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EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO

Adolf Galland

 

 

EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO - Memorias del General de Caza de la Luftwaffe - Adolf Galland

 

edición de lujo
Editorial Niseos
515 páginas
23 x 16 cm.
Encuadernación: Tapa Dura
Mapas: 7 + 1 perfíles (color)
Fotografías: 71 (Blanco y Negro)
Precio para Argentina: 99 pesos
Precio Internacional: 34 euros


 

Memorias del General de Caza de la Luftwaffe

 

Adolf Galland fue el Comandate de la Aviación de Caza alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Él mismo narra no sólo su propia historia, sino además, el apogeo y caída de la Luftwaffe y de la fuerza que tuvo a su mando durante la época más crucial de la historia de la aviación de guerra.

Adolf Galland fue un héroe legendario, un as del aire con setenta victorias en su haber y el más intrépido líder de la Luftwaffe.

En este libro Galland narra su propia versión de la historia de la aviación de caza alemana durante los años de conflicto, desde las aplastantes victorias en los campos de Polonia y Francia, hasta la última y desesperada batalla por salvar a Alemania.

Este libro combina la pasión por el combate con las condiciones de mando de un líder...algunos relatos de sus batallas en el aire se leen tan velozmente como los Messershmitts en que volaba y sus descripciones de las acciones que planificó como comandante ofrecen un claro cuadro de cómo Alemania perdió la guerra en el aire

 

ÍNDICE

Prólogo a la edición inglesa

19

Prefacio del autor

21

Prólogo a ésta edición

23

Capítulo 1. Quiero ser aviador

27

Capítulo 2. Las cosas se vuelven serias

33

Capítulo 3. Del volovelismo al vuelo con motor

39

Capítulo 4. ¿Desea usted pasar al servicio activo?

49

Capítulo 5. Inepto para el vuelo

53

Capítulo 6. La Legión Cóndor

61

Capítulo 7. Ataques rasantes contra los Republicanos

67

Capítulo 8. Entre guerras y desfiles

79

Capítulo 9. Piloto de Caza en la Campaña Occidental

89

Capítulo 10. Comienza la Batalla de Inglaterra

101

Capítulo 11. Lucha de vida o muerte

111

Capítulo 12. ¡Bombas sobre Inglaterra!

127

Capítulo 13. Entre "León Marino" y "Barbarroja"

137

Capítulo 14. Sobre campo estratégico virgen

147

Capítulo 15- Una pesadilla se hace realidad: guerra en dos frentes

153

Capítulo 16. El Frente Oriental: Verdún del Aire

165

Capítulo 17. La guerra no es un partido de cricket

173

Capítulo 18. Un capítulo sombrío

179

Capítulo 19. ¿Hacia adelante o hacia atrás?

187

Capítulo 20. Operación "Trueno"

197

Capítulo 21. La Irrupción

211

Capítulo 22. Entre Noruega y el África

227

Capítulo 23. Una mirada hacia el otro lado

237

Capítulo 24. Suena la hora de la defensa del Reich

249

Capítulo 25. Corriendo en pos del último cráter de bomba

259

Capítulo 26. La casa sin techo

275

Capítulo 27. Hamburgo. Hora crucial de la Luftwaffe

285

Capítulo 28. De una crisis a la otra

295

Capítulo 29. Lucha contra el enemigo y los propios mandos

305

Capítulo 30. Alemania entre medio

321

Capítulo 31. El azote de Dios

335

Capítulo 32. La invasión, principio del fin

347

Capítulo 33. "¿Dónde está la Luftwaffe?"

365

Capítulo 34. "El gran golpe"

385

Capítulo 35. ¡Qué probabilidades habríamos tenido...!

