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Guderian.
General Panzer

Kenneth Macksey

Guderian. General Panzer - Kenneth Macksey

352 páginas
23,5 x 15,5 cm.
Tempus Editorial
España, 2008

Encuadernación en tapa dura, cosido
sobrecubierta color con relieve
Ilustrado, 16 páginas papel ilustracion
 Precio para Argentina: 155 pesos
 Precio internacional: 24 euros

Entre 1939 y 1941, los campos de batalla europeos asistieron al avance, tan veloz como irresistible, de las divisiones panzer alemanas. Polonia primero, y después Holanda, Bélgica, Francia, Yugoslavia o la Unión Soviética, fueron víctimas de la Blikzkrieg, la guerra relámpago. En diciembre de 1941, ante Moscú, los tanques germanos se vieron frenados por primera vez, pero casi todo el continente europeo había caído ya en manos de Hitler.

Uno de los padres de ese incontestable éxito fue el general Heinz Guderian. Él superó los principios obsoletos de la Primera Guerra Mundial, inaugurando una nueva forma de hacer la guerra; la clave pasaría a ser la enorme movilidad de los blindados, libres de su atadura a la infantería, y el apoyo de la aviación, en una combinación que resultaría devastadora.

En esta obra, Kenneth Macksey analiza en profundidad la personalidad de Guderian, en un ensayo tan documentado como ameno, y que se ha convertido en la mejor referencia para aquéllos que desean conocer los detalles de la vida de este renombrado general que revolución el arte de la guerra.

 

 

 

ÍNDICE

Introducción......................................................................... ........ 9

  1. Un tipo peculiar............................................................. ...... 17

  2. Factores de futuro..........................................................        31

  3. Los días más oscuros.....................................................        51

  4. En busca de un salvador.................................................        67

  5. La creación de las Panzertruppe................................... 95

  6. Vindicación en Polonia...................................................      129

  7. Luz verde en Francia..................................................... .... 153

  8. El destino de un héroe.................................................... .... 195

  9. El camino a Lötzen.........................................................      243

  10. El último de la lista......................................................... .... 283

  11. La última batalla............................................................      309

  12. ¿Visionario, técnico, genio o acaso el mejor general de Alemania? .................319

    Bibliografía.......................................................................... .... 331
    Índice onomástico.................................................................     335

 

MAPAS

La campaña de Polonia......................................................... .. 134
Al ataque por Las Árdenas................................................... .. 162
La marcha al canal de la Mancha..........................................    173
La marcha a Suiza................................................................ .. 188
El avance de Smolensk.........................................................    207
Kiev y Tula..........................................................................    228

