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Españoles en las SS y la Wehrmacht 1944-45

La Unidad Ezquerra en la batalla de Berlín

 

Eduardo Gil Martinez

Españoles en las SS y la Wehrmacht 1944-45 - La Unidad Ezquerra en la batalla de Berlín - Eduardo Gil Martinez

222 páginas
ilustrado con cientos de fotografías
24 x 17 cm.
Editorial Almena
2011

Encuadernación rústica
 Precio para Argentina: 135 pesos
 Precio internacional: 18 euros

Al hablar de la intervención española en la Segunda Guerra Mundial, lo primero que viene a la cabeza es la División Azul. Pero, aunque es cierto que esta fue la principal implicación española en el conflicto, hay otros aspectos sobre dicha intervención mucho menos conocidos.
Uno de ellos es la participación de españoles en el bando alemán en los últimos meses de la guerra, la cual ha estado envuelta en rumores, mitos y leyendas. Muy pocos trabajos serios se habían dedicado a estudiarla, y esta situación es la que intenta remediar la obra que el lector tiene en las manos.
Después de muchos años de investigación, se presenta aquí el relato de lo que fue la realidad de la pugna de unos cuantos españoles que se negaron a abandonar a sus camaradas alemanes en su lucha desesperada contra el comunismo, al que muchos hacían responsable de la Guerra Civil Española.

De la mano del autor asistiremos al día a día de las últimas semanas de la guerra en la defensa de Berlín, pero también sabremos de la lucha anti- partisana de los españoles en el norte de Italia, de los combates junto a los valones de León Degrelle, o de su participación en las operaciones contra el maquis en Francia encuadrados en el servicio secreto alemán.

 

 

ÍNDICE

PRÓLOGO    
INTRODUCCIÓN     11
FORMACIÓN DE UNIDADES EN DISTINTOS FRENTES            55
LA BATALLA DE BERLÍN      105
Se cierra el cerco           105
El combate en las calles de Berlín          109
Viernes, 20 de abril      109
Sábado, 21 de abril       109
Domingo 22 al jueves, 26 de abril        117
Viernes, 27 de abril      121
Sábado, 28 de abril       127
Domingo, 29 de abril   133
Lunes, 30 de abril        136
Martes, 1 de mayo        138
Miércoles, 2 de mayo    144
Jueves, 3 de mayo         146
REPATRIACIÓN        147
UNIFORMES, ARMAMENTO Y TÁCTICAS            153
Uniformes        153
Condecoraciones           154
Armamento ligero         155
Fuerzas acorazadas        159
Tropas soviéticas           163
Tácticas            164
BREVE BIOGRAFÍA DE MIGUEL EZQUERRA SÁNCHEZ 169
RELACIONES POLÍTICAS ENTRE ESPAÑA
ALEMANIA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL         177
EQUIVALENCIAS DE EMPLEOS EN LAS WAFFEN SS
LA WEHRMACHT CON LOS DEL EJÉRCITO ESPAÑOL   181
BIOGRAFÍAS  183
GLOSARIO     213

PRESENTACIÓN

Luis E. Togores, Historiador

 

