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La Revolución Nacionalsocialista

 

Vicente Gay y Forner

La Revolución Nacionalsocialista - Vicente Gay y Forner

316 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2018
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 500 pesos
 Precio internacional: 17 euros

Vicente Gay y Forner, Catedrático de la Universidad de Valladolid durante la decada del treinta, intentando expresarse como un observador neutral del Tercer Reich, expone detalladamente la política nacionalsocialista, en sus aspectos históricos, políticos, económicos, sociales y jurídicos.
Cargado con conceptos de propaganda antialemana, realiza estudios en Alemania y comprueba por propia experiancia cada una de las áreas de su política, pudiendo hacer un contraste entre la vida de preguerra, que también conoció, y la que le toca vivir durante el nacionalsocialismo. Estudioso de la copiosa literatura que se publica en el Tercer Reich puede brindarnos tanto una visión de un extranjero observador como los análisis de un experto en materias políticas.
Convencido por sus estudios en el terreno, nos enseña por qué se puede hablar de una auténtica y exitosa Revolución nacionalsocialista, elogiando los logros del regimen.

 

 

 

 

 

 

ÍNDICE

Prólogo, por onda corta19
Camino del gran campo de experiencia Nacionalsocialista27
I.- Hacia la nueva Europa29
1. La visión objetiva de Europa, sin romanticismos espectrales.29
2. La tierra de España.30
3. Más allá de los Pirineos. Tierra de Francia. El alma del paisaje.30
4. El París no espectacular. Pensando en el Este y en el Canal. La reforma del Estado.32

Parte Primera. En el ambiente alemán
Sección preliminar.- Supervivencias y negaciones.- Catolicismo.- Antisemitismo.- Antipartidismo.
II.- Mi primera misa en berlín37
1. Las campanas.37
2. Los templos nuevos.37
3. Cristo con todos. La catolicidad.38
4. Por la sugestión, al ideal.40
III.- El judío errante41
1. Xenofobia de raza41
2. ¿Es la Palestina la Patria de los judíos?42
3. La política que hacían los judíos.43
4. La unificación alemana.43
5. El antisemitismo en Inglaterra. La reforma del judaísmo.44
IV.- El estado sin partidos47
1. El Estado, anterior a los partidos. Los partidos que desaparecen.47
2. Por qué el nuevo Estado no necesita partidos.48
3. Radicalismo del nacionalsocialismo.50
4. Significación del antipartidismo.51

Sección primera. Partidos que desaparecen
V. Antiinternacionalismo.- VI. Soberanía no mediatizada.- VII. Revolucionarismo legal. La cuestión romana.- VIII. El Concordato.
V.- La derrota del marxismo55
1. La vida intensa.55
2. Hay que recordar. Conspiradores contra la Patria.56
3. Unificación espiritual.57
VI.- La última reliquia del partidismo político59
1. Disolución del Centro católico. Significación estrictamente política.59
2. Lo que era el Su gobierno.60
3. Hitler hace recordar a Maura y Joaquín Costa61
VII.- La revolución desde arriba65
1. El Gobierno nacionalsocialista bate el record, de la legiferación. Un Consejo histórico. Treinta leyes importantes.65
2. Repercusión social de las nuevas leyes.67
3. El Consejo General de Economía.67
4. “La revolución, ha terminado.” La educación como substitutivo.69
5. Leyes constructivas.69
VIII .- Dios y el César71
1. El nuevo Estado y la Iglesia.71
2. Política antiliberal de los liberales.72
3. Política fascista.72
4. Significación nacional alemana del Concordato.73

