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Orientaciones

Principios del Imperium, Orden y los fascismos europeos

Julius Evola

Orientaciones - Principios del Imperium, Orden y los fascismos europeos - Julius Evola

200 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2018
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 350 pesos
 Precio internacional: 12 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Orientaciones" suele ser considerado el súmmum del pensamiento de Julius Evola dado que con sus máximas intenta guiar de forma concisa y esencial a los luchadores que sienten y manifiestan como necesario el permanecer luchando de pie en un mundo en ruinas.
Este libro trata de descubrir o aclarar posturas de cariz existencial, ético, espiritual, cultural y político, de posibilitar el surgimiento y aglutinamiento de hombres cuya norma de conducta, cuyo estilo de vida viril y heroico, sea la más clara y firme enseña del mundo futuro.
Rescata y fija valores como el del honor, la fidelidad, la valentía, el espíritu de servicio o el de sacrificio que encarnan el arquetipo del Guerrero.
Se continúa por defender el concepto de Imperium como doctrina de Estado basada en función de una autoridad y de un poder que están investidos de una naturaleza sacra que quiere y debe ser la guía que sirva de modelo a la comunidad a la que articula y aglutina.
El "estilo" que debe imperar entre quienes desean continuar combatiendo es el de quien se mantiene sobre posiciones de fidelidad a sí mismo y a una idea.
Complementan estas Orientaciones, diversos artículos centrados en los principios de un Imperium Pagano, o tal vez deba decirse nórdico-ario, así como en la constitución de una "Orden" como forma adecuada de organización de una élite.
Finalmente, son reunidos, y en muchos casos presentados en castellano por primera vez, algunos de los artículos en que el autor intenta rescatar y orientar todo lo que hay de positivo en los así llamados "fascismos europeos", haciendo un lúcido análisis de la Guardia de Hierro rumana, del falangismo español, de los fundamentos espirituales de la idea Imperial por la que el Japón se sumó al frente de lucha tradicional, de las nuevas y saludables orientaciones del fascismo italiano en concordancia con el alemán; y de sus varios elogios a las SS como manifestación de lo que una élite política debe hacer y representar en una lucha trascendente, pudiendo rescatar así una esencia que a menudo ha pasado desapercibida. Se suman también los artículos en que intenta orientar al fascismo italiano y al nacionalsocialismo alemán mostrándoles los puntos de referencia espirituales que tienen en común al poner como horizonte ambos los valores de la Tradición ario-romana que les es compartida y que se intentó implantar en diversos grados. Conceptos básicos a tener en cuenta por aquellos para quienes su Honor es la Fidelidad interior y exterior.
Con ellos, sus "Orientaciones" pueden verse como una continuidad del trabajo que intentó llevar a cabo para orientar también a los fascismos en tiempos de guerra, cuando fue necesario hacer un frente común en pos de una cierta idea y unos ciertos valores.
Ya extinguidos aquellos intentos, estos valores son sin embargo cada vez más necesarios dado que, con el transcurso de los siglos, primero imperceptiblemente, después como el movimiento de una masa que se desploma, múltiples procesos han destruido en Occidente todo ordenamiento normal y legítimo de los hombres, han falseado incluso la más alta concepción del vivir, de la acción, del conocimiento y del combate. Y el movimiento de esta caída, su velocidad, su vértigo ha sido llamado "progreso”. Y a este "progreso” han sido dedicados himnos con la ilusión de que esta civilización -civilización de materia y máquinas- es la civilización por excelencia, la cual habría estado predeterminada por toda la historia anterior del mundo: finalmente, las consecuencias últimas de todo este proceso fueron tales que obligaron a algunos a despertar.
Para aquellos que despiertan a un mundo de valores tradicionales, centrados en lo eterno e impasible, Julius Evola, "extranjero en esta sociedad decadente", brinda los supremos puntos de referencia necesarios para poder orientar cualquier tipo de accionar hacia fines realmente trascendentes.

 

ÍNDICE

Hablando de Orientaciones de Julius Evola 9
Introducción a la obra de Julius Evola15
Nota a la primera edición española31
Nota a la presente edición31
ORIENTACIONES
I.- De Pie en un Mundo en Ruinas33
II.- Construcción de un Hombre Nuevo antes que el Estado36
III.- El Hombre Nuevo38
IV.- El Tipo de Hombre Verdadero41
V.- Grados de un mismo mal: liberalismo, democracia, socialismo y comunismo43
VI.- La aberración económica Vs. la Idea Jerárquica Integral48
VII.- Estado Orgánico e Imperium Vs. Totalitarismo52
VIII.- Idea, Orden, Élite y Estado, por sobre Nación y Pueblo56
IX.- Cultura libre Vs. Metafísica como Vivencia Interior59
X.- Superación del espíritu burgués por una concepción Heroica y Aristocrática de la existencia.63
XI.- Estado ni laico ni clerical66
Conclusión69
ANEXOS
I.- La Orden de la Corona de Hierro71
Normas74
De las dignidades y de la organización de la Orden74
II.- El significado de las SS. Órdenes y élites políticas77
III.- Las SS Guardia y Orden de la revolución de la Cruz Gamada85
IV.- El “Estado de la Orden” y las SS97
V.- Las Napolas109
VI.- La raza como formadora de líderes114
La futura clase dirigente115
Otras selecciones116
Hacia un nuevo ‘Orden’117
VII.- Legionarismo ascético120
VIII.- ¿Qué quiere el falangismo español?126
IX.- Bases espirituales de la idea imperial nipona131
X.- Sobre la determinación ario-romana de la Italia Fascista.143
XI.- Sobre la contribución de la romanidad a la nueva Alemania.159
La luz del Norte.160
El afecto antirromano.162
Dos nostalgias.164
XII.- Restauración de occidente en el espíritu ario original166
XIII.- IMPERIALISMO PAGANO 183
I- La decadencia de la idea política y el cristianismo183
II. El compromiso católico186
III.- Las dos soluciones - El peligro protestante 189
IV. - Los valores paganos de restauración193

