que escapa a la posi-  …//…
(continúa)

 

1 Julián Marías, "La opinión prefabricada", en La Nación, Buenos Aires, 5 de febrero de 1988.
2. Louis Perche,   "Anna de Noailles", París 1964, pág. 15.