La Guerra Civil española fue la mayor persecución religiosa de la historia de la Cristiandad en dos mil años de existencia. Este es el significado último del solemne acto celebrado en la Plaza del Vaticano el 11 de marzo de 2002 protagonizado por S.S. el Papa Juan Pablo II al elevar al honor de los altares a 233 mártires de la Guerra Civil del 36, confirmando con ello una realidad indiscutible para el autor: La persecución religiosa transformó la Guerra Civil en una Cruzada Nacional.

Tanto los mártires de la Zona Roja, como los combatientes de la Zona Nacional murieron todos, sin una prevaricación o apostasía, confesando su Fe religiosa y su patriotismo heróico, muriendo al grito de “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!”.