Hablando de orientaciones de Julius Evola

 

Este libro representa un breviario idóneo para fijar cuáles son los fundamentos y principios básicos que ha de seguir y a los que ha de aspirar cualquier persona que aspire a caminar por derroteros radicalmente opuestos a los que nos quiere obligar a recorrer el presente Mundo Moderno.
Trata, de una manera sucinta, de descubrir o aclarar posturas de cariz existencial, ético, espiritual, cultural y político destiladas de cualquier tipo de influencia distorsionadora que pudiesen haber recibido de épocas decadentes como la nuestra.
Nosotros, en el presente escrito, nos vamos a limitar, casi exclusivamente, a hacer un repaso de los aspectos que son tratados a lo largo de los once puntos en los que el gran intérprete de la Tradición dividió este libro:
1. Nos recuerda el pensador italiano que nos encontramos en medio de un mundo en ruinas y que, por tanto y antes que nada, nos debemos plantear el siguiente problema: ¿existen aún hombres en pie en medio de estas ruinas?
2. Afirma que si un Estado tuviera un sistema político o social que, en teoría, valiera como el más perfecto, pero en el cual el soporte humano fuese tarado, entonces ese Estado descendería antes o después al nivel de la sociedad más baja. Igualmente dice que si las cualidades de ese hombre fueran óptimas, aun enmarcado en un tipo de Estado con serias deficiencias, la comunidad de la que formase parte se encaminaría paulatinamente a los niveles más altos.
Por tanto, aboga por la reconstrucción de un hombre nuevo, animado mediante un determinado espíritu y una adecuada visión de la vida. Fortificado mediante la adhesión férrea a ciertos principios.
3. En este punto traza una de las pinceladas de lo que deberá ser el hombre nuevo mencionado anteriormente. Y será aquel que sea fiel al espíritu legionario, es decir, aquel que sepa elegir el camino más duro.
4. Y si valores como el del honor, la fidelidad, la valentía, el espíritu de servicio o el de sacrificio que encarnan el arquetipo del guerrero son los que deberán ser adoptados como norma vital, deberán, en consecuencia, rechazarse los modelos existenciales burgués y proletario.
Otro trazo del hombre nuevo vendría conformado por el de su asunción del principio de la impersonalidad activa, para el que lo que cuenta es la obra y no el individuo; el egoísmo quedará, pues, fulminado ante la lucha por la consecución de fines superiores.
5. En este apartado se nos desenmascara el hecho constatable de que el liberalismo, después la democracia, más tarde el socialismo, también el radicalismo y, en fin, el comunismo o bolchevismo no han aparecido históricamente sino como grados de un mismo mal, como estadios que prepararon sucesivamente el complejo proceso de una caída.
Asimismo se nos advierte de cómo lo que hoy en día conocemos como globalización provocada por el demoplutocratismo, y que Evola denomina americanismo, comporta, y comportaba, más peligro que, según su propia denominación, el bolchevismo, porque el mismo mal actúa, en el primero, en forma más sutil y las transformaciones acontecen imperceptiblemente en el plano de las costumbres y de la visión general de la vida.
6. Como todo nuestro quehacer y todos los ámbitos de la vida deben de estar al servicio de la consecución de metas superiores, nuestro pensador nos quiere dejar bien claro el peldaño jerárquico que debe ocupar cada actividad social y, así, afirma categóricamente que “nuestro radicalismo de la reconstrucción exige que no se transija con la alucinación o el demonio de la economía”.
7. Se comienza, en este nuevo punto, por señalar que el tipo de Estado por el que hay que abogar es el Orgánico, no así el Totalitario. Y es que si el primero tiene la función de dirigir y coordinar las actividades de los grupos y entidades sociales, a los que representa, en pos de metas supremas, el segundo, por el contrario, pretende inmiscuirse en el planteamiento de dichas actividades y, más aun, reglamentarlas; o, dicho de otro modo, aspirar a establecer todas las pautas, hasta las más concretas, de la vida de los diferentes órganos y entes comunitarios, con el consiguiente proceso de igualitarización que ello acarrea.
