Libreria Argentina Libreria Argentina Libreria Argentina

 

Ejército, política, proyecto alternativo: 1920-1943

 

José A. Yelpo

Ejército, política, proyecto alternativo: 1920-1943 - José A. Yelpo

194 páginas
Editorial Guardia Nacional
1987

Encuadernación rústica
 Precio para Argentina: 20 pesos
 Precio internacional: 6 euros

Este libro de José Antonio Yelpo que presenta GUARDIA NACIONAL rescata las reflexiones formu­ladas hace décadas atrás por oficiales de nuestras Fuerzas Armadas. Todas ellas son coincidentes en plantear la inexcusable obligación de desarrollar las estructuras económicas del país -su industria sobre todo- para sustraerlo de la dependencia económica. Oportuna es, sin duda, la aparición de este volumen que refleja el espíritu nacional de la gran mayoría de los hombres de armas, aunque los errores come­tidos por las cúpulas castrenses de sucesivos "pro­cesos" hagan pensar lo contrario.
La lectura de aquellos visionarios conceptos, inte­ligentemente recopilados por el autor, nos vuelve al tradicional Ejército de Savio y Mosconi que entendían -como bien lo señalara Scalabrini Ortiz- que no hay posibilidad de crear una conciencia de Patria en una sociedad de hombres cuyos lazos económicos no estén trenzados en un destino común.

El destacado profesor José Antonio Yelpo es historiador, publi­cista y un lúcido especialista en temas políticos y militares. Es autor, además, de la obra EL PENSAMIENTO ESTRATÉGICO NAVAL de próxima aparición en este sello editorial.

 