Sección segunda. Los “Nazis”
IX. Simbolismos.- X. Tradiciones.- XI. Defensa estatal.
IX.- El simbolismo político77
1. Uniformes y distintivos de partido. El uniforme nazi.77
2. A lo que compromete el uniforme. Hace imposibles los emboscados.78
3. La verdad en la frente.79
4. Magnetismo de los símbolos.80
5. El honor del uniforme.81
6. Los que no dan la cara odian el uniforme.81
X .- La casa Parda83
1. El valor de la tradición. La base de la cultura.83
2. Un público internacional en peregrinación.84
3. Las reliquias.84
4. Las narraciones.85
5. La moral del sacrificio.86
6. Todos fascistas.87
XI .- Los presos políticos89
1. Las noticias tendenciosas. Al campamento de Dachau.89
2. El campo de concentración.90
3. El campo de concentración. Vida de los presos.90
4. La idea del reformatorio.92

Sección tercera. Psicología y experiencias sociales
XII. Psicología de las masas.- XIII. La penetración espiritual.- XIV. Inteligencia de la utopía.
XII.- Alma popular misteriosa97
1. El problema de la cooperación del pueblo. La visión del tiempo en las masas; la paciencia y la voluntad.97
2. Las oscilaciones en la psicología popular.98
3. El falso supuesto psicológico de la democracia. Resistencia a lo bueno.99
4. La impaciencia, propiedad de la psicología colectiva.100
5. La emoción en Alemania.100
6. La captación del pueblo no siempre se hace con la verdad. La ley eterna: “Ganarás el pan...”101
XIII.- Pegaso y Clavileño103
1. Técnica de conducción.103
2. La fábula de Pegaso. Cuándo pudo volar.104
3. Saber adivinar y conducirse.104
4. Las cadenas rotas. La ilusión.105
5. Clavileño. La burla de duques y villanos.107
XIV.- Realización de la utopía109
1. La utopía no es la quimera. La vida, encadenamiento de utopías.109
2. Desde la utopía de Platón.110
3. El campamento de refrendarios de Jüterborg.110
4. La preparación, sin libros.111
5. El recuerdo de los grandes utopistas.113

Sección cuarta. Idealismo y organización
XV. El pueblo nacional..- XVI. El orden.- XVII. Feminismo
XV.- La hermandad nacional117
1. Un experimento socialista. Campamento de estudiantes y obreros de Briselang. Convivencia de comunidad familiar.117
2. La fraternidad real. Inhumanismo del aristocratismo y del obrerismo. Enseñanza reciproca.118
3. La lección de los humildes. Enseñanza reciproca.119
4. Lo que dice una estudianta.120
5. Las comunidades civiles. La “ Volksgemeinschaft”, obra de abnegación moral y patriótica.121
XVI.- La disciplina civil123
1. Lo que es la disciplina. Todo lo disciplinado no es necesariamente militar.123
2. La vida es un ritmo. El ritmo es disciplina.124
3. El orden, costumbre alemana.125
4. Lo combativo es lo militar, no lo deportivo.126
5. Los ataques tendenciosos al fascismo italiano, reemplazados por los que se dirigen al nacionalsocialismo.126
XVII.- La mujer ideal 129
1. Ni por el color ni por la línea.129
2. La mujer es lo que el tipo deseado por el hombre.130
3. La mujer en el capitalismo.130
4. La mujer en la revolución. 131
5. El tipo cristiano.132

Parte Segunda.- Irracionalismo político.
Las ficciones de la diplomacia por la fuerza.

Sección Primera.- Mapas orientales de postguerra.
I. Desgarramiento de formaciones naturales..- II. Lineas arbitrarias.- III. Expansiones culturales y reducciones diplomáticas.
I.- La colmena-avispero del este139
1. Hacia el Este.139
2. Los cielos clementes.140
3. La Alta Silesia. Cómo se engrandece una ciudad.140
II.- Las fronteras artificiales143
1. La mesa de disección de las conferencias diplomáticas. Kattowitz.143
2. La crisis económica. 144
3. Las tres fronteras antiguas. Las nuevas. Tendiendo el lazo.145
4. Evocación nocturna.146
III .- Las esferas de influencia147
1. Para cuando se tiene prisa en los viajes.147
2. Las nieblas y la luz panorámica, hacen psicología.147
3. Praga, la ciudad relicario.148

