Libreria Argentina Libreria Argentina Libreria Argentina

 

El liberalismo es pecado

 

Félix Sarda y Salvany

El liberalismo es pecado - Félix Sarda y Salvany

204 páginas
Editorial Cruz y Fierro
1977

Encuadernación rústica
 Precio para Argentina: 35 pesos
 Precio internacional: 10 euros

 

 

 

 

 

El LIBERALISMO es, sin duda, la cabeza madre y, por ende, la más peligrosa del dragón revolucionario.
Al gangrenar la noción de Verdad —vida de la inteligencia— y aceptar tantos "puntos de vista" como individuos pensantes —¡Protágoras y los sofistas redivivos!— destruye la Verdad objetiva, introduciendo por la "ancha puerta" del librepensamiento al espacioso reino del OPINIONISMO, donde señorea la anarquía intelectual de cada uno.
Al renegar de la intolerancia doctrinal —consecuencia lógica de la Verdad— practica el más innoble PILATISMO, emulando a aquél que, después de haber preguntado con displicencia a Cristo: "Quid est veritas?", le volvió la espalda, indiferente, sin esperar Su respuesta.
Y al defender la única verdad absoluta que la Verdad no es absoluta ni única, edulcora al cristianismo, aggiornando fraudulentamente el "aut-aut" evangélico en un "Libertas liberabit vos"...
Se comprende entonces por qué, si el LAICISMO es la "peste" del siglo XX (Pío XI, Ouas Primas) y "el LIBERALISMO ha sido la peste del siglo XIX" (Montalbán, Hist. Igl. Cat., IV, p. 757), el LIBERALISMO CATÓLICO, conforme lo definiera ese "azote del liberalismo" que fuera Pío IX, es una "peste perniciosísima", "verdadera calamidad ac­tual", "pacto entre la justicia y la iniquidad", "virus oculto", "error insidioso y solapado", "pérfido enemigo", "más funesto y peligroso que un enemigo declarado".
Por ello, toda la clave de la actualísima crisis de la Iglesia se condensa en dos pequeñas líneas de PÍO IX en 1861, reproducidas con profética clarividencia en la octo­gésima y última proposición CONDENADA del SYLLABUS: "El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y tran­sigir con el progreso, el LIBERALISMO y la civilización moderna".
Y    mientras el SYLLABUS —Catecismo de la Santa Intolerancia de la Verdad y Carta de la auténtica Libertad humana— continúe ignorado como letra muerta, el mundo seguirá agonizando.

'Siempre he condenado el LIBERALISMO CATÓLICO, y volveré cuarenta veces a condenarlo, si es necesario".
PÍO IX (18-6-1871)

"Los CATÓLICOS LIBERALES son lobos cubiertos con piel de corderos; y por ello, el sacerdote, verdadero sa­cerdote, debe revelar al pueblo confiado a sus cuidados sus peligrosas asechanzas y sus malos objetivos".
SAN PÍO X (5-9-1894)

"El LIBERALISMO o laicismo, EN TODAS SUS FORMAS, constituye la expresión ideológica propia de la masonería".
EPISCOPADO ARGENTINO (20-2-1959)

 

