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Los Protocolos de los Sabios de Sión

El Programa del Gobierno secreto internacional

Introducción de Julius Evola

Los Protocolos de los Sabios de Sión - El Programa del Gobierno secreto internacional - Introducción de Julius Evola

112 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2019
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 250 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los Protocolos de los Sabios de Sión han sido siempre uno de los libros más leídos y discutidos de la historia. La siempre controversial disputa sobre su autenticidad ha ocupado la mayor parte de las discusiones. En esta edición, si bien el texto sigue la traducción original del ruso realizada por Serge Nilus, la introducción de Julius Evola -lo mejor que se ha escrito al respecto- lo posiciona de diferente manera:
Estos protocolos no dejan de ser una descripción del acontecer social que sigue siendo vigente y efectiva en su cometido. Por lo que, cualquiera sea su origen, nos encontramos ante un texto sumamente interesante por su capacidad predictiva. Sería difícil exagerar la importancia de este documento. Como pocos otros, tiene valor de “estimulante espiritual”, relevando horizontes insospechados y llamando la atención sobre fundamentales problemas de la historia occidental, por lo que no puede descuidarse ni aplazarse sin perjudicar gravemente el frente de aquellos que luchan en nombre del espíritu, de la tradición, de la verdadera civilización, dado que describen magistralmente el modus operandi de las verdaderas fuerzas que obran en la historia. El problema por lo tanto no sería el de su autenticidad sino el de su veracidad.
Los Protocolos contienen el plan de una guerra oculta, teniendo por objeto, ante todo, la destrucción completa de todo lo que es tradición, aristocracia, jerarquía, como asimismo todo valor ético, religioso, metafísico. A tal propósito, una organización internacional oculta estaría desarrollando una acción unitaria invisible, a la cual habrían de referirse los principales focos de perversión de la civilización y de las sociedades occidentales; liberalismo, igualitarismo, individualismo, libre pensamiento e iluminismo antirreligioso con todos sus derivados y apéndices que conducen hasta la rebelión de las masas y al mismo comunismo. También se habla de una “ciencia” igualmente creada a los fines de una acción desmoralizadora general, y se hacen significativas referencias a la superstición del “progreso”, al darwinismo, a la sociología marxista e historicista, etcétera. Todas ellas falsas teorías creadas con un fin disolvente.
En tercer lugar, una acción propiamente cultural: dominar los principales centros de enseñanza oficial, controlar la opinión pública mediante el monopolio de la gran prensa y difundir en los países dirigentes una literatura desequilibrada y equívoca, es decir, ocasionar un derrotismo ético, como complemento del derrotismo social, que se acrecentará mediante una ataque contra los valores religiosos y sus representantes, que no ha de llevarse a efecto de frente y abiertamente, sino remontando la crítica, la desconfianza, el descrédito con respecto al clero.
Se indica la “economización” de la vida como uno de los medios destructores más importantes: de aquí la necesidad de contar con una falange de “economistas”, instrumentos conscientes o inconscientes de los jefes en la sombra. Una vez destruidos los valores espirituales, que fueron base de la antigua autoridad, reemplazándolos con cálculos matemáticos y necesidades materiales, debe empujarse a los pueblos hacia una lucha universal en la cual creerán perseguir la satisfacción de sus intereses sin percatarse del enemigo común.