Sin lugar a dudas, la División 250a de la Wehrmacht, llamada por nosotros División Española de Voluntarios, la famosa "División Azul”, es, de entre todas las uni­dades militares que participaron en la Segunda Guerra Mundial, sobre la que más se ha escrito. La lista de títulos supera los varios millares, una realidad que nos puede llevar a pensar que el tema está ya agotado. Pero nada más lejos de la realidad.
En las universidades españolas se siguen haciendo tesis doctorales sobre los "guripas”, como la recientemente defendida por Pablo Sagarra sobre los capellanes de la División, o la ya terminada y en espera de su defensa del farmacéutico Angel Carralero sobre sus servicios sanitarios. Pero, quizá, lo más destacable es el interés que el tema des­pierta en las editoriales y, sobre todo, en un público que con una fidelidad inusitada compra, con disciplina castrense, todos los títulos que aparecen sobre el tema en las librerías. Una realidad que queda demos­trada por los recientes éxitos editoriales de libros como Las fotografías de una Historia, la División Azul, con más de 10.000 ejem­plares vendidos, o el Atlas de la División Azul de Carlos Caballero, un éxito de ventas semejante.
En la actualidad el mayor reto está en lograr que una parte importante de esta ingente bibliografía publicada en español se traduzca, al menos, al inglés, al alemán y al ruso. Es cierto que han aparecido algunos trabajos en inglés —como el de Kleinfeld y Tambs o los de Wayne Bowen—, pero son por lo general trabajos generales e incluso de divulgación que raramente recogen las nuevas c importantes aportaciones que cons­tantemente están haciendo los investiga­dores y publicistas españoles sobre estos temas.
Entre los libros que siguen apareciendo, mención aparte merece la continua publica­ción de memorias de divisionarios que, a pesar de contar casi siempre hechos en buena parte muy similares, siguen siendo una aportación fundamental para reconstruir esta parte tan importante de la participación de España en la Segunda Guerra Mundial. Desgraciadamente, estos testimonios van llegando a su fin, pues la cronología está provocando la continua e imparable desapa­rición de los divisionarios; con todo, es digna de mención la aparición de libros de memorias como el de José María Blanch, publicado recientemente bajo el título Memorias de un soldado de la División Azul.
Todo esto demuestra que la División Azul sigue siendo una fuente de atracción para muchas generaciones de españoles intere­sados en la Historia de España. Son muchos los jóvenes que, atraídos por la gesta divi­sionaria, entran en el mundo de las lecturas históricas y de los foros especializados en internet, lo que resulta muy positivo en un pueblo por lo general reacio a conocer su propia historia. Un ¡hurra! por los divisiona­rios, que siguen, como el Cid Campeador, logrando victorias después de muertos. Junto a estos lectores, nuevos y viejos, están surgiendo una serie autores que continúan profundizando en los estudios e investiga­ciones sobre la participación de los espa­ñoles en la Segunda Guerra Mundial.
En relación a la presencia de españoles en los últimos meses de la guerra, la biblio­grafía y los testimonios son muy escasos. No deja de ser curioso que en este apartado únicamente contemos con el testimonio autobiográfico de Miguel Ezquerra, muy difícil de contrastar, pues ninguno de los españoles que combatieron por el III Reich hasta el último momento han dejado memo­rias escritas de sus vivencias con la salvedad antes señalada. Tampoco contamos con una buena bibliografía de y sobre los obreros españoles que trabajaron a favor de la Alemania nazi, ni tenemos información sobre estos sucesos por parte de los diplo­máticos y funcionarios españoles que per­manecieron en Alemania durante los últimos meses de la guerra. Se echa de menos alguna información por parte soviética y, en menor medida, de los aliados occidentales sobre la presencia de voluntarios españoles al final de la Segunda Guerra Mundial en las filas alemanas. Aún queda mucho por investigar por lo que parece.
Entre los nuevos autores que desde el campo de los historiadores profesionales o desde la afición y devoción por nuestra his­toria militar, con curiosidad histórica y eru­dición, existen en la actualidad se encuentra Eduardo Manuel Gil Martínez, que irrumpe en la historiografía divisionaria con las páginas que siguen a estas palabras bajo el título Españoles en la SS y en la Wehrmacht, 1944-1945. La Unidad Ezquerra en la batalla de Berlín.
Desde el momento en que Serrano Suñer lanzó el grito ¡Rusia es culpable! hasta el regreso de los voluntarios de la División Azul a España, como hemos dicho, mucho se ha escrito. Sobre la Legión Azul, y espe­cialmente sobre los pequeños grupos de voluntarios que, contraviniendo las órdenes del Estado español, decidieron permanecer combatiendo en las filas de la Alemania nazi poco sabemos. En la actualidad conocemos los trabajos de Fernando Vadillo, las citadas memorias de Miguel Ezquerra y las publica­ciones sobre las Waffen SS del marbellí Erik Norling. Tenemos noticias de las rigu­rosas investigaciones que está desarro­llando en estos momentos Xavier Moreno Juliá sobre la Legión Azul y poco más. A este reducido club de publicaciones sobre la última etapa de la gesta de España en la Segunda Guerra Mundial se une el libro que ahora prologamos.
La editorial Almena, en su línea de publicar textos dedicados a la Historia Militar, edita un trabajo que, sin lugar a dudas, va a despertar el interés de los curiosos en la última etapa de la presencia española en la lucha junto a Alemania contra la Unión Soviética, permitiéndonos acer­camos de una forma sencilla y amena a la etapa menos conocida de la gesta española en su lucha contra el comunismo soviético. En estas páginas encontraremos una sín­tesis, no sólo de la participación de los espa­ñoles en la batalla de Berlín, que el autor desarrolla día a día —del viernes 20 de abril al jueves 3 de mayo de 1945—, también encontraremos mapas, uniformes, armas y tácticas de los combatientes, así como una biografía de Miguel Ezquerra junto a la de otros protagonistas de estos sucesos, lo que ayudará a los lectores a comprender los sucesos que narra y explica Eduardo Gil en su libro.
Han pasado casi siete décadas de la par­tida de los primeros voluntarios españoles rumbo a Alemania, pero para muchos escri­tores y lectores parece que fue ayer.

