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GUERRA SUBMARINA

Dos Ideas opuestas en la Kriegsmarine sobre la estrategia de los uboote

SALVADOR BORREGO

GUERRA SUBMARINA - Dos Ideas opuestas en la Kriegsmarine sobre la estrategia de los uboote - SALVADOR BORREGO

165 páginas
Ediciones Borrego
, México
segunda edición
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 68 pesos
 Precio internacional: 16 euros

He leído tanto sobre la Batalla del Atlántico que creí encontrar en este libro una reiteración más, pero he ido de sorpresa en sorpresa.
Numerosos hechos han permanecido ahí, en la superficie, durante 58 años, sin ser claramente detectados.
Esta es una crónica que penetra hasta las profundidades del mar de la historia y saca a la superficie el choque de dos ideas opuestas que determinaron el destino de la mayor batalla naval de todos los tiempos.


Tte. de Navio, Ret. José J. Aparicio

 

 

 

 

 

 

 

ÍNDICE

Introducción                                                                       5

Cap I - El Portentoso Poder de una Idea (1928-1939)
Ha Construido y Destruido Naciones                           11
1935, Pacto Amistoso con la Gran Bretaña                14
Dos Ideas Opuestas; una con más Autoridad            15
Churchill Artilla a los Mercantes                                    23
La Capacidad Militar no es Suficiente                          30
En 4 Meses, 215 Barcos Hundidos                              37

Cap II - Un Simple Error ¿o Algo más? (1940)
Serie de Fallas en los Torpedos                                    39
Investigaciones de Tipo Científico                                44
Desde Tierra les Llega Inesperada Victoria                46
27 Submarinos más Para Doenitz, Pero...                   55

Cap. III.- Raeder Lanza su Ofensiva (1941)
Grandes Navios van al Combate                                  61
Incertidumbre y un Raro Experimento                         66
En una Semana se Perdieron Tres "Ases"                 67
El U-556 Como Pequeño Padrino del Bismarck         74
Una Semana de Grandes Sucesos                             76
De Hecho Terminó la Lucha de Superficie                  86
Roosevelt Acude al Rescate de Stalin                        88
La Agobiante Lucha de los Criptoanalistas                 89
Submarinos Para Otros dos Frentes                            91
La Gran Maniobra de Pearl Harbor                              93

Cap. IV.- EE.UU. en su Segundo mes de guerra (1942)
Los "U-Boot" Pasaron de la Defensa al Ataque        95
Tregua de dos Meses a la Flota Americana                96
Vidas no Vividas                                                     103
Algo Nuevo Ocurría, ¿un Rayo Invisible?         105
Obstáculos Ante el Submarino XXI                  109
Más Submarinos son Dotados del "Metox"     111
¿Cuánto Valen los Náufragos Para W.C.?      112
"El Golpe Viene Aquí", Pero fue por Allá.        114

V       - Casi la Victoria, y luego un Vuelco (1943)
Hitler Vuelve los Ojos a la Marina                      119
La Derrota en la Cara de Churchill                    121
Dramático Vuelco a Partir de Abril                    124
En Italia Surgía un Grave Problema                 126
Científicos de Ambos Bandos, en Competencia         127
Permisos que ya Implican Dramas                   130
Más Submarinos, Pero más Bajas                    133
Segunda Oportunidad a Barcos de Superficie            133

VI      - Esperanza: El Maravilloso Tipo XXI (1944)
Quinta Generación de Submarinistas              137
Antes del Desembarco Lucharon dos Ideas  138
Cien Ejecuciones y Canaris al Ultimo               142
Esperanzas en el Submarino Tipo XXI            143
Mientras, se Lucha con lo que hay                   144
Triste Bitácora del Gran Acorazado Tirpitz      145

VII.- Final con ímpetus del Principio (1945)
Las Pérdidas Deben ser Pasadas por Alto     151
Todos, Todos son Criminales de Guerra         153
En Sumersión Durante 66 Días                        155
La Derrota de 1945 se Inició 17 Años Antes  159
¿Hay una Lucha Final más Allá de lo Visible? 161