403

Capítulo 36. La tragedia de los cazas a reacción

419

Capítulo 37. Los últimos

435

Síntesis de Adolf Galland

453

Bibliografía

457

Listado de derribos

459

 

"Expreso con satisfacción que se reedite "El Primero y el Ultimo", las memorias de mi padre, quien fuera, no solamente General der Jagdflieger de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial, sino también un padre ejemplar.
Sus valores de hombre de bien siempre fueron las virtudes que expreso como combatiente por su patria y para mí, que está siempre vivo en mi memoria es un honor volver a encontrarlo en esta obra magnífica.
A Carlos D'Anna y a los amigos de Editorial Niseos mi agradecimiento".


Andreas Galland
Tönisvorst
Alemania
2007

Prólogo a esta edición


Adolf Galland escribió este libro durante su estadía en la Argentina (1948-1952), mientras se desempeñaba como Consejero Técnico de la Fuerza Aérea Argentina, asesorando en tácticas de ataque y en defensa aérea, cómo así también, colaborando en la reorganización y modernización de dicha Fuerza Aérea, que en el año 1947 incorporaba un centenar de aviones Gloster Meteor a reacción, siendo una de las pocas en el mundo que tenía este tipo de aviones de última generación.
Además, en el país se estaba desarrollando y fabricando un nuevo avión de caza a reacción, el Pulqui II, un proyecto del Ingeniero Alemán Kurt Tank.
Muy orgulloso debe haberse sentido Adolf Galland cuando se enteró del desempeño de los pilotos argentinos en la Guerra de Las Malvinas (1982), en la cual se volcó parte de lo que el le enseñó a nuestros aviadores militares de aquel entonces y que fue trasmitiéndose hasta su bautismo de fuego, en los cielos del Atlántico Sur, donde quedo demostrada la profesionalidad de los pilotos y de los mandos argentinos en la ejecución y planificación de las misiones efectuadas durante la guerra.
Adolf Galland, al transmitir sus enseñanzas y experiencias, supo traspasar el profesionalismo de un piloto veterano con más de 700 misiones de combate, y los pilotos argentinos vieron en él al oficial modelo que debían ser.
En esta nueva edición de sus memorias de guerra hemos recopilado fotos correspondiente al período bélico, es por ello que nos hubiera gustado poner mas fotografías correspondiente a la posguerra, pero eso será para un futuro libro biográfico.
Queremos agradecer el apoyo del Dr. Carlos D'Anna y, por sobre todo, la gentileza del Sr. Andreas Galland por permitirnos la edición de este libro.


