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Sionismo y Fascismo

El sionismo en la época de los dictadores

Lenni Brenner


Sionismo y Fascismo - El sionismo en la época de los dictadores - Lenni Brenner

452 páginas
Editorial Canaán
Argentina, 2011

13 x 20,5 cm
Encuadernación rustica.
 Precio para Argentina: 210 pesos
 Precio internacional: 42 euros

 

"El profesor Sacerdoti está convencido de que muchos de los principios fundamentales de la Doctrina Fascista, tales como: la observancia de las leyes del Estado, el respeto a las tradiciones, el principio de autoridad, la exaltación de los valores religiosos, un deseo por la limpieza moral y física de la familia y del individuo, la lucha por un incremento de la producción, y en consecuencia la lucha contra el malthusianismo, son ni más ni menos que principios judíos."
"Werner Senator, un dirigente alemán sionista, dijo una vez que el sionismo, cuyo mundo está circunscrito al nacio­nalismo judío, siempre es capaz de asimilarse a los términos políticos de los países en los que opera. No existe mejor prueba de esta afirmación que la adaptación política de la ZVD a las teorías y políticas del nuevo régimen nazi. Creyendo que las similitudes ideológicas entre ambos movimientos -su desprecio del liberalismo, su común racis­mo de corte «volkista» y, por supuesto, su convicción mutua de que Alemania nunca podría ser la patria de sus judíos- podían inducir a los nazis a apoyarlos, la ZVD solicitó el patrocinio de Adolf Hitler, no una vez sino repe­tidamente, después de 1933."
Lenni Brenner

"Si quieres colonizar una tierra en la que ya hay un pueblo habitando, debes procurar una guarnición militar para esa tierra, o encontrar algún «hombre rico» o benefactor que provea una guarnición de tu parte. De lo contrario, hay que cejar en el empeño, porque sin una fuerza armada que convierta en físicamente imposible cualquier intento de destruir o evitar esta colonización, la colonización es impo­sible, no «difícil» ni «peligrosa», sino ¡IMPOSIBLE! [...] El sionismo es una aventura colonizadora y en consecuencia se mantiene o cae por la cuestión de la fuerza armada."
Vladimir Jabotinsky

 

ÍNDICE

Nota del traductor  7
Luis Bou. Presentando a Lenni Brenner 9
Edward Mortimer. A modo de introducción
Contradicción, colusión y controversia  13
Prefacio         15
Sionismo y antisemitismo antes del Holocausto          19
Blut und Boden (Sangre y Suelo): las raíces del racismo sionista     45
El sionismo alemán y el colapso de la República de Weimar           59
El sionismo y el fascismo italiano 1922-1933      75
5.         El sionismo alemán se ofrece a colaborar con el nazismo      85
6.         El boicot judío antinazi y el acuerdocomercial nazi-sionista 103
Hitler considera el sionismo         137
Palestina: árabes, sionistas, británicos ynazis   155
El Congreso Judío Mundial          175
Revisionismo sionista y fascismo italiano         183
Revisionismo y nazismo   207
Georg Kareski, el Quisling sionista de Hitler anterior a Quisling   223
13.   Eligiendo al pueblo elegido: la doctrina de la «crueldad sionista»     233
14.       La Organización Sionista Mundial (WZO) y el fascismo italiano, 1933-1937         247
15.       Austria y los «amigos gentiles del sionismo»   261
Los partidos judíos de Europa oriental 271
España: los nazis combaten, los sionistas no .. 281
El fracaso del sionismo en combatir al nazismo en las democracias liberales       289
El sionismo y la esfera japonesa de prosperidad compartida en el este asiático  297
Polonia, 1918-1939  303
El sionismo en la Polonia del Holocausto         323
La colusión sionista con el gobierno polaco en el exilio        343
Inmigración ilegal   351
El fracaso del rescate durante la guerra             363
Hungría: el crimen dentro del crimen    399
26.       La Banda Stern         419
Epílogo         427
Apéndice 1. La Banda Stern          431
Bibliografía   435
Siglas             443
Glosario de organizaciones sionistas y judías  447

Nota del Traductor

 

Este es un libro de historia política y abarca un período de tiempo considerable, por lo tanto en él aparecen nume­rosos nombres de partidos y organizaciones, así como las siglas correspondientes a los mismos. Los nombres se indi­can en su traducción castellana y en su grafía original, las siglas se han mantenido en su grafía original, que es como el lector iniciado en el tema está acostumbrado a leerlas. Cualquier duda al respecto puede saldarse recurriendo a los glosarios de organizaciones y siglas que se encuentran al final del libro.