Sección Segunda- Las expansiones del nacionalsocialismo; — La lucha en Austria.
IV. Alma de las grandes ciudades simbólicas.- V. El drama en los campos.- VI. Las cruces de fuego.- VII. Meditaciones en el Tirol.
IV.- El vals interrumpido153
1. Las ciudades simbólicas. La ciudad-vals.153
2. Teatralidad de Dollfuss.154
3. Los cafés de Viena.155
4. El vals interrumpido.155
5. Lluvia de cruces gamadas.156
6. Rapsodia de despedida.157
V.- Nidos de águila159
1. La meditación en la marcha.159
2. Campos, montes y castillos.160
3. El terror.160
4. La persecución propaga la buena doctrina. Un cojo que no perdona.162
VI.- Las hogueras del Tirol165
1. Austria, magnifica. La promesa del Génesis y la lección de la Naturaleza.165
2. Relaciones económicas naturales, cortadas. Más terror. 166
3. Los guerrilleros tiroleses.167
4. Una velada en Innsbruk.168
5. Cruces y más cruces.169
VII.- Cruz de todos171
1. Vida y no dialéctica. El juego libre del espíritu.171
2. Oleaje de montañas. Revelación.172
3. La cruz de todos. Los cuervos hermanos.173
4. Las flores alpinas. ¿Mujeres?175
5. Hogar de paz.176

Sección Tercera.- Las raíces arrancadas
VIII. El solar de una raza.- IX. Nuevos Nibelungos.
VIII .- Cuna de tradiciones179
1. Del Norte al Sur. La canción del Sol.179
2. El Nilo alemán.180
3. Alemanismo medular. 181
4. Violación de leyes naturales. Eva en el templo.182
IX .- El oro negro del Saar185
1. La hipócrita teoría de las fronteras. Creaciones de la fuerza.185
2. La rapiña internacional sobre la riqueza de los territorios.186
3. Las armas económicas que acumula Francia y amagan a Inglaterra.188
4. La prosperidad propia no se funda en la desgracia ajena.189

Parte Tercera.- Estructuración jurídica del nuevo estado. Las leyes nacionalsocialistas. — Política-economía.
Sección Primera.- Política y Administración
I. Derecho público..- II. Político-administrativo..- III. Derechos constitucionales..- IV. Funcionarismo.- V. El Estado y las Iglesias.- VI. Vida espiritual.
I.- Derecho Público195
1. La reforma constitucional. Ley de plenos poderes.195
2. Extensión de la ley de plenos poderes a los demás Estados alemanes.200
II.- Político-Administrativo203
1. Del federalismo a la centralización. Unificación de poderes. Ley de gobernadores.203
2. Responsabilidad política. El plebiscito.205
III.- Derechos constitucionales.211
1. Supresión de partidos políticos.211
2. El derecho de propiedad. Las confiscaciones.212
3. Pérdida del derecho a la nacionalidad.213
4. Defensa nacional.214
IV.- Funcionarismo215
1. La Administración. Ley de empleados.215
2. Ley de rehabilitaciones.218
V.- El estado y las iglesias221
1. Concordato entre la Santa Sede y el nuevo Estado alemán.221
2. La Iglesia Evangélica alemana.225
VI.- Vida espiritual227
1. Dirección y difusión espiritual de la Nación. El Ministerio de Ilustración Popular y Propaganda del Reino.227
2. Las Cámaras de Cultura.229
3. El Estatuto de la Prensa. La ley vieja liberal. La ley nueva. El periodismo, función pública. Derechos y deberes profesionales. Libertad de dirección.230