Buenos Aires, Septiembre de 2007 Editorial Niseos

Prólogo de la edición inglesa

Los nombres de dos pilotos de aviones de caza alemanes cruzaron el Canal de la Mancha en 1940 y fueron tema de apasionantes discusiones en los casinos de oficiales del Comando de Cazas de esa época. Un nombre era el de Molders, el otro el de Galland. En la Primera Guerra Mundial los nombres de Boelke, Immelman y Richtofen eran conocidos por los aviadores ingleses; Galland y Molders fueron los dos primeros que atrajeron la atención de los aviadores de la Segunda Guerra Mundial, aunque nunca los vimos ni los reconocimos en el combate.
En 1941, mientras yo comandaba el escuadrón de los Spitfire en Tangmere, Galland dirigía la formación alemana correspondiente, en un lugar llamado Wissant, en la zona situada detrás de Boulogne. En nuestras excursiones casi diarias, desde Tangmere hacia el norte de Francia, en el verano de ese año, pasábamos inevitablemente por encima de la zona de Galland. Por consiguiente, entre sus hombres y los míos deben de haberse cambiado innumerables disparos, si no personalmente, entre él y yo. Y durante estas fiestas esparcimos por el cielo, eficazmente o no. muchas ráfagas de metralla.
El 9 de agosto de 1941 choqué con uno de los hombres de Galland, que arrancó la cola de mi avión; como resultado de este accidente, me hospitalizaron en St. Omer. Algunos de los pilotos alemanes fueron a visitarme al hospital, y un día Galland me invitó a comer en el casino de oficiales, invitación que acepté. Me trataron muy cortésmente. Mi visita al casino, vista desde el lado alemán, es descrita en este libro; y desde mi propio lado, en el libro de Paul Brickhill, "Piloto sin piernas".
Siempre es interesante oír el punto de vista antagónico en un incidente que nos concierne personalmente. Puedo comprender que Galland y su gente hicieran una excepción y aceptaran la idea de lanzar, en paracaídas, una pierna de repuesto. Fue un auténtico gesto el permitir pasar libremente a un avión inglés que la lanzó sobre St. Omer. Es comprensible que despreciaran las tortuosas mentes de los políticos y el inmenso valor que la propaganda, sobre la aceptación del ofrecimiento por los ingleses, habría tenido para el malogrado doctor Goebbels.
En realidad, los ingleses realizaron la tarea con razonable cortesía. No arrojaron la pierna, como sugiere el autor, junto con varías bombas, en el aeródromo de St. Omer. Un bombardero inglés, con rumbo hacia otro objetivo, dejó caer sobre St. Omer la pierna artificial y nada más. A mi juicio, tanto el punto de vista inglés como el alemán son aceptables.
Este libro me ha parecido de extraordinario interés, y estoy seguro de que muchos otros, que sintieron en las fuerzas aéreas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente los pilotos de aviones de caza, opinarán lo mismo. El libro no responde a todas las preguntas que formulamos entonces. Pero ¿qué libro lo hace? Da una respuesta, sí, a muchas. Con gran claridad, Galland expone el desastroso resultado que se obtiene cuando una Plana Mayor toma decisiones erróneas y cuando los hombres del frente saben que son erróneas. Esto es particularmente cierto en el aire y específicamente en el caso de los pilotos de cazas. Las pérdidas notoriamente evitables provocan, indefectiblemente, una caída de la moral que, como demuestra el autor, puede ser decisiva.
En este momento, diez años después de la Segunda Guerra Mundial, me parece conveniente la publicación de este libro en inglés. Podemos verlo en una perspectiva más veraz que cuando el juicio de Nüremberg estaba fresco en nuestras mentes. Meritoriamente, Galland se atiene a su tema y no trata, como otros que lo precedieron, de examinar o de justificar la política alemana. Luchó por su patria, que era Alemania, y por esto estuvo en el otro lado. Pero fue, por sobre todo, un hombre valiente. Por ello es que puedo afirmar que me agradaría volver a encontrarme con él en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier compañía.


9 de diciembre de 1954
DOUGLAS BADER

 

