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Hitler estratega

 

Jordi Mota

Hitler estratega - Jordi Mota

112 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2019
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 250 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos los aspectos de la personalidad de Hitler han sido tratados con más o menos profundidad. Entre ellos, sin duda alguna el militar ha merecido auténticos ríos de tinta. Miles de escritores y militares han escrito sobre este aspecto del mando de Hitler y, en la inmensa mayoría de casos, como ha ocurrido al tratar otros aspectos de su actividad política, se ha pretendido -sin reparar en lo infantil de tal razonamiento- que las victorias fueron debidas a los militares profesionales (en gran parte contrarios a Hitler), mientras que las derrotas fueron algo totalmente personal del Führer. Que un Ejército que no sólo resistió 5 años en enorme inferioridad numérica sino que superó ampliamente durante gran parte del conflicto y mantuvo en jaque a medio mundo, incluyendo a la alianza de los Ejércitos de todas las restantes grandes potencias, fue dirigido por un loco que no tenía cabal idea de lo que hacía. Y esto, además, lo dicen militares que saben lo importante que resulta el Mando para cualquier Ejército, que les resulta imposible concebir un combate tan grande con un mando deficiente y contrario a los subalternos, pero cuando se trata de Hitler todo lo permiten.
Tal vez sea por la imagen que de Hitler ha hecho la propaganda necesitan acomodar los hechos a sus creencias, y justamente por ello la voz de Jorge Mota puede aportar una visión diferente. Una persona que sin ser militar ni especialista es un gran aficionado al arte militar y ha leído cientos de libros al respecto, no cargando con la imagen propagandística de Hitler puede interpretar los hechos de otra forma, y, lo más valioso, lo hace intentando no perder la objetividad.
Un mundo tan especial como el de los militares profesionales, tan afecto al estilo lacónico, objetivo y desapasionado, no ha logrado en su mayoría mantenerse del mismo modo al analizar a Hitler y su mando militar.
Contamos con una gran cantidad de memorias y relatos del acontecer bélico pero pareciera que los militares profesionales no podían admitir a Hitler por el simple hecho de no ser un militar como ellos. El objetivo de la mayoría de libros de militares alemanes es demostrar que Hitler era un mal militar y por ello los testimonios aportados, si adolecen de algo, y desde luego adolecen de ello, es de ser totalmente opuestos, llegando a utilizar un lenguaje poco usual en el léxico militar. Resulta casi imposible encontrar un militar de alto rango de la Segunda Guerra Mundial que admita un error propio, pero a prácticamente todos les resulta sencillo descargar las culpas en Hitler. Aun cuando se debe admitir la influencia de muchos grandes estrategas, no se puede negar que también en estos casos los mejores y más innovadores militares fueron seleccionados y apoyados por Hitler, quien tenía "preferencia por los hombres jóvenes, con conocimientos sobre operaciones mecanizadas” que iban a contramano de muchas de las concepciones militares en boga, por lo que también a él se le debe reconocer el haberlos sostenido.
Una honrosa excepción a la bibliografía militar habitual la constituye el libro de Lothar Rendulic, "Luchas, victorias y derrotas", por lo que la segunda parte del libro se dedica a analizarlo exclusivamente.
Jorge Mota, contrariamente a la bibliografía oficial, invoca a la lógica como principal arma para desenmascarar las mentiras difundidas contra el nacionalsocialismo, y en este caso es también la lógica el argumento principal para analizar la faceta de estratega y conductor militar de Hitler.

 

ÍNDICE

Primera parte: Hitler Estratega
Introducción9
Inferioridad numérica19
Métodos inmorales de lucha31
La guerra de guerrillas53
Segunda parte: a “Luchas victorias y derrotas”
Luchas, Victorias y Derrotas65
Primera entrevista: 6/8/194366
Segunda entrevista 16/9/1943.69
Evacuación del norte de Noruega102