Sección Segunda.- Economía
VII. La producción y organización agrícola.- VIII. Derecho agrario. Los campesinos y su patrimonio. Arrendamientos.- IX. Industria y comercio.- X. Política social
VII.- La producción agrícola237
1. Ley sobre la competencia del Reich para la regulación de la constitución corporativa de la agricultura (15-7-1933). Estructuraciones sindicalistas. Regulación de los precios.237
2 . Sindicación de la molinería y sus fines en la regulación de los precios.240
3. La tasa del precio de los granos. Decreto de aplicación. El tiempo y el lugar en la determinación de la tasa del precio.241
VIII.- Derecho agrario245
1. La formación de los campesinos alemanes.245
2. El patrimonio del labrador. Estabilización de la propiedad rústica. Indivisibilidad de la hacienda del labrador o hacienda campesina. Concurso del crédito por el Estado. Del viejo al nuevo derecho de Anerbe. El gran ejemplo de reforma agraria.246
3. Ley sobre protección de arrendamientos (22-4-1933).250
4. Ley sobre la regulación del régimen de deudas agrícolas (1-6-33).251
IX .- Industria y Comercio255
1. Limitación del empleo de máquinas.255
2. Protección del consumo.256
3. El pequeño comercio.257
4. Régimen de carteles.258
5. Varios.261
V.- Política social263
1. Higienización y selección. Las esterilizaciones.263
2. El paro de trabajo.264

Parte Cuarta.- La nueva edad
Sección Primera.- La disolución del viejo estado
I. La Nueva Edad..- II. Los mitos.- III. Decadencia de la democracia liberal
I.- La nueva edad277
1. La locura del mundo.277
2. Transformación creadora.278
3. El paso de las Edades.278
4. La crisis del Renacimiento. Creación, no locura.279
5. Gritos de combate.279
6. La infancia de la nueva Edad.280
7. Los ideales.281
II.- Los mitos283
1. La ideología básica.283
2. Evolución de los idearios.283
3. Las nuevas Concepciones políticas.284
III.- Decadencia de la democracia liberal285
1. Principio inconsistente de la democracia liberal. La igualdad como posibilidad matemática.285
2. Democracia para todos los gustos. Desigualdades democráticas.286
3 .El absurdo y la brutalidad mayoritaria.286
4. Charivari y disolución democrática.287
5. Antiestatismo de la idea liberal.287

Sección Segunda.- El nuevo Estado
IV. El pueblo.- V. El Estado autoritario y totalitario.- VI. El Estado nacionalsocialista
IV.- Lo que es el Pueblo291
1. El concepto dosimétrico del pueblo.291
2. El pueblo no es una realidad social cuantitativa.292
3. El pasado, el porvenir y el presente, constituyen el pueblo.292
4. El desconocimiento por el liberalismo de la unidad popular.293
5. Las sorpresas que da el pueblo. Su origen.294
V.- El estado autoritario y totalitario295
1. Autoritarismo y absolutismo.295
2. El poder y la autoridad.296
3. El mando en el Estado autoritario y en el Estado liberal.297
4. El Estado totalitario.298
5. Los desenvolvimientos probables.299
6. Necesidad del autoritarismo.299
7. Fuente de la autoridad y del poder.300
8. La democracia del Estado autoritario.301
9. Cómo nace el Estado autoritario. — La ley de polaridad.302
VI.- El estado nacionalsocialista305
1. Normativismo y realismo.305
2. Legitimismo en el nuevo Estado. Legitimismo realista.306
3. Una teoría explicativa: Estado, pueblo y movimiento.308
Sección Tercera.- Retorno a la patria
VII.- Retorno a la patria. — Nubes arriba313

PRÓLOGO

 

