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Introducción a las doctrinas esotéricas del Islam

 

Titus Burckhardt

Introducción a las doctrinas esotéricas del Islam - Titus Burckhardt

184 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2017
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 200 pesos
 Precio internacional: 15 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El presente trabajo es una introducción al estudio de la doctrina sufí desde la óptica de aquellos que buscan comprender las verdades permanentes y universales de las que cada doctrina sagrada es un modo de expresión.
El Sufismo (al-Tasawwuf), el aspecto esotérico o «interior» (bâtin) del Islam, se distingue del Islam exotérico o «exterior» (zâhir) del mismo modo que la contemplación directa de las realidades espirituales —o divinas— se diferencia de la observancia de las leyes que las reflejan en el orden individual. Mientras que la vía habitual de los creyentes pretende la obtención de un estado beatífico después de la muerte, el Sufismo tiene su fin en sí mismo, en el sentido de que puede dar acceso al conocimiento inmediato de lo eterno. Este conocimiento, al ser uno con su objeto, libera del encadenamiento inevitable de las existencias individuales.
El estado espiritual de baqâ’, al que aspiran los contemplativos sufíes y cuyo nombre significa la «subsistencia» pura fuera de cualquier forma, es igual que el estado de moksha o la «liberación» del que hablan las doctrinas hindúes, lo mismo que la «extinción» (al-fanâ’) de la individualidad, que precede a la «subsistencia», es análoga al nirvana como acción negativa.
Hay doctrinas que no se comprenden sino «desde el interior», gracias a un trabajo de asimilación o de penetración cuyas modalidades, por ser esencialmente intelectuales, van más allá del pensamiento discursivo, que incluso se convierte en obstáculo. Por esta razón, casi todos los eruditos europeos que han estudiado el sufismo se confunden respecto a su verdadera posición: el hombre de cultura moderna no está ya acostumbrado a pensar en forma simbólica y, en consecuencia, las investigaciones modernas no pueden distinguir lo que, en dos expresiones tradicionales análogas, se corresponde con la forma exterior y lo que constituye su elemento esencial.
En el presente estudio se intenta exponer la perspectiva intelectual del Sufismo y con este propósito se adopta su modo propio de expresarse, proporcionando, en lo posible, las precisiones necesarias para el lector europeo. Al mismo tiempo se indican las analogías entre algunas nociones sufíes y las de otras doctrinas tradicionales. Principalmente se trata de metafísica, que es la base de todo; a grandes rasgos se ocupa del método, mencionando de pasada la cosmología.
Titus Burckhardt fue uno de los miembros más destacados de la escuela "Tradicional" y un gran especialista en el Islam, lo que lo convierte, dado su conocimiento de primera mano y autovivenciado, en una de las fuentes más autorizadas para acercarnos a sus doctrinas más profundas. Esta pequeña obra maestra destila la esencia del sufismo, presentando sus doctrinas centras y métodos en forma intelegible también para el mundo occidental.

 

ÍNDICE

Prólogo7
Primera Parte: La naturaleza del Sufismo
I.- La naturaleza del sufismo al-Tasawwuf15
II.- Sufismo y misticismo23
III.- Sufismo y panteísmo33
IV.- Conocimiento y amor39
V.- Las ramas de la doctrina45
VI.- La exégesis sufí del Corán53

Segunda Parte: Fundamentos Doctrinales
VII.- Los aspectos de la unidad69
VIII.- La creación77
IX.- Los arquetipos83
X.- La «renovación de la creación en cada instante»87
XI.- El espíritu95
XII.- El hombre universal101
XIII.- La unión, según Muhyî-l-Dîn Ibn ‘Arabî107

Tercera Parte: La Realización Espiritual
XIV.- Tres aspectos de la vía: la doctrina, la virtud y la alquimia espiritual113
XV.- Las facultades intelectuales125
XVI.- El rito133
XVII.- La meditación141
XVIII.- La contemplación, según Muhyî-l-Dîn ‘Ibn ‘Arabî145

Índice de nombres153
Glosario de términos y nombres árabes citados en el texto155

Prólogo

 