PRÓLOGO

 

El libro que tiene entre las manos pretende recordar la historia de algunos de los españoles que lucharon en la Segunda Guerra Mundial en el bando alemán. Carece comple­tamente de finalidad política alguna, sólo pre­tende reconstruir unos hechos de la manera más fiel posible a los textos que he revisado.
La intervención de tropas españolas encuadradas en las Fuerzas Armadas ale­manas es afortunadamente más conocida en nuestro país gracias a los cada vez más abundantes trabajos que han ido apare­ciendo en los últimos años. Éstos tratan en su gran mayoría acerca de los españoles integrados en la Wehrmacht, la bien cono­cida División Azul y su sucesora Legión Azul, destacando la inmensa obra, en todos los sentidos, de Femando Vadillo “Gran crónica de la División Azul”; Morir en Rusia, de Carlos Caballero; la principal­mente fotográfica Las fotografías de una historia. La División Azul, de Luis E. Togores y Gustavo Morales, o la obra de Kleinfeld y Tambs La división española de Hitler. Acerca de los españoles encuadrados dentro de la Luftwaffe y de la Kriegsmarine también han aparecido más recientemente libros que nos relatan sus andanzas, como Escuadrillas azules en Rusia, de Santiago Guillén y Carlos Caballero o Bajo ¡as ban­deras de la Kriegsmarine, de Alfonso Escuadra.
Tras el fin de la intervención más o menos '"oficial” de los españoles en la guerra como consecuencia de las presiones de los aliados sobre el gobierno español, fueron varios cientos de españoles los que permanecieron al servicio del Reich. Acerca de estos “irre­ductibles” se ha tratado poco en la literatura, aunque de manera muy afortunada de nuevo por Femando Vadillo. Entre estos últimos españoles se encuentra un pequeño grupo que participó en la defensa final de Berlín. Acerca de éstos, básicamente disponemos del citado libro de Vadillo y de la biografía realizada por Miguel Ezquerra, a la sazón el jefe de esta unidad española.
La decisión de escribir esta obra surge ante la necesidad de disponer de un trabajo que versara sobre la actuación de la Unidad Ezquerra en los últimos días del Reich, enmarcándola dentro de los hechos aconte­cidos durante la ofensiva soviética sobre la capital alemana.
El hecho de la cada vez más abundante literatura sobre estos últimos días del III Reich, más precisa y mejor documentada, como La última batalla, de Comelius Ryan; el magnífico Berlín. La caída: 1945, de Anthony Beevor; Hitler's last bastión, de Franz Kurowski; el Berlín 1945, de Peter Antill, o las revistas francesas Hors Serie Histórica “Berlin 1945”, nos permiten conocer con mayor certeza el transcurrir de los acontecimientos en esos difíciles días del definitivo asalto soviético sobre Berlín, y en los enfrentamientos entre éstos y la guarni­ción de la capital.
Esperamos que este libro permita conocer más a estos hombres que dieron en muchos casos su propia vida por la defensa de una tierra que aunque no fue donde nacieron, sí que era el último bastión de la causa por la que decidieron continuar en la lucha armada frente al comunismo. Como ocurrió en el caso de muchas de las tropas que defendieron la capital del Reich, entre los que se encon­traban aparte de alemanes y españoles, fran­ceses, estonios, letones, suecos, belgas, rumanos, italianos, etc. Aunque estos contin­gentes no alemanes no contaban con un ele­vado número de hombres, sí que nos muestran lo que sería un primer ejército paneuropeo frente al comunismo.