Eso fue la conferencia mía que la Rundfunk de Berlín transmitió a Europa y a América: el prólogo a una obra de estudio y exposición de la Revolución nacionalsocialista. La impresión que yo comunicaba a los pueblos de habla española, era la verdadera, la que se siente cuando se habla de lo que se ha visto y aún se contempla, sin que ni la distancia ni el tiempo hayan borrado la imagen fiel de lo que se reflejó en mi retina. Y aquí lo ofrezco al lector, para anticiparle las ideas esenciales que, después, encontrará en el libro-unidas a la glosa de las meditaciones.
Yo hablé así:
“A los pueblos de habla española: ¡Salud!
Ocupo esta tribuna universal a invitación de un círculo de cultura iberoamericano, de Berlín, para que yo, como universitario de condición neutral, exponga mi juicio sobre la Nueva Alemania. Así voy a hacerlo, después de haber estudiado durante varios meses la vida del pueblo alemán, en la realidad nacional, de uno a otro extremo del Reich y en la copiosa literatura que brota de las vibraciones del espíritu nacionalsocialista. Yo que he conocido la Alemania imperial, porque fui estudiante en sus Universidades antes de la gran guerra, puedo estimar el contraste de lo que es con lo que fue, y decir la verdad, porque el derecho a la crítica nace del deber de desposarse con la verdad v divorciarse de la mentira. Sobre elementos objetivos, formularé mis juicios y serán estas palabras mías tan sinceras como las de un juramento sobre los libros sagrados y en la solemne santidad del templo.
* * *
Antes de venir a Alemania, leía yo informaciones de prensa sobre la situación de este país que por estar teñidas de color político y sectario muchas de ellas, hacían sospechar que no eran auténticamente sinceras, no obstante reconocer yo, de antemano, que todo movimiento revolucionario es propenso a las violencias.
Una vez en Alemania, he podido confirmar mi presentimiento. Porque aquí la seguridad personal está completamente defendida, el orden rige toda la vida pública, el extranjero es respetado, la propiedad garantizada, la libertad ejercida conforme a los principios de la convivencia social. La anormalidad económica que representan los desocupados, no es privativa de Alemania, sino una de las características de la crisis mundial. Por lo demás, los problemas de la vida alemana los conocen y padecen también otros pueblos, con más o menos intensidad, pues no hay país en el mundo que no tenga, a la hora presente, arduos problemas que resolver.
La pintura, pues, de la situación alemana, como algo catastrófico y sangriento, como excepción en el mundo, es, o una patraña o una lamentable equivocación o ignorancia de los que así retratan al país.
Tal vez habrá alguien que piense que la supresión de los parados políticos y las medidas antisemitas, por ejemplo, los encarcelamientos, contradicen la situación que acabo de juzgar. Pero a ello contestaré que las medidas radicales adoptadas en el orden político obedecen a la lógica transformación del Estado, que ya venía predicándose como doctrina política renovadora. En un régimen de tipo liberal democrático, la supresión de los partidos políticos indica una anormalidad constitucional o una violación criminal del derecho positivo, pero en un régimen fas- asta o nacionalsocialista, Índica simplemente un tránsito hacia nuevo orden de cosas.
Es verdad que hay encarcelamientos porque en Alemania actúa un Estado que no se deja atacar en sus fundamentos (como pasa en todos los países en donde hay un Estado digno de tal nombre). Y no hay que olvidar que en todas partes hay revolucionarios de lógica tan absurda que les hace exclamar muy serios, en son de protesta: “¡Pero qué Gobierno es éste que no nos permite que nos sublevemos!”
El antisemitismo es cosa secular y no hay que atribuirlo al Gobierno de Hitler. Pocos pueblos habrá en el mundo que no sepan por propia experiencia lo que es. Júzguese, pues, como una herencia histórica.
El régimen penal de los campamentos de concentración de presos políticos, es algo muy superior a las colonias penales y cárceles de otros países. El campamento de Dachau, cerca de Munich, es un verdadero establecimiento educativo, en donde los concentrados viven como en una aldea higienizada. Nada de desiertos ni de mazmorras, ni de tormentos.
Esto es lo que he visto, por de pronto.