INTRODUCCIÓN

Tengo el gran placer de presentar la edición revisada de mi libro Guderian, General panzer, cuya primera edición en inglés se publicó en 1975 y que, desde entonces, se ha traducido a varios idiomas en todo el mundo. El avance de la historia es inexorable y, desde 1970, el de la Segunda Guerra Mundial no he tenido apenas precedentes debido a su magnitud y al acceso a nuevas fuentes de información, como determinados archivos oficiales. Huelga decir que dichas revelaciones afectan al relato de la vida del Generaloberst Heinz Wilhelm Guderian, y en mayor medida que a la mayoría de los oficiales del Estado Mayor General.
Últimamente me ha llamado la atención una serie de ex­traordinarias revelaciones acerca de la conexión de Guderian Con algunas personas implicadas en el atentado contra Adolf Hitler. Me refiero a su relación con su gran amigo el General Erich Fellgiebel y sus iniciativas para proteger las vidas ame­nazadas de la familia de este gran hombre en el periodo subsi­guiente al 20 de julio de 1944. Intervenciones que, por algún motivo incomprensible, se reservó para sí mismo, aunque ello perjudicara gravemente su reputación.
Sin embargo, debe advertirse que, sin su influencia, la gue­rra podría haber seguido un curso muy diferente al que tomó, evitando, de este modo, la condena del Estado Mayor General por parte de los jueces del Tribunal Militar Internacional de Nüremberg, en 1946. Si bien éste, como organización, nunca fue juzgado por crímenes de guerra.
«Fue una deshonra para la honorable profesión de las armas.. Sin su orientación militar, las agresivas ambiciones de Hitler y sus compañeros nazis hubieran sido vanas y estéri­les.» Aunque estas manifestaciones de alto contenido moral se referían a una pequeña minoría, la camarilla del Estado Mayor General que había ocupado puestos de gran responsabilidad. Varios comandantes superiores y oficiales del Estado Mayor acabarían siendo juzgados por diversos tribunales europeos, y fueron declarados culpables. Algunos incluso acabarían por ser ejecutados. De todos modos, el más célebre de este grupo, el creador de las Panzertruppe, que, entre todos los elementos de la Wehrmacht, había hecho conquistas viables, económica­mente rápidas y de retirada prolongada, y cuyas armas de gue­rra todos temían, nunca hubo de comparecer ante ningún tri­bunal.
El Generaloberst Heinz Wilhelm Guderian sigue siendo un enigma que aterrorizó a los ejércitos europeos y que supuso una molestia para el círculo disciplinado y conservador de la profesión militar alemana. Por un lado, Guderian rechazaba la conducta anónima que se le pedía a un miembro del Estado Mayor General, por lo que se convertía en un divulgador de ideas radicales y se situaba al frente de un debate furioso que introducía escisiones en la esfera política, además de la militar. Para el mundo entero, Guderian acabaría personificando el prusiano arquetípico e inquebrantable con una fuerte propen­sión a la guerra. En su máximo apogeo, sin embargo, los ale­manes lo consideraban un héroe, venerado, además, por los soldados. Por otro lado, sus poderosos adversarios de la Wehr­macht lo consideraban una amenaza a la santidad de su casa, mientras que para los miembros influyentes de la jerarquía nazi representaba todo lo más repugnante de los oficiales del Ejército, si bien, en ocasiones, Guderian parecía estar más cer­ca de ellos en su forma de pensar que del Estado Mayor Gene­ral. Y de todos ellos, nadie parecía tan confuso acerca de su re­lación con Guderian como el mismo Adolf Hitler.
Las actividades de Guderian se han visto deformadas por prejuicios que tienen su origen en su espíritu inconformista y persuasivo. Inevitablemente, no contaba con el favor de los miembros más ortodoxos, y las víctimas de una lucha feroz y sangrienta dentro de la jerarquía alemana revolucionaria alimentaron los celos. En el periodo subsiguiente a una época de Violencia y odio, ¿de qué modo se podría defender personal­mente y de forma consciente a un general que estuvo entre rejas durante tres años sin ser juzgado?
En las páginas de Recuerdos de un soldado, Guderian describe la historia de la ascensión de las Panzertruppe y presenta los argumentos en defensa de sus actividades en los años si­guientes. Desde su publicación, se ha convertido en un libro de referencia sobre las Panzertruppe y acerca de Guderian, si bien es una obra abierta a la crítica, tal como debería ocurrir con todas las autobiografías. Al margen de algunas omisiones evi­dentes, podemos afirmar que el libro se ajusta a los cánones de la verdad, puesto que los archivos de la familia de Guderian se han preservado bien y así lo confirman. Como descripción equilibrada del hombre que hay detrás, sin embargo, se trata de una obra deficiente. Esto se explica, en parte, por la escasa disponibilidad de