Bien es cierto que las escasas fuentes que existen sobre el caso concreto de la participa­ción de tropas españolas bajo mando español en la defensa de Berlín son tomadas con cierta cautela, sobre todo las del propio libro autobiográfico de Ezquerra. A pesar de ello, y con las inexactitudes que bien pueden apa­recer en cualquier obra de estas caracterís­ticas, debemos considerarlo como un ele­mento de referencia que servirá de estructura sobre la que abundar más en los hechos acon­tecidos en aquellas difíciles jomadas de finales de abril y primeros de mayo de 1945.
Del mismo modo que pretendo divulgar los feroces últimos días del Reich en la capital alemana, también realizo una investi­gación somera y sin ánimo de hacer un estudio exhaustivo de la presencia de otros españoles encuadrados tanto en las Waffen SS como en el propio Ejército alemán desde 1944 hasta mayo de 1945. Sobre estos hom­bres también cae un velo de oscuridad y se desconoce bastante de sus actividades durante el último año y medio de la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente, existen algunas publicaciones y libros que nos cuentan “algo de aquí y algo de allá” de estos hombres. Me refiero a autores tan impor­tantes dentro de este “mundillo” tan descono­cido de la Segunda Guerra Mundial como Jean Pierre Sourd, con sus obras True belie­vers y Croisés d'un ideal: el referente español Carlos Caballero Jurado, con Los últimos de los últimos. El batallón fantasma y El bata­llón fantasma. Españoles en la Wehrmacht y
Waffen-SS, 1944-45, entre otras obras; Antonio Muñoz, con diversos libros que tratan temas muy minoritarios del conflicto mundial; o Femando Vadillo, con el libro Los Irreductibles dentro de su “Gran Crónica de la División Azul; o Erik Norling, con su obra sobre la Wallonien, en la que hace hincapié en los españoles que en ella sirvieron; así como otras obras de menor tamaño pero no de menor interés, como Gregorio Torres y su artículo sobre los “Españoles en las Waffen SS en Italia”, o Wayne Bowen, con “The Ghost Battalion: Spaniards in the Waffen-SS, 1944-1945”.
Estos hechos que relatamos son otra página gloriosa en el libro de nuestra historia, ya que nos muestran a hombres que son fieles a unos ideales, defendiéndolos hasta la última conse­cuencia. Hombres que deciden optar por el difícil camino del honor a toda costa y que no conocen el significado de la palabra rendirse. Sirva pues este texto como un pequeño pero merecido homenaje a estos españoles que, rememorando a sus antepasados hispanos en la defensa de Numancia, integrados en el ejér­cito cartaginés en Zama, los gloriosos tercios en Rocroi, los heroicos hombres de la flota española en Trafalgar o los últimos de Filipinas, los cuales, aun a sabiendas del final adverso que les esperaba, fueron capaces de luchar hasta el final, sin dar pie al desfalleci­miento, manteniendo altos el espíritu de com­bate, su dignidad y la fidelidad a sus ideales. Vaya por ellos nuestro homenaje.
Eduardo Manuel Gil Martínez Sevilla 2010

INTRODUCCIÓN

 

