Libreria Argentina Libreria Argentina Libreria Argentina

 

REFLEXIONES CONTRA LA MODERNIDAD

 

EDUARD ALCÁNTARA

Reflexiones contra la Modernidad - Eduard Alcántara

265 páginas.
Tamaño: 15 x 21 cm.
Ediciones Camzo
España, 2013
Colección: Hermética

Encuadernación rústica cosida c/solapas
 Precio para Argentina: 140 pesos
 Precio internacional: 20 euros

El presente libro es el resultado de un compendio de escritos.
En la selección que, de cara a la composición de esta obra, hemos realizado nos ha guiado el criterio de que los textos tuvieran un enfoque, impregnado hasta la médula, de Tradicionalismo.
Es, en nuestro caso particular, Julius Evola quien más certeramente nos ha transmitido cuáles son las esencias y los atributos del Mundo Tradicional.
Podríamos, a nuestra modesta escala, parangonar este nuestro libro con la obra capital del gran maestro italiano (“Rivolta contro il mondo moderno”) en el sentido de considerar que el título del mismo en realidad representaría algo así como la consecuencia reflexiva que debiera hacerse tras su lectura.
La exposición y la reivindicación, que en nuestros textos realizamos, de los ejes y de las doctrinas Tradicionales se ven acompañadas por nuestra denuncia de la gran infatuación representada por la modernidad, pues el Mundo Tradicional constituye la antítesis del mundo moderno.
Nos congratularíamos si la lectura de la presente obra sirviera para que algunos –bien intencionados– que pretenden encarnar íntegras alternativas al Sistema que nos aliena se sacudan ciertas escorias ideológicas que puedan no hacerles ser valedores de una cosmovisión basilarmente opuesta a la de este deletéreo mundo moderno.

 

ÍNDICE

Prólogo por Santiago de Andrés                                
Introducción

I – Cosmovisiones Cíclicas y Cosmovisiones Lineales        
II – Los Ciclos Heroicos                                  
III – Evola frente al Fatalismo                          
IV – El Imperium a la Luz de la Tradición         
V – Cabalgar el Tigre                                       
VI – El Estado Primordial o la Obra al Negro    
VII – Críticas de Evola al Vedânta                    
VIII – La Ilusión Reencarnacionista         
IX – Consideraciones Metafísicas sobre el Aborto. La Doctrina de los Nidana
X – José Antonio y Evola                                 
XI – El Islam y la Tradición                              
XII – Evola y el Judaismo (Primera parte)                  
XIII – Evola y el Judaismo (Segunda parte)                
XIV - ¡Qué nos disculpe Evola!                        
XV – El porqué de la parálisis de Julius Evola  
XVI – Julius Evola, un Hombre de Acción         
XVII – Existencias agitadas (con notas sobre el consumismo)           
XVIII – El Infantilismo, denominador común de nuestros tiempos
XIX – La Lucha Interior (a modo de epílogo)

Bibliografía                 

INTRODUCCIÓN

 