ÍNDICE

Pbro. Carlos M. Buela: Presentación                      7
Aprobaciones                     17
Introducción                       21
I.     ¿Existe hoy día algo que se llama Liberalismo? . .         27
II.    ¿Qué es el Liberalismo?                       29
Si es pecado el Liberalismo y qué pecado es ...      32
De la especial gravedad del pecado del Libe­ralismo                       34
V. De los diferentes grados que puede haber y hay dentro de la unidad específica del Liberalismo 36
Del llamado Liberalismo católico o Catolicismo Liberal                   40
En qué consiste probablemente la esencia o intrínseca razón del llamado Catolicismo liberal  42
VIII.  Sombra y penumbra, o razón extrínseca de esta misma secta católico-liberal        46
IX.  De otra distinción importante, o sea, del Liberalismo práctico y del Liberalismo especulativo o doctrinal    48
X.El Liberalismo de todo matiz y carácter ¿ha sido formalmente condenado por la Iglesia?    50
XI.  De la última y más solemne condenación del Liberalismo por medio del Syllabus       56
XII. De algo que pareciendo Liberalismo no lo es, y de algo que lo es aunque no lo parezca ....     58
XIII. Notas y comentarios a la doctrina expuesta en el capítulo anterior             62
XIV. Si en vista de esto es lícito o no al buen católico aceptar en buen sentido la palabra Liberalismo, y asimismo en buen sentido gloriarse de ser liberal    65
XV. Una observación sencillísima que acabará de poner en su verdadero punto de vista la cuestión . .  70
XVI.   ¿Cabe hoy en lo del Liberalismo error de buena fe?          73
XVII.    De varios modos con que sin ser liberal un católico puede hacerse no obstante cómplice del Liberalismo                 77
XVIII.  De las señales o síntomas más comunes con que se puede conocer si un libro, periódico o persona andan atacados o solamente resabiados de Liberalismo            82
XIX.  De las principales reglas de prudencia cristiana que debe observar el buen católico en su tratocon liberales                   86
XX. De cuan necesario sea precaverse contra las lecturas liberales       90
XXI.  De la sana intransigencia católica en oposición a la falsa caridad liberal                 95
XXII.  De la caridad en lo que se llama las formas de la polémica, y si tienen en eso razón los liberales contra los apologistas católicos         99
XXIII.   Si es conveniente al combatir el error, combatir y desautorizar la personalidad del que lo sustenta y propala                  104
XXIV.  Resuélvese una objeción a primera vista grave contra la doctrina de los capítulos precedentes .    107
XXV.    Confírmase lo últimamente dicho con un muy concienzudo artículo de La Civiltá cattolica ....    111
Continúa la hermosa y contundente cita de La Civiltá cattolica            116
En que se da fin a la tan oportuna como deci­siva cita de La Civiltá cattolica               123
XXVIII.   Si hay o puede haber en la Iglesia ministros de Dios atacados del horrible contagio del Liberalismo         129
XXIX.  ¿Qué conducta debe observar el buen católico con tales ministros de Dios contagiados de Liberalismo?                134
XXX.     Qué debe pensarse de las relaciones que mantiene el Papa con los Gobiernos y personajes liberales                   137
XXXI.   De las pendientes por las que con más frecuencia viene a caer un católico en el Liberalismo .   141
XXXII.  Causas permanentes del Liberalismo en la sociedad actual       • • •         141
Cuáles son los medios más eficaces y oportu nos que cabe aplicar a pueblos señoreados por el Liberalismo              146
De una señal clarísima por la que se cono­cerá fácilmente cuáles cosas proceden de espíritu sanamente católico y cuáles de espíritu resabiado o radicalmente liberal          149
XXXV.   Cuáles son los periódicos buenos y cuáles los malos, y qué se ha de juzgar de lo bueno que tenga un periódico malo, y, al revés, de lo malo en que puede incurrir un periódico bueno  . .    153
XXXVI.  Si es alguna vez recomendable la unión entre católicos y liberales para un fin común, y con qué condiciones                   157
Prosigue la misma materia      160
Si es o no es indispensable acudir cada vez al fallo concreto de la Iglesia y de sus Pastores para saber si un escrito o persona deben repudiarse y combatirse como liberales               163
XXXIX. ¿Y qué me decís de la horrible secta del Laicismo, que desde hace poco, al decir de algunas gentes, causa tan graves estragos en nuestro país?             169
XL. Si es más conveniente defender en abstracto las doctrinas católicas contra el Liberalismo, o defenderlas por medio de una agrupación o partido que las personifique            175
XLI. Si es exageración no reconocer como partido perfectamente católico más que a un partido que sea radicalmente antiliberal            179
XLII. Dase de paso una explicación muy clara y sencilla de un lema, por muchos mal comprendido, de la Revista popular               182
XLII. Una observación muy práctica y muy digna detenerse en cuenta sobre el carácter aparentemente distinto que ofrece el Liberalismo en distintos países y en diferentes períodos históricos de un mismo país     186
XLIV. Y ¿qué hay sobre la tesis y sobre la hipótesis en la cuestión del Liberalismo, de que tanto se ha hablado también en nuestros últimos tiempos?   192
Epílogo y conclusión              199