Finalmente, habrá que alimentar las ideas ajenas, y, en lugar de atacarlas, utilizarlas para la realización del plan final, por lo que se reconoce la oportunidad de defender los puntos de vista más diversos, desde el aristocrático o dictatorial hasta el anárquico o socialista, siempre que sus efectos converjan en el sentido del fin único. Asimismo, se considera la necesidad de destruir la vida familiar por su influencia espiritualmente educadora y la necesidad de embrutecer a las masas con deportes y distracciones de todo género, y de fomentar el lado pasional e irracional de las mismas, para quitarles toda facultad de discernimiento. Ésta es la primera fase de la guerra oculta: su objetivo es la creación de un enorme proletariado, es la reducción de los pueblos a un amasijo de seres sin tradición y sin fuerza interior.
Después de esta fase, se proyecta una acción ulterior basada en la potencia del oro. Los jefes ocultos controlaran el oro del mundo y, por su medio, el conjunto de pueblos desarraigados, con sus dirigentes aparentes.
No importa tanto si estas fuerzas sean judías o no, de hecho se debería evitar la estrategia del chivo expiatorio que culpa de todo a los judíos y no deja ver claramente las fuerzas en acción, dado que seguramente gran parte de los judíos no son parte del plan ni sus actores principales, que se verían beneficiados por una ataque a personas que nada tienen que ver. Esto no exculpa sin embargo a cierto espíritu hebreo que se deja traslucir en la ley judía, tanto en el Antiguo Testamento como en sus comentarios, sobre todo el Talmud. Deducir de esta ley todas sus consecuencias lógicas en términos de un plan de acción significa exactamente llegar más o menos a cuanto se encuentra de esencial en los Protocolos. Y es esencial en este punto destacar que mientras el hebraísmo internacional empeñó todas sus fuerzas en demostrar que los Protocolos son falsos, ha evitado siempre y con el mayor cuidado el problema de ver hasta qué punto tal documento, sea falso o verdadero, corresponde al verdadero espíritu hebraico. La esencia de la ley hebraica es la distinción radical entre el hebreo y el no hebreo más o menos en iguales términos que entre elegidos y esclavos; es la promesa de que el reinado universal de Israel, tarde o temprano, llegará, y que todos los pueblos han de yacer bajo el cetro de Judá. Es, finalmente, la santificación del oro y del interés como instrumentos de la potencia del hebreo, al que, por promesa divina, pertenece toda la riqueza de la tierra y que está legitimado para “devorar” todos los pueblos que el Señor Yahvé le dé. Todo esto es literalmente confesado en libros cuya autenticidad no puede ser negada, como el Antiguo Testamento y el Talmud.
Sería un error sin embargo pensar que todo lo que el judaísmo hace sigue los lineamientos de este plan. Para nosotros de todas formas sería irrelevante en tanto que lo que en realidad negamos es el derecho de unos "elegidos" a subyugar a los demás, sea cual sea el origen de estos elegidos.
Nosotros sabemos lo que tenía de grande nuestra antigua Europa imperial, aristocrática y espiritual, y sabemos que esta grandeza ha sido destruida. Hemos estudiado las fuerzas que han llevado a efecto dicha destrucción. Esto basta. Lo que se impone, en cambio, es el retorno integral a la idea espiritual del imperio, es la voluntad precisa, dura, absoluta, de una reconstrucción realmente “tradicional” en todos los dominios, y ante todo en el del espíritu, del cual depende todo el resto. Todo depende de que tales fuerzas lleguen a la plena conciencia de sus cometidos y de los principios que han de seguir inflexiblemente en su acción; de que tengan el valor de un radicalismo primeramente espiritual y rechacen todo compromiso o transacción, toda concesión a las fuerzas que intentan dominar el mundo.