La existencia de tropas españolas encuadradas en las filas de las Waffen SS durante la defensa de la ciudad de Berlín en los últimos días del III Reich, ha sido un hecho silenciado dentro de la actuación de los españoles en la Segunda Guerra Mundial.
Sí es un hecho conocido, aunque con poca profundidad por gran parte de la población española, la existencia de la denominada popularmente División Azul, que surgió como respuesta al clamor popular que, tras el ataque del Ejército alemán a la U.R.S.S. en junio de 1941, mostró con una gran manifes­tación en Madrid orquestada principalmente por la Falange, el deseo de combatir a los soviéticos en su propio país para devolverles la visita que ellos nos habían hecho al apoyar al bando republicano durante la Guerra Civil Española, a la vez que se devolvía el favor y se saldaba en parte la deuda contraída con Alemania por su apoyo al bando nacional. Fue durante esta manifestación cuando Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores y presidente de la Junta Política de la Falange, desde uno de los balcones de la sede de la Secretaría General del Movimiento pronunció su conocida arenga: “Camaradas, no es hora de discursos; pero sí de que Falange dicte en estos momentos su sen­tencia condenatoria: ¡Rusia es culpable!, culpable de nuestra Guerra Civil. Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fun­dador. Y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exter­minio de Rusia es exigencia de ¡a historia y del porvenir de Europa [...]”
Debido al gran entusiasmo popular que se generó, se consiguió reclutar entre militares y civiles a miles de voluntarios que se apres­taron a alistarse en las oficinas de recluta­miento que para tal efecto se crearon. Se dice que algunos oficiales jóvenes recién salidos de la academia, que no habían luchado en la Guerra Civil Española, ante el panorama de una guerra en el mundo, no consintieron en dejar pasar la oportunidad que se les presen­taba de acudir al frente.
También en jóvenes universitarios con afán de aventuras, o con el ideal romántico de defender sus creencias en de Dios y en la Patria, prendió con fuerza la idea del alista­miento en la División Española de Voluntarios.
La postura oficial española al comienzo del conflicto mundial fue de neutralidad a pesar de que existía una buena parte de la población germanófila; en un decreto se expresaba así: [...] constando oficialmente el estado de guerra que por desgracia, existe entre Inglaterra, Francia y Polonia de un lado, y Alemania, de otro, se ordena, por el presente decreto la más estricta neutralidad a los súbditos españoles [...].
El 12 de junio de 1940 paso a adoptarse la postura de “no beligerancia”, de forma pare­cida a como hizo Italia antes de incorporarse al conflicto armado. A pesar de ese primer paso que dio España de acercamiento a Alemania, las negociaciones para su entrada en la guerra a través de ministro de Asuntos Exteriores von Ribbentrop, no culminaron con la unión de España al Eje debido a falta de entendimiento por ambas partes. Por esta razón, la situación en la que se encontraba nuestra nación frente a Alemania era bastante compleja.
El hecho de la invasión de la Unión Soviética permitió aliviar la presión que Adolf Hitler realizaba sobre Francisco Franco, mediante el envío de una fuerza expedicionaria española a Rusia. Esto fue considerado por los alemanes, en principio, como un primer paso para la entrada gradual de España en la guerra.
También dicho envío de tropas para su integración en el Ejército alemán permitiría saldar de manera indirecta parte de la deuda contraída por España con Alemania por su ayuda durante la Guerra Civil Española.
En julio de 1941, un contingente inicial de unos 18.000 hombres bajo el mando del general Agustín Muñoz Grandes (quien será relevado por el general Emilio Esteban- Infantes en diciembre de 1942), partió hacia tierras alemanas para, tras la conveniente ins­trucción recibida en el campamento de Grafenwohr, integrarse dentro del Ejército alemán con la denominación de Infanterie División 250 (División de Infantería 250).
A partir del 29 de septiembre de ese mismo año la unidad combatiría integrada en el 16° Ejército alemán dentro del Grupo de Ejércitos Norte. A partir de entonces nuestros hombres intervendrán en múltiples acciones contra los soviéticos en lugares de tan sonoro y memorable recuerdo como Novgorod, río Volkhov, lago limen y Krasny Bor.