LA OBRA

"EL LIBERALISMO ES PECADO" es su obra más popular. Sarda y Salvany sometió el manuscrito de su libro a la censura de ilustres teólogos, entre otros, al célebre P. Valentín Casajuana, S.I., profesor en Roma.
Publicada a fines de 1884, a los pocos meses ya se habían vendido ocho ediciones, siendo incontables las tiradas posteriores.
Ha sido traducida al catalán, al vascuence y a la mayoría de los idiomas europeos (al francés, en 1885, por la mar­quesa de Tristany).
Por suscripción nacional, se imprimió una edición poli­glota en ocho lenguas —incluidos latín y castellano— es­tando las versiones, excepto la catalana, a cargo de sa­cerdotes jesuítas.
Los liberales de su época denunciaron la obra a la Sa­grada Congregación Romana del índice. Tras "maduro exa­men", esa Congregación alabó a su autor, "porque con argumentos sólidos, clara y ordenadamente expuestos, propone y defiende la sana doctrina en la materia que trata, sin ofensa de ninguna persona" y, al mismo tiempo, desautorizó un folleto del canónigo de Vich, D. de Pazos, que pretendía refutar a esta obra inmortal.
El Papa León XIII en persona leyó la versión italiana y la dio también a leer a su hermano, el Cardenal Pecci, emitiendo ambos un juicio muy favorable.
Los obispos del Ecuador hicieron suya la doctrina de esta obra, en una Pastoral colectiva del 15 de julio de 1885, que figura en varias de sus ediciones.
Esta pequeña joya doctrinal figura por derecho propio en esta Colección, y merece convertirse en un libro de cabecera de todo auténtico tradicionalista, porque —al decir de un gran contrarrevolucionario— es un "librito de oro, porque da las normas de conducta práctica del cristiano".

EL AUTOR

FÉLIX SARDA Y SALVANY, el gran apologista católico, nació en Sabadell —Cataluña— el 28 de mayo de 1841 y falleció en la misma ciudad el 2 de enero de 1916.
Sacerdote ejemplar y catequista infatigable, desde su primer artículo —el 15 de octubre de 1869 contra los errores protestantes— entregó todas sus energías al apos­tolado de la pluma.
El 1º de enero de 1871 comenzó a publicar la "Revista Popular", que le sobreviviría largos años. Escribió sobre catequesis, polémica, hagiografía, ascética, piedad y cues­tiones político-sociales, todo con gran altura y en su pe­culiar estilo.
Sus libros, folletos, hojas y artículos ocupan catorce gruesos volúmenes que cuentan ya seis ediciones.
Entre los títulos de sus innumerables opúsculos mere­cen recordarse: "Casa y casino"; "Café y billar"; "¿Bien y qué? Reflexiones cristianas para aliento de los débiles y confusión de los malvados"; "Cosas del día, o res­puestas católico-católicas a algunos escrúpulos católico-liberales"; "De aquellos polvos..."; "El Laicismo cató­lico"; "El sacerdocio doméstico"; "El dogma más conso­lador"; "El dinero de los católicos"; "A una señora... y a muchas"; "El mal social y su más eficaz remedio"; "Filosofía de la mortificación"; "La chimenea y el cam­panario": "La dinamita social"; "Las diversiones y la mo­ral"; "La mano negra"; "Los desheredados"; "Los malos periódicos"; "Los frailes de vuelta"; "Masonismo y Ca­tolicismo"; "Nimiedades católicas"; "¿Para qué sirven las monjas?"; "¡Pobres espiritistas!"; "¿Qué hay sobre el Espiritismo?"; "¿Qué falta hacen los frailes?*'; "Ricos y pobres"; "Todo el problema" y las quince "Lecciones de Teología Popular" (la Biblia; Ayuno y abstinencias; el ma­trimonio civil; la Iglesia; el purgatorio: el culto de San José; el culto de María; el protestantismo; el culto de los santos; efectos canónicos del matrimonio civil; mis­terio de la Inmaculada Concepción; el pulpito y el con­fesionario; el Padre Nuestro; las penas del infierno; la gloria del cielo).
En el tomo VI de "Propaganda Católica", por Don Félix Sarda y Salvany, presbítero, director de la "Revista Po­pular" (Barcelona, librería y tipografía católica, calle del Pino, 5, 1886) figuran "El Apostolado Seglar", "Masonis­mo y Catolicismo", varias conferencias y la edición defi­nitiva —que hemos tenido a la vista— de "El liberalismo es pecado".
En signo de reconocimiento y homenaje, los católicos españoles le ofrecieron una pluma de oro.
Sus obras más conocidas son el "Ano Sacro", la "Bi­blioteca Ligera", "El Apostolado Seglar" —verdadero ma­nual de Acción católica— y, sobre todo, "El liberalismo es pecado".