INTRODUCCIÓN

Desde siempre la guerra ha acompañado al hombre en cada paso de la historia. Cientos de millones de vidas se han extinguido en medio de inmensos torbellinos de dolor.
La humanidad ha logrado extraordinarios avances científicos, pero no ha progresado ni una miera en el anhelo de consolidar la paz. ¿Podrá ser que la guerra escape totalmente al dominio del intelecto y se origine en inaccesibles regiones metafísicas?
Por otra parte, la crueldad de la guerra no ha variado. Las contiendas que se libraban con lanzas y flechas eran tan crueles como las que utilizan cañones, ametralladoras, tanques, aviones y submarinos.
Si fuera posible medirla, se vería que la agonía de un soldado con los pulmones atravesados por una lanza, hace 700 años, era tan dolorosa como la de otro que siglos después agonizaba con balas en los intestinos. La de un piloto, que herido se precipita con su avión ardiendo, no es menos angustiosa que la de marinos aplastados en un sumergible.
En cualquier Arma, desde el submarino hasta el avión, los riesgos y las ventajas son más o menos equivalentes. Sólo van oscilando según el desarrollo de los diferentes medios defensivos.
Según la historia narrada por Wolfang Frank, el proyecto de un submarino fue obra de James Fulton, inventor del buque de vapor. El primer submarino, llamado Nautilus, fue movido por una hélice operada a mano. Su tripulación la formaban cuatro hombres.
Sesenta años después, durante la guerra de secesión de Estados Unidos, los sureños usaron una réplica del Nautilus, llamada Hundley, que atacó a una corbeta, pero el remolino provocado por el hundimiento de la corbeta hundió también al submarino. ¡Incostea-ble empate!
Otro inventor, Jhon P. Holland, botó en 1898 el Holland 9, que luego fue adoptado por la Marina de Estados Unidos. Esta nave podía sumergirse, emerger y navegar bajo la superficie, aunque lentamente. Era su mayor debilidad.
En 1904 Von Tirpitz, Ministro de la Marina Alemana, encargó la construcción del U-1, de 237 toneladas de desplazamiento y 42 metros de longitud. Su velocidad en superficie era de 20 kilómetros por hora y de 16 en sumersión. Su recorrido máximo, 2,500 kilómetros.
En 1912 se dotó al U-1 de dos motores diessel, que sólo trabajaban en superficie para recargar las pilas del motor eléctrico, el cual operaba en sumersión.