PRÓLOGO DEL AUTOR


La capitulación de la Wehrmacht, producida el 8 de mayo de 1945, que puso fin en Europa a la Segunda Guerra Mundial, significó para nosotros, los pilotos de la Luftwaffe, mucho más que la terminación de un conflicto en el que habíamos luchado durante casi seis años. La derrota militar del Reich fue para nosotros, lógico es comprenderlo, el derrumbe de todo un mundo. En cumplimiento de nuestro deber de soldados del aire, habíamos levantado vuelo día a día, durante todo el transcurso de las hostilidades, casi siempre frente a una abrumadora superioridad numérica, hasta que el avance de los tanques aliados sobre nuestras bases, nos obligó a destruir nuestros aviones a reacción, en aquel entonces los mejores cazas del mundo.
Tuvimos que recorrer la amarga senda que lleva a los campamentos de prisioneros y oficinas de interrogación. Comprendíamos claramente que por mucho tiempo, sino para siempre, estaríamos impedidos de retomar contacto con aquello por lo que habíamos trabajado tanto y que constituía para nosotros el sentido mismo de la vida: ¡la aviación!
Recuerdo aún con gran exactitud el desconsuelo que nos invadió en aquel otro mundo, tras las alambradas, y que no nos abandonó ni aún recobrada la libertad, en una Alemania derrotada y ocupada, desmembrada y regida por los aliados.
Severísimas disposiciones prohibieron a mi patria el estudio, el desarrollo técnico y cualquier otra actividad en el terreno de la aeronáutica. Mientras tanto, las naciones vencedoras continuaron progresando febrilmente en esta rama de la que habíamos sido sustraídos, precisamente, en el instante en que mediante el empleo de revolucionarios medios de propulsión nos habíamos acercado a la velocidad del sonido, abriendo a la humanidad perspectivas nuevas e insospechadas en los aspectos técnicos y militares de la aviación.
¿Podíamos, en aquellos momentos, tener la esperanza de retomar algún día el contacto con tan vertiginoso desarrollo? Para nosotros, volar era algo más que un deporte o una profesión; ¡era pasión y motivo para constituir el contenido y el fin de toda nuestra vida! ¿Debíamos resignarnos a ser dejados de lado, como un montón de chatarra? Cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin, yo contaba treinta y tres años de edad. Es verdad que los últimos que habíamos vivido pesaban mucho sobre nosotros. Cada año de guerra, suele decirse, vale por dos. Pero los que sobrevivimos, aparte de poseer el tesoro inapreciable de una óptima preparación y capacitación profesional, habíamos reunido una suma de experiencia, única en su género, en centenares de misiones personales y en el mando de distintas unidades. ¿Debíamos condenar a ese capital a sufrir un estancamiento infructuoso? ¿Tendría que tornarse inoperante a través de años de inactividad?
Afortunadamente, no faltaron llamados de todas partes del mundo a los hombres de ciencia, técnicos y especialistas aeronáuticos alemanes. Debo hacer notar aquí que no fue el afán de la guerra o la supuesta e impenitente tendencia de los germanos al militarismo lo que indujo entonces, a estos hombres, a buscar aplicación a su capacidad y experiencia fuera de las fronteras de la patria. El amor a la aviación, la miseria y la absoluta esperanza de los años de posguerra constituyeron motivo más que suficiente para ello.