PRESENTACIÓN

Pocas palabras han sido y son tan poderosas para entusiasmar el corazón de los hombres como la palabra Libertad.
Pocas dejan como ella en el alma reminiscen­cias, nostalgias e ilusiones de un no sé qué gozo­so y sublime, lo cual no es sino un reflejo parti­cipado de la beatífica y fruitiva libertad de Dios. Todos los santos lo han experimentado, ya que ellos son los hombres más auténticamente libres en entregarse en mayor medida al Señor. Son ellos quienes, guiados por el Espíritu Santo, manifies­tan la "gloriosa libertad de los hijos de Dios" (Rom. 8,21). Así, por ejemplo, un San Pablo ex­clama: "Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad"; un San Agustín: "Ama y haz lo que quieras" y un San Juan de la Cruz: "Ya por aquí no hay camino, que para el justo no hay ley".
Por tres razones principales es la libertad tan embriagante al espíritu del hombre. Primero, por­que es una propiedad de nuestra naturaleza hu­mana: Dios nos creó libres y, por lo tanto, la li­bertad es un don bueno y "muy bueno" (Gen. 1,31), por cuanto nos viene de Él. Segundo, por­que la esclavitud a la que nos somete el pecado, ya en esta vida, es una triste experiencia univer­sal: "Quien comete pecado, esclavo es del peca­do" (Jo. 8,34). Tercero, porque la sed de infinito puesta por Dios en el corazón humano sólo puede ser saciada por un bien que excluya en absoluto todo mal, y de ahí que todos apetezcan la liber­tad que elimina el mal de cualquier innoble su­jeción.
Nuestro Señor Jesucristo viene al mundo, jus­tamente, para hacer posible nuestra libertad, por­que así como no es posible liberarnos de la ley de la gravedad —ni un milímetro— tomándonos de los tobillos y haciendo fuerza hacia arriba, así es imposible para el hombre salir de la esclavi­tud esencial del pecado, si Dios, de arriba y de afuera, no le ayuda para liberarlo: "Para que go­cemos de libertad, Cristo nos ha hecho libres" (Gal. 5,1). Vino "para libertar a cuantos, por el temor a la muerte, estaban... sometidos a escla­vitud" (Heb. 2,15). Y sólo Jesucristo puede ha­cer verdaderamente libres a los hombres y a los pueblos: "Si el Hijo os hace libres, seréis realmen­te libres" (Jo. 8,36).
Más aún. Dios, que en Cristo llama a todos los hombres a la salvación, es decir, a estar libres de todo sometimiento indebido, contemplándolo a Él "cara a cara" (1 Cor. 13,12) y haciéndonos "semejantes a Él" (1 Jo. 3,2), que es el ser libé­rrimo por esencia, nos llama desde toda la eter­nidad a la libertad: "Vosotros habéis sido llama­dos a la libertad" (Gal. 5,13). De allí que ni hombre ni demonio, ni siquiera todos los tiranos y verdugos más toda la furia infernal junta, pue­dan quitar al cristiano la esencial libertad, ya que "la libertad cristiana es poder evitar el pecado y hacer obras meritorias, sin que nadie tenga potes­tad de impedirnos alcanzar el fin último, Dios" (San Roberto Belarmino).
Por ello, la acción de los santos siempre va encaminada a formar hombres verdaderamente li­bres, que es el fin de la Ley Nueva instaurada por Jesucristo: "La ley del espíritu de vida... me libró de la ley del pecado y de la muerte" (Rom. 8,2), para que libres del pecado y como siervos de Dios, tengamos por fruto la santificación y por fin la vida eterna (cfr. Rom. 6,22). Por ejemplo, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Lo-yola son una excelente e inimitable forja de hom­bres libres, en particular, cuando el ejercitante, no contento con aborrecer los pecados y desór­denes, debe vencer el último baluarte de la sen­sualidad y pide en la meditación de los tres bina­rios "aunque sea contra la carne" (157), en forma hipotética y anticipada, lo opuesto a lo que él está apegado desordenadamente: si uno se sien­te apegado a la riqueza, pide pobreza; tiene mie­do que le quiten determinado bien, si Dios lo quiere, se lo ofrece, etc. Dice un comentarista: "Oración difícil y costosa. Porque fácil cosa es pedir lo que se quiere; difícil es pedir lo que no se quiere. Es desconfianza pedir sin esperar ser oído; es heroísmo pedir con temor de ser escu­chado". .. Y este vencer la repugnancia de la vo­luntad es la más auténtica fragua de la libertad. ¡Quien lo probó, lo sabe!
Pero el Diablo, que había usado mal de su li­bertad, no podía dejar de intentar destruir valor tan grande, joya tan preciosa, y, por ser "simia.
Dei", tratará de lograr su intento llamando al hom­bre a una falsa libertad: "Se os abrirán los ojos y seréis como Dios" (Gen. 3,5), empujando al hombre no a la libertad verdadera, sino a su parodia, al libertinaje, al pecado y, por lo tanto, a la más vil esclavitud.