archivos oficiales que pudieran refrescar y ampliar los conocimientos de Guderian y, en parte, por la falta de testimonios de otras personas. Hasta cierto punto, Guderian ejerce de su propio enemigo al negar al lector la oportunidad de conocer sus orígenes y de mostrar la verdadera personalidad que se esconde detrás de sus actos. Guderian decidió reducir la historia de sus primeros treinta y cinco años a tan sólo un par de páginas, y con esto dificultaría la comprensión de muchas cosas que habían de pasar. Las razones que lo explican no nos Son del todo ajenas. Al parecer, se trataba de un intento por su parte de mantenerse íntegro; una opción razonable, por otro lado, aunque en ocasiones puede parecer demasiado buena para ser cierta. A pesar de que los documentos familiares constitu­yen una valiosa prueba a su favor, Guderian apenas se esforzó en corroborarlos; al abordar asuntos polémicos, como varias acusaciones contra él o las circunstancias de algunas intrigas, Guderian reaccionaba oblicuamente o con respuestas ambi­guas, muy alejadas de la franqueza que lo caracterizaba. Inclu­so demostró una generosidad casi exagerada hacia sus tortura­dores, algo que decía muy poco a su favor.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que Guderian escribió sus memorias en una peculiar situación de estrés. El material fue recopilado mientras era prisionero de los americanos, quie­nes le interrogaban en busca de pruebas en contra de sí mismo y de sus antiguos camaradas. Sus primeros días en cautividad estuvieron marcados por la inquietud, a veces en las circuns­tancias más humillantes, y siempre por la amenaza de una acu­sación. Incluso cuando los americanos y los británicos lo decla­raron inocente, los polacos quisieron llevarlo a juicio en relación con la batalla de Varsovia en 1944. Más tarde, Gude­rian también se vería implicado en un litigio con Fabián von Schlabrendorff, cuyo libro, Offiziere gegen Hitler, se publicó en 1946, en Suiza, e iba a difundirse por entregas con un pe­riódico de la Alemania del Oeste. Algunos de sus pasajes per­judicaban gravemente a Guderian; no sólo fomentó el odio de aquellos que ya lo detestaban, sino que obligó a Guderian a re­currir a la ley para defenderse. Si bien Schlabrendorff hubo de retractarse públicamente en 1948, el daño ya estaba hecho. La primera edición de Schlabrendorff ya se había difundido, y sus pasajes todavía hoy se citan. A pesar de la aparición de una se­gunda edición en 1951, en la que había desaparecido toda alu­sión a Guderian, y de que en su libro The secret war against Hitler (publicado en 1956, mucho después de la muerte de Gu­derian) apenas aparecía mencionado, Schlabrendorff sigue go­zando de credibilidad. En Recuerdos de un soldado, Guderian negó todo lo que Schlabrendorff había escrito acerca de sus re­laciones con los conspiradores de Hitler, aunque en ningún momento aclaraba la historia de una forma del todo satisfacto­ria, tal como podría hacerlo, con considerable credibilidad.
Los documentos familiares, en particular la corresponden­cia con su esposa, ayudan a clarificar los pasajes ambiguos de Recuerdos de un soldado y facilitan la tarea de resolver algu­nos enigmas. Gracias a ella, se empiezan a discernir los princi­pios de fidelidad básicos que guiaban a este hombre: su huma­nidad y exacerbado patriotismo, además de una profesada franqueza de objetivos, puesto que a veces Guderian se expre­saba con una claridad asombrosamente peligrosa. Las cartas contemporáneas, tan distintas en tantos aspectos a las memo­rias de otros generales alemanes, prestan un servicio a la histo­ria y favorecen una comprensión esencial de las circunstancias y los factores que condicionaron y confundieron a Alemania. Es bueno conocer la existencia de personas con habilidades creativas en momentos de cambios súbitos, así como comprender a los idealistas con visión y poder; hombres que, en días catas­tróficos, quizá comprendieron que, tal como citaba Guderian en 1919, en mitad de una revolución demoledora: «Brille el sol o esté el día sumido en la oscuridad, soy prusiano y prusiano seré». Después añadía: «Todo depende del mantenimiento de nuestro juramento. Alemania se hundiría si todos dijesen: "Yo no, otros pueden hacerlo". Todo aquel que conserve el más mí­nimo sentido del honor debe decir: colaboraré».
Ésta es, de hecho, la historia de un prusiano que en ocasio­nes exhibía una actitud más prusiana que el resto de los prusianos; un hombre que mezcló una visión clara con el honor preciso y la sutil flexibilidad en la ejecución de ideas modernas, antítesis de la rigidez.
En este punto se debe prestar atención a tres fuentes prin­cipales que, desde principios de los setenta, han desencadenado los cambios más considerables en el manuscrito original de su biografía. Son los siguientes, en orden cronológico:

1- La publicación en 1970 del libro Erich Fellgiebel, de K. H. Wildhagen. Hasta la fecha, esta recopilación de ar­tículos y documentos no se ha traducido del alemán y no tengo constancia de que se haya hecho referencia a la misma en lengua inglesa, con la excepción de mi libro Without enigma. El desconocimiento de este libro de Wildhagen, en el que se describen las actividades de Fell­giebel en la Segunda Guerra Mundial, hace que prácti­camente todos los escritos en lengua inglesa que dan parte del atentado bomba para asesinar a Hitler sean fundamentalmente incompletos e incorrectos, como lo era, por ejemplo, en antiguas ediciones de Guderian, Ge­neral panzer, mi propio relato sobre la participación de Guderian en los acontecimientos del 20 de julio y sobre el periodo subsiguiente. Una de mis intenciones con esta edición era corregir los errores e injusticias anterior­mente cometidos.

2- La decisión del Gobierno británico a principios de los años setenta de divulgar el secretísimo descifrado de los códigos enemigos, y la publicación en 1974 del famoso e inexacto libro de F. W. Winterbothany The ultra se­cret, desencadenó en gran medida la revisión de las his­torias de la Segunda Guerra Mundial. Prácticamente de la noche a la mañana, todo libro reputado acerca de es­trategia militar (incluyendo los oficiales) se tornó in­completo y falto de una revisión sistemática. Un proce­so que se vio inevitablemente entorpecido por el ritmo al que se iba desvelando el material de la Inteligencia Ul­tra alemana.

a) Por la lentitud con la que se recopilaron los cinco vo­lúmenes de la obra British Intelligente in the Second World War, más tarde publicada por el HMSO (Her Majesty's Stationery Office).

b) El ritmo contenido con el que se revelaron los millo­nes de documentos de los archivos nacionales britá­nicos (empezando en 1977) y cuyo acceso, forzosa­mente hasta el día de hoy, permanece limitado por medidas de seguridad que niegan el acceso a un nú­mero de áreas consideradas confidenciales. Aunque el hecho de que a partir de mayo de 1940 el GC&CS bri­tánico en Bletchley Park descifrara una cantidad cre­ciente de cifrados y códigos Axis afectaba más bien poco a las tareas operacionales de Guderian previas a julio de 1944, cuando se convirtió en jefe del Estado Mayor. Pero el hecho de que en la edición de 1975 no mencionara ni previera en mi libro el impacto de Ul­tra requiere algún tipo de aclaración hoy día.

3. Por último, está la serie de Basil Liddell Hart, que llegó a su fin en 1988 con la publicación del sensacional libro de John Mearsheimer: Liddell Hart and the weight of history. Un acontecimiento que me permitió añadir en la edición de 1992 de mi Guderian una pequeña intro­ducción para explicar por qué en la edición de 1975 no presté atención al engaño que Liddell Hart promovió en la página veinte de la edición inglesa del admirable Re­cuerdos de un soldado, de Guderian. Me refiero, claro está, a la incorporación de un párrafo engañoso y crucial que no aparecía en el original Erinnerungen eines solda-ten, en el que se declaraba que Hart había sido una fuente de inspiración fundamental en el desarrollo de las Panzertruppe. Resulta casi irrelevante destacar el admi­rable trabajo de Mearsheimer, quien contribuye a apor­tar algunas pruebas definitivas que demostraban la en­gañosa credibilidad de Liddell Hart como historiador y filósofo militar. Lo que aquí importa, en lo que respecta a Guderian, es la medida en que esto llegó, finalmente, a perjudicar su reputación.