Introducción

Todos los aspectos de la personalidad de Hitler han sido tratados con más o menos profundidad y sin duda alguna el militar ha merecido auténticos ríos de tinta. Prácticamente todo el mundo ha escrito sobre este aspecto del mando de Hitler y, en la inmensa mayoría de casos como ha ocurrido al tratar otros aspectos de su actividad política , se ha pretendido que las victorias fueron debidas a los militares profesionales (en gran parte contrarios a Hitler), mientras que las derrotas fueron algo totalmente personal del Führer.
Este enfoque del tema es caso generalizado, y no sólo entre los legos en la materia que en las crónicas de la II Guerra Mundial son legión sino también, sorprendentemente, entre los profesionales.
Y digo sorprendentemente, porque aunque yo no soy ni he sido militar por no llegar no llegué ni a cabo , he sido siempre un admirador del lacónico estilo de escribir de los militares profesionales. Normalmente utilizan un lenguaje frío, totalmente desapasionado y siempre objetivo. Cuando se analiza el desarrollo de una guerra o de una batalla, se hace desde un punto de vista estrictamente profesional, hasta el punto de que estos escritos cansan al profano e incluso a veces dan la impresión de tener menosprecio por las vidas humanas. Sin embargo los militares alemanes al juzgar a Hitler como militar, lo hace siguiendo la misma línea que el periodismo sensacionalista, aunque ocasionalmente con más seriedad.
Al decidirme a tratar con cierta profundidad esta faceta de la personalidad de Hitler, he tenido que luchar conmigo mismo para vencer la sensación de “entrometido” en un terreno en el que no puedo considerarme experto. Sin embargo la lectura del libro del Coronel General Lothar Rendulic, “Luchas, Victorias y Derrotas”, me decidió a abordar el trabajo, al hallar confirmados por él, diversos puntos de vista que yo mismo sostenía, aunque con la duda de ver el tema desde una óptica ajena a la conducción superior.
El primer problema que surge al empezar este trabajo es el de la documentación, las fuentes. ¿Qué criterio seguir para lograr una visión objetiva? Después de leer con detenimiento varios centenares de libros sobre el tema casi todos escritos por militares , he llegado a considerar como las fuentes más fidedignas, e indudablemente más interesantes, las que provienen de los propios alemanes comprometidos en la guerra. En algunos aspectos son de gran interés las de los militares angloamericanos, pero en general las versiones concuerdan en lo fundamental con las tesis alemanas.
El gran problema se halla en el frente del Este. La guerra en la URSS fue, realmente, LA GUERRA. Por número de bajas, fuerzas comprometidas, medios, tiempo, etc. todos los demás teatros de operaciones, pese a su capital importancia, pierden importancia frente a la campaña de Rusia y de esa campaña sólo podemos fiarnos de los datos alemanes y, ocasionalmente, de algunos observadores aliados. Toda la literatura rusa es puramente propagandística. La absoluta dictadura soviética y tanto más en tiempos de Stalin , impidió en forma total la aparición de libros objetivos. Ni siquiera las opiniones de disidentes pasados a Occidente pueden ser tenidas en cuenta, pues son sospechosas de parcialidad en sentido contrario. “Las narraciones oficiales rusas de las batallas y operaciones y todas las narraciones son oficiales son tan poco informativas y tan inclinadas a resaltar lo heroico que, en su mayoría, parecerían haber sido escritas para personas con la inteligencia de un niño de diez años A pesar de que nadie informado de la historia militar rusa duda de la firmeza y aguante del soldado ruso, tener que leer una y otra vez que los formidables cosacos del Kuban o de Terek degollaron “diez mil alemanes con el sable” y otras tonterías similares es tedioso, por no decir más”. Estas palabras del Mayor General inglés J.F.C. Fuller son suficientemente ilustrativas. Pero no sólo en los aspectos generales estas obras son tendenciosas y meramente propagandísticas. Lo son igualmente en el análisis serio táctico y estratégico. Stalin achaca la derrota alemana al mantenimiento de un mando rutinario y sin originalidad y esto, indudablemente, es falso. Justamente la alta conducción alemana se caracterizó por la originalidad. Naturalmente al principio de la guerra, en Polonia, pero especialmente en Francia, se revolucionó la táctica y estrategia en profundidad. Se dio un nuevo cometido a la aviación, carros de combate, ingenieros, etc. El cambio, en comparación con los métodos aceptados y defendidos por otros ejércitos fue radical, pero los enemigos aprendieron pronto de los alemanes y ello dificultó su lucha en años posteriores, sin embargo mostraron una capacidad de adaptación a nuevas situaciones verdaderamente sorprendente. Cuando la aviación aliada machacaba diariamente las ciudades alemanas, se creó una nueva forma de lucha aérea: Los Grupos de Asalto. Estas unidades atacaban las formaciones de bombarderos en orden cerrado, incluso viniendo de frente. “En formación muy cerrada, ala contra ala, iniciamos el segundo ataque con un ángulo de 20 grados desde abajo. Unos 600 metros nos separan de los bombarderos. Las ametralladoras enemigas escupen las primeras llamaradas de fuego. Nuestro ángulo de aproximación es bueno. Faltan segundos para que se desencadene de nuevo el infierno. Doy la orden: A todos los hermanitos “¡Cerrarse todavía más para el asalto!” “ ¡El que no derribe ninguno que embista!”. Era costumbre entre estas escuadrillas colisionar con un bombardero si las armas de abordo estaban inutilizadas o la munición agotada. Los que derribaban un avión así y sobrevivían, ponían en la cola de su nuevo aparato una calavera en vez de la habitual cruz indicando un derribo. También se perfeccionó la caza nocturna y los métodos de localización.