El 12 de diciembre de 1942, el general Muñoz Grandes recibió la orden de regresar a España a pesar de la oposición que presen­taron los alemanes a su marcha. Dos días des­pués Adolf Hitler le impuso al general español las Hojas de Roble para la Cruz de Caballero de la Orden de la Cruz de Hierro que ya poseía. El mando de la División recayó en el hasta entonces segundo jefe de la misma, el general Emilio Esteban-Infantes Martín, que posteriormente también recibiría la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.
Debido a la presión de los aliados, el gobierno español se vio obligado, el 24 de septiembre de 1943, a retirar la División Azul (su última acción de guerra fue rechazar un ataque soviético el 5 de octubre de 1943). Se mantuvo no obstante un pequeño contin­gente de 2.269 hombres integrados en la unidad denominada Legión Azul, con la fina­lidad añadida de evitar posibles contra­tiempos por parte de los alemanes en la repa­triación del grueso de la división.
La Legión Azul se comenzó a gestar el 20 de octubre de 1943, siendo oficialmente constituida el 17 de noviembre siguiente con nivel de regimiento y bajo el mando del coronel Antonio García Navarro. La repatria­ción de los integrantes de la División Azul se hizo escalonadamente, quedando completada antes de finalizar diciembre de 1943.
Evidentemente, la presión aliada obligó a que España cortara definitivamente la ayuda que prestaba a Alemania. El 20 de febrero de 1944, el Führer y Francisco Franco convi­nieron en la repatriación de la Legión Azul. La orden de repatriación llegará al puesto de mando legionario el 3 de marzo. Y el día 6 del mismo mes, a las 11:34 horas, en la localidad de Lechts, el coronel García Navarro dirigía su última arenga a los legionarios: “[...] La noticia es triste e impresionante: España, de acuerdo con el Gobierno alemán, pasa por el trance doloroso, pudiera asegurar que trá­gico, de acceder a nuestra repatriación.
[...]/ Volved orgullosos de haber cumplido con vuestro deber! [...] Orgullosos porque nos lo exigía España y porque se ha realizado sin vacilación.
[...] Ahora una orden. La más severa que he dado a la Legión. ¡Nadie demostrará ale­gría! Ya sé que no la tenéis, puesto que veo lágrimas en muchos y la emoción en todos. No podemos sentirnos alegres, por grande que fuese el deseo de regresar a España, a reencontrarnos con nuestros cariños natu­rales o porque desgracias familiares sufridas o algunos intereses abandonados, requi­riesen nuestra presencia.
Nadie se alegrará: España está de luto y la Legión está de negro. De negro en la seriedad, en el sentimiento, en la amargura del regreso.
[...] Llevareis, hoy día de luto, los fusiles vueltos, como en los entierros o como en Semana Santa, porque, os repito una vez más, es día de luto para lodo nuestro País.”
La Legión Azul (o Legión Española de
Voluntarios- LEV) recibió el día 14 la despe­dida oficial del 18° Ejército en la localidad de Pruna; el general Lindemann dirigió una última arenga a los españoles y condecoró a varios oficiales y soldados.
El día 16 los legionarios entregaron las armas que portaban salvo las cortas para su defensa personal en caso necesario. En esa misma fecha parte por vía ferroviaria el primer contingente de españoles con direc­ción a Könisberg (actualmente Kaliningrado, perteneciente a la Federación Rusa), donde llegaría 3 días después. Allí se concentrará en las instalaciones militares de Stablack Süd.
El día 21 se entregaron las últimas armas y parte del vestuario, pudiéndose considerar como disuelta la Legión al día siguiente, aunque aún tardarían dos semanas en entregar sus uniformes alemanes en Wilmehoff, para vestir los españoles. La reti­rada estipulada de la Legión Azul, se realizó pues entre marzo (el 31 llegaron a Irún los primeros repatriados) y abril de 1944 (durante los días 11 o 17, según fuentes, lle­garon los últimos hombres, entre los que se encontraban su coronel y la Plana Mayor de la LEV), habiendo tardado unos cuatro días en hacer el trayecto desde Könisberg hasta Irún. La repatriación comenzó con la Tercera Bandera, seguida de las banderas Primera y Segunda, para finalizar con la Plana Mayor.
Por diversos motivos, algunos españoles decidieron no volver a España a pesar del riesgo de pérdida de la nacionalidad española que existía para quienes colaborasen con las Fuerzas Armadas alemanas.
Estos hombres, ex-divisionarios y ex-­legionarios en buena parte, unidos a otros que cruzaron la frontera española para unirse a las Fuerzas Armadas alemanas y a muchos civiles españoles que trabajando en el Reich, perdieron sus trabajos debido a los incesantes bombardeos aliados sobre la industria ger­mana, decidieron luchar encuadrados en las tropas alemanas.