No se me puede decir, maliciosamente, que algo se me habrá ocultado para que no conociese la situación real y verdadera. No, señores. Se puede ocultar el libro de contabilidad de un Banco o de un Ministerio; se puede ocultar un Protocolo; desfigurar una estadística, si se quiere, pero lo que no se puede ocultar ni sigilar es la cara y expresión del semblante de la gente, si hay pan o no le hay, si los precios hacen abordables o no las cosas, si hay paz o guerra en el campo y la ciudad, si hay esperanza o desencanto.
Yo he visto el país y convivo con todas las clases sociales alemanas, como el mismo pan y pago los mismos precios, y declaro que la situación económica difícil no constituye excepción en el mundo.
Su presión tributaria, sus hombres sin trabajo, sus mas graves cuestiones económicas no son consecuencia del actual régimen nacionalsocialista, sino problemas y cargas heredadas, propias de la liquidación de la guerra. ¿Cómo atribuir al nuevo Estado el descuartizamiento del territorio nacional que ha sustraído a la industria alemana sus más grandes reservas en primeras materias? Los Gobiernos anteriores no pudieron o no supieron resolver tan grandes cuestiones. Si Alemania se librase de las condiciones imposibles de Versalles, su reconstitución completa sería una realidad en un próximo futuro, en beneficio de todos. Porque es indudable que si los innumerables vapores que he visto amarrados en Hamburgo, salieran al mar y trajeran los frutos de Levante, por ejemplo, ganaría España y aumentaría el consumo alemán, ahora reducido, dada la disminución de la capacidad de compra de este mercado agobiado por los impuestos.
Esta parte negativa tiene su contrapartida en algo que vale mucho y es: la vibración del espíritu nacional alemán, el latir del corazón popular.
Quien no ha visto muchedumbres inmensas, frenéticas de entusiasmo al escuchar las invocaciones heroicas de Hitler; quien no conozca cómo hasta las obreristas de tez pálida salen en formación marcial después de la jornada de trabajo, entonando cánticos patrióticos, ese no puede comprender el inmenso acervo de energía espiritual del pueblo y su decisión de levantar a la patria, cuya memoria perdura en sus hijos.
La oposición y la enemiga contra Alemania se explica en parte como herencia morbosa de la guerra infortunada; y en parte, tal vez la mayor, porque el triunfo del nuevo Estado alemán seria el golpe definitivo contra ese nihilismo actual que representa el bolchevismo y el marxismo, y la victoria y perpetuidad de la cultura y civilización cristiana.
Por eso, forman en las filas contra la Nueva Alemania los comunistas y socialdemócratas, los seudoliberales burgueses aliados en contubernio con los marxistas que compartieron o comparten el poder en otros países; el gran capitalismo financiero y todos los descontentos, fuerzas dispersas que en todas partes cristalizan en tomo de las grandes negaciones. Si la reacción empezada en Italia contra las tendencias destruccionistas de las instituciones occidentales y disolventes de la ideología de solidaridad social, si esa reacción que salvó a Italia se afirma en Centro Europa, con su nuevo contenido nacionalsocialista, el nuevo tipo de Estado se extendería por todo el mudo, desapareciendo al mismo tiempo el capitalismo vampírico y el destruccionismo marxista en donde se incuba la guerra social.
Hoy, son Italia y Alemania las adalides de la civilización occidental.
Juzgada la Nueva Alemania desde una cumbre histórica, pesando el valor de su conciencia colectiva y comparándola con otros pueblos, se llega a las siguientes conclusiones:
La Alemania de antes de la guerra, realizada su evolución capitalista industrial, tenía que agotarse en un imperialismo que agigantaba el Estado como fuerte y poderoso, pero sin espacio para una nueva visión del mundo ni margen para la gran transformación social que propugna el nacionalsocialismo, a fin de conseguir la implantación de un Estado más justo, más humano y, por lo tanto, más fuerte por sus bases aunque menos poderoso por sus armas.
La Nueva Alemania eleva el valor del Estado que agonizaba en manos del ya inútil liberalismo. Y ahora, más que nunca, el ciudadano alemán acentúa su tradicional polarización hacia el deber con el Estado, ya que éste es fundamentalmente popular; el socialismo se le revela como un imperativo moral que comprende a todos por igual, siendo él Estado su regulador. Esto es indudablemente, autoritarismo, Estado autoritario, que no hay que confundir con el Estado despótico completamente ajeno a la idea de la responsabilidad. Fundándose en este carácter, algunos interpretan falsamente y otros tendenciosamente el valor político del nuevo Estado considerándole como engendro del absolutismo con tendencias a una reacción oscurantista. ¡Y hay que proclamar que es, precisamente, todo lo contrario!
