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Mi camino de Santiago

 

Léon Degrelle

Mi camino de Santiago - Léon Degrelle

100 páginas
medidas: 14,5 x 21 cm.
Ediciones Sieghels
2014
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 160 pesos
 Precio internacional: 12 euros

El Camino Jacobeo es el itinerario andariego en la búsqueda de la mística y la espiritualidad, en el refuerzo de la fe profunda y verdadera, ese hálito de aire puro y fresco que limpia el alma y vigoriza el cuerpo. Es desafío, sacrificio y gozo. Demanda y hallazgo.
León Degrelle, con nobleza y altruismo, lo emprende en solitario en 1951 y nos ha legado un testimonio de sus vivencias de esa aventura interior, que deja magníficamente reflejada en su “Relato de Peregrino”. Sigue fielmente los pasos de los ancestros, de aquellos caballeros andantes de la cristiandad que un día, y durante siglos, intrépidos y soñadores, poetas y romeros, con su bordón y su vieira, se ponían a caminar atraídos por un ideal.
León Degrelle, en esta crónica del Camino de Santiago, nos hace sentirnos sus compañeros de viaje. Sus cartas, que redacta al término de cada etapa, y cuyo remitente es el Jefe del Rex, el abanderado de la Cruz de Borgoña, parecen buscar, en todos nosotros, a sus destinatarios. Fue un diario que guardó en su cofre interior y que, como obra póstuma, a modo de ofrenda y de apertura de emociones, se descubre y se publica para que se llegue a entender mejor a quien la fidelidad fue el orgullo de su existencia.

 

ÍNDICE

 

Sin índice

PRÓLOGO

El Camino Jacobeo es el itinerario andariego en la búsqueda de la mística y la espiritualidad, en el refuerzo de la fe profunda y verdadera, ese hálito de aire puro y fresco que limpia el alma y vigoriza el cuerpo. Es desafío, sacrificio y gozo. Demanda y hallazgo.
León Degrelle, con nobleza y altruismo, lo emprende en solitario en 1951 y nos ha legado un testimonio de sus vivencias de esa aventura interior, que deja magníficamente reflejada en su “Relato de Peregrino”. Sigue fielmente los pasos de los ancestros, de aquellos caballeros andantes de la cristiandad que un día, y durante siglos, intrépidos y soñadores, poetas y romeros, con su bordón y su vieira, se ponían a caminar atraídos por un ideal.
Es una ruta iniciática, griálica, donde las pruebas se suceden, la fatiga arrecia y el arte se funde y sublima en roca viva, elocuente, a veces enigmática e inquietante, siempre misteriosa y alegórica.
Los pasos se orientan hacia occidente, en dirección a los confines de la tierra, hacia el sepulcro de la fe.
Se abandona lo cotidiano para penetrar en lo ignoto, donde montañas y valles, riberas y regazos, páramos y mesetas, colinas y oteros se abren a nuestros soliloquios, en un reencuentro íntimo con nuestra fantasía y nuestra nostalgia, en un anhelo de voluntad y temple.
A lo largo de la ruta, por calzadas y senderos polvorientos y pedregosos, nos vamos encontrando con rancias leyendas y santos camineros, fragancias y emociones, que encarnan la policromía de los sentidos. El trayecto depura y sensibiliza. Silencio y soledad acompañan a las horas nómadas.
Se recorren iglesias y catedrales, fortalezas y claustros, hospederías y pórticos, hospitales y refugios, castillos y panteones reales, del alba al crepúsculo. Son jornadas intensas, donde brotan plegarias de unos labios sedientos y lágrimas de unos ojos emocionados por la belleza de la creación.
Piedad y devoción. Título de nobleza y expiación. Voto y promesa. Tradición milenaria y sempiterna.
León Degrelle, en esta crónica del Camino de Santiago, nos hace sentirnos sus compañeros de viaje. Sus cartas, que redacta al término de cada etapa, y cuyo remitente es el Jefe del Rex, el abanderado de la Cruz de Borgoña, parecen buscar, en todos nosotros, a sus destinatarios. Fue un diario que guardó en su cofre interior y que ahora, como obra póstuma, a modo de ofrenda y de apertura de emociones, se descubre y se publica para que se llegue a entender mejor a quien la fidelidad fue el orgullo de su existencia.
El documento es de una belleza plástica extraordinaria. Su descripción de los acontecimientos y avatares de la gran marcha peregrina por esa vía de las estrellas, inclemente y luminosa, es tan realista que, en clave de prosa poética, se vibra al unísono con sus emociones, hasta verse postrado a los pies, rodilla en tierra, de la venerada reliquia apostólica.
Valió la pena. Buscó y halló. Supo dar sentido a un impulso y llegó , tras las más alambicadas vicisitudes, como un caballero del medievo, a poder gritar, desde el Monte del Gozo hasta el Pórtico de la Gloria, la voz y el sonido de la peregrinación: ¡Ultreya!

JOSE LUIS JEREZ RIESCO
Presidente de la Asociación Cultural
“Amigos de Léon Degrelle”