En 1941 se crearon vacíos peligrosos; entre las unidades blindadas y las de infantería que les seguían. Los rusos se habían percatado de esa debilidad de la imparable ofensiva alemana, sin embargo, “las innovaciones tácticas desveladas por Hoth y Kleist renovaron el efecto desastroso de la sorpresa técnica de 1941. El Mot Pulk no presentaba ningún punto débil que se prestara a la dislocación. Por el contrario, los puntos de apoyo inaccesibles para los tanques eran aniquilados en plazos tan cortos, que el poco tiempo que los rusos pretendían ganar, no compensaba el sacrificio de millares de valientes combatientes”, palabras tomadas del libro “La Guerra de los Blindados” del Mayor del Ejército suizo Eddy Bauer. El Mot Pulk consistía en ataques en masa de unidades blindadas, seguidos por los Panzergrenadier, con vehículos a orugas, que destruían los puntos de resistencia en lugares inaccesibles a los carros.
También en la acción defensiva encontraron nuevos métodos que, en batallas anteriores, no habían utilizado sus enemigos. El General von Tippelskirch decía: “Los rusos nunca lograron romper nuestro frente se refiere al invierno de 1941 y aunque avanzaron profundamente por nuestros flancos, no tenían todavía la pericia ni los abastecimientos necesarios para aprovechar esta ventaja”, siendo pese a todo el General Heinrici el que alcanzó mayor fama: “Cuando se veía que los rusos se estaban concentrando para un ataque, yo retiraba mis tropas, al amparo de la noche, desde la primera línea hacia una segunda, habitualmente a unos 2 kilómetros más atrás. El resultado era que el golpe de los rusos daba en el aire y el ataque subsiguiente ya no tenía el mismo ímpetu. Jamás sufrí una derrota durante los tres años de batallas defensivas, cuando pude basar mi plan en dichos métodos”.
La actitud de la conducción suprema alemana fue siempre dinámica, y quizás esa fue su más destacable característica, atribuible en gran medida a Hitler pues tenía “preferencia por los hombres jóvenes, con conocimientos sobre operaciones mecanizadas”.
Así pues, no pudiendo fiarse de los testimonios rusos, que confunden realidad y propaganda, quedan preferentemente los testimonios alemanes.
Quiero insistir en que esos textos no están exentos de apasionamiento, cosa que, repito, no es habitual en textos militares. Los militares profesionales no podían admitir a Hitler por el simple hecho de no ser un militar. El objetivo de la mayoría de libros de militares alemanes es demostrar que Hitler era un mal militar y por ello los testimonios aportados si adolecen de algo, y desde luego adolecen de ello, es de ser totalmente opuestos, llegando a utilizar un lenguaje poco usual en el léxico militar. Halder, Jefe del Estado Mayor y consecuentemente en la cúpula directiva del Ejército, califica a Hitler de “comediante de primera fila”, “desalmada frialdad” “instinto de salteador de camino?, lenguaje, repito, totalmente insólito en escritos militares.
Pero no sólo eso. En esos textos se citan acontecimientos o frases atribuidas a Hitler, que sólo pueden estar dictadas por la ofuscación, el odio o el miedo, pues carecen de la más mínima lógica. Entre ellas cabe citar especialmente el debatido tema del vestuario de invierno que faltó en 1941 en Rusia. El General Friedrich Hossbach afirma haber sabido a través del General Osterkamp que “el vestuario de invierno para todo el Ejército en el Frente Oriental había estado listo en la Gobernación General de Varsovia y que por orden de Hitler había sido transportado de nuevo a Alemania, pues debía contarse con un rápido final de la campaña en el Este y ya no seria necesario el vestuario de invierno”. No hace falta ser militar para darse cuenta de que aún en el supuesto de una victoria aplastante y definitiva, la línea defensiva alemana debería hallarse al este de Moscú apoyándose en el Volga. Ese extenso frente de más de 2.000 kilómetros debería cubrirse con la mitad, por lo menos, de las fuerzas que se hallaban en Rusia, y esas tropas iban a necesitar, indudablemente, vestuario de invierno. Por otro lado es muy dudoso que Hitler fuese personalmente el responsable de intendencia de vestuario del Ejército Alemán. Desde luego la falta de vestuario adecuado a finales de 1941 constituye un hecho no aclarado suficientemente, pero sin duda la opinión del General Osterkamp, de ser cierta, no tenía nada que ver con la realidad.
Por su parte, Franz Halder pone en boca de Hitler la frase: “Esta bagatela de conducir operaciones, cualquiera lo hace. La misión del comandante en jefe del Ejército es educar a la tropa en la ideología nacionalsocialista”. Creemos que conducir centenares de divisiones en los cuatro puntos cardinales no ha de ser precisamente una “bagatela”, y hay que suponer que un hombre que afirmase tal cosa, no merecería el crédito de nadie.
Hans Speidel, por su parte, nos explica que Hitler ordenó dinamitar los puentes de París “aunque también deban aniquilarse barrios residenciales y monumentos artísticos” pero el Jefe del Estado Mayor y el General von Choltitz, no transmitieron ni obedecieron la ‘orden respectivamente, con lo cual habrá que aceptar que Hitler era un buen hombre cuyas órdenes discutían o desobedecían impunemente sus generales o se trata de valientes oposiciones inventadas, inclinándome por lo segundo, pudiendo aplicar los ilustrativos versos de Alarcón:

Cobardes son y traidores,
ciertos críticos que esperan
para impugnar, a que mueran
los infelices autores,
porque vivos respondieran.

pues incluso el general de brigada Bemhard von Lossberg, ignoro su graduación en la época de los hechos pero había de ser muy inferior, afirma haber boicoteado una orden de Hitler y haber sustituido un telegrama firmado por el Führer por otro que le había hecho firmar a Brauchitsch.
Con frecuencia J. Bochaca invoca a la lógica como nuestra principal arma para desenmascarar las mentiras difundidas contra el nacionalsocialismo, y en este caso es también la lógica el argumento principal.
Baste todo lo dicho para demostrar que las fuentes, pese a ser alemanas, no son en absoluto susceptibles de ser consideradas partidistas o, por lo menos, partidistas en beneficio de Hitler. Lo que sí puede constatarse de la lectura de TODOS los textos escritos por militares alemanes, es que ninguno de ellos reconoce un solo error propio, mientras que los encuentra abundantemente en otros. El motivo por el cual los textos militares, normalmente objetivos, caen muy manifiestamente en esta deficiencia, es algo que debe ser consustancial a la grave responsabilidad que pesa sobre los militares. No es lo mismo reconocer el error propio en un partido de baloncesto, que en una batalla donde se juegan miles de vidas.
Por último, antes de pasar al estudio y análisis de la faceta de Hitler como militar, hemos de constatar que no se dispone de toda la información necesaria, pues faltan importantes testimonios de protagonistas cualificados, como es el caso de Reichenau y Model, ambos fervientes nacionalsocialistas y caídos en el frente. Falta también el testimonio de von Bock, igualmente caído antes de terminar la guerra y, en general, faltan importantes testimonios como los de Blomberg, Brauchitsch y Kleist muertos en campos de concentración aliados, el poco de fiar de Paulus o los de los ejecutados como Keitel, Jodl y Löhr Con todo estas opiniones que faltan excepto las de Jodl y Keitel, contribuirían a ofrecer aspectos parciales y no modificarían el conjunto, especialmente teniendo en cuenta que casi todos coinciden en los mismos puntos principales.