Porque Hitler, el Führer, se apoya en la mayoría aplastante de la nación, demostrada hasta con los números del sufragio universal, dogma de la democracia liberal; y sabido es que un pueblo es libre cuando él mismo se elige el régimen que lo gobierna, cualquiera que éste sea.
No es reacción ni monarquismo disfrazado, sépanlo aquellos que fuera de Alemania abrigan la esperanza de que el nacionalsocialismo servirá de revancha al conservatismo, a los privilegios y a los destronados. Está muy lejos de ser una moda elegante para el señoritismo, óiganlo bien en España, y dejen de llamarse fascistas los que no acepten ir de la mano con los trabajadores, como yo lo he visto aquí en los campamentos de trabajo. No es reaccionaria la política que no ha pensado en imponer al pueblo forma alguna de gobierno que no sea fruto de la conciencia de la Nación. Yo he visto a príncipes alemanes desempeñar el cargo humilde de Secretario en algún Ministerio, demostrando que ellos, al renunciar a viejos prejuicios, se incorporan al nuevo Estado. Y en las alturas, llevan la voz hombres de humilde cuna, como llevaron la voz de toda una época y de su himno triunfal los sencillos maestros cantores de Nuremberg.
El nuevo Estado asimila, pero no se deja conquistar por una clase social.
Los pueblos individualistas y refractarios a la disciplina social; los que viven en mansa anarquía, egoístamente refugiados en los círculos familiares y de recreo, como fiscales pasivos de la actividad del Estado; los que aspiran a ser parásitos, pero no servidores de la institución pública y común; los que no han salvado el antiguo puente que tenía en un extremo el campo social y en otro el campo estatal v burocrático; esos vivirán contra el Estado y serán incapaces de comprender el sentido liberatorio y trascendental del nuevo Estado nacionalsocialista.
La revolución que contemplo en Alemania es profundamente creadora; encauza la impetuosa corriente popular en la turbina del nuevo Estado para transformarla en rendimiento útil. Y esto, es muy diferente de esa dispersión de fuerzas de algunos países que se llaman revolucionarios y derrochan su energía, como el epiléptico, en convulsiones y alaridos de muerte. Cuando se tienen ideales puestos muy arriba, tomo las estrellas, y voluntad firme, no se pierde el rumbo y se llega a puerto seguro, mucho más si quien los siente sabe lo que es justicia y sentido humanitario. La revolución que no crea es esa que convierte a la Nación en bacante desgreñada lanzada al fuego de la orgía, la que en los escasos momentos de lucidez que le permite su locura, se agita en vano sin acertar el camino de salvación.
El pueblo alemán sabe que por el camino recorrido por la vieja burguesía liberal y por la democracia social del marxismo, no se encuentra la solución, y tiene fe en el nacionalsocialismo. El pueblo alemán vive en esos momentos decisivos de la Historia en los que los que aspiran a vivir todo son abnegación y sacrificio en el alma. Las dudas y las vacilaciones, la falta de fe, paraliza toda actividad. Y aquí no se vive en tiempos de negación, sino de firme y exaltada creencia, se respira el ambiente espiritual de los momentos creadores, en los que surgen los conductores de pueblos.
Quien haya contemplado la apoteosis patriótica en Tannenberg y en Niederwald; los que han presenciado la imponente asamblea de Nuremberg y escuchado la voz profética de Hitler, habrán sentido algo así como una revelación: que algo grande y redentor surge de la conciencia alemana, cuyo ejemplo se compartirá en el mundo. Ya no era un partido el que se había puesto en movimiento, sino todo un pueblo.
Ante esta realidad y mirando al porvenir, yo os digo, pueblos de habla española: la pérdida del nuevo Estado alemán sería una derrota en la guerra social, cuya indemnización se pagaría a costa del patrimonio espiritual de la civilización cristiana; y su victoria, una larga, consoladora, feliz era de paz.
Españoles y americanos. ¡Salud!”
Berlín, septiembre de 1933.