ÍNDICE


A modo de presentación - Dr. Mamo C. Casalla ....     7
A modo de prólogo - Dr. Jorge A. Rivero     11
Advertencia del autor             17
Primera Parte             19
Estrategia, movilización industrial, ciencia y técnica . .   21
1914: Grl. Rafael A. Aguirre, 21. 1916: V. Alte. Segundo Storni, 22. Tte. Nav. Lauro Lagos, 24. 1918: Cnl. Enrique Mosconi, 25. 1923: Aud. Mil. Dr. Francisco Albarracín, 26. My. Raúl Barrera, 27. 1925: Tte. Carlos Cattáneo, 27. Cnl. Luis E. Vicat, 27. 1926: Tte. 1ro. Salvador Guevara, 29. 1927: Cap. Lautaro Montenegro, 30. My. Alberto Beverini, 31. 1928: Cap. Frag. Jacinto R. Yaben, 31. 1929: Tte. 1ro. Mateo Acevedo Estrada, 31. Grl. Enrique Mosconi, 31. 1930: Tcnl. Jorge Giovaneli, 33. Tte. 1ro. Ricardo Marambio, 33. 1931: Prof. Eugenio V. Frauenholz, 33. Círculo Militar, Con­curso Grl. San Martín, 34. Tcnl. Ernesto Florit, 34. Tte. 1ro. Alfredo A. Baisi, 36. Tte. 1ro. Juan V. Orona, 36. Dr. Luis Colombo, 36. 1932: My. Fantini Pertiné, 39. Tte. 1ro. Carlos A. Levene, 39. Grl. Br. Knoblauch, 40. 1933: My. Franklin E. Reyes, 40. Tcnl. Fantini Pertiné, 41. Tcnl. Manuel Savio, 42. 1934: Grl. Pablo H. Kuntze, 42. Cir. Mil. Dr. Ricardo Levene, 42. My. Franklin E. Reyes, 42. Tte. 1ro. Juan L. San Martín, 45. Cap. Mariano Abarca, 47. Tcnl. Aníbal Montes, 47. My. Carlos J. Martínez, 48. 1935: "La Razón" (comentario sobre la Fábrica Militar de Aceros), 49. My. Carlos J. Martínez, 50. 1936: My. Franklin E. Reyes, 51. Informaciones (fábrica de municiones), 52. Grl. Francisco Reynolds, 52. My. Carlos J. Martínez, 54. Cnl. Jorge B. Crespo, 57. Cap. Ricardo Marambio, 58. 1937: My. Argentino A. Gárriz, 60. Tcnl. Juan D. Perón, 60. Cnl. Luis E. Vicat, 60. Cnl. Jorge B. Crespo, 61. Cap. Ricardo Marambio, 63. 1938: Grl. Pedro J. Rocco, 65. Cnl. Carlos A. Gómez, 66. Tcnl. Hermenegildo Tocagni, 66. My. Ricardo Marambio, 66. Leo­poldo Lugones, 68. V. Alte. Carlos G. Daireaux, 68. Tcnl. Franklin E. Reyes, 69. Cnl. Carlos A. Gómez, 70. My. Juan M. Mocellini, 73. 1939: My. Ricardo Marambio, 74. My. Franklin Lucero, 74. My. Alfredo A. Baisi, 75. Cap. Gual­terio E. Ahrens, 75. My. Joaquín Saurí, 75. Tte. 1ro. Ricardo S. Botto, 76. Cap. Frag. José A. Oca Balda, 76. Tcnl. En­rique P. González, 79. 1940: Grl. José M. Sarobe, 79. Cap. Frag. Héctor R. Ratto, 80. Gil. Jorge A. Giovaneli, 81. Cnl. Carlos A. Gómez, 82. My. Carlos A. Levene, 82. My. Juan Rawson Bustamante, 83. Tcnl. Franklin E. Reyes, 83. Cnl. Julio C. Checchi, 84. Tcnl. Rafael J. Tenreiro Bravo, 84. 1941: C. Alte. Saba H. Sueyro, 85. My. Pedro R. Domín­guez, 85. My. Ricardo Marambio, 86. Cap. Diego E. Per-kins, 89. Grl. Juan M. Monferini, 90. Grl. Jorge Giovaneli, 90. My. Ricardo Marambio, 91. My. Alfredo A. Baisi, 92. Dr. Agustín E. Riggi, 93. Tte. (R) Dr. Alberto Bakh'ich, 93. Alte. León L. Scasso, 94. Grl. Alonso Baldrich, 96. Cnl. Jorge B. Crespo, 96. 1942: Tcnl. Carlos J. Martínez, 98. Cnl. Jorge B. Crespo, 100. Cap. Eduardo F. Bonne, 101. Grl. von der Becke, 102. Aud. Div. Dr. Ricardo Sachen, 105. Of. Adm. Juan C. Laurens, 106. Cnl. Manuel N. Savio, 108. 