Y continúa actuando de la misma manera, ya que "por envidia" (Sab. 2,24) no puede ver que el hombre use bien de don tan excelso como la libertad, y, disfrazándose de "ángel de luz" (2 Cor. 11,14), en nombre de una caricatura de liber­tad, la vacía y la vicia: la vacía de su sustancia y la vicia en su misma raíz.
La Sagrada Escritura nos previene reiterada­mente sobre la triste realidad de tomar la liber­tad como careta para someternos a un torpe yugo: "Cuidado con tomar la libertad por pretexto para servir a la carne" (Gal. 5,13), debiendo obrar el bien "como libres y no como quien tiene la liber­tad cual cobertura de la maldad" (1 Ped. 2,16), previniéndonos contra los falsos profetas que, como los demagogos de todos los tiempos, "prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción" (2 Ped. 2,19).
En los últimos siglos, este libertinaje malsano fue plasmado en sistema y en doctrina por Sata­nás, para ruina temporal de los pueblos y para ruina eterna de los hombres, inficionando la so­ciedad, la política, la economía, la filosofía y la teología, con este mal llamado: liberalismo. Sis­tema nefasto, el cual, condenado una y mil veces por la Iglesia, desde Pío VI, pasando por León XIII en la encíclica "Libertas" —Carta Magna contra el Liberalismo—, hasta Pablo VI en "Octo­gésima adveniens" (n° 26), cuenta con sus pon­tífices y sus sacerdotes en los masones (ver la "Humanum Genus" de León XIII), con sus pre­dicadores y sus pulpitos en muchos medios de comunicación social, con su culto regular en la monocorde apología de tanto homenaje a libera­les de quienes no se puede afirmar que pasaran a mejor vida.
Aunque el auge y el esplendor del liberalismo está pasando debido a que, como viles rameras, han entregado países y continentes al marxismo comunista, que está hoy en su apogeo, sin embar­go, a pesar de su declinación, el liberalismo tie­ne aún su fuerza y vigencia.
En nuestro Patria, es el principal responsable de tanto tiempo perdido y de tanto fracaso: "Te­nemos todo el liberalismo entero y verdadero, y esto no marcha", señala certeramente el P. Castellani.
El liberalismo y no otro es el responsable del avance marxista en nuestro país, a pesar de cierto hipócrita testimonio, falso y traidor. Responsable por esquilmar a los pobres. Responsable por per­mitir la explotación del hombre por el hombre. Responsable por entregar el país, en nombre de la sacrosanta "democracia" liberal, al marxismo. Responsable por pagar sueldos de hambre a la clase trabajadora. Responsable por despreocupar­se de la justicia social. Responsable por desarmar los espíritus al alentar la libertad del error: "¿Qué muerte peor para el alma que la libertad del error?", decía San Agustín. Responsable por la muerte de tantos civiles y militares, al liberar in­discriminadamente de la cárcel a delincuentes sub­versivos, por ley aprobada por "democrática ma­yoría parlamentaria". Responsable, ayer como hoy, de dar las espaldas al país real, buscando desa­rraigarnos culturalmente, con su sectarismo anti­rreligioso, con sus minorías agnósticas y con su egoísmo social.
No es menor su nefasta influencia en el mundo. ¿Quién sino el cerrado liberalismo es responsable de la destrucción de tantas familias por el divor­cio, de la destrucción de las virtudes cristianas por la enseñanza laica, de la destrucción de vidas humanas por las leyes abortistas (¡y vociferan por los derechos humanos!), de la destrucción de la sociedad al debilitar la legítima defensa contra los enemigos? ¿Quién sino el miope liberalismo pro­hija la promiscuidad y la pornografía a niveles jamás igualados —y, lo que es más, jamás soña­dos—, con el camelo de la libertad artística? ¿Quién sino el ciego liberalismo es responsable de la entrega al marxismo —desde 1945 hasta ahora— de más de dos docenas de países con más de mil millo­nes de habitantes?
También tiene vigencia su actuación en la Igle­sia. Desde Lamennais con "L'Avenir", pasando por Marc Sangnier con "Le Sillón", hasta el Maritain posterior a "Religión et Culture" y sus seguidores, los teólogos progresistas Journet, Con-gar, Chenu, Duquoc, von Balthasar y otros más, son innumerables los que han levantado dentro de la Iglesia las banderas de un "catolicismo" li­beral. El actual progresismo, que está liquidando rápidamente a la Iglesia, hunde sus raíces en esa corriente liberal y si algunos de ellos no aceptan el progresismo marxista, no quiere decir que re­nuncien al progresismo liberal, porque es propio de los liberales "levantar un monumento a los prin­cipios y un cadalso a las conclusiones", como de­cía Louis Veuillot, "ese gran hombre dé bien, de­fensor irreductible de los derechos dé Dios y de la Iglesia" (S. Pío X)
Desde que recuerdo, conozco gente que, para hacer potables a ciertos progresistas, dicen que "están de vuelta" —y puede ser—, pero mientras "no quemen lo que adoraban y no adoren lo que quemaban", podemos conjeturar prudentemente que todavía no han regresado del todo...
