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La operación “Vicario”

El rol de Pío XII ante la historia

Paul Rassinier

La operación “Vicario” - El rol de Pío XII ante la historia - Paul Rassinier

216 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 250 pesos
 Precio internacional: 17 euros

 

 

 

Paul Rassinier, como pacifista, buscador de la verdad y enemigo implacable de la mentira, no puede soportar como los creadores de mitos sobre la segunda guerra mundial se ensañan contra el Papa Pío XII. A pesar de su ateísmo reconocido, toma el papel que muchos católicos no se animaron a tomar y sale a la defensa del Papa con un preciso estudio sobre su papel durante la segunda guerra mundial y su actitud ante el nacionalsocialismo.
Tal como el haber sido prisionero de los nazis en los campos de concentración no le impidió demostrar las falsedades del holocausto, su ateísmo militante no le impidió demostrar la falsedad de la tentativa de El Vicario para presentar a PÍO XII como testigo silencioso e incluso partidario vergonzoso del nazismo. Esto despierta la indignación de RASSINIER, que se entrega a una encuesta minuciosa mediante la cual demuestra la debilidad de los testimonios sobre los que apoya El Vicario, en particular – pieza capital en el corazón del debate – el del S. S. GERSTEIN, desaparecido misteriosamente al fin de la guerra.
Con la ayuda de una documentación sólida, PAUL RASSINIER descubre la iniquidad de una acusación cuyo verdadero objetivo es una operación política: por una inversión de responsabilidades se atribuye a PÍO XII el crimen de haber favorecido al nazismo que había condenado, mientras que en el clan de los acusadores, hay muchos que alabaron a Hitler en su acceso al poder.
Rassinier no pierde oportunidad de hacer una análisis sobre los motivos de la segunda guerra mundial, contrario a la historia oficial, y el papel que despempeñó el Vaticano durante el conflicto.

 

ÍNDICE

Prólogo 7
I.- Variaciones sobre un falso problema 9
I. El Acta de Acusación 9
II. El derecho a componer fábulas. 26
III. Retrato del SS Kurt Gerstein. 29
IV. Los testigos de choque. 37
V. Saül Friedländer y los archivos alemanes. 49
VI. La Defensa 64
II.- El verdadero problema 77
1. Los Papas y la paz 77
II. Cómo Pío XII trató de evitar la guerra 91
III. Cómo Pío XII trató de detener la guerra. 115
IV. Las tentativas diplomáticas del Vaticano. 125
III.- El mecanismo político de la operación 143
I. El Tratado de Versalles, responsable 143
II. Los móviles de los protestantes 149
III. El frente único contra el Papa 171
IV. Por la Paz 176
Post-scriptum 181

Apéndices documentales
I: Lo que se opinaba generalmente de Pío XII hasta Hochhuth 187
I. Le Populaire (3-III-1939): Jaque a Mussolini. 187
II. L’Humanité (3-III-1939): Rápida elección del Cardenal Pacelli, Pío XII. 190
II: Pío XII por sí mismo 193
Carta de Pío XII a Monseñor Preysing, arzobispo de Berlín 193
Las cartas pastorales de los obispos alemanes. 195
Los motivos de la reserva del Papa. 197
La actuación de la Santa Sede en favor de los judíos. 199
La educación nazi 200
III: Los principales argumentos de los defensores de Pío XII 201
IV: El Cardenal Merry del Val y la Primera Guerra Mundial 208
V: El problema de las reparaciones debidas por Alemania 212

PRÓLOGO

La iniquidad del ataque contra Pío XII mediante la representación de la obra teatral “El Vicario” ha motivado que una persona no creyente, como es Paul Rassinier, luchador infatigable por la verdad, salga en defensa del Pontífice que no puede replicar por sí mismo porque pasó ya a otra vida, por cierto hace bien poco. La gravedad de la maniobra es evidente, pues desprestigiando a Pío XII se quiere descalificar todo un período de actuación de la Iglesia y, además, porque, aunque parezca inconcebible, El Vicario tuvo acogida favorable en muchos ambientes, e incluso entre algunos sacerdotes católicos.
Nada parece más indicado para presentar la obra que la reproducción de la siguiente carta, dirigida al autor por el superior del “Opus Cenaculi”:
Roma, 24 de octubre de 1965.
Muy señor mío:
Acabo de terminar la lectura de su libro: El papel de Plo XII ante la Historia... y esa lectura me ha impresionado.
Conoce usted la parábola del Buen Samaritano, del Evangelio según San Lucas. Un hombre baja de Jerusalén a Jericó; cae en manos de unos bandidos, los cuales le roban, le muelen a golpes y le dejan medio muerto... Un sacerdote baja por el mismo camino, ve al desdichado... y pasa de largo. Pasa un levita, que se detiene un instante junto a la víctima... Y continúa su camino. Llega finalmente un samaritano (los cismáticos y ateos de aquella época), el cual, al ver a aquel hombre en aquel estado desesperado se conmueve. Se acerca, venda sus heridas, vierte en ellas aceite y vino, lo sube a su montura, le lleva a una posada y cuida de él...
Ateo y librepensador, es usted a mis ojos el Buen Samaritano. Es usted, y lo será por mucho tiempo, el reproche viviente para todos esos sacerdotes y todos esos levitas que, al igual que Pilato, se lavan las manos delante de esa criminal operación , y con su silencio y su cobardía se hacen cómplices, ante la historia, de los que, no pudiendo matar a Pío XII, quieren matar su memoria.
Pero Pío XII habita en unas alturas inaccesibles. Aquel genio, adornado con la santidad, continuará siendo el Papa más grande de este siglo. Para mí fue un verdadero Padre, y conservo en mi corazón la admiración más absoluta y el amor más filial hacia él.
Caballero, que Dios le bendiga.
Con todo el fervor de mi alma le doy las gracias, en nombre de todos aquellos que, fieles a la incorruptible memoria de Eugenio Pacelli, no poseen la cultura histórica de usted, ni su talento literario, ni tal vez (lo digo ruborizándome), su valentía tan admirable como indomable.
A estos vivos sentimientos de gratitud me atrevo a añadir un deseo, el de encontrarme con usted en el curso de alguna de mis visitas a París, para reiterarle de viva voz mi emocionada gratitud.
Le ruego que acepte la seguridad de mis respetuosos y agradecidos sentimientos.
Firmado: Monseñor Georges Roche
Superior General del “Opus cenaculi”