1943: Cap. Ignacio Avalos, 111. Ing. Rodolfo Martínez, 112. Dr. Casimiro Lana Sarrate, 112. Grl. Jorge A. Giovaneli, 114. Tcnl. Julio Sanguinetti, 117. Grl. Pedro P. Ramírez, 118. Dra. María T. C. de Riggi, 119. Cap. Eduardo Arnulphi, 120. C. Alte. Abelardo Pantín, 121. My. Rodolfo C. Perazzo, 122. Tcnl. Eolo Piovano, 123. C. Alte. Marcos A. Zar, 123. Tcnl. Mariano Abarca, 124. Grl. Pedro P. Ramírez, 125.
Segunda Parte             127
El factor energético                 129
2929: My. Raúl Barrera, 129. 1923: Cnl. Luis E. Vicat, 129. 1927: Grl. Alonso Baldrich, 130. Ing. Domingo Maturo, 130. 1928: Gil. Enrique Mosconi, 131. Grl. Alonso Baldrich, 132. 2933: Ing. Mario L. Villa, 132. 1938: Cnl. Luis E. Vicat, 133. 2940: Cnl. Laureano O. Anaya, 133. 1941: Ing. Ph. Schereschewsky, 133. Cap. Eduardo E. Bonne, 134. 2942: Cap. José A. Falconier, 136.
Tercera Parte              139
El poder aéreo            141
2922; Cnl. Enrique Mosconi, 141. 2930: Informaciones (avio­nes de fabricación argentina), 142. 2932: Tte. Pedro R. Do­mínguez, 143. Cap. Bartolomé de la Colina, 144. My. Fan-tini Pertiné, 144. 2932: Tte. 1ro. Juan B. Rawson, 144. My. Fantini Pertiné, 145. 1933: My. Bartolomé de la Colina, 145. 2934; Cap. Eloy G. Aguilera, 146. My. Bartolomé de la Colina, 146. 2935: Cap. Justo J. Ossorio Arana, 147. 1938: Informaciones (aviones de fabricación nacional), 148. My. Enrique R. Guntsche, 148. 2940: Tcnl. Alfredo L. Paladino, 149. 2942: My. Juan Rawson Bustamante, 149. 1942: Tcnl. Justo J. Ossorio Arana, 150. Cnl. Bartolomé de la Colina, Tcnl. Félix O. Sanguinetti, Ings. Natalio Trevino y Lorenzo P. Fontana, 151. 1943: Grl. Edelmiro J. Farrell, 152. My. Juan Rawson Bustamante, 152.
Cuarta Parte              153
El factor social           155
2929: Tte. Nav. Lauro Lagos, 155. 1920: Cnl. Eduardo Oli­veros Escola, 155. 1921: Tcnl. Eduardo E. Ramayón, 156. 1924: Méd. Mil. Dr. Rogelio D'Ovidío, 157. 2925: Cir. Mil. Dr. Rodolfo A. Borzone, 157. 2927: Grl. Alonso Baldrich, 158, 1930: Cir. Mil. Dr. Julio A. López, 158. 1934: Cir. Ej. Dr. Alberto Levene, 159. 1935: Dr. Pedro Escudero, 159. Informaciones (acción social del Ejército), 160. Cnl. Con­rado Sztyrle, 160. 1938: Grl. Francisco Fasola Castaño, 161. 1940: Grl. José M. Sarobe, 161. Tcnl. Franklin E. Reyes, 163. 2942: Cir. Cpo. Dr. Juan F. R. Bejarano y Cir. Div. Santiago B. A. Curci, 163. 2942: Cir. Cpo. Dr. Julio C. Loza y Cir. Br. Dr. Ricardo Ruiz Huidobro, 165. Cap. Eduardo Arnulphi, 167. Feo. Dr. Enrique L. Schiavone, 168. Cnl. Jorge B. Crespo, 169. My. Máximo A. Garro, 170. 1943: Gil. von der Becke, 170. Cnl. Roque Lanús, 171. Cap. Eduardo Arnulphi, 171. Cir. Br. Dr. Carlos A. Boca-landro, 172. Cir. R. Dr. José Opizzi, 176. Grl. Pedro P. Ramírez, 177.
Conclusiones generales                   179
Índice de fuentes                 187
Fuentes primarias                187
Fuentes secundarias                        187
Otras fuentes                      189           