El presente libro es el resultado de un compen­dio de escritos que hemos ido redactando a lo largo de estos últimos años. En la selección que, de cara a la composición de esta obra, hemos realizado nos ha guiado el criterio de que los textos tuvieran un enfoque, impregnado hasta la médula, de Tradicionalismo. Por ello hemos dejado de lado artículos y ensayos en los que -pesar de que siempre se puede vislumbrar la inspiración y el punto de vista propios de la Tradición- la eti­queta con la que, a simple vista, se los catalogaría sería segura­mente otra: léase 'historia', 'política', 'cultura', 'antropología', 'religión' o 'economía'. También hemos apartado otros de temá­tica claramente Tradicional por haber aparecido, o estar a punto de aparecer, en papel impreso; ya sea en libros como el que esta misma editorial tuvo ya a bien editar ("El Hombre de la Tradi­ción") o bajo otros tipos de formato (en revistas, como prólogos de algunos libros o formando parte de otras obras en forma de capítulos). Gracias a estas discriminaciones hemos podido evitar que la extensión del presente libro resultase excesiva.
Nuestro editor pensó en un título que representara el espíri­tu que informa a la globalidad de los diversos escritos que han dado vida a esta obra y no fue otro que el que definitivamente ha adoptado la misma: "Reflexiones contra la modernidad". Es cier­to que nosotros ya habíamos barajado otros distintos que hicie­ran directa alusión a la visión del mundo y de la existencia (el 'Tradicionalismo') que se halla tras su redactado o a su fuente de inspiración (la 'Tradición'), además de a la persona que tan cer­teramente nos ha transmitido cuáles son las esencias y los atri­butos del Mundo Tradicional: Julius Evola. Tan solo basta echar una ojeada a los títulos de muchos de los textos que componen la presente obra para corroborar que es el gran maestro italiano quien nos ha guiado en la redacción de todos los contenidos del libro. Pero aunque, como señalábamos, habíamos barajado -de acuerdo a estos criterios- otros títulos posibles finalmente nos pareció que el pensado por nuestro editor ("Reflexiones contra la Modernidad") también tenía mucha razón de ser, pues la exposi­ción y la reivindicación, que en nuestros textos realizamos, de los ejes y de las doctrinas Tradicionales llevan implícitos nuestra denuncia de la gran infatuación representada por la modernidad, pues el Mundo Tradicional constituye la antítesis del mundo moderno. Y nuestra denuncia, además, no tan solo es implícita sino que también lo es explícita en todos los textos publicados. Explícita en contra de los delineamientos generales que han lle­vado (y llevan) hacia el abismo existencial y explícita en contra de algunas de las manifestaciones concretas que ejemplifican la decadencia del hombre. Explícita, a su vez, en relación a los diferentes grados de disolución que han ido conformando y con­forman la modernidad (y, más recientemente y con intensidad aun mayor, la postmodernidad), pues los procesos deletéreos al principio no son tan perceptibles (aunque claramente identifica- bles desde la óptica Tradicional) como a medida que se van acen­tuando pero no por ser menos perceptibles dejan de pertenecer a esa anomalía que es el mundo moderno.
Evola explica que el título de su obra "Rivolta contro il mondo moderno" quizás puede dar pie a equívocos en cuanto que alguien, a priorí, pudiera hacerse una idea errónea sobre el contenido del libro, pues en él, en realidad, se efectúa una mor­fología del Mundo Tradicional y tras ésta se explica cuál es la génesis del mundo moderno. Nos dice que lo de "rivolta" más que nada sería la consecuencia que, tras su lectura, debiera plan­tearse emprender el lector contra esta disolvente modernidad. Pues bien, podríamos, a nuestra escala, parangonar este nuestro libro que estamos introduciendo con esa obra capital del maestro trasalpino y considerar que el título del mismo en realidad representaría algo así como la consecuencia reflexiva que debiera hacerse tras su lectura. Consecuencia que (tras conocer, gracias a su lectura, los pilares basilares y algunas de las doctrinas esencia­les del Mundo de la Tradición) no sería otra que la del rechazo del mundo moderno sin matices y sin concesiones. (De todos modos ya hemos, igualmente, dejado claro que estos trabajos nuestros -ahora editados- tampoco están exentos de estudios sobre el meollo de la funesta modernidad y sobre variadas rami­ficaciones y excrecencias suyas.)
Por estas razones consideramos como acertado el título que nuestro editor pensó para este libro y, además, el que figure en su portada constituye un pequeño y simbólico reconocimiento a su intasable labor editorial y al aprecio que siempre ha mostrado hacia nuestros artículos y ensayos.
El orden en que aparecen los diecinueve trabajos no respon­de al azar sino a determinados criterios, como el de comenzar con escritos que pretenden explicar con cierta profundidad de qué hablamos cuando nos referimos al Mundo Tradicional y de qué lo hacemos cuando, por el contrario, hacemos alusión al mundo moderno. Si la Tradición concibe las vivencias del hom­bre y su concepción de la existencia dentro de una percepción del tiempo cíclica (aunque matizando, como veremos, esta carac­terística cíclica') y si esto es explicado en el primer trabajo es lógico que en el segundo se diseccionen las etapas en que se divi­de cada ciclo humano y que en el tercero se despejen dudas acer­ca del porqué dicha concepción cíclica no supone, de ningún modo, la adopción de posturas fatalistas ante la existencia, sino todo lo contrario.
El lógico proceder nos ha hecho colocar en cuarto lugar más doctrina: en este caso relacionada con una aplicable a los tiempos corrosivos que corren (la doctrina de 'cabalgar el tigre'). En quinto lugar los aspectos doctrinales se tornan más puntuales con cierto estudio de la 'obra al negro' y el intento de aclarar determinadas posibles confusiones con respecto a su ubicación "temporal" dentro de los mitos.
Tras este primer bloque más genuinamente doctrinal el lector se topará con tres textos esencialmente de carácter crítico. Crítico con ciertos aspectos de esas postreras interpretaciones de los textos sagrados y sapienciales de la tradición indoaria que se conocen como el Vedanta. Crítico, sin concesiones, con el reencarnacionismo y con su infausta aplicación de la excreción 'evo­lucionista' (que corre paralela a la falacia del 'progresismo') al terreno de ciertas corrientes pseudoespirituales que tomaron, sobre todo, carta de naturaleza a lo largo del siglo XIX. Y - echando mano de una doctrina propia del budismo: la de los nidana- crítico (en realidad demoledor), desde un punto de vista estrictamente metafísico, con esa auténtica aberración que supo­ne el aborto.
El tercer bloque no es tal, pues tan sólo lo integra el ensayo comparativo realizado entre las enseñanzas evolianas y el fondo -más que metapolítico- Tradicional, y a veces incluso metafísi­co, que rezuma el sorprendente pensamiento de ese gran desco­nocido que fue José Antonio Primo de Rivera.

