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EL ESOTERISMO DE DANTE

 

RENÉ GUÉNON

EL ESOTERISMO DE DANTE - RENÉ GUÉNON

109 paginas
19 x 13 cm.
Editorial Paidos, 2005

Colección Orientalia
Encuadernación rústica,
 Precio para Argentina: 51 pesos
 Precio internacional: 20 euros

En este libro, tan breve como suculento, René Guénon corrige los errores de quienes no habían hecho sino entrever el sentido profundo de la obra de Dante y, a la vez, proporciona una explicación enteramente nueva de múltiples puntos que los exegetas del autor de La divina comedia jamás habían podido resolver de forma satisfactoria.
Sin la pretensión de ser exhaustivo sobre un tema que podría resultar inagotable, Guénon proyecta así una luz inesperada sobre un aspecto de la obra de Dante que es propiamente esotérico e iniciático. Dante fue, sin duda, algo muy distinto al genio literario que tanta admiración despierta, y es evidente que muchas cosas, por no decir muchos tesoros, quedan todavía por descubrir en lo que René Guénon ha llamado con razón «el testamento espiritual de la Edad Media».
René Guénon (1886-1951), personaje clave de la historia del esoterismo contemporáneo, autor que suscita adhesiones inquebrantables y rechazos igualmente vehementes, es autor de obras como Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, Autoridad espiritual y poder temporal, La crisis del mundo moderno, El rey del mundo y La gran tríada, todas ellas también publicadas por Paidós.

 

ÍNDICE

Capítulo 1
Sentido aparente y sentido oculto   9
Capítulo 2
La «Fede Santa»        17
Capítulo 3
Aproximaciones masónicas y herméticas . 25
Capítulo 4
Dante y el Rosacrucismo       43
Capítulo 5
Viajes extraterrenales en diferentes tradiciones      55
Capítulo 6
Los tres mundos         65
Capítulo 7
Los números simbólicos        73
Capítulo 8
Los ciclos cósmicos     87
Capítulo 9
Errores de las interpretaciones sistemáticas     107

Capítulo 1: Sentido aparente y sentido oculto

 

O voi che avete gl'intelletti sani, Mirate la dottrina che s'asconde Sotto il velame delli versi strani!