Presentando a Lenni Brenner (1)

 

Lenni Brenner es una figura emblemática de la izquierda estadounidense, y de los avatares de la misma. Fue uno de los iniciadores del Movimiento de Libre Palabra (Free SpeechMovement, FSM) de la Universidad de California, en Berkeley. Sin duda, ese fue el mejor momento del movi­miento estudiantil estadounidense, efímero por cierto. Desde inicios de la década del 60', cuando la sombra del macartismo aún no se había disipado, en el campus de la Universidad se comenzó a discutir y actuar. Había muchos motivos, era el momento más álgido de la Guerra Fría, con la "Crisis de los Misiles" y la amenaza sobre Cuba, y la escalada intervencionista en Vietnam. Lenni Brenner, que entonces usaba el apellido de su padrastro, Glaser, fue uno de los oradores y agitadores más destacados. De esa época data su adhesión al trotskismo, su prédica contes­tataria, su burla hacia quienes decían que la gente se volvía loca si fumaba marihuana.
En 1964 el FSM se hizo sentir en todo el país. En Cali­fornia comenzó la agitación continua contra la guerra en Vietnam. Diariamente había demostraciones que trascen­dían la Universidad, discursos, sentadas, formas de lucha no-violenta. Los administradores de la Universidad, la policía, la derecha de California, no podían tolerar esto: reaccionaron contra el FSM actuando contra su figura más radicalizada. Lenni Brenner fue detenido y condenado, en un proceso vil, a 39 meses de prisión, porque la policía encontró en su bolsillo una colilla de marihuana de no más de media pulgada de largo. La pena podía ser cumplida mediante el sistema de "probación", realizando tareas comunitarias. Pero los administradores de la Universidad enviaron a dos agentes a testificar en la corte, para demos­trar que Lenni Brenner era un sujeto peligroso. El cum­plimiento de la pena fue efectivo, y Brenner pasó 39 meses en la prisión. Todavía hoy hay quienes lamentan haberlo dejado solo en ese momento, no haberlo defendido luchan­do, como correspondía. (2)
Quisieron sacarlo de en medio, en realidad ampliaron sus horizontes: En la propia antesala de la prisión Lenni Brenner conoció a Huey Newton, que después sería el fundador de los "Panteras Negras". Según él mismo recuer­da, la Prisión Estatal de California le sirvió para meditar lo que haría en los diez años siguientes.3 Al salir en libertad Brenner siguió su camino en el movimiento contra la guerra y en lucha por los derechos civiles. Desde antes de eso había trabajado junto a Bayar Rustin, el organizador de la legendaria marcha de Martin Luther King sobre Washing­ton, donde pronunció su discurso "Tengo un Sueño". De esta época data también su compromiso contra el sionismo y la opresión del pueblo palestino.
Luego vino una época de retroceso, los años 80', el período de Reagan y del neoconservadurismo triunfante. En ese tiem­po Lenni Brenner comenzó a luchar por otros medios, este libro es uno de los resultados. También aquí se ubicó en el lugar del conflicto y tomó partido contra la opresión. A alguien con su trayectoria ¿que podía importarle que le dijeran "antisemita" o "judío que se odia a sí mismo"?
Muchos de quienes hoy administran la Universidad de California fueron integrantes del FSM y compañeros de Lenni Brenner. Por cierto, siguieron una ruta distinta, adhiriendo al Partido Demócrata. Pero también reivindican al FSM y a su lucha de los años 60'. No hace mucho, en una reunión conmemorativa del FSM, Brenner les propuso que subsanen la injusticia que la Universidad cometió con él contratándolo para dar clases de historia durante 39 meses.(4) Fundamentó la propuesta de una manera que lo caracteriza: "Les conviene más tenerme dentro meando hacia fuera, que tenerme fuera meando hacia dentro." Por cierto, no obtuvo respuesta, leyendo este libro podremos comprender por qué.

Luis César Bou
julio de 2010

 

NOTAS:

1 Escrito para la edición de la Editorial Canaán.
2. Rossman, Michael, Tbe Betrayal of Lenni Glaser. Counterpunch, 21 de noviembre de 2002.
3. Brenner, Lenni, Doing Time with tbe Perfect Black Panther. Counter­punch, 16 de octubre de 2003.
4 Brenner, Lenni, Lessons for 2004. The 1964 Berkeley Free Speech Move-ment. Counterpunch, 26 de octubre de 2004.