En un cuarto bloque hemos agrupado tres escritos que pre­tenden dejar al descubierto dos sistemas religiosos que suponen en sí una renuncia a la Tradición y constituyen, por ello, un transitar por la cuesta abajo del mundo moderno. Se trata del judaismo y del Islam. En el primer caso tan solo hemos pretendi­do resumir mucho de lo que Evola escribió acerca no sólo de esa religión sino también sobre las entrañas existenciales del pueblo judío; tanto del devoto como del secularizado. En el segundo caso sí que hemos realizado un análisis destinado estrictamente a la religión islámica; siempre desde el prisma que nos marca la Tradición.
Si las bases de todos estos trabajos nuestros las hemos halla­do en la interpretación de la Tradición que nos transmitió Julius Evola no está de más que el quinto bloque lo hallemos dedicado al gran maestro italiano. Tal como señalamos en uno de los tres textos que lo componen, sin duda a Evola no le hubiera gustado que le dedicásemos ningún escrito, pues al principio de la 'impersonalidad activa' siempre le concedió un papel muy des­tacado y, por ello, siempre pretendió que el ego apareciera lo menos posible, tanto en su vida como en su obra. Nosotros, a pesar de esto, le hemos dedicado dos escritos a los posibles procesos de transformación interior que Evola pudo experimen­tar a lo largo de su vida y lo hemos hecho, más que nada, para así poder tratar cuestiones metafísicas que tienen que ver con la Iniciación o 'vía heroica y solar'. El tercer escrito responde a la idea de que para distinguir pura 'metafísica' de lo que es 'Tradi­ción' ha de ser diáfana la idea de que la primera corresponde exclusivamente al plano Suprasensible y, en cambio, la segunda sería el resultado de haber aplicado aquí abajo (en el microcos­mos) las Realidades de lo Alto (del macrocosmos en particular y de los diferentes planos de la Realidad Metafísica -que incluyen, por tanto, el totalmente Incondicionado- en general). En base a esta idea hemos hablado de un Evola que no fue ajeno a los aconteceres políticos del mundo que vivió y de un Evola activo en lo externo.
El sexto y último bloque trata sobre algunas de las anoma­lías que en el hombre (o, más en propiedad, en el individuo) ha provocado la modernidad reinante, tales como el consumismo o el infantilismo y trata, asimismo, sobre sus causas más profundas. Ante síntomas como éstos que denotan la grave enfermedad que aqueja al actual ciclo humano sólo nos debe caber aplicarnos con denuedo y perseverancia en ese combate interior que, a modo de epílogo de este libro, se propone en nuestro último artículo.
¡Afanémonos para emprenderlo!