Las consecuencias de estas tres nuevas fuentes de informa­ción arriba citadas se indican, cuando es necesario, en el cuerpo del texto.
Me siento enormemente agradecido al Generalmajor Heinz-Günther Guderian por haberme permitido el acceso a los documentos familiares, que aparecen aquí citados por pri­mera vez, y por haber leído mis escritos haciendo honor al es­píritu de su padre, es decir, discutiendo algunos puntos concre­tos con paciencia y buen humor; ha demostrado nobleza a cada nuevo desafío y, como su padre, ha sido absolutamente hones­to cuando la situación lo requería. Cierto día, el antiguo jefe del Estado Mayor Walter Nehring observó que conociendo al hijo se obtiene una buena impresión del padre. Con el paso del tiempo he terminado por conocer a Heinz-Günther Guderian y he encontrado la experiencia de lo más estimulante.
También me gustaría expresar mi más sincero agradeci­miento a los generales alemanes que han colaborado en este li­bro. A Walther Nehring, el decano de los oficiales del equipo de Guderian y un reputado historiador de las Panzerwaffe; a Her-mann Balck, uno de los antiguos y más incondicionales com­batientes camaradas de Guderian, quien no sólo me advirtió de que «para conocer a Guderian antes debes conocer la disciplina prusiana», sino que además escribió un ensayo sobre el tema; a Wilfred Strikfeld y a los generales Charles de Beaulieu y Walter Warlimont, quienes me resolvieron ciertas cuestiones im­portantes. Y, como en ocasiones anteriores, también debo agra­decer la colaboración del doctor Kurt Peballu, del Archivo Militar Austríaco, y de Dermont Bradley. También debo expresar mi agradecimiento al Generalleutnant G. Engel, al Oberst H. W. Frank, al Oberst G. von Bellow, Paul Dierichs y al Major
H. Wolf por sus recuerdos sobre Guderian; a los Generalmajors Kurt von Liebenstein y K. H. von Barsewisch por el uso de sus diarios de guerra; y, muy recientemente, a la señora Susanne Potel y al Generalmajor Graf Berthold von Stauffenberg, por proporcionarme nuevos datos.
Evidentemente, también ha resultado de vital importancia la disponibilidad de buenas traducciones de un gran número de libros y documentos alemanes. En este sentido, me siento muy afortunado de haber contado con la ayuda y el consejo de Helga Ashworth, Reinhold Drepper y de Simón y Úrsula Wi­lliams, quienes han pasado muchas horas desentrañando cartas y documentos.
También debo expresar mi agradecimiento a la familia Gu­derian por permitirme el acceso a sus álbumes, de donde pro­ceden muchas de las fotografías que aparecen en este libro. También quería dar las gracias a Peter Chamberlain y a Brian Davis por haber colaborado en la búsqueda de documentos gráficos.
Gracias también al personal de varios museos y bibliotecas que me ha proporcionado tantos documentos y libros funda­mentales, gracias por su infinita paciencia. Merecen una men­ción especial el Royal Armoured Corps Museum, el Royal Sig­náis Museum, el Museo de la Guerra Imperial, la biblioteca del Ministerio Británico de Defensa y la oficina de los Archivos Nacionales de los EE. UU. Finalmente y, como siempre, debo agradecer a Margaret Dunn su transcripción y crítica; gracias a Michael Haine por la elaboración de los mapas. A mi esposa, gracias por su apoyo y ánimo constantes.

KM 2003

EL AUTOR

Kenneth Macksey (1923-2005) es uno de los autores especializados en historia militar que goza de más prestigio y reconocimiento. Tras su paso por el Ejército británico -sirvió en el Royal Tank Regiment de 1941 a 1967-, publicó una cincuentena de libros, la mayoría centrados en la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos destacan éxitos como Rommel: Battles and Campaigns; Military Errors of World War II; Why the Germans Lose at War, Invasión: The Alternate History of the Germán Invasión of England, July 1940 o The Penguin Encyclopedia of Modern Warfare