A modo de introducción
Contradicción, colusión y controversia

 

Edward Mortimer*

 

¿Quién dijo ante un auditorio en Berlín, en marzo de 1912, que "cada país puede absorber solamente un número limi­tado de judíos, si no quiere desórdenes en su estómago. Alemania ya tiene demasiados judíos»?"
No, no fue Adolf Hitler, sino Chaim Weizmann, futuro presidente de la Organización Sionista Mundial y futuro primer presidente del Estado de Israel.
¿Y dónde se puede encontrar la siguiente afirmación, acu­ñada originalmente en 1917 pero aún republicada en 1936:

«El judío es una caricatura de un ser humano normal, natu­ral, tanto física como espiritualmente. Como individuo en sociedad se rebela contra todos los arneses de las obliga­ciones sociales, no conoce el orden ni la disciplina».

No se publicó en el semanario nazi Der Stürmer, sino en el órgano oficial de la organización juvenil sionista Has-homer Hatzair.
Como revelan estas declaraciones, el propio sionismo alentó y sacó partido del odio hacia los judíos de la diáspora. Partía de la base de que el antisemitismo era inevitable y, en cierto sentido, justificable mientras los judíos perma­necieran lejos de la tierra de Israel.
Es cierto que sólo un sector extremadamente lunático del sionismo fue tan lejos como para ofrecerse a combatir en la guerra junto a Alemania en 1941, con la esperanza de establecer «el Estado judío histórico sobre una base nacional y totalitaria, y ligado mediante un tratado al Reich alemán».
Por desgracia, este fue el grupo al que eligió unirse el actual primer ministro de Israel.**
Este hecho añade un extra de actualidad a lo que, en cualquier caso, es un estudio altamente controvertido sobre el expediente del sionismo durante el apogeo del fascismo europeo. Su autor es Lenni Brenner, escritor estadouni­dense trotskista, y también judío. El texto es corto, tajante y cuidadosamente documentado. El señor Brenner es capaz de citar numerosos casos de colaboración sionista con regí­menes antisemitas, incluyendo el de Hitler; es igualmente cuidadoso en registrar la oposición a tales políticas dentro del movimiento sionista.
En retrospectiva, estas actividades han sido defendidas como un recurso desagradable pero necesario para salvar vidas judías. Sin embargo, Brenner demuestra que la mayo­ría de las veces tal propósito era secundario. Los dirigentes sionistas querían que judíos jóvenes, capacitados y física­mente aptos emigraran a Palestina. Nunca estuvieron en el frente de lucha contra el fascismo en Europa.
Esta circunstancia no absuelve de ninguna manera a los aliados por su insensible negativa a hacer ningún esfuerzo serio para salvar a los europeos judíos. Como apunta Bren­ner, «Gran Bretaña debe ser condenada por abandonar a su suerte a los judíos de Europa», pero «no son los sionistas quienes deben hacerlo».

 

* The Times (London), 11 de febrero de 1984.
** Se refiere a Yitzhak Shamir, que fue el primer ministro del Estado de Israel desde octubre de 198 3 a setiembre de 1984, y posteriormente entre 1986 y 1992, cuando fue sucedido por Yitzhak Rabin. (N.del E.)

PREFACIO

 