Se continúa por defender el concepto de Imperium como doctrina de Estado basada en función de una autoridad y de un poder que están investidos de una naturaleza sacra que quiere y debe ser la guía que sirva de modelo a la comunidad a la que articula y aglutina.
Se sigue por rechazar concepciones del Estado, como la bonapartista, que no se basan en ningún fundamento de carácter Superior, sino en el prestigio que, al Jefe de Estado o de Gobierno, le otorgan o refrendan las fuerzas irracionales de la masa. Igualmente, se repudia cualquier variante de democracia porque en ellas el poder también encuentra su legitimización en este mismo tipo de fuerzas.
Se acaba por ensalzar el concepto de élite revolucionaria como órgano rector del Estado y, en relación a su composición, se acaba por afirmar que la suprema nobleza de los Jefes no es la de ser amos de siervos, sino Señores que aman la libertad también de quienes les obedecen.
8. En este apartado se repudian concepciones jacobinas como la del nacionalismo o la de la idea genérica de patria, que se suelen basar en un enfoque físico hacia la tierra en que se habita, o en una adhesión de corte sentimental hacia ella o hacia los momentos más álgidos de su pasado histórico, o en las tierras movedizas e inestables de la voluntad popular alentada por el nefasto Rousseau.
Ante ello Julius Evola defiende que hay que darles a la Idea y al Estado la primacía respecto a una nación y a un pueblo que sólo dentro del Estado adquirirán un significado, una forma y participarán en un grado superior de existencia.
Como colofón se acaba haciendo una relación de términos que son la clave para la constitución de las directrices políticas de una comunidad: Idea, Orden, élite, Estado y Hombres de Orden.
9. El último gibelino -como ha sido llamado nuestro autor- rechaza de plano todos los subproductos que ha originado la llamada cultura libre, no sólo desgajada de cualquier sentido de Trascendencia sino, aún peor, en muchos casos frontalmente opuesta a ella: materialismo histórico, economicismo, darwinismo, psicoanálisis, existencialismo, neo-realismo,...
Asimismo sostiene que la verdadera realidad de la existencia está subordinada a un algo que va más allá; dejando atrás, por la voluntad de un más, aquello que está vinculado a lo meramente humano.
Y deja claro que estas líneas de superación no hay que tenerlas intelectual y dialécticamente, sino vivencialmente, realizadas en su directo significado a través de una vida interior y en la propia conducta. Y aclara también, por otro lado, que desintoxicados, de cultura libre, podremos conseguir claridad, rectitud y fuerza.
10. Se nos habla aquí de la doble posibilidad que existe de superar a la sociedad burguesa y al espíritu burgués que conlleva:
-Yendo a parar a algo todavía más bajo.- la subhumanidad colectivizada y materializada que propugna el realismo marxista.
-Combatiéndolos para elevarse por encima de ellos.- desdeñando la vida cómoda; siguiendo a los que exigen todo de ellos mismos; amando la unión entre la vida y el riesgo; haciendo nuestra la inexorabilidad de la idea desnuda y de la acción precisa.
11. En este último apartado se niega por igual la legitimidad del Estado laico como la del clerical o clericalista, ligando a este último con una crítica hacia el moralismo católico por su componente de humanitarismo, de iusnaturalismo y de igualitarismo y por su ideal del amor y del perdón, en lugar del de honor y justicia.
Se reprocha al catolicismo que no haya sido capaz de hacer suya una elevación ascética, al estilo del espíritu del mejor Medioevo de los cruzados, sino que, por el contrario, haya descendido a un nivel mediocre y, en el fondo, burgués y mezquino.
Como conclusión, Evola nos advierte de la necesidad de defender la intransigencia absoluta de la idea, en función de la cual se debe estar unidos y nos advierte, igualmente, de que es indispensable afirmar esta idea sobre todo, en la forma del hombre nuevo, del hombre de la resistencia, del hombre recto entre las ruinas.
Eduard Alcántara
Septentrionis Lux