Eduard Alcántara


PRÓLOGO

 

Ironizaba Furio Jesi, hace ya bastantes años, a cuenta de los autores «tradicionalistas» en general, pero con el punto de mira puesto en Evola, a propósito de la contradicción que suponía hablar y escribir tanto sobre materias de las que se acababa diciendo que, en realidad, eran inefables. Si no ellas, sí su ultima ratio. Sin embargo, la puya, salida de la mente del intelectual hebreo-italiano, podía volverse con facili­dad contra su autor. Era una cuestión de perspectivas. En cierto sentido, y por así decirlo, de esferas...
Para quien vive inmerso en la cosmovisión racionalista, la palabra, el verbo, no habría poseído jamás otra realidad que ser el adobe con el que se construye un edificio-discurso eminente­mente social. La clave de bóveda de una humanidad definida por su mens cogitans, cuyos límites conforman una esfera cuyo borde interior constituye el límite del fenómeno homo (1). ¿Para qué y cómo hablar de lo que está más allá de la «esfera»? Para la doctrina cristiana, el verbo creador del Génesis, aquel cuyo sentido no es el comunicar sino el manifestar, se ha tenido que hacer carne para articular un discurso racional y hacerse visible (y audible) a los hombres. La pared de la esfera en la que vive inmersa la «criatura» es una cesura, una solución de continuidad, un abismo sobre el que es imposible tender puentes. La seculari­zación del discurso cristiano siguió por el camino trazado y la lógica de la modernidad racionalista, tras «matar al padre» en su avatar de verbo creador, declaró que más allá de la esfera no hay «nada», sólo fantasías, o fantasmas, surgidos del inconsciente o de las ansias y miedos bien conscientes de ese animal, presunto florón de la presunta evolución, que es el sapiens, sapiens... Pero no nos dispersemos. Para el hombre de las luces (de las pocas luces en verdad) la palabra debería, este sería su más noble fin, ser el instrumento único de exégesis y de conocimiento. Sólo lo que puede ser definido con palabras puede ser inteligible y por tanto poseído. Podría decirse que la palabra sería una «hacedora de límites». Así, desde esta perspectiva, no es fácil (lo cierto es que, pensando como piensa en su heterodoxia el redactor de esta introducción, más bien sería ontológicamente imposible) que alguien como Jesi hubiera sido capaz de entender (más allá de una «comprensión» literal -es curioso lo exactas que se aparecen a veces las palabras-) que nada de lo escrito, de lo pronunciado, por cualquier autor tradicional es en sí, ni es escrito o pronun­ciado por sí. La puya se vuelve hacia la mano que la escribe en su implícito reconocimiento de que no se ve, no se puede imaginar más allá de la pared de la esfera. Es incluso probable que alguien, siguiendo esa lógica, llegara a sostener que cuando un maestro zen emite un koan, en realidad no está «hablando»...
Sin embargo, lo cierto es que los textos de un Evola o un Guénon no son construcciones o sistematizaciones filosóficas, no son defensas racionales de la logicidad de unos principios y de sus diferentes desarrollos. Como tampoco lo son los textos sacros, o el propio verbo en el contexto ascético o cultual tradi­cional. Ambos autores, y otros muchos, lo repiten una y otra vez. Para la Tradición, la palabra tiene otra raíz, otro sentido, otro valor. Sin embargo, desligada de la garganta que la articula, del sonido que la dota de plenitud, para el hombre moderno la pala­bra sólo es el símbolo convencional que representa un valor semántico igualmente convencional. Y ese hombre nada puede entender que transcienda ese marco. Pero, retrocedamos otra vez, pues la dispersión vuelve a cernirse sobre nosotros... ¿Cuál sería, así pues, el «valor central» de los textos redactados desde una perspectiva «tradicional»? Dejemos que lo digan los miem­bros del Gruppo di Ur. « Todo lo que el cerebro humano podía dar, lo ha dado. Así, en concreto, se trata también de convertir el cuerpo entero en un instrumento de la conciencia que, superan­do la limitación individual deberá penetrar en los estratos donde actúan las fuerzas oscuras y profundas de un Yo superior: hasta encontrar la entrada al camino que conduce al "palacio cerrado del Rey". La presente colección