Que muchos hombres de Iglesia estén picados de maritainismo se palpa en su catolicismo de sa­bor maniqueo, que en el plano especulativo salva en general la ortodoxia, pero que en el plano prác­tico de la vida temporal de los pueblos desconoce los derechos inalienables de Dios. ¿Cómo asom­brarnos por el auge del eurocomunismo cuando los padres conciliares se inhibieron de condenar "ex-pressis verbis" los dos fenómenos más negativos de nuestros tiempos, como son el liberalismo, y su hijo natural, el comunismo? Porque es cierto que en sustancia están condenados, pero al no hacerlo expresamente dio a muchos la impresión de que esas doctrinas eran miradas con otros ojos. De poco vale la encíclica social más valiente, si luego en la práctica no se apoya a aquellos gobiernos que son los únicos capaces de aplicarla. De muy poco vale la más sabia encíclica que condene los errores actuales, si el gobierno de la Iglesia no se pone en manos de hombres verdaderamente de Dios.
No se crea que el Magisterio de la Iglesia ha cambiado, ni se crea que podrá cambiar algún día su posición doctrinal frente al liberalismo y sus consecuencias: eso es metafísica y teológica­mente imposible. Sólo en la posición práctica, o en formulaciones ambiguas podría darse pie para ello, pero no en lo doctrinal. Así, por ejemplo, no tienen razón los progresistas que se escudan en la Declaración "Dignitatis Humanae" para afir­mar inconsistentemente dicho cambio substancial. Primero, porque expresamente se sostiene en el mismo documento que se "deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verda­dera religión y la única Iglesia de Cristo" (n° 1). Segundo, porque dichos documentos, a pesar de sus ambigüedades, deben ser siempre entendidos en la misma línea del Magisterio eclesiástico ante­rior, según la norma hermenéutica dada por S. S. Pablo VI al Congreso Internacional de Teología (Roma, setiembre de 1976): "At vero, quaecum-que a Concilio Vaticano II docentur, arto nexu co-haerent cum Magisterio ecclesiastico superioris aetatis, cujus continuatio, explicatio atque incre-mentum sunt dicenda". Que los progresistas hagan caso omiso de esta enseñanza pontificia, que se toleren las interpretaciones en clave liberal del documento, sin sancionar a sus autores, que de hecho haya hombres de Iglesia inficionados de li­beralismo, eso es harina de otro costal.
Todo lo cual encarece la actualidad de esta obra que prologamos, y la oportunidad de su reedición. Este libro del esclarecido sacerdote español Don Félix Sarda y Salvany es considerado, con toda jus­ticia, como un clásico del pensamiento católico universal, ya que sus características de precisión, claridad, orden, concisión y profundidad hacen de él una obra inmortal.
Sólo las almas serenamente contemplativas del misterio del Verbo Encarnado son capaces de com­prender la perversidad del liberalismo, por ser ésta una herejía que afecta particularmente a la Iglesia, que es prolongación de Cristo a través del tiempo y del espacio. Por eso, la herejía liberal es análoga a diversas herejías cristológicas: por un lado, se asemeja a la herejía nestoriana que sepa­ra las dos naturalezas de Cristo, así como los libe­rales quieren separar la Iglesia Católica del orden público y social de los pueblos; por otro lado, a la herejía docetista que hace aparente la realidad de la naturaleza humana asumida por Cristo, así como los "católicos" liberales hacen aparente la influen­cia que sobre la realidad histórica de las naciones y sobre la vida concreta de las personas, debe tener Cristo Rey, en quien hay que "recapitular todas las cosas" (Ef. 1,10).
Sólo los santos comprenden el cúmulo de males (me encierra el liberalismo. Como es el caso del recientemente beatificado (1-11-75) obispo de Pasto —Colombia—, Mons. Ezequiel Moreno Díaz, agustino recoleto, quien en su testamento, fecha­do en 1905, expresaba esta admirable profesión de le en la intransigencia de la Verdad:
"Confieso, una vez más, que el liberalismo es pecado, enemigo fatal de la Iglesia y del reinado de Jesucristo, y ruina de los pue­blos y naciones; y queriendo enseñar esto, aún después de muerto, deseo que en el sa­lón donde se exponga mi cadáver, y aún en el templo durante las exequias, se ponga a la vista de todos un cartel grande que diga:
el liberalismo es pecado."
Con lo cual, de alguna manera, canoniza la in­mortal obra de Sarda y Salvany.
Vociferan los liberales: "La libertad os hará ver­daderos". Pero nosotros proclamamos con Jesu­cristo: "La Verdad os hará libres" (Jo. 8,32). Y Él es el Único que "tiene palabras de vida eterna" (Jo. 6,69).
Pbro. Carlos Miguel Buela
Villa Ballester, Buenos Aires