 

Nota: Aparte de algunos análisis y comentarios nuestros, gran parte de este escrito consta de frases textuales de Julius Evola, que no han sido destacadas con otro tipo de letra, sino que únicamentese han destacado algunas reflexiones, ideas o conceptos considerados por nosotros de especial trascendencia.

Introducción a la obra de Julius Evola

 

Julius Evola nace en Roma en 1898 y muere el 11 de junio de 1974. Son setenta y seis años de vida consagrados, tras dura y sacrificada andadura ascendente, a culminar las más altas cimas de elevación y rectitud heroica. Su obra y su trayectoria serán bautizadas por él mismo como El camino del cinabrio, camino que arranca desde un período juvenil, necesariamente incompleto e influenciado por el ambiente cultural del momento, hasta los tiempos de mayor madurez, equilibrio y firmeza doctrinal que lo convertirán en uno de los más cualificados representantes europeos del pensamiento tradicional.
Después de haber participado en la primera guerra mundial sus contactos con los medios artísticos le llevan a escribir Arte Astratta (1920), destacando en el dadaísmo. “El dadaísmo –nos dirá- no quería ser simplemente una nueva tendencia del arte de vanguardia. Defendía sobre todo una visión general de la vida cuyo impulso hacia una liberación absoluta, trastornando todas las categorías lógicas, éticas y estéticas, se manifestaba en formas paradójicas y desconcertantes. Buscaba el autodisolverse del arte en un superior estado de libertad”. O, como señala Tristán Tzara, proclamaba “lo que hay de divino en nosotros por el despertar de la acción antihumana”.
El período que él mismo ha dado en llamar “especulativo” estará fuertemente influenciado por Nietzsche, Michelstaedler y Weininger. Dicho período abarcará cuatro años, de 1923 a 1927, aunque algunos libros escritos en dicha etapa no vieran la luz hasta 1930. De esta época serán las siguientes obras, Saggi sull´idealismo mágico (1925), L´uomo como Potenza (1926), Teoría dell”individuo assoluto (1927), Imperialismo pagano (1928) y Fenomenologia dell´individuo assoluto (1930). Alterna esta labor con la dirección de las revistas Ur y después Krur.
Durante el período del Grupo de Ur, sujeto todavía a influencias idealístico-nietzscheanas en unión con el Tantrismo, comienza a sentir la influencia de una nueva línea de pensamiento. A este respecto, se deben considerar los nombres de René Guénon, Guido de Giorgio, Hermann Wirth y J. J. Bachofen.
La primera reacción de Evola, sujeto aún, como decimos, a ciertas influencias profanas y a un carácter no demasiado intelectual, frente a Guenon, aquel maestro sin igual de nuestro tiempo, fue sobre todo negativa; llegando incluso a escribir en la revista Idealismo realistico una crítica del libro que sobre el Vedanta había escrito Guénon. Sin embargo, eliminadas las primeras desconfianzas, Evola va descubriendo en aquel pensador francés el más alto y firme exponente occidental del saber “no humano”, tradicional, que le fuera de tan valiosa ayuda para iniciar el abandono definitivo del plano de la cultura profana y “para reconocer la futilidad de errores pasados o de bases cualesquiera del pensamiento moderno”. En Guido de Giorgio, pensador poco conocido y cuya obra literaria es más bien escasa, Evola profundizaría en el concepto de la tradición, entendida ésta como norma de vida opuesta radicalmente a los tiempos de decadencia que definen el mundo actual. “Su indiferencia hacia el mundo moderno ha escrito Evola era tal que se había retirado a los montes, sintiéndolos como su propio ambiente natural”. Hermann Wirth delinea el tema de una filosofía de la historia que partía de la idea de la tradición primordial nórdica. Y en J. J. Bachofen descubre los “dos tipos fundamentales de civilización: la una de tipo uránico viril y la otra de tipo telúrico lunar (o femenino)”.
“En la primera como principio supremo del universo existía el elemento celeste y luminoso personificado en la divinidad masculina; en la segunda estaba el principio de la vida y de la fecundidad personificada en la Gran Diosa, en la Gran Madre o análogamente en la divinidad de carácter femenino telúrico, nocturno o lunar”.
Dando lugar a una distinción entre “la civilización de los héroes y la civilización demetérica ginecocrática, entre los cultos olímpicos y solares y los cultos ctonico-lunares, entre el derecho paterno y el matriarcado, entre la ética aristocrática de la diferencia y la promiscuidad panteísta y orgiástica”.
Guiado por esta nueva corriente de pensamiento da vida a una nueva publicación: La Torre (1930), que tendrá en Guido de Giorgio a uno de sus más fieles inspiradores”. Con este nuevo paso Evola abandona definitivamente las tesis extremistas y poco meditadas de Imperialismo pagano que habían influido principalmente en la línea u orientación del Grupo de Ur. ”La Torre”, por el contrario, se referirá ahora al concepto de tradición y a la civilización tradicional. En el editorial del primer número se decía que “la revista quería reunir a los pocos que eran capaces de una rebelión frente a la actual civilización, manifestando la más enérgica y firme protesta contra la omniprevalencia insolente de la tiranía económica y social y contra el naufragio de todo punto de vista superior en aquello más mezquinamente humano “El La Torre se definía como el símbolo “no de un refugio o lugar de una mayor o menor mística, sino de un puesto de resistencia, de combate y de realismo superior “.
En 1931 publica La Tradizione Ermetica, obra fundamental sobre la alquimia y de la que existe traducción española.
En 1932 publica Maschera e volto dello spiritualismo contemporaneo, análisis crítico de las principales corrientes pseudo espirituales de nuestro tiempo. Existen varias versiones en castellano entre ellas la española de Edic. Alternativa.