de monografías pretende dar pormenores, sugestiones y normas de dicha ciencia secreta. Se ha seguido el criterio de evitar en lo posible todo discursar en torno a las cosas y, por el contrario, proporcionar su esencia. ..» (2). Esti­mular, proporcionar apoyos, retos, sugerir o, incluso, en cierto sentido, destruir, pero no sólo en el ámbito racional sino emi­nentemente en el ámbito existencial (concediéndole a este término un valor también «supra-físico»), son algunos de los sentidos, de ese tipo de textos. Pero, y aquí radica el núcleo de la cuestión, no están, como dijimos, concebidos para ser discutidos per se. sólo si a través de ellos el lector inicia (o prosigue en la dirección exacta) una vía que supere la limitación individual, dichos textos habrán consumado su función. En palabras de Pió Filippani-Ronconi: «La teoría y, por consiguiente, la doctrina son para Evola hipóstasis "metafísicas"de una experiencia, mejor, de una realización, que es el hacerse del espíritu, su potencia, la raíz de la realidad (exactamente al contrario del convencimiento de aquellos que "satisfechos con el discurso tradicional" permane­cen incapaces de experimentar el mundo de las ideas-fuerza, hipnotizados como están por el "Ángel de la ventana de occiden­te" de la famosa fábula de Meyrínk)» (3). El libro «racional» está destinado a perdurar en el tiempo, a ser consultado una y otra vez, a ser instrumento de la permanencia de la dualidad objeto/sujeto, mientras que los textos «tradicionales» pretenden contribuir a alcanzar un conocimiento que, una vez logrado, los hacen superfluos. Pudiendo estar escritos en un mismo idioma, ambos tipos de escritos están construidos en lenguajes radical­mente diferentes.
Es en uno de esos dos lenguajes, superfluo decir cual, en los que están escritos los textos de Eduard Alcántara reunidos en esta recopilación. En sus páginas, como en la mayoría de las redactadas por el autor, son dos los tonos que parecieran adivi­narse. Por un lado, la voluntad de una fría, despersonalizada («exacta» fue, recuerdo, el adjetivo que empleé para describirla en una carta que remití a Eduard hace tiempo) exposición de aquellos principios que son, por encima de toda discusión, de toda relatividad, por ejemplo, al abordar la temática ciclológica. Por otro, el diálogo, la íntima reflexión consigo mismo sobre los desarrollos de esos principios, sobre su depositarse en un mundo que cada vez está más alejado de ellos. Es el caso, a mi parecer, entre otros de su abordar la problemática del aborto desde el punto de vista de los nidana. En todo caso, siempre exposiciones y reflexiones encaminadas a ser soporte de una acción sólo com­prensible y sólo realizable, en expresión tan cara a Evola, sub specie interioritatis, y a ser estímulo para quien posea un análogo paisaje interior.
Pero estamos en la edad más oscura. Las condiciones de manifestación en esta era son las que son. Y varias, o múltiples, las vocaciones, las «ecuaciones personales», de nuevo una fórmu­la propia del Barón, de aquellos que han pretendido, que preten­den aún, «remontar el tiempo» y «disolver la condición». Y varios son los rostros que se da la Tradición para poder «ser útil», horrible expresión en este contexto, al hombre en estos tiempos. Desde muy pronto, Eduard Alcántara encontró en el ejemplo existencial y en la obra escrita de Julius Evola la brújula que marcaba el Norte, físico y metafísico a un mismo tiempo, que le ha permitido no perderse en los meandros cenagosos de esta edad del lobo.
A riesgo de críticas, probablemente justas, de los verdaderos conocedores de la obra de Evola, me atrevería a afirmar que hermetismo y tantra son los dos polos (permítaseme esta licencia literaria) sobre los que giró la ascesis guerrera del Maestro. Dos vías Reales forjadas para una era de sombras, de condición, de duro entrelazamiento de espíritu y sangre. El arma de la voca­ción del guerrero. Y esa es la vocación de Eduard Alcántara. Pro­bablemente todos hayamos leído alguna vez páginas que hubié­ramos creído escritas por nosotros mismos, en forma y en fondo, textos con los que nos hemos identificado más allá de la razón y sobre las que volvemos en busca de una sensación de apertura