A MODO DE PRESENTACIÓN

Singular trabajo de investigación, éste del historia­dor José A. Yelpo. No sólo por la índole de su temática y la seriedad de sus fuentes primarias y secundarias, sino porque no es común que la his­toriografía argentina se ocupe con detalle en obras de esta naturaleza. Las relaciones entre el poder político y el militar en nuestro país, han sido más estudiadas por investigadores extranjeros que por los propios nacionales. Para aquéllos se han abierto más los archivos y los testimonios de protagonistas vivos, que para los propios historiadores argentinos que —en ciertas oportunidades— intentaron em­prender una tarea similar. No es casual que esto haya ocurrido y ocurra, es todo un síntoma (en el sentido preciso con que los médicos, por ejemplo, utilizan ese término). En este caso, un "síntoma" de dependencia cultural que siempre espera la verdad o la consagración "de afuera" y que depo­sita la experiencia de la "ciencia objetiva" en los investigadores formados en Europa o los Estados Unidos. Hablar para ellos, o facilitarles el acceso a documentación reservada, daba además "presti­gio" y la casi segura cita —a pie de página— en lo que sería un seguro "best-seller". Poco impor­taba que semejante masa de datos o acontecimien­tos fuera procesada fuera del contexto vital en el cual habían tenido lugar, ni que el autor los juz­gase (no podía ser de otra manera) a través de los propios valores de su cultura de origen, allí estaba el trabajo y la "consagración". Aquella fra­se, sacada del rico anecdotario jauretcheano, "¡Pe­ro como va a ser el ministro, si vive a la vuelta de mi casa...!", pinta a esta mentalidad de cuerpo entero. También le marca sus límites y la nece­sidad de su superación.
Yelpo se ha atrevido y —más allá de que se compartan o no todas sus hipótesis y conclusio­nes—, esto le hace bien a la cultura argentina y latinoamericana en materia de historia y política. También es de esperar que, en este caso concreto, sea "profeta en su tierra". Cosa que dependerá de muchas más cosas que de su ciencia escrita. Esencialmente de la voluntad del país de com­prenderse a sí mismo y por sí mismo (sin xeno­fobias ni prejuicios culturales de ninguna natura­leza, pero también sin falsos y abstractos "univer­salismos"), tanto como del logro de los cursos de acción que permitan la consolidación de su sobe­ranía y de su capacidad de decisión nacional (sin aislacionismos ideológistas, pero también dentro del respetuoso diálogo plural de las culturas nacio­nales). En el logro de esos parámetros básicos se juega buena parte de la cultura argentina; al menos aquélla que no tiene vocación ventrílocua. Esta obra de Yelpo es un buen aliciente en este largo camino.
Su tesis central es clara: la incorporación del pensamiento y de la práctica militares, a lo que clásicamente ha dado en llamarse historia social, o historia de las ideas políticas en un país determinado (en este caso, el nuestro). También es claro que este enfoque viene a llenar un vacío que, no por común, resulte justificado. Acaso los largos períodos de conflictos políticos entre civiles y militares en América Latina, explique buena parte de esas omisiones mutuas. Cuando el autor reintroduce el pensamiento militar —sobre todo aquél generado a partir de la conformación de los Estados Mayores y su peculiar metodología de trabajo intelectual— en la historia de las ideas po­líticas y sociales argentinas, rearma sin dudas un cuadro de situación más completo. Como bien lo señala, lo que este peculiar tipo de pensamiento trae al terreno de las ideas es una visión menos ideologizada de la realidad nacional y mucho más ligada a la geopolítica (o "política de poder", en términos de Raymond Aron). En este sentido pre­ciso (y muy especialmente en el período que se estudia en el libro: 1920-1943), ello significó un aporte destacadísimo en la conformación del es­tado nacional. Se hablaba allí de una realidad más sólida que la de las palabras y se imaginaba un país moderno en torno al desarrollo industrial.
Y aquí conviene también alguna precisión. Lo que Yelpo propiamente historia y destaca es la denominada "corriente industrialista de las FFAA", que tan bien prefigurara el Almirante Storni a co­mienzos del siglo y rematara el entonces Cnl. Perón en la década del '40. Una "corriente" que soñaba con un país distinto del agrícola-ganadero al que, en los aspectos específicos de una política de defensa nacional, le descubría el talón de Aqui-les de sus notorias vulnerabilidades. Una pléyade de oficiales —algunos muy jóvenes, otros no tanto— que representaban, en sus respectivas fuerzas o armas, una peculiar corriente nacional: realistas en lo político, industrialistas en lo económico, actua­lizados y autónomos en lo cultural (todo ello, por cierto, con los matices propios de las individuali­dades y las décadas en que les cupo actuar). Esta "corriente" no cesa en el '43 y es de esperar que Yelpo continúe la obra entonces emprendida; pero lo que marca es real y comprobable.
Pero también lo es —y justo es reconocerlo, como el autor lo sabe— que esa "comente'' no era todo el "río". Más aún, que más de uno de sus integrantes jugó su carrera profesional o de ciuda­dano, en la adscripción a esas ideas. Enfrentaba a otra fuerte "corriente" (la que podría denomi­narse "liberal-universalista") que no sólo no cues­tionaba el país de las pampas y de las vacas gordas, sino que se amoldaba muy bien al poder político de la dependencia que ello suponía. El célebre Pacto Roca-Runciman (por el cual nuestro país enredaba su independencia económica en las faldas del Imperio Británico), era la otra cara de la moneda de esta corriente industrialista de las fuer­zas armadas. Y por supuesto que también tenía su réplica dentro de las mismas. Es que en reali­dad, esa puja entre dos "países", entre dos men­talidades, venía desde más atrás de ellos (desde los orígenes mismos de nuestro ser nacional inde­pendiente) y se prolongaría, como lo señalamos, incluso hasta nuestros días. Esta obra del profesor Yelpo se inscribe dentro de aquella mayor, resca­tando del olvido a protagonistas injustamente ig­norados (y puntillosamente "silenciados"), tanto como mostrando que las cosas en la Argentina fueron y son siempre posibles, si hay ideas claras y un proyecto nacional en marcha.