¿Por qué otro libro sobre la segunda guerra mundial, que es probablemente el tema sobre el que más se ha escrito en la historia humana? ¿Por qué otro libro sobre el Holo­causto, que ha sido conmovedoramente descrito por nume­rosos supervivientes y estudiosos? Como asunto general, la época de los dictadores, la guerra mundial y el Holo­causto se han cubierto con extensión; sin embargo, ¿se ha explorado adecuadamente la interacción entre el sionismo, el fascismo y el nazismo? Y si no lo ha sido, ¿por qué razón?
La respuesta es muy simple. Se han tratado diferentes aspectos de manera general, pero no con el enfoque del presente libro, que ofrece una visión de las actividades mundiales del movimiento sionista durante aquella época. Por supuesto, tal vacío historiográfico no es accidental, sino más bien una señal de que muchas cuestiones políti­camente embarazosas se alzan en el camino.
Tratar sobre estos temas conduce a problemas espinosos, y uno de los más difíciles proviene de las emociones pro­vocadas por el Holocausto. ¿Cabe alguna duda de que muchos de los delegados de las Naciones Unidas que en 1947 votaron a favor de la creación de un Estado israelí estaban motivados por el deseo de compensar de alguna forma a los judíos supervivientes del Holocausto? Tanto ellos como otros muchos partidarios del Estado de Israel ligaban a este con poderosos sentimientos humanos hacia las víctimas de los monstruosos crímenes de Hitler. Pero ahí radicaba su error: basaban su apoyo a Israel y al sionismo en lo que Hitler había hecho a los judíos, más que en lo que los sionistas habían hecho por los judíos. Decir que tal asunción es política e intelectualmente incorrecta no denigra los profundos sentimientos generados por el Holocausto.
El sionismo, sin embargo, es una ideología, y sus cró­nicas se deben examinar con el mismo ojo crítico que los lectores deberían aplicara cualquier otra tendencia política. El sionismo no es ahora, ni lo fue nunca, concomitante con el judaísmo o con el pueblo judío. La inmensa mayoría de las víctimas judías de Hitler no eran sionistas. Y no es menos cierto, e invitamos al lector a comprobarlo por sí mismo, que en particular la mayoría de los judíos de Polonia habían repudiado el sionismo en vísperas del Holocausto y aborrecían las políticas de Menahem Begin, que en sep­tiembre de 1939 era uno de los líderes del autoproclamado movimiento «sionista-revisionista» en la capital polaca.* Como judío antisionista, quien esto escribe está ya curado de espanto respecto a la acusación que pretende equiparar antisionismo con antisemitismo y «autoodio judío».
Casi no hace falta añadir que todos los intentos de iden­tificar a judíos con sionistas, y en consecuencia de atacar a los judíos como tales, resultan criminales y se deben rechazar con dureza. No puede haber la menor confusión entre la lucha contra el sionismo y la hostilidad hacia los judíos o el judaísmo. El sionismo prospera en el miedo a que los judíos sufran otro Holocausto. El pueblo palestino agradece profundamente el firme apoyo dado por judíos progresistas, ya sean religiosos, como Ruth Blau, Elmer Berger, Moshe Menuhin o Israel Shahak, o ateos como Felicia Langer, Lea Tsemel y otras personalidades de la izquierda. Ni la nacionalidad ni la teología ni la teoría social pueden, en ningún caso, convertirse en un escollo para aquellos judíos que, en Israel o en cualquier parte, están determinados a caminar junto al pueblo palestino en contra de la injusticia y el racismo. Puede decirse, con certidumbre científica, que sin la inquebrantable unidad de los árabes y judíos progresistas la victoria sobre el sionismo no es meramente difícil, sino imposible.
Amenos que este libro tuviera voluntad de enciclopedia, se hacía imprescindible una cuidadosa selección del material que pudiera definir una imagen cabal y perfilada para el lector. De modo inevitable, los especialistas en los distintos asuntos que se abordan en el libro se quejarán de que no se ha dedicado suficiente atención a sus respectivas materias. Y estarán en lo cierto; se han escrito libros enteros acerca de facetas particulares de los problemas que se tratan más generalmente en estas páginas, e invitamos al lector a que investigue en las fuentes citadas en las notas al pie. Una dificultad adicional surge del hecho de que buena parte del material original está en una variedad de idiomas difícil de abarcar para el lector. Por este motivo, y en la medida de lo posible, se citan fuentes y traducciones inglesas, dando así a los lectores escépticos una genuina oportunidad de verificar el aparato de investigación del que nos hemos servido.
Como el lector decubrirá, las consecuencias de la ide­ología sionista merecen estudio y exposición. Y eso es lo que he intentado aquí. Como antisionista confeso, y ancla­do en las evidencias, mis conclusiones apuntan a que el sionismo es un movimiento completamente equivocado. Pero esas conclusiones son, a fin de cuentas, sólo mías. En cuanto a lo persuasivos que puedan ser los argumentos uti­lizados para arribar a ellas, invitamos a los lectores a que juzguen por sí mismos.

 

* Menahem Begin (1913-1992), antiguo líder de la milicia sionista clan­destina del Irgun, era primer ministro del Estado de Israel (1977-1983) cuando el autor de este libro llevaba a cabo su investigación. [N. del E.]