Pese a lo que pueda creerse, el conjunto de tendencias “espiritualistas” que hoy están muy de moda “no son el síntoma de un resurgimiento sino uno de los fenómenos que atestiguan el desfallecimiento propio de una época crepuscular”. Dado el peligro de materialismo imperante han surgido formas de aparente y vaga espiritualidad que en lugar de aliviar las tensiones humanas las agravan, que lejos de tender a la reunificación y firme fundamento de la personalidad la disocian y empobrecen y que, de cualquier modo, no aciertan a separarse radicalmente de la mentalidad moderna decadente. Así, el teosofismo que pretendiendo ser una vía de salida semi religiosa muy extendida Incorpora elementos claros de la mentalidad moderna como el evolucionismo, el humanitarismo e ideales de la subversión democrática; aparte de las erróneas interpretaciones sobre el karma y la teoría de la reencarnación. O el espiritismo en suma, ignorancia espiritual que toma por “espíritus” de los muertos lo que no son, entre otras cosas, más que energías vitales, residuos anímicos desprendidos al conectar el espíritu con la vida eterna o almas en pena destinadas a perecer por no haber sabido liberarse de lo contingente. O el psicoanálisis, rebeldía de lo “inferior”, de lo cenagoso, en auténtica subversión frente al principio dominador y luminoso del ser. Además de lo apuntado, Evola alude en esta obra a la antroposofía, al neo-misticismo; aborda el problema del catolicismo y un posible fortalecimiento del mismo, así como otros temas corno el satanismo, la “alta magia”, el primitivismo, los obsesos y el superhombre.
Su obra principal data de 1934: Rivolta contro il mondo moderno que es simbólicamente como el centro del que como rayos de una rueda parten el resto de sus obras, particularmente las posteriores.
“A decir verdad, el título no corresponde al contenido porque no se trata de un libro polémico sino más bien de un estudio de morfología de la civilización y de filosofía de la historia. La palabra “rebelión “ es sobre todo una consecuencia del libro más que su contenido propiamente dicho” .De cualquier modo, por su contenido espiritual originario, este libro, como ha señalado J. von Kempski, “supera nuestra época oscura e invita a la reconquista de un mundo y de una civilización de hombres no quebrados”.
A diferencia de Spengler, este libro de Evola afirma no un pluralismo (y menos aún un relativismo) de civilizaciones, sino más bien un dualismo. Así, las civilizaciones, por encima de los tiempos, de las latitudes y de los hombres que les dan vida, pueden dividirse solamente en dos tipos: unas civilizaciones de orden descendente por anti-tradicionales, sustentadas sobre principios disolventes y otras ascendentes o tradicionales asentadas y animadas por los principios inamovibles de orden y rectitud. El libro, pues, delimitará y contrapondrá las categorías de esos dos tipos de civilizaciones, esencialmente dispares en cualquier punto de la existencia a que hagan referencia; al mismo tiempo que expondrá los elementos y razones que motivan el paso de un tipo de civilización a otro. De este modo, el cambio de una civilización de tipo tradicional a otra de tipo anti-tradicional no se produce a causa del progreso y la evolución como se suele afirmar, sino a una auténtica “caída” o involución, ocasionada por un creciente distanciamiento del “mundo supremo”, debido a las destrucciones de las conexiones reales con la trascendencia, por el predominio de lo que es puramente humano y, en fin, por lo que es material y físico Mientras que el paso de una civilización de tipo moderno o anti-tradicional hacia otra superior, tradicional, vendría como elevación de la más firme y auténtica reconquista espiritual y como consecuencia de la desaparición de las barreras del aislamiento individualista con todo lo que de caótico conlleva esencialmente consigo ese aislamiento.
Dedicado a demostrar la presencia en el seno del medioevo europeo una veta de espiritualidad conectada con la tradición primordial, escribe en 1937 Il mistero del Graal e la tradizione ghibellina dell”impero, obra publicada en castellano por Plaza y Janes.
En esencia el Graal simboliza el “centro espiritual, el principio de una fuerza trascendente e inmortal unido a un estado de plenitud primordial presente en el mismo período de la caída, de la involución o decadencia”. Más allá de lo que se pudiera creer el Graal, lejos de cualquier simbolismo contemplativo, es el misterio de una iniciación guerrera, lo que de por sí da a esta leyenda, céltica en los orígenes, un carácter marcadamente occidental: “Es significativo que en todos los textos los custodios del Graal o del lugar en el cual aquél se manifiesta no sean sacerdotes sino caballeros, guerreros, además de que aquel lugar se describa no como un templo o iglesia sino como una corte o castillo”.
El guerrero que tras su lucha simbólica logra abrirse paso hacia el Graal por la vía de las armas opera en sí mismo el don de aquel centro espiritual, siendo por ello “llamado a realizar una tarea de restauración”. Con esto vuelve a reactualizarse vigorosamente el principio tradicional de unidad heroica, donde se unen indisolublemente la rectitud y santidad con la pericia y la victoriosa fortaleza combativa a través del valor: el más valiente, el mejor de entre los ”fuertes”, el victorioso es, a su vez, el más santo y recto de todos los caballeros y viceversa.
En la segunda parte del libro, Evola alude a la influencia que la leyenda del Graal tuvo en diversas corrientes de pensamiento y acción tradicional durante la Edad Media y el Renacimiento y, concretamente, en la concepción gibelina del “Imperio” (que tenía en Dante a una de sus cabezas más significadas) “en relación a su tentativa de realizar, organizar y unificar Occidente bajo el signo de un Imperio sagrado”. Su aportación al tema de la raza data de un período dilatado (1935 1943). Dedicado a un estudio concienzudo llega a superar las corrientes biológicas o materialistas que sobre raciología predominaban en su tiempo, alcanzando una alta concepción espiritual e integral sobre el tema racial. Son sus obras de estos años: Il Mito del Sangue (1937), Sintesi di dottrina della razza (1941) obra tenida en alta estima por Benito Mussolini y convertida en la obra oficial del racismo italiano y, por último Indirizzi per una educazione razziale (1941), básica obra de introducción al tema.