 

ÍNDICE


Prólogo de Julius Evola 7
Los protocolos de Sión33
1º Protocolo33
2º Protocolo40
3º Protocolo42
4º Protocolo48
5º Protocolo49
6º Protocolo53
7º Protocolo55
8º Protocolo56
9º Protocolo57
10º Protocolo61
11º Protocolo67
12º Protocolo69
13º Protocolo75
14º Protocolo77
15º Protocolo78
16º Protocolo87
17º Protocolo90
18º Protocolo92
19º Protocolo95
20º Protocolo95
21º Protocolo104
22º Protocolo106
23º Protocolo108
24º Protocolo109

Introducción al Prólogo de Julius Evola

Algunos verán en los protocolos de los sabios de Sión un hecho verídico y otros, quizás mayoría, verán en ellos una simple acción de propaganda. Mas ello no importa, ya que aquello que ésos protocolos contienen no deja de ser una descripción, una visión de las cosas que, a pesar de que tener un origen anterior al 1905 y de ser una obra que según las investigaciones “independientes” actuales fue elaborada por el servicio secreto de la Rusia zarista, sigue siendo vigente y efectiva en su cometido. Así las cosas, tanto si su autor fue efectivamente Golovinski, aquél que fue propagandista al servicio del zar y “soplón” de pacotilla según Máximo Gorki, o un miembro de la familia Rothschild, aquella que financió y dirigió el Comunismo mientras a la vez controlaba los principales bancos del Capitalismo según los defensores de este documento, nos encontramos ante un texto verdaderamente interesante por su capacidad predictiva.
Su obra, le guste a según quienes o no, ha sido una de las obras mas leídas del siglo XX, su contenido sigue haciéndola actual y por lo tanto comercializable en el siglo XXI y, además, aquello que expone ha sido y sigue siendo no pocas veces objeto de debate entre sociólogos y filósofos de las mas diversas tendencias en los pasillos de las universidades. Y si aquel que creó estos protocolos fuera ruso, y para ser mas exactos monárquico(de hecho en el protocolo 15 esta obra sitúa a la aristocracia rusa y al papado como los mayores enemigos de los conjurados, y por lo tanto, como los adalides frente a su amenaza), si tras éste escrito no hubiera realmente la descripción de los planes de un grupo de ancianos judíos para el dominio del mundo, entonces lo que tendríamos, sin lugar a dudas, es a un ser preocupado, no importa su ideología, que desea hacer comprender una amenaza que veía cernirse sobre Europa para que ésta fuera combatida.
Es algo que quizás venga de antiguo, pero particularmente desde finales del siglo XIX ha habido toda una serie de movimientos, partidos, instituciones o religiones que han convertido a la cuestión judía y su amenaza en un tema recurrente. Monárquicos, conservadores (cristianos o musulmanes), nacionalsocialistas, fascistas e incluso anarquistas, entre otros, han considerado la lucha contra ellos o lo que representan una cuestión vital. Un hecho del todo extraordinario y que no ha sucedido con ningún otro pueblo en cualquier otro lugar del mundo y ante el que la explicación oficial siempre repite una incansable retahíla carente, si la analizamos sólo un instante, de un sentido real y que suele rezar algo así como que “el antisemitismo es un medio, recurrente a lo largo de la historia, que consiste en señalar a un enemigo del pueblo, un cabeza de turco, que permite distraer la atención y poder aplicar medidas políticas de estilo maquiavélico con total impunidad”, retahíla absurda, pues son siempre ellos los judíos y nunca otros pueblos o culturas quienes cumplen con esa función de “cabeza de turco” ¿Por qué será?.
Sería de todos modos equivalente a la maniqueista descripción comunista de la realidad (todo proletario es bueno, todo burgués es malo) centrarse en los judíos como pueblo culpable en sí mismo, por definición, por nacimiento, y no en una serie de colectivos y/o hermandades (judíos o no) que actuaban como unidades independientes a las Naciones en las que habitan, actuando como parásitos de ellas y su engranaje. Son sobretodo ellos y sus intenciones y no únicamente o particularmente los judíos, quienes realmente quedan descritos en esta obra. Esta pieza, a mi entender, procura ante todo advertir a la sociedad de principios del siglo XX que aquellos que hasta entonces habían sido meros parásitos marginales, planeaban convertirse en gobernantes. Es decir, que los poderes de ése tiempo, veían abalanzarse sobre ellos a un nuevo enemigo, supranacional, más peligroso que nunca, que buscaba suplantarles para dejar de vivir como un parásito chupasangres para convertirse en un pastor que gobierna y domina los rebaños y de cuya carne y pieles se alimenta cómodamente.

(continúa...)