Dr. Mario C. Casalla

A MODO DE PRÓLOGO

Nos honra sobremanera la solicitud de prologar, desde el estricto enfoque politológico, el presente libro sobre el desarrollo conceptual, entre 1920 y 1943, de un verdadero proyecto nacional por la oficialidad más clarividente de las distintas pro­mociones del Ejército argentino, junto a los expo­nentes del lúcido pensamiento estratégico naval. Nuestra presentación también se prestigia por acompañar la elaborada, con énfasis filosófico, por el eminente investigador y catedrático Mario Ca-salla. Doble distinción, pues, la conferida, y que implica una responsabilidad suma.
El tema militar latinoamericano suscita, a partir de su inserción en la vida política y del estallido de las guerras revolucionarias, una incesante pro­ducción bibliográfica especiahzada. Sobresalen, en primer término, los Estados Unidos, seguidos por Europa Occidental y, en menor grado (al menos públicamente), la Unión Soviética y el bloque socialista. Muy escasa es, en cambio, la experien­cia codificada por los analistas de los países que protagonizaron el fenómeno,
Ahora bien, en esta ingente literatura histórica, política y sociológica, la Argentina es objeto de una peculiar y sugestiva preferencia. Resulta ob­vio, a la luz de su pasado militar, que tal interés obedece a motivaciones muy específicas que re­basan a menudo el marco académico para pro­yectarse, de pleno, en el campo político-estratégico. Desde hace exactamente un quinquenio, la gesta del Atlántico Sur acentuó dicha observación en los científicos sociales extranjeros, con un producido muy desigual.
Por su parte, los especialistas latinoamericanos y argentinos, salvo excepciones, no parecen ani­marse a contradecir opiniones y conclusiones que, a designio o no, solamente convalidan la gigan­tesca operación psicológica de la "desmalviniza-ción". A las deficiencias técnicas de sus análisis se suman, lisa y llanamente, factores a-científicos como los prejuicios ideológicos y, demasiado fre­cuentemente, la explotación, en el propio ámbito argentino, de las líneas persuasivas de la guerra psicológica enemiga.
Es sabido que toda guerra exige a quienes la libraron el análisis retrospectivo, con fines doctri­narios, de los modos con que su desenvolvimiento afectó, con distintos signos, los respectivos poten­ciales. El accionar bélico argentino, pese al desen­lace súbito no previsto durante las mismas ope­raciones, afectó en apreciable medida la estruc­tura estratégica y operacional de la OTAN en el teatro austral, a través del apabullamiento reite­rado de su segunda potencia. Entonces, ¿no cabe preguntarse la razón por la cual el estudio de nuestro esfuerzo de guerra fue extrapolado del contexto de la política de poder, ineludible punto referencial, para ser insólitamente estudiado como mero epifenómeno de un objetivo táctico de la política interna: mantener detentado el Estado?
En esta perspectiva convergen, con distintas y variadas argumentaciones, la multiplicidad de te­sis e investigaciones que, desde el exterior tratan de interpretar, presuntamente, la problemática plan­teada por las instituciones militares (y sus even­tuales regímenes políticos) como agentes del cam­bio social y económico, de la "modernización". En el decenio de los años '60, la factibilidad era seriamente considerada por los institutos de estu­dios avanzados estadounidenses, los "think tanks", como lo prueban los documentos claves que ela­boraban para los departamentos de Estado y de Defensa.