“El racismo escribió Evola como es conocido, había jugado desde el principio una parte de relieve en el nacionalsocialismo, así como entre ciertos estudiosos del tema bajo formas extremistas y primitivas. Mientras de un lado el racismo se asoció al antisemitismo del otro había dado lugar a tendencias paganas, siendo Alfred Rosenberg el principal exponente de tales ideas”. La diferencia, pues, de este racismo con el propugnado por Evola era, como él mismo señalara, notabilísima. Rosenberg en su célebre libro El mito del siglo XX había intentado acercarse a la tradición nórdica de los orígenes procurando una interpretación dinámica a su base racial, a varias civilizaciones y a la misma historia.
“Pero todo lo dicho en modo superficial y aproximativo y sobre todo en un conjunto adaptado a la finalidad política casi exclusivamente alemana. Faltaba, pues, a Rosenberg toda comprensión para la dimensión de la sacralidad y de la trascendencia” dando lugar por otra parte a una primitivísima polémica contra el catolicismo, la cual no se salvaba de más de veinte argumentos de base iluminista y laica.
“En cuanto al racismo alemán de Estado, se presentó como la mezcolanza de una variedad de una ideología nacionalista de fondo pangermanista e ideas de un cientifismo biológico. En orden a este último, no fue del todo injusto Trotsky cuando definió el racismo como un materialismo zoológico”.
Frente a lo anteriormente dicho Evola concibe la raza “en un sentido superior, es decir, como la sustancia humana más profunda y originaria. Es evidente prosigue Evola que el concepto de la raza depende de la imagen que se posea del hombre y que tal imagen es la que define el nivel de cada doctrina de la raza”. Así, como se ha dado a entender anteriormente,”todas las desviaciones acusadas en el racismo derivan en origen de una imagen del hombre de fondo materialista que adolece de cientifismo y de naturalismo. Por el contrario la conclusión básica de mi formulación expone el pensador italiano arranca de la concepción tradicional que reconoce en el hombre un ser compuesto de tres elementos: el cuerpo, el alma y el espíritu. Una teoría de la raza debía por lo dicho considerar todos y cada uno de los tres elementos, por consiguiente distinguir una raza del cuerpo, una raza del alma y una raza del espíritu. La pureza racial aparece cuando las tres razas concuerdan, están en armonía: la una expresándose a través de la otra, aunque hoy esto no se verifica, dada la decadencia imperante, más que en rarísimos casos.”
En correspondencia a las tres componentes se debería por tanto formular un racismo de primero de segundo y, de tercer grado. Y de acuerdo a la Jerarquía existente de derecho entre los componentes del hombre indicar en vía de principio la preeminencia de una raza interior, entendida como “estilo”, como “modo de ser y de definirse ante todo de sí y por sí”, respecto de otra exterior, solamente biológica. Lo que obligaba y obliga aún hoy a “una profunda revisión de todas las miras del racismo cientifista y materialista e incluso del dominio de la genética y de la teoría de la herencia “ De esta forma se respondía al fetichismo de la pureza racial entendida en términos exclusivamente físicos, nada significa que pueda permanecer pura en diversos tipos la raza exterior, cuando, como por ejemplo en el caso de los holandeses y escandinavos, la raza interior está gastada, apagada y descentrada.
Las ideas de Evola expuestas sobre la idea de la raza, además de suponer una importante aportación cultural y una necesaria puntualización anticipada a las presuntuosas e ignorantes declaraciones de la UNESCO sobre el terna, suponen una significativa instancia anti-igualitaria y anti-racionalista que las mismas promueven desde un punto de vista políticosocial.
Ya en 1943 publica un ensayo sobre ascesis budista: La dottrina del risveglio, cuya edición inglesa fue muy apreciada por la Páli Society, conocido e ilustre instituto académico de estudios sobre el budismo de los orígenes. Un libro de tal nivel que, entre los ambientes especializados sobre el tema se consideró al autor como a un budista o como a un especialista del budismo, lo cual, como él mismo dijera, no era exacto.
Respecto a los acontecimientos más señalados de su tiempo no permaneció ajeno. Así, el retorno a los principios heroicos por él propugnado corno una vía de salida ante la descendente trayectoria del mundo moderno pronto le llevaría a observar con simpatía el fenómeno fascista europeo: fervoroso movimiento juvenil y rebelde que aspiraba a encontrar formas superiores de vida más allá de la concepción burguesa o marxista de la existencia. Evola, sin embargo, aunque italiano, nunca llegaría a adherirse personalmente al Partido Nacional Fascista de Italia, manteniendo siempre ciertas reservas. En verdad aquel fenómeno histórico europeo, junto a virtudes positivas y verdades de valor universal más o menos latentes, portaba también elementos subversivos que sólo una cuidada labor discriminatoria podría anular, potenciando lo recto y vertical del mismo. No obstante, para Evola esto habría de ser una labor posterior a realizar después de la guerra, una vez que las águilas hubieran reposado su vuelo victorioso. Pese a los mejores intentos, los de más valor y señorío, la victoria no se alcanzó, pero Evola, de inquebrantable voluntad, inició el trabajo que ni las estrecheces ni las dificultades propias de la derrota pudieron desviar ni romper. A poner en práctica esta idea corresponden sus obras: Orientamenti (1950), once directrices básicas frente a lo confuso y desviado a que puede llegar un excesivo fervor revolucionario de escasa solidez interior; Gli uomine e le rovine (1953) desarrollo del opúsculo anterior y por último Il fascismo con note sul terzo Reich (1970).