Después de la retirada y disolución de la Legión Azul (marzo de 1944), la intervención de los españoles con el Eje era ilegal, lo que no quitó para que algunos voluntarios se negaran a volver a España y otros españoles cruzaran la frontera hacia Francia. Muchos de ellos acabaron integrados tras variados avatares en unidades pertenecientes a las Waffen SS (como las divisiones Wallonien o Norland), otros fueron asignados a la 3a División de Montaña o a la 357a División de Infantería.
También hubo españoles luchando contra la guerrilla partisana en Yugoslavia (agosto de 1944) formando parte de la 8a Compañía del 2° Batallón del 3er Regimiento de la División Brandenburg, que también comba­tirá contra la guerrilla partisana en Italia.
como épico colofón, dentro de este grupo de españoles que según distintas fuentes llegó hasta los 1.000 hombres aproxi­madamente, ya en el último año de la guerra se formará una unidad de combate denomi­nada Einheit o Einsatzgmppe Ezquerra (en referencia al nombre de su jefe), unidad integrada en la 11a División de Granaderos SS Nordland (11 .SS-Panzergrenadier- Freiwilligen-Division Nordland es su deno­minación original), que se verá envuelta en los combates defensivos de la capital del Reich.
Aunque existen informes del cuerpo diplomático español versando sobre su exis­tencia, la única fuente directa sobre la misma es el libro titulado Berlín, a vida o muerte, escrito por el jefe de dicha unidad, Miguel Ezquerra.
Estas memorias suyas, al no poder cote­jarse con otros relatos, han dado lugar a la incredulidad de muchos acerca de lo narrado en las mismas.
Bien es cierto que en lo que respecta a la batalla en Berlín, Ezquerra nos habla de multitud de hechos en los que él y sus hom­bres se jugaban la vida en los violentos com­bates que se libraron bajo un intenso y per­manente fuego artillero y de fusilería sovié­ticos, resultando su supervivencia para algunos poco menos que milagrosa. Como también puede parecerlo el hecho de que Ezquerra, a pesar de ser finalmente captu­rado por los rusos, lograse escapar y regresar a España recorriendo cientos de kilómetros por los difíciles caminos de una Europa en la que recientemente había ter­minado la guerra, caminos por los cuales muchos de los hombres que volvían a sus hogares fueron retenidos por las fuerzas aliadas o rusas, o bien traicionados por delatores, terminando finalmente cautivos.
Cualquiera que haya vivido estos hechos, por ese simple motivo, merece al menos ser escuchado y recibir cierta predisposición a creer en la posibilidad de certeza de las peri­pecias que nos relata. Acontecimientos que bien es cierto pueden ser más o menos exactos, sin que por ello deban ser conside­rados como falsos. Démosle pues el voto de confianza que cualquier hombre que se juega la vida por unos ideales merece. Este hecho, unido a que se trata de un militar español curtido en años de servicio y com­bates, y que voluntariamente se unió al bando alemán a pesar de que se vislumbraba ya su cercana derrota, son prueba de su espí­ritu y capacidad de combate, así como el de los hombres que integraban su unidad.
Otro tema del que también se ha dudado acerca de lo relatado en el libro de Ezquerra, es la condecoración que este mismo dice haber recibido de manos del mismo Adolf Hitler. Sea verdad o no, sí es cierto que en esos últimos días se otorgaron bastantes medallas entre los defensores de la capital, por lo cual, sabiendo que nunca tendremos pruebas sobre ello, se puede creer que real­mente ocurrió como nos narra.
La existencia de esta unidad es pues bas­tante desconocida, y poco tratada en la lite­ratura. Pretendiendo con este texto abundar en estos hechos, así como en las caracterís­ticas tan peculiares que tuvieron los com­bates de Berlín y los sufrimientos a los que se vieron sometidos estos españoles por defender un ideal y su orgullo de militares, a pesar de las muy adversas condiciones con las que se encontraron.
Aprovechando la cada vez más abundante literatura que trata sobre los combates en Berlín, pretendemos en este libro ajustar dentro de la información de la que dispo­nemos y en la medida de lo posible, las fechas de las distintas acciones de los hom­bres bajo el mando de Ezquerra en las calles berlinesas.
Se tratará asimismo la indumentaria, insignias, armamento empleado por aque­llos hombres durante los días en los que se batieron en las calles de la capital alemana. Abundando por último en las características de la lucha urbana.