APROBACIONES.

Son varias las que ha merecido este libro desde su aparición hasta el fallo de la Sagrada Congregación del Indice, y es nuestro deber consignarlas aquí:
Del Excmo. e Iltmo Sr. Obispo de Barcelona, las obtuvo respectivamente para las ediciones castellana y catalana.
Del Excmo. e Iltmo. Sr. Obispo de Urgel, antes y después de un concienzudo informe de tres teólogos de aquel ilustre Cabildo.
Del Iltmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Osma.
Del Iltmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Tuy
Del Iltmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Mallorca.
Del Iltmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Tarazona.
Del Iltmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Montevideo.
Ultimamente, después de repetida denuncia a la Sagrada Romana Congregación del Indice, ha fallado este elevadísimo tribunal en la forma siguiente:
"De la Secretaría de la Sagrada Congregación del Indice, día 10 de Enero de 1887.
------------------------------------
Excelentísimo Señor:
La Sagrada Congregación del Indice recibió denuncia del opúsculo titulado El Liberalismo es pecado, su autor D. Felix Sardá y Salvany, sacerdote de está tu diócesis: la cual denuncia se repitió juntamente con otro opúsculo titulado El Proceso del integrismo, esto es, Refutación de los errores contenidos en el Opúsculo "El Liberalismo es pecado"; autor de este segundo opúsculo es D. de Pazos, canónigo de la diócesis de Vich. Por lo cual dicha Congregación aquilató con maduro examen uno y otro opúsculo con las observaciones hechas; mas en el primero nada halló contra la sana doctrina, antes su autor don Felix Sardá y Salvany merece alabanza, porque con argumentos sólidos, clara y ordenadamente expuestos, propone y defiende la sana doctrina en la materia que trata, sin ofensa de ninguna persona
Pero no se formó el mismo juicio acerca del otro opúsculo publicado por D. de Pazos, porque necesita corrección en alguna cosa, Y además no puede aprobarse el modo injurioso de hablar de que el autor usa, más contra la persona del Sr. Sardá que contra los errores que se suponen en el opúsculo de este escritor.
De aquí que la Sagrada Congregación ha mandado que D. de Pazos sea amonestado por su propio Ordinario, para que retire cuanto sea posible los ejemplares de su dicho opúsculo; y en adelante, si se promueve alguna discusión sobre las controversias que pueden originarse, absténgase de cualesquiera palabras injuriosas contra las personas, según la verdadera caridad de Cristo: con más motivo cuando nuestro Santísimo Padre León XIII, a la vez que recomienda mucho que se deshagan los errores, pero no quiere ni aprueba las injurias hechas, principalmente a personas sobresalientes en doctrina y piedad.
Al comunicarte esto de orden de la Sagrada Congregación del Indice, a fin de que puedas manifestárselo a tu preclaro diocesano el Sr. Sardá para quietud de su ánimo, pido a Dios te dé toda prosperidad y ventura, y con la expresión de todo mi respeto, me declaro
De tu grandeza
Adictísimo servidor, FR. JERONIMO PÍO SACCHERI, de la Orden de Predicadores, Secretario de la Sagrada Congregación del Indice.
Iltmo. y Rvdmo. Sr. D. Jaime Catalá y Albosa, obispo de Barcelona.