Asimismo su fuerte, alta, firme y positiva posición doctrinal le llevaría a lo largo de su vida a un alejamiento crítico de la propia iglesia, leve reflejo hoy de aquella vigorosa institución tradicional que fue durante la Edad Media. El mismo comportamiento de la Iglesia, cada vez más tolerante con la subversión e incorporada al mundo moderno, acentuará, respecto de la postura tradicional mantenida por Evola, aún más ese alejamiento que se verá siempre acompañado por parte de Evola de un deseo esperanzado de rectificación que en vano esperó durante su vida.
Alternando con sus escritos y conferencias llega a conocer y trabar amistad con personalidades de su tiempo como Altheim, Clauss, Von Leers, O. Spann, el príncipe K. A. Rohan, en Bucarest conoce al por entonces menos conocido que hoy Mircea Eliade que por aquellos años treinta formaba parte del ambiente de Codreanu y había ya seguido la actividad del Grupo de Ur, al mismo tiempo que conoce también a Corneliu Codreanu de quien llegó a escribir: “Recuerdo a Corneliu Codreanu, el jefe de la Guardia de Hierro rumana, como una de las figuras más puras, rectas y nobles, más dignas y espiritualmente orientadas que yo había encontrado en los movimientos nacionales de aquel tiempo”. Igualmente sus viajes por Centro Europa le llevan a tomar contacto con el Ordensburg Crössinsee, donde tiene oportunidad de dictar algunas conferencias e identificarse con aquellos jóvenes de las Schutz Staffeln: el intento más serio y auténtico de reconquista aristocrática que haya existido en los últimos siglos de la moderna Europa.
En Viena, en el año 1945, poco antes de la entrada de los aliados, fiel siempre a su lema: “no esquivar, sino buscar los peligros “ (no acudía a los refugios) es víctima de un bombardeo que le ocasiona la parálisis de las extremidades inferiores.
Reiniciada su actividad con Orientamenti en 1950 es arrestado y llevado a juicio como pensador antidemocrático, en parte por haber escrito el opúsculo antes citado, por haber alentado y colaborado con la revista Imperium que llevó a cabo su primera edición y por el hecho de ser considerado el maestro de cierto sector juvenil inconformista con el sistema cultural imperante en el mundo moderno.
Evola, ante esto, sin regatear la altura de sus ideas con vagos intentos defensivos, llega a insinuar e incluso a señalar a la corte que si lo que se quería juzgar era la doctrina del Estado por él expuesta y mantenida debían estar también entre los acusados Platón, Metternich, Bismark, Dante..., es decir, toda una tradición cultural. En relación con este insignificante incidente Evola elabora L´Autodifesa, uno de sus escritos más breves pero al mismo tiempo fundamental para comprender su trayectoria doctrinal.
Las alusiones que Evola, a lo largo de su obra, viene haciendo a diversos aspectos de una concepción de la existencia esencialmente opuesta a la que hoy impera, no podía dejar pasar un problema como el sexo, verdadera obsesión para gran parte de nuestros contemporáneos. De ahí que en 1958 escribiera Metafisica del Sesso, su obra más importante de la segunda postguerra.
Metafísica del Sesso viene a superar, haciendo referencia a los principios tradicionales, las formas más primitivas, degradantes e incluso morbosas que existen sobre el sexo: desde las concepciones meramente antropológicas, biológicas, sociológicas, eugenésicas y psicoanalíticas, hasta aquellas que lo consideran en sus diversas comprensiones ideológicas como algo pecaminoso y demoníaco. El sexo: “la mayor fuerza mágica de la naturaleza” se reconduce, por el contrario, en esta obra a su puro y recto sentido; llevándolo a una reconciliación con el espíritu.
“En esta obra escribe Evola el término metafísica viene usado en un doble sentido. El primero es aquel corriente en filosofía, donde por metafísica se entiende generalmente la indagación de los significados últimos. El segundo es aquel casi literal, que puede referirse al dicho “lo que va más allá de lo físico”en el presente caso en el sexo y en las experiencias del sexo”.
En última instancia, el impulso del eros supone un incitar al despertar de la reintegración y de la reunificación del hombre: “es el esfuerzo de superar el estado del individuo escindido y condicionado y de establecer la unidad absoluta y primordial del ser. A tal suerte, la sustancia primaria del eros es una especial forma de gozo hiperfísico (que no excluye el autocontrol y lo incondicionado) análogo a todos los otros que el mundo antiguo consideró como posibles vías hacia una experiencia suprasensible”. El sexo readquiere por tanto bajo esta visión una trascendencia muy superior a un mero instinto animalesco de reproducción, que, aunque significativo, es una de sus facetas menos importantes. Supone estar en posesión de una potencia creadora de índole interior en su más alta y suprema compulsión espiritual.
Por contrapartida, en el mundo de hoy, en su concepción escindida, profana y desacralizada de la existencia, la persona está sujeta y condenada a una comprensión del sexo limitada, que no ve más allá de la propia avidez, ansia, deseo de simple placer e instinto genesíaco, en suma sexualidad animal. Bajo la concepción moderna, el sexo, lejos de liberar se convierte en una auténtica fuerza destructiva del ser que degrada, envanece, aniquila y esclaviza.
De 1961 es la obra Cavalcare la tigre: orientaciones existenciales para una época de disolución. En este libro, el último verdaderamente de su obra, Evola pretende ayudar a los que habiendo seguido su corriente tradicional se enfrentan al mundo moderno por los caminos hostiles de la acción.
Muchos son los ingenuos que pretendiendo cambiar el signo de la actual civilización se esfuerzan por combatirla para poder transformarla en su propio seno, lo cual es esencialmente imposible. El mal, en sí mismo, no puede transformarse en bien. Para llegar a la rectitud a conectar con formas superiores de existencia debe uno primero desprenderse de los vínculos que tenga contraídos con la realidad, en este caso decadente, que quiere combatir. A toda vinculación con lo superior es preciso que anteceda una auténtica ruptura. Esto ya de por sí es el comienzo de toda auténtica revolución interior.