En aquella hora crucial, algunos de nosotros recibimos el llamado de una nación con la que la nuestra, siempre y en toda hora, estuvo vinculada por lazos de sincera amistad, y cuya hidalguía y lealtad eran proverbiales en toda Alemania, desde mucho antes de los días del acorazado "Graf Spee". Allí se me ofrecía la posibilidad de reanudar mi vida de aviador, bloqueada sin esperanzas por el infortunado fin del conflicto al servicio de un país amigo que nos recibía sin prejuicios y con los brazos abiertos.
Mis esperanzas se cumplieron plenamente. En la Argentina y muy especialmente en el círculo de camaradas argentinos, me sentí a mis anchas desde el mismo instante de mi llegada. La grandeza del país, sus múltiples bellezas, la amable, franca y abierta manera de ser de su pueblo, todas aquellas virtudes que encierra el vocablo "gaucho", despertaron en mí la misma respetuosa simpatía que me suscitaron la vitalidad y la voluntad creadora de esa joven nación, factores éstos que han influido en los admirables progresos que, en materia social, económica y política ha experimentado en los últimos años, bajo la conducción de su Presidente, el General Juan Perón. Mi tarea como consejero técnico de la Fuerza Aérea Argentina es por demás interesante. Me pone en contacto con el Comando y también con las Unidades Aéreas, que me atraen particularmente. Entre los aviadores de todo el mundo siempre han existido fuertes vínculos de camaradería.
El vuelo ya es un deporte popular en la Argentina. Un observador extranjero dijo, cierta vez para precisar su rápido desarrollo, que "el argentino desmonta del caballo para subir directamente al avión". Realmente, el espíritu de un jinete y el de un aviador guarden extraña y natural afinidad. En Alemania, durante la Primera Guerra Mundial, muchos de los primeros aviadores militares salieron de los cuadros de caballería. Y en el país de los gauchos, la aeronáutica debía por fuerza encontrar un terreno excepcionalmente fértil. Así como es un jinete hábil y automovilista destacado y entusiasta, ya sobre las pistas de carreras o en medio del tránsito callejero, posee también el argentino todas las propiedades del buen aviador. La aeronáutica tiene efectivamente, en este país, un brillante porvenir. Cuando a fines de 1948, inmediatamente después de mi llegada, fui recibido en el Ministerio de Aeronáutica, me impresionaron profundamente el respeto y la camaradería que caracterizaron aquella bienvenida. En todo el mundo existían barreras para todo lo alemán. En cambio, entre las Fuerzas Armadas Argentinas, no tropezamos con prejuicios de ninguna naturaleza. Ante los ojos de los camaradas argentinos habíamos perdido la guerra, pero no el honor. Ninguno de nosotros podrá olvidar jamás la innata caballerosidad de la Nación Argentina, que se evidenció plenamente en aquella recepción. Los cinco años que llevo al servicio de la Fuerza Aérea Argentina representan para mí una etapa más en el desarrollo de la aeronáutica mundial. Entiendo haber servido lealmente al país amigo, con el mismo celo con que serví a mi patria. Tras la pausa forzosa que los primeros años posteriores a la guerra impusieron a mi actividad aeronáutica, debo a la Argentina la liberación de aquel sentimiento de anquilosamiento e impotencia que significa para todo aviador militar la pérdida del contacto con la evolución y el progreso de su arma.
Sean por este motivo dedicado las primeras páginas de este libro, a expresar a esta gran Nación del Plata, llamada a un glorioso porvenir, el testimonio de mi profundo y sincero agradecimiento.