apenas definible como mental sino casi diríamos física. Ésta fue, creo, la relación inicial que Eduard estableció con la obra de Evola. Con el tiempo, la semilla crece y madura. La intuición se va convirtiendo en acerada certeza. Las piezas del rompecabezas empiezan a conformar una imagen. Una cosmovisión va coagu­lando a la par que la vida asume una forma y un sentido distin­tos. Lo que eran opiniones, más o menos acertadas, más o menos válidas, van dejando paso a realidades objetivas. Los textos van perdiendo subjetividad para asumir la forma del «acta de un testigo»... Si algo conozco a Eduard, sé que estas palabras le producirán cierta incomodidad, cierto rubor, pues no podrá dejar de leerlas como una especie de elogio. Y conozco su humildad y su instintiva distancia de todo aquello que pueda ser alimento de vanidad. Pero nada hay, al menos conscientemente, de eso sino una constatación objetiva que todo lector podrá confirmar por sí mismo a través de estos capítulos y de todo lo que ha ido escri­biendo a lo largo de los años.
La vía del Autor es, vano escribirlo, el sendero de la acción. Sus textos, una llamada y un estímulo para quien siente que ése es también su propio camino. Y de aquí la lógica de la inclusión de algunos de los artículos en este libro, pienso en concreto en el dedicado a la temprana polémica entablada entre Guénon y Evola a propósito del Vedanta. Este regreso a aquella valoración evoliana de las críticas tántricas al Vedanta, una cierta lectura del cual podría inducir en estos tiempos a posiciones de pasivi­dad, hace patente la alineación del Autor en el campo de quienes entienden que son las propias condiciones densificadas de estos tiempos últimos las que implican necesariamente una vía de constante (inter)acción con una «realidad» que se concibe más desde los planteamientos esencialmente «shákticos» que desde mera «ilusión». Probablemente sea en las páginas dedicadas al fatalismo y a la libertad donde más patente se hace lo anterior: «Nadie como el gran Tradicionalista romano defendió el princi­pio de la Libertad del Hombre. El Hombre Reintegrado no es esclavo ante nada. No es esclavo de sí mismo: no es un títere manejado a antojo por sus pasiones, pulsiones, bajos instintos o por sus sentimientos engordados. No está sujeto irremeiablemente a sus circunstancias. No se halla determinado ni por pre­suntas dinámicas históricas (...) ni se encuentra mediatizado por condicionantes sociales ni por ningún tipo de dios omnipotente que haga y deshaga a antojo (...) El Hombre Superior no se encuentra tampoco cercenado en sus potencialidades por ningú- na especie de determinismo ambiental-educativo. Ni tampoco por otro de orden cósmico en la forma de un "Destino" cuya fatalidad lo tenga irremisiblemente programado de antemano». Así pues, el hombre se afirma, se desvela, a través del combate contra las fuentes de condicionamiento connaturales a esta era. Desde esta perspectiva aparece como necesaria la acción frente a las formas que adopta en esta «realidad» el principio del «obstá­culo» -el sentido profundo del término «satán»-, desde la sub­versión política, social, ética e intelectual que asóla un Occiden­te, ya casi completamente devastado, en cuyo contexto el Autor, haciendo gala de valor y honestidad, hace expresa mención del oscuro papel jugado por el judaismo en este proceso, hasta los cantos de sirena -por ejemplo, la coartada sufí del Islam- de for­mas religioso-políticas, privadas de toda luminosidad, de toda apertura, que son presentadas por muchos «satisfechos con el discurso tradicional'», como los califica Filippani, como tablas de salvación, pero que no son sino instrumentos, y no demasiado refinados, de aceleración en nuestra caída hacia la «nada».
A veces se ha llamado la atención sobre el hecho de que hacer una introducción a un texto consiste en enmarcarlo, en situarlo en un determinado mapa intelectual o volitivo, pero no recensionarlo. Así pues, el sentido de todos y cada uno de los escritos de esta selección, pensados desde las enseñanzas de Evola, no es otro que contribuir a que todo aquel que los lea haga fructificar en él la sacra arbor traditionis. Pero esa ya es una labor del lector.
Santiago de Andrés