Evola, sin embargo, no entenderá aquí por ruptura una simple actitud exterior. La ruptura preconizada por Evola es la propia del héroe mítico que va ganando la vida eterna permaneciendo físicamente en los “Infiernos” y luchando frente a las tendencias “infernales”, dispuesto a afrontarlas sin ceder interiormente. A esto es lo que Evola llama simbólicamente “Cabalgar el tigre “.
Cavalcare la tigre es la obra de negación del mundo y de los valores existentes que devuelve a Evola a su punto de origen juvenil, cargado de un impulso profundo de salida aún cuando no siempre consciente hasta el punto cero propio del dadaísmo tal y como él mismo había interpretado y vivido: es el ciclo de la propia obra que se cierra. El libro posterior titulado L”Arco e la clava (1968) no será un nuevo libro propiamente dicho ya que recogerá por temas diversos artículos publicados en varias revistas durante su vida, Asimismo, Il cammino del cinabro que termina en 1972 no es tampoco otro nuevo libro, sino, como él mismo ha dejado escrito, una guía para caminar, entender y comprender sus obras (que a nosotros de tanta utilidad nos ha servido para esta introducción), así como el resumen de una vida consagrada a desligarse de lo contingente e individual para vincularse a lo trascendente.
Dos años después de las últimas líneas de Il cammino del cinabro, en 1974, ya en su lecho de muerte, pide que lo pongan a pie firme en la postura simbólica del guerrero que fue durante toda su vida como sí intuyera su último instante, fiel a su norma de vida: “una única cosa se debe tener presente, mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Así dejaría de existir físicamente el 11 de junio. Días después de este hecho, incondicionales y fieles amigos, tras algunas vicisitudes, incineran a Julius Evola conforme a su voluntad. Posteriormente, recogidas sus cenizas, dos jóvenes montañeros escalan el monte Rosa, en el norte de Italia, y haciendo un hoyo profundo en un glaciar depositan la urna conteniendo las cenizas. Evola, hoy, incorporado al reino de lo “celeste” está presente.
Sus habitaciones del Corso Vittorio Emanuele 197 en Roma, que cuando viejo y enfermo se veían llenas de jóvenes que acudían a hacerle compañía y a escuchar su palabra, son hoy, intactas, el lugar fijo de peregrinación de los que, luchadores en este mundo hacia la conquista “del otro”, quedaron y quedan vivamente impresionados por la obra del héroe, la cual, hoy, desde Italia, se ha extendido a Francia y Canadá, donde actualmente existen centros destinados a velar y difundir su pensamiento. Pronto, quizá, también España e Iberoamérica se incorporen a esta tarea necesaria en estos tiempos sujetos a la agitación y la disolución.
“Si tuviéramos que sintetizar su personalidad, diríamos de él que no es ninguna genialidad, que no es ningún “pensador a lo moderno” “El Lejos de exponer teorías propias, ha sabido hacerse eco de una realidad que va mucho más allá de su contingente y condicionada individualidad”. Lejos de destacar e inventar su propio sistema filosófico al que, como otros, pudiera haberle colocado su nombre, Evola no buscará más que poner de relieve las verdades eternas de esencia metafísica. La línea maestra de su pensamiento y acción vendrá fijada por tanto, por un retorno a esos principios de valor universal.
De las dos grandes vías de aproximación hacia aquella realidad suprahumana: la contemplación y la acción, Evola escogerá la segunda en su versión heroica y guerrera. Evola es, pues, un Kshatriya del siglo XX, un guerrero que entiende el combate más allá del mero sentido profano, en su auténtico contenido tradicional de vía o camino simbólico de elevación y conquista espiritual hacia la reintegración de la personalidad.
El héroe, como ser simbólico, en su lucha física y frente a lo exterior no muestra más que su duro y pesaroso combate interior frente a las propias tendencias oscuras e inferiores, las cuales deben ser dominadas recta y equilibradamente para poder así alcanzar la más auténtica y elevada Patria: la del espíritu. Patria a la que sólo los Señores, esto es, los que portan victoria pueden llegar y frente a la que no pueden prevalecer “declaraciones de derechos”; deseos malsanos por la perversión, la tiranía de lo mediocre y la titánica intelectualidad moderna; o los anhelos sentimentales provistos de alas de cera, que tan solo pueden remontarse hasta los niveles donde los rayos del sol las deshacen provocando la caída de quién no debió alzar el vuelo sin la luz verdadera.
Es así tal y como Evola enseña- cómo el héroe moderno, liberado de cadenas tras su revolución interior, como hombre nuevo, puede iniciar y proseguir la lucha cual brazo armado de la idea en el minoritario ejército heroico del mundo “celeste”, frente al mundo del caos y de tinieblas; como soldado del mundo de la tradición frente al mundo de la anti-tradición sin fronteras.

ISIDRO PALACIOS

NOTAS

 

Nota a la primera edición española

Julius Evola como ha escrito G. del Ninno en la introducción a la tercera edición italiana del presente folleto “extranjero en esta sociedad decadente” tras dos años y medio de su muerte se afianza y crece como uno de los más firmes guías de la juventud inconformista europea. A ella, fundamentalmente, van dirigidas estas Orientaciones que, conectando con la más vigorosa tradición, tienden a reedificar las constantes superiores de un mundo renovado y a posibilitar el surgimiento de hombres cuya norma de conducta, cuyo estilo de vida viril y heroico sea la más clara y firme enseña del mundo futuro que debe abrirse paso por encima de la ruinosa y mediocre vida existencial que depara este mundo del crepúsculo, sujeto y dominado por las fuerzas telúricas y del abismo.

Nota a la presente edición:
Los Títulos que figuran en los capítulos de “Orientaciones” no existen en el texto original. Son obra del Editor para facilitar el estudio de tan fundamental escrito