Adolf Galland, 1953

ÍNDICE FOTOGRÁFICO

  1. Primer Teniente Adolf Galland en 1938, sin su característico bigote.
  2. Adolf Galland acompañado de Gotthard Handrick durante las operaciones en España de la Legión Cóndor.
  3. Los hermanos de Galland. Wilhelm-Ferdinand Galland, muerto en combate el 17 de agosto de 1943, tenía 55 victorias y Paul Galland, muerto en combate el 31 de octubre de 1942; tenía 17 victorias.
  4. Toda la personalidad de Adolf Gallan en esta foto. Se lo ve con una prenda de vuelo, de lana, hallada en un depósito de la RAF, capturado en St. Pol, Francia.
  5. Adolf Galland, usando el equipo de vuelo de invierno de la RAF, habla con el teniente Eberhard Henrici. A la izquierda Gerhard Meyer.
  6. Adolf Galland durante la Batalla de Inglaterra. Instantáneas.
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  10. Adolf Galland.
  11. Ernst Udet, Adolf Galland y Theo Osterkamp.
  12. Adolf Galland, visiblemente cansado después de una misión, conversa con el Capitán Kienzle. Ambos con una copa de vino en la mano.
  13. Adolf Galland y Joachim Müncheberg con el perro de caza de "Dolfo".
  14. Ala espera de una salida y siempre alerta, Adolf Galland pasa algunos momentos con su perro de caza preferido. Obsérvese el equipo de vuelo de piel, debido a que la carlinga del Me-109 era muy fría en invierno y más en las altas altitudes.
  15. Adolf Galland, descendiendo de su Bf-109E, ya como Kommodore del JG-26.
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  19. Adolf Galland, Werner Mólders y Hermann Góring.
  20. Adolf Galland, Comandante del JG 26 y Werner Mólders, Comandante del JG 51 con Hermann Góring. Al fondo se ve la entrada al túnel del tren especial de Góring.
  21. Ernst Udet realizó este dibujo durante una entrevista con Hermann Góring y Adolf Hitler. En el dibujo se ve a Adolf Galland y a Werner Mólders con los Spitfires y los Hurricanes a sus pies, como trofeos.
  22. Adolf Galland.
  23. Adolf Galland y Werner Mólders evaluando sus respectivos vuelos.
  24. Adolf Galland y Werner Mólders evaluando sus respectivos vuelos.
  25. Un soleado día de 1941, los líderes de la LuftwafFe repasan sus operaciones contra la RAF. De izquierda a derecha: Adolf Galland, Günthcr Lützow, Werner Mólders, Cari Viek, Theo Osterkamp, Giinther von Maltzahn y el General Teichmann.
  26. De izquierda a derecha: Giinther Lützow, Adolf Galland, Giinther von
    Maltzahn, Theo Osterkamp y Werner Mólders.
  27. Adolf Galland y Werner Mölders conversan en el mirador del Cuartel General
    del JG 26, en Audembert.
  28. En el frente de batalla del Canal de la Mancha, en Le Bouquet, los
    "Geschwaderkommodores" discuten sus tácticas combate. El Dr. Wenzel (ayudante
    de Mölders y único sobreviviente del accidente fatal de Mölders el 22 de noviembre
    de 1941), Adolf Galland (JG 26), Werner Móiders (JG 51), Theo Osterkamp y,
    frente a la cámara, Günther Liitzow (JG 3).
  29. Adolf Galland y Rolf Pingel.
  30. Tres ganadores de la Cruz de Caballero, recibidas entre agosto y septiembre de 1940, las primeras para la JG 26.Durante la guerra Gerhard "Gerd" Schópfel anotó un total de 40 victorias, Galland 104 y Joachim Müncheberg 135-
  31. Adolf Galland.
  32. Adolf Gallan, apenas anotando su victoria numero 40, es recibido en la base del JG 26. 25 de septiembre de 1940.
  33. El General Adolf Gallan en 1940 durante la batalla de Inglaterra.
  34. Adolf Galland planeando la próxima misión, en septiembre de 1940.
  35. Octubre de 1940, en Audembert (Pas de Calais). Adolf Galland en un Bf.109 E-4.
  36. Adolf Galland.
  37. Adolf Galland.
  38. Una delegación del NSDAP visita al JG 26.
  39. Adolf Galland y su pasatiempo favorito, en Francia, durante el invierno de1940.
  40. Adolf Galland con sus oficiales que esperan al Führer, un día antes de la Navidad
    de 1940, en el Cháteau Bonnance, en Abbeville. En el fondo y desde la izquierda:
    Gerhard Schópfel, Adolf Galland y Rolf Pingel, los tres Gruppenkommandeure
    del JG 26.
  41. Descendiendo del avión luego de su victoria numero 60, el 15 de abril de 1941.
  42. Adolf Galland en 1941 con la cesta, atrás, que haría historia.
  43. Adolf Galland como Kommodore del JG 26 luciendo su Cruz de Caballero con Hojas de Roble y Espadas.
  44. Conversan en 1940 durante la Batalla de Inglaterra Adolf Galland y Hermann Góring, cuando este visita al JG 26. De izquierda a derecha: Joachim Huth, General Bodenschatz, Walter Oesau, Hermann Göring y Adolf Galland.