EL SUBMARINO VA A LA GUERRA

En 1914 estalló la Primera Guerra  Mundial. Alemania tenía 42 submarinos. Descontando los que se hallaban en su base reabasteciéndose y los que salían o regresaban del frente, sólo 16 se hallaban en la zona de combate.
El Derecho Internacional establecía que la Armada de un país en guerra sólo podía hundir lícitamente a un mercante adversario después de darle aviso y de poner a salvo a sus tripulantes. Aunque los expertos decían que tal cosa no podía regir para los submarinos, pues dada su fragilidad era casi suicida el
"previo aviso". Alemania se sujetó a esta práctica los dos primeros años de guerra.
Lo hizo así en atención a la masiva propaganda aliada que presentaba el submarino como un arma de villanos, piratas y cobardes; como un arma que sólo tenía ventajas y no desventajas. Puede decirse que esa eficaz propaganda mantuvo durante dos años frenadas las capacidades bélicas de los submarinos alemanes.
En 1917 -coincidiendo con la entrada de Estados Unidos a la guerra- el Alto Mando alemán prescindió del "previo aviso" y dejó a sus submarinos a la "caza libre", sobre todo después que el Almirantazgo británico, encabezado por Winston Churchill, echó por la borda las "normas del crucero" -que regulaban la trayectoria marítima y hacían humanitaria la contienda en el mar- y ordenó a sus buques matar a tripulaciones de submarino rendidas. Por lo demás, desde el inicio de la lucha Churchill dispuso el artillamiento de buques de pasajeros para convertirlos en cruceros auxiliares de la Armada Real. Tal fue el caso del "Lusitania".
El almirante Sims, jefe de las fuerzas navales norteamericanas, declaró en 1923: "Si los alemanes hubieran empezado los hundimientos sin previo aviso en 1915, en vez de 1917, habrían ganado la guerra."
Por su parte, Von Tirpitz, jefe de la Marina alemana, comentó: "Habrá que darles la razón a los ingleses cuando dicen que habrían perdido la guerra en 1916 si nosotros hubiéramos tenido el valor para ganarla eliminando el "previo aviso".
El general Ludendorff, jefe del Estado Mayor alemán, hizo un estudio sobre el particular, después de la guerra, y llegó a la misma conclusión de los almirantes Sims y Von Tirpitz.
¿Era, realmente, el submarino una arma de villanos que llevaban todas la ventajas sobre sus contrincantes? ¿La propaganda británica tenía la razón?
Vistas las cosas fríamente, el submarino era una nueva arma que requería tanto valor como el de los tripulantes de barcos de superficie. Al nivel del mar eran tan vulnerables como una piragua. En sumersión era tan lento -16 kilómetros por hora- que cualquier Destructor (con 30 kilómetros por hora) podía darle alcance y lanzarle cargas explosivas de profundidad.
Abrirle un boquete era mortal, pues la presión del agua se precipitaba al interior de la nave en forma incontenible. En superficie, el Destructor tenía otro recurso: embestir y partir con su quilla al sumergible, sin correr peligro.
Lo que la tripulación de un submarino sumergido padecía al escuchar el estallido de las cargas de profundidad, no era menor que la incertidumbre de los tripulantes de un barco enemigo cuando avistaba la estela de un periscopio. Y cuando el submarino averiado no podía emerger, y su tripulación luchaba inútilmente por reparar el daño, su lenta agonía era una tragedia inenarrable. A veces acudía otro submarino a tratar de auxiliarlo, pero a 80 metros bajo la superficie, casi no había nada que hacer. Sus compañeros, arriba, esperaban horas escuchando ruidos de la nave accidentada, con la esperanza de ver flotar tripulantes, pero no aparecía nada, ni una burbuja, ni un signo de vida. "Es la impiedad de la guerra", decían, y continuaban adelante.
En travesía, los apeñuscados 48 tripulantes de un sumergible, durante dos meses, tenían muchas más penalidades que las padecidas por los marinos de la superficie.
Sin embargo, la propaganda durante la Primera Guerra Mundial satanizó particularmente a los submarinos como piratas villanos que combatían con todas las ventajas a su favor. Nada parecido aconteció respecto a la nueva arma aérea que también hizo su aparición en 1914, pese a que también gozaba de ciertas ventajas respecto a las tropas de tierra.
Inglaterra condenaba particularmente al submarino porque era el Arma con la que se le contestaba el bloqueo que ella le había impuesto a Alemania para vencerla por hambre. El avión, en cambio, aún no se desarrollaba lo suficiente para participar en ese mutuo duelo.
Los submarinos llegaron a poner a Inglaterra al borde de la derrota. Le hundieron barcos con desplazamiento total de 12 millones 850,000 toneladas. El comandante Lothar Von Arnauld de la Periere (con el U-35 y el U-139) hundió casi 100 barcos, con un total de 454,000 toneladas. Otros "ases" fueron:

Walther Fortsmann                      380,000 toneladas
Max Valentiner                              300,000 toneladas
Otto Steinbrinck                           290,000 toneladas
Hans Rose                                    214,000 toneladas

A finales de la Guerra la Marina británica empezó a desarrollar muy efectivos recursos defensivos. Al terminar el conflicto, sus expertos consideraron que el arma submarina ya había quedado superada. (1918)