 

NOTAS:
1.- «Preso desde hace ya tiempo en una especie de círculo mágico, el hombre se encuentra hoy con que apenas nada sabe de tales horizontes. No sólo, sino que... aquellos que en nuestros tiempos se atavían con el nombre de "científicos " han urdido una verdadera conjura, han hecho de la ciencia su monopolio y no quieren que se sepa absolutamente nada más que ellos y de manera diferente a la de ellos». Premessa al primer volumen de Introduzione ala Magia, a cura del Gruppo di Ur, Roma 1971, p. 9.
2.- Gruppo di Ur, op. cit. p. 10.
3.- Pió Filippani-Ronconi, «Julius Evola e la via de la realizzazione», prólogo a Julius Evola, Lo Yoga della Potenza, Roma IV edición corregida 1994, p. 13.

EL AUTOR

 

Con más de un cuarto de siglo dedicándose a la docencia como -en definición que él prefiere- maestro de escuela este español catalán cuenta como su principal vocación la del estudio de la metafísica y, en un plano más contingente, de la historia. Esto le ha empujado a la elaboración de trabajos centrados en estas ciencias y en otras relacionadas con ellas como puede ser la metapolítica. La lógica de estas sus preferencias le ha abocado a identificarse con el Tradicionalismo, a la manera como entendieron esta corriente de pensamiento autores como René Guénon, Frithjof Schuon o Titus Burckhardt... pero especialmente el italiano Julius Evola; cuya exposición, desde la óptica de la 'vía de la acción' (interna y externa), de lo que representa la Tradición estima como la interpretada de manera más adecuada.

El autor del presente libro se ha, por ello, dedicado, especialmente, al estudio de la extensa obra del pensador transalpino y a la posterior elaboración de artículos y ensayos divulgativos e interpretativos de la misma, así como aplicativos a temas o situaciones de la actualidad. Tarea que ha venido cumplimentando con la impartición de conferencias. Sus trabajos on-line y en papel impreso se pueden rastrear por diversos webs, blogs (en especial en: http://septentrionis.wordpress.com/), revistas y libros y han sido traducidos a diversos idiomas como el portugués y el francés y publicados en alojamientos de diferentes países, como -aparte de España- Italia, Francia, Portugal, Argentina, Chile, Ecuador o Méjico. Este mismo sello editorial -Ediciones Camzo- tuvo a bien publicar su obra "El Hombre de la Tradición"; libro que verá una edición en portugués y otra en inglés.