  45. Adolf Galland junto a Hermann Göring pasan revista al timón de cola del Me-109 en el que ostenta sus 69 derribos.
  46. Hermann Göring conversa con Adolf Galland cuando este había alcanzado sesenta y nueve victorias.
  47. Primer plano del Me-109 de Adolf Galland. Al fondo pude verse a Hermann Göring dirigiéndose a los pilotos.
  48. Adolf Galland, en el informe manifestó "hemos tomado un águila grande". Los miembros de JG 26 rodean al conocido piloto ingles Douglas Bader. Los periódicos británicos divulgaron que Huth tenían una pistola en su mano pero eran guantes, como puede verse aquí.
  49. El famoso as de la RAF Douglas Bader, fue derribado el 9 de agosot de 1941 y conducido a la base aérea de Galland. Horst Barth, que gesticula, interpreta la reunión. De izquierda a derecha: Johannes Seifert, Schmitt, Galland, Meinardus, Causin, Bader y Barth.
  50. Peenemünde el 2 de octubre de 1941. De izquierda a derecha: Walter Horten, Alexander Lippsich, Reimar Horten, Kart Diesing, Adolf Galland, Hans Antz, Heni Dittmar, Wolfgang Spate y Rudolf Opitz.
  51. Adolf Galland como Oberst, con sus Brillantes.
  52. Adolf Galland desciende de un He-111 y saluda en el frente del este.
  53. Hitler, con los Diamantes para la Cruz de Caballero en la mano, procede a condecorar a Adolf Galland tras su victoria 94, el 28 de enero de 1942. Galland fue el segundo en recibir tal distinción ya que Mölders lo había precedido.
  54. Adolf Hitler saluda a Adolf Galland luego de entregarle los Diamantes para su Cruz de Caballero. En la misma escena se ve, de atrás hacia adelante a Dietrich Peltz, Günther Lützow y Wolf-Dietrich Wilcke.
  55. Aeródromo de Le Bourget, en París en 1942, donde se encontraba el II/JG 26. De izquierda a derecha: Heinrich Brustellin, Adolf Galland y un ayudante.
  56. Adolf Galland y Günther Lützow en Sicilia el 1 de abril de 1943.
  57. Adolf Galland y Günther Lützow, en el verano de 1943 en el sur de Italia.
  58. Adolf Galland el 22 de mayo de 1943, en Lechfeld, el día de su primer vuelo en el Me-262. Luego de aterrizar dijo: "fue como si un ángel me empujara."
  59. Galland hace su primer vuelo en el Me-262. De izquierda a derecha: Fritz Wendel, Capitán Geyer y Adolf Galland.
  60. El General Galland utilizó este aeroplano pequeño para algunas visitas al personal.
  61. Septiembre de 1943. Adolf Galland realiza un viaje a Achmer para visitar el Erprobung-
    skommando 25. De Izquierda a derecha: Galland, Geyer, Kornatzki, Traudoft, Lützow,
    Hardke, Neumann. Obsérvese el cañón BK5 de 50 mm. De esos Me-410A-1/U4s.
  62. El 9 de octubre de 1943 Hermann Góring visita a los pilotos en Wiesbaden-
    Erbenheim.
  63. En ocasión de una visita, los equipos preparados para el vuelo son informados que las salidas de los destructores son suspendidas. Las unidades existentes serán transferidas a los escuadrones de caza para luchar del día.
  64. Adolf Galland visita el ZG 76, en Seerappen, en el otoño de 1944.
  65. Conversación entre los pilotos de Zerstöre (Destructores); de derecha a izquierda Galland, Handrick, Müller Trimbusch, adjunto de Galland y Schob.
  66. Adolf Galland, Oberstleutnant Werner Streib, Kurt Tank y el Oberst Hannes Trautloft.
  67. Adolf Galland le da la bienvenida a algunos de los mejores pilotos de la defensa aérea alemana: De izquierda a derecha: Hannes Trautloft, Adolf Galland, Hans-Günther von Kornatzki, Walter Krupinski y el Capitán Albrecht.
  68. Adolf Galland, Hauptmann Schmoller-Haldy, Max Ibel y Walter Dahl.
  69. El General "Beppo" Schmid ha llamado a sus comandantes para una confe­rencia. Al lado de él está Adolf Galland, que no usa ninguna condecoración, dado que por ese tiempo estaba en situación de protesta.
  70. Erhard Milch, Oberstleutnant Bohland, Adolf Galland, Hauptmann Thierfel-der y Oberst Petersen.
  71. Un Fw 190 ataca por arriba y detrás a un B-17 que, sobrevolando Alemania en misión de bombardeo se separó del resto de su grupo, y es derribado.

Índice de Mapas

  1. Incrementos del radio de acción de la cobertura de caza.
  2. Batalla de Hamburgo, del 24 de julio al 18 de agosto de 1943. 3.  Batalla de Berlín, del 18 de noviembre al 31 de marzo de 1944.
  1. Batalla de Inglaterra.
  2. Batalla de Inglaterra (detalle).
  3. Bases Aéreas Alemanas en 1940.
  4. Bases Aéreas Alemanas, en Italia, en 1943.
  5. Perfiles