Con estas palabras Dante indica de forma muy explícita que hay en su obra un sentido oculto, propiamente doctrinal, que se muestra velado por el sentido exterior y aparente; es ese sentido oculto el que debe ser buscado por quie­nes son capaces de discernirlo. En otro lugar, el poeta va más lejos todavía, pues afirma que to­das las escrituras, y no sólo las escrituras sagra­das, pueden comprenderse y deben explicarse principalmente según cuatro sentidos: «Si pos- sono intendere e debbonsi sponere massima- mente per quattro sensi». Es evidente que esos significados diversos no pueden en ningún caso excluirse u oponerse, sino que, por el contrario, deben completarse y armonizarse como las par­tes de un todo, como los elementos constituti­vos de una síntesis única.
Así pues, no hay ninguna duda de que La di­vina comedia en su conjunto puede ser inter­pretada en varios sentidos, habida cuenta que tenemos el testimonio mismo de su autor, sin duda mejor cualificado que nadie para infor­marnos sobre sus intenciones. La dificultad apa­rece cuando se trata de determinar esos signifi­cados diferentes, sobre todo los más elevados o profundos, y ahí es también donde comienzan naturalmente las divergencias entre los comen­tadores. Estos se muestran generalmente de acuerdo en reconocer la existencia de un sentido filosófico, o más bien filosófico-teológico, bajo el sentido literal del relato poético, así como de un sentido político y social; pero, con el sentido literal, no suman más que tres, y Dante nos ad­vierte que debemos buscar cuatro; ¿cuál es, en­tonces, el cuarto? Para nosotros no hay duda de que se trata de un sentido propiamente iniciático, metafísico en su esencia, con el que se rela­cionan múltiples datos que, sin ser todos de or­den puramente metafísico, presentan un carácter igualmente esotérico. Precisamente por su ca­rácter esotérico, el sentido profundo ha escapa­do por completo a la mayor parte de los comen­tadores. Ahora bien, si se ignora o desconoce ese sentido profundo, los otros no podrán ser com­prendidos más que parcialmente, pues constitu­ye su principio y en él se coordina y se unifica su multiplicidad.
Incluso aquellos que han entrevisto ese as­pecto esotérico de la obra de Dante han cometi­do numerosos errores sobre su naturaleza ver­dadera, debido a que, con notable frecuencia, carecían de una comprensión cabal de esas reali­dades y su interpretación estaba afectada por prejuicios de los que no podían liberarse. Es así como Rossetti y Aroux, que fueron de los pri­meros en señalar la existencia de ese esoterismo, creyeron que se podía hablar de la «herejía» de Dante, sin darse cuenta de que eso significa­ba mezclar consideraciones referidas a dominios completamente distintos; en efecto, si bien sa­bían ciertas cosas, había muchas otras que igno­raban y que nosotros vamos a tratar de señalar, aunque en modo alguno pretendemos ofrecer una exposición completa de un tema que parece en verdad inagotable.
Para Aroux, la pregunta se planteaba así: ¿era Dante católico o albigense? Para otros, pa­rece más bien presentarse en estos términos: ¿era cristiano o pagano? Por nuestra parte, pensamos que no es ésa la perspectiva que hay que adoptar, pues el esoterismo verdadero es al­go muy distinto a la religión exterior y, si tiene algunas relaciones con ésta, es sólo en la medida en que encuentra en las formas religiosas un modo de expresión simbólica; poco importa, por otra parte, que esas formas sean las de una u otra religión, pues lo importante es la unidad doctrinal esencial que se oculta tras su diversi­dad aparente. Por eso los iniciados antiguos par­ticipaban indistintamente en todos los cultos externos, según las costumbres establecidas en los países en que se encontraban; así mismo, si Dante utilizó indistintamente, según los casos, un lenguaje tomado, sea del cristianismo, sea de la antigüedad greco-romana, es porque veía esa unidad fundamental, no por efecto de un «sin­cretismo» superficial. La metafísica pura no es ni pagana ni cristiana, sino universal; los miste­rios antiguos no pertenecían al paganismo, sino que se superponían a éste; del mismo modo, existieron en la Edad Media organizaciones de carácter iniciático y no religioso que, sin embar­go, tenían su base en el catolicismo. Nos parece indiscutible que Dante perteneció a alguna de esas organizaciones, pero ésa no es razón para declararlo «hereje»; quienes así piensan se ha­cen una idea falsa o incompleta de la Edad Me­dia; no ven, por decirlo así, más que el exterior, pues, para todo lo demás, nada hay en el mundo moderno que pueda servirles de término de comparación.
Si ése fue el carácter real de todas las organi­zaciones iniciáticas, no hubo más que dos casos en los que se pudo lanzar la acusación de «he­rejía» contra algunas de ellas o contra algunos de sus miembros, y se hizo para ocultar otras acusaciones mucho mejor fundadas, o al menos más verdaderas, pero que no se podían formular abiertamente. El primero de esos dos casos es el de algunos iniciados que pudieron entregarse a divulgaciones inoportunas, con el riesgo de in­fundir confusión en mentes no preparadas para el conocimiento de verdades superiores y de provocar desórdenes desde el punto de vista so­cial; los autores de tales divulgaciones incurrie­ron en el error de confundir los dos órdenes, esotérico y exotérico, confusión que, en suma, justificaba suficientemente la acusación de «he­rejía»; es una situación que se ha presentado en diversas ocasiones en el islam, donde sin em­bargo las escuelas esotéricas no encuentran nor­malmente ninguna hostilidad por parte de las autoridades religiosas y jurídicas que represen­tan al exoterismo. En cuanto al segundo caso, la acusación no pasaba de ser un simple pretexto del poder político para acabar con unos adversa­rios a los que consideraba tanto más temibles cuanto que eran difíciles de atacar por los me­dios ordinarios; en este aspecto, la destrucción de la Orden del Temple es el ejemplo más céle­bre, acontecimiento éste que tiene precisamente una relación directa con el tema de este estudio.


    Inferno, IX, 61-63. [A lo largo de toda la obra, el autor da los versos de La divina comedia en italiano sin traducción francesa. Aquí añadiremos en cada ocasión, entre corchetes, la versión española de Ángel Crespo: « ¡Oh los que de la mente os sentís sanos / mirad bien la doctrina que velada / se encuentra de mi verso en los arcanos» (N. de los t.)].

    Convivio, II, cap. 1.

    Véase Arturo Reghini, «L'Allegoria esoterica di Dante», en Nuevo Patto, septiembre-noviembre de 1921, págs. 541-548.

    Debemos aclarar que preferiríamos otra palabra que no fuera «paganismo», impuesta por un largo uso, pero que fue, en su origen, un término despectivo aplicado a la religión gre­co-romana cuando ésta, en el último grado de su decadencia, se encontró reducida al estado de simple «superstición» popular.

    Aludimos en especial al célebre ejemplo de El-Halláj, ejecutado en Bagdad el año 309 de la hégira (921 de la era cris­tiana), y cuya memoria es venerada por aquellos mismos que consideran que fue justamente condenado por sus divulgacio­nes imprudentes.

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