De todas maneras, cabe advertir que tales obras no suelen tener una difusión masiva en lo que se refiere a los contenidos originales más significati­vos, sino que se lanza al público, en tales casos, una versión expurgada y queda prácticamente cla­sificada la anterior, que es la que realmente cuenta. Esta preservación de información vital para los Estados Unidos (plenamente justificada, por lo demás, desde todo punto de vista) puede ser comprobada en fuentes públicas oficiales: las lis­tas y muestrarios de proyectos de investigaciones contratados por el Estado se detallan, con el grado de clasificación, cuando lo tienen, en los informes de la Cámara de Representantes, del Departa­mento de Defensa y del Departamento de Estado, de las universidades y los institutos privados ya aludidos ("tanques de ideas"), cuya integración constituye lo que ha dado en llamarse, con toda precisión, "la cuarta fuerza armada de los Estados Unidos".
No obstante esta evidencia, ninguna criba crítica parece utilizarse en la aplicación de proposiciones interpretativas desprovistas de los elementos esen­ciales. No es de extrañar que estas obras, en su gran mayoría, aparezcan realmente nocivas, tanto por lo que aseveran como, sobre todo, por lo que omiten, al entremezclar referencias no susceptibles de generalización. Además, la orientación en las traducciones contribuye a reforzar la negatividad de la situación. Huntington, Janowitz, Finer, para no citar sino a los iniciadores, aportan esquemas de interés parcial para nuestro problema, pero prevalecen sobre la obra de Morgenthau, de lejos mucho más imprescindible para redefinir la no­ción de interés nacional.
En la Argentina, cualquier estudiante aventa­jado de ciencia política conoce el permanente ries­go, científicamente inadmisible, de una confusión entre inferencias de experiencias desiguales y cuyo análisis es producto, por lo tanto, de procesos inte­lectuales distintos. En tal sentido, sería ocioso re­calcar el dislate marxista de proyectar su arcaico esquema clasista a las instituciones militares. En cambio, sí es dable advertir respecto de un error de otro signo, que adjudica a toda fuerza armada (tanto por su estructura estamental como por su condición de factor de poder) la proclividad del pretorianismo, cuya descripción sociopolítica se torna cada vez más confusa y equívoca. En la literatura europea que aborda el problema argen­tino, el investigador francés Rouquié conforma un ejemplo elocuente, aunque no parece haber apli­cado para nada —que sepamos— su metodología en el caso del rol militar jugado en la sustitución de la IVº República por la Vº gaullista.
Todo lo dicho nos permite aquilatar la gran im­portancia de la presente obra, con la cual José A. Yelpo brinda un aporte inapreciable a la cuestión de la intervención del poder militar en el que­hacer político nacional. Mediante una prolija y exhaustiva labor heurística, ha compilado la docu­mentación fundamental de propia fuente castrense, tan expresiva y contundente que no requiere, prác­ticamente, comentario alguno. La tarea hermenéu­tica ofrece, en apretada síntesis, una original e incuestionable interpretación, de incalculable pro­yección para la ciencia política.
En efecto, nos revela que el "Ejército moderno y de la industrialización" —como bien lo calificó Orsolini— no solamente procuró la autarquía posi­ble para satisfacer las exigencias profesionales, sino que muy rápidamente se percató, al igual que los principales ejércitos de entonces, que la misión de una doctrina estratégica es codificar el poder en política, fijando los objetivos contribuyentes e in­dicando si el potencial nacional está en condi­ciones de lograr los requerimientos políticos del interés nacional. Hay, por consiguiente, un espacio propio del pensamiento militar en el plano de las ideas políticas, por lo menos ya acreditado desde Clausewitz en la dimensión de la estrategia general. Más aún: el Ejército fue deduciendo, a partir de la función de lograr el interés nacional en pugna con los otros Estados, un modo de organización (un modelo) unilateral, es decir, de dependencia en el propio poder.
El libro será acogido, sin duda alguna, con el máximo interés por los politólogos, quienes con­traerán con su autor una sincera deuda de gra­titud, como lo hacen quienes esto escribimos.

Dr. Jorge Aníbal Rivero