El presente trabajo es una introducción al estudio de la doctrina sufí. Antes que nada, es importante definir el criterio con el que vamos a abordar este tema: no va a ser el de la erudición pura y simple, cualquiera que pueda ser el interés científico de los resúmenes doctrinales que figuran en este estudio. Sobre todo, nos proponemos contribuir a los esfuerzos de aquellos que, en el mundo moderno, buscan comprender las verdades permanentes y universales de las que cada doctrina sagrada es un modo de expresión.
Precisemos de entrada que la ciencia académica no es más que una ayuda completamente secundaria y muy indirecta para asimilar el contenido intelectual de las doctrinas orientales y, por lo demás, ése no es el fin de un método científico, que por necesidad aborda las cosas desde el exterior, sólo en su aspecto histórico y contingente. Hay doctrinas que no se comprenden sino «desde el interior», gracias a un trabajo de asimilación o de penetración cuyas modalidades, por ser esencialmente intelectuales, van más allá del pensamiento discursivo, que incluso se convierte en obstáculo en la medida en que está impregnado de convenciones mentales, para no hablar de los prejuicios agnósticos y evolucionistas que determinan el espíritu de la mayoría de los occidentales. Por esta razón, casi todos los eruditos europeos que han estudiado el sufismo se confunden respecto a su verdadera posición: el hombre de cultura moderna no está ya acostumbrado a pensar en forma simbólica y, en consecuencia, las investigaciones modernas no pueden distinguir lo que, en dos expresiones tradicionales análogas, se corresponde con la forma exterior y lo que constituye su elemento esencial. Por ese mismo motivo, los eruditos se inclinan a ver imitaciones de una forma tradicional por parte de otra, cuando no hay sino una coincidencia de pareceres espirituales y divergencias fundamentales allí donde no interviene más que una diferencia de perspectivas o modalidades de expresión. Es inevitable que semejantes confusiones se produzcan, ya que la formación universitaria y el saber libresco autorizan, en Occidente, a ocuparse de cuestiones que en Oriente permanecen, de modo natural, reservadas a los que están dotados de intuición espiritual y se consagran al estudio de estos temas en virtud de una afinidad real y bajo la dirección de los herederos de una tradición que sigue viva.
Intentaremos exponer, en nuestro estudio, la perspectiva intelectual del Sufismo y con este propósito adoptaremos su modo propio de expresarse proporcionando, en lo posible, las precisiones necesarias para el lector europeo. Al mismo tiempo indicaremos las analogías entre algunas nociones sufíes y las de otras doctrinas tradicionales. Al hacer esto, no contradecimos el punto de vista inherente al Sufismo, que siempre ha reconocido el principio de que la Revelación divina, transmitida por los grandes mediadores, reviste formas diversas que responden a las aptitudes de las colectividades humanas destinadas a recibirla. Sabemos que las comparaciones entre los diferentes simbolismos tradicionales corren el riesgo de ser mal comprendidas; por ello, los maestros sufíes se han limitado, la mayoría de las veces, a no indicar más que el principio de la universalidad tradicional, sin hacer ver todas las consecuencias en relación con otras religiones diferentes a la suya, respetando de este modo la fe de los sencillos, pues si la fe religiosa es virtualmente un conocimiento —de lo contrario no sería más que una opinión—, su luz está, sin embargo, completamente disimulada dentro de la esfera emotiva, unida a una determinada interpretación de la Verdad trascendente, que tiende por esto a negar todo lo que se refiere a otro modo inspirado de expresión. No obstante, la prudencia respecto a la fe de una colectividad no se impone sino en tanto la civilización sagrada, que protege esta colectividad, representa un mundo casi impenetrable. Esta situación puede cambiar en el momento de un encuentro inevitable entre dos civilizaciones sagradas diferentes como, por ejemplo, el del Islam con el Hinduísmo bajo los emperadores Mongoles y cambia a fortiori cuando los límites de las grandes civilizaciones tradicionales se desmoronan.
En el caos en que vivimos algunas comparaciones se imponen, al menos para los que son sensibles a las formas espirituales y hoy ya no es posible dejar de lado silenciándolos los problemas que se derivan de ello.
Es importante comprender, ante todo, que el reconocimiento, por parte de los esoteristas, de la unidad esencial de todas las formas tradicionales, no les conduce ni a confundir sus límites ni a desconocer la necesidad, en su orden, de una u otra ley sagrada, sino todo lo contrario. La diversidad de las formas tradicionales no sólo refleja la insuficiencia de cualquier expresión formal frente a la Verdad total, sino que indica también, de modo indirecto, la originalidad espiritual de cada forma, lo que cada una de ellas contiene de inimitable, en lo que se confirma la unicidad de su principio común: el cubo de una rueda, que une sus radios, es al mismo tiempo lo que fija las direcciones divergentes.
Esta introducción a la doctrina del Sufismo es necesariamente incompleta. Principalmente se trata de metafísica, que es la base de todo; a grandes rasgos nos ocupamos del método y mencionamos de pasada la cosmología.
En relación con algunos aspectos de la doctrina que vamos a resumir, nos referiremos, en particular, a la obra del «Mayor Maestro» Muhyi-l-Din Ibn ‘Arabî cuyo papel en el Sufismo es comparable con el de Shrî Shankarâchârya en el Vedantismo.
En comparación con la primera versión de este estudio, publicada en 1953, el presente texto ha sido completado en muchos aspectos; hemos añadido, particularmente, algunas consideraciones sobre la realización espiritual.
En cuanto al Sufismo es una tradición —la transmisión de una Sabiduría de origen divino— es, a la vez, perpetuación en el tiempo y renovación incesante en el contacto con su fuente intemporal. Cada doctrina tradicional es, por definición, inmutable en su esencia, pero su formulación puede renovarse dentro del marco del «estilo conceptual» —por consiguiente, sobre la base de las constantes de la tradición— dado en función de los diversos modos posibles de la intuición y según las circunstancias humanas.