Nota editorial (edición española)

Pocos libros se han escrito en España de un siglo a esta parte que tanta popularidad hayan alcanzado como El LIBERALISMO ES PECADO, cuya nueva edición tiene el lector entre manos. La primera apareció a fines del año 1884.
Hubo traducciones en catalán, en vascuence, y en los principales idiomas europeos.
Edición limitada
Por suscripción nacional se imprimió una edición políglota, en ocho lenguas, incluida la latina y la castellana. Todas las versiones, salvo la catalana, fueron hechas por Padres de la Compañía de Jesús.
Que no se trató de un fuego de virutas lo demuestra el hecho de que siguen en venta las ediciones francesa e italiana, que se ha agotado una edición madrileña posterior a la guerra civil española y que acaba de aparecer otra, aunque de la obra extractada, en la República Argentina.
La obra manuscrita fue previamente sometida a la censura de esclarecidas personalidades y a la del célebre P. Valentín Casajuana, de la Compañía de Jesús, Profesor en Roma. Una vez publicada valió a su Autor las aprobaciones más altas y expresas de la Iglesia y los encomios más preciados de sus Jerarcas. La Sagrada Romana Congregación del Indice sometió El LIBERALISMO ES PECADO a los más diligentes exámenes y dio un fallo sumamente laudatorio, a la vez que desautorizaba el folleto del Canónigo vicense D. de Pazos que quería ser una refutación de la obra de Sardá. El Papa León XIII en persona quiso formar un juicio del libro y lo leyó en la versión italiana que para Su Santidad se imprimió. Lo dio también a leer a su hermano, el Cardenal Pecci y ambos formaron de él el más favorable concepto. Los Prelados del Ecuador hicieron suya la doctrina de la obra en Pastoral colectiva que figura en varias de sus ediciones. Los católicos españoles ofrendaron a Sardá y Salvany una pluma de oro como homenaje nacional. .