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Alas españolas sobre Moscú

Epopeya de la Escuadrilla Azul en la Segunda Guerra Mundial

Andrés González Martínez

 

Alas españolas sobre Moscú - Epopeya de la Escuadrilla Azul en la Segunda Guerra Mundial - Andrés González Martínez

164 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 630 pesos

Junto a la División Española de Voluntarios hubo también en Rusia, durante el período comprendido entre 1941 y 1943, cuatro escuadrillas de caza españolas, en el Frente del Este.
El Capitán del Grupo de Servicios de la 1ª Escuadrilla Azul, Andrés González Martínez, nos narra, en este su diario de Campaña, la epopeya de estos españoles que demostraron su valor y ofrendaron sus vidas para luchar contra el bolchevismo en la causa de Europa.
En lo que el autor llama "un libro de hechos, no de tesis", nos narra todo el periplo que pasó la Escuadrilla Azul, desde su salida de España, el periodo de entrenamiento en Alemania y su incorporación al combate; su paso por distintos aeródromos y su vuelta a España; dedicando también un par de capítulos a sus impresiones sobre el pueblo ruso.
Escrito en fecha tan temprana como 1955, y publicado por voluntad del Mando Aéreo, que lo ha patrocinado, narrando lo acontecido entre 1941 y 1942, resulta en uno de los más importantes relatos de primera mano de los españoles que lucharon bajo las alas de la Luftwaffe en la Campaña de Rusia.

 

ÍNDICE

 

Preliminar9
Láminas12
I.- Aires de Cruzada19
1. Posición de España ante la Segunda Guerra Mundial.-2. Nuestros motivos.-3. El nuevo frente del Este.-4. Presencia de España.-5 Su joven Ejército del Aire reclama un puesto.-6. Espíritu de Cruzada.
II.- Bajo las aspas de la cruz gamada27
1. El paso de la frontera.-2. Bajo los tilos de Berlín.- 3. En la Escuela de Caza de Werneuchen.-4. Interioridades del Berlín de la guerra.-5. Contrasentidos morales.-6. Unas muestras de antisemitismo.
III.- Camino del frente41
1. Régimen de Escuela.—.2. Preparativos de partida para el frente.—3. Camino del frente.-4.— El paso por Polonia. — 5. Bielorrusia. — 6. Smolensko a la vista.
IV.- En el frente53
1. El primer contacto con la realidad rusa: una «izba». 2. Estamos en Moschna.-3. La primera tala: un artículo del General Galiana comentándola.-4. Cómo se vive en Moschna.-5. Primeras actuaciones victoriosas.-6. A Bieloy.-7. Alegría en la Casa Esteban.-8. Ahora, a Konaya.-9. Detalles de la vida de Escuadrilla.-10. Visita y felicitación del Mariscal Kesselring.
V.- Quince días de asedio en Kalinin73
1. El traslado a Kalinin.-2. Comienza el asedio de los rojos.-3. Intentos de asalto rusos.-4. La Escuadrilla en función de Infantería.-5. Una visita a la ciudad.-6. Los ametrallamientos de Klin. El bombardeo artillero de nuestro Aeródromo. — 8. El adiós a Kalinin.
VI.- Del Volga al Rusa91
1. Un descanso en Staritza. — 2. Descubrimos el «sauna».-3. El Comandante Salas, derribado y durante algún tiempo desaparecido.-4. Guilkova. 5. A Moscú, 70 kilómetros.-6. Volando sobre Moscú.-7. Un solo aparato en vuelo.-8. Más Cruces de Hierro a los pilotos.-9. El 27 de noviembre, día negro de la Escuadrilla.
VII.- La retirada de Klin105
1 El Aeródromo-Escuela de Klin.-32º bajo cero.-3. Otro piloto desaparecido.—4. El mayor enemigo, el frío.-5. Una Misa a 30º bajo cero.-6. El ataque enemigo a Klin.-7. «El enemigo puede entrar en la plaza dentro de cinco minutos.»-8. La Cruz de Hierro para un Cabo.-9. Ordenada evacuación de Klin.-10. De nuevo junto al Rusa.
VIII.- Inacción y relevo121
1. Retirada a Duguino.-2. Un “koljose» en su salsa.- 3. La Nochebuena de la Escuadrilla.-4. Un cine que fue iglesia y vuelve a serlo.-5. El paso por Viasma.— 6.- Otra vez Smolensko.-7. Una ciudad en ruinas: Vitebsk.-8. Ataques aéreos.-9. Tres Divisiones terrestres contra Vitebsk.-10. Preparativos de relevo.-11. El General Richthofen despide a la Escuadrilla.
IX.- Huellas españolas131
1. Extrañas semejanzas entre dos pueblos extremos de Europa. 2. Rusia y el carlismo.-3. «Carmen», en la estepa.-4. Catalina la Grande.-5. Betancourt, un gran ingeniero español.-6. Ambiciones sobre Hesperia.-7. Una Escuela-Hogar de niños españoles.— 8. «No hay ningún Dios que premie ni castigue.»— 9. ¡Arriba Ispania! ¡Viva Franco!
X.- Topografía espiritual de Rusia151
1. Un pueblo atrasado con pretensiones de gula.-2. Un imperialismo con barbas proletarias.—.3. No ha desaparecido el sedimento religioso.-4. Cómo gobierna Moscú.-5. Socialismo de Estado, no comunismo.- 6. Pasividad de la masa.-7. Producción mal acabada.-8. Supremacía de lo espiritual.

Preliminar

 

Nos parece de elemental lealtad para el lector, al iniciar nuestra comunicación, hacerle la confidencia de que este diario de campaña, elevado a categoría de libro por sugerencias y presiones de amigos y compañeros de fatigas, y publicado por voluntad del Mando Aéreo, que se ha dignado patrocinarlo, lleva una fecha ya un tanto lejana: julio de 1942.
Interesa también al que lo escribe que quede expreso testimonio de este dato por más de una razón. Es la primera, que el crítico sepa de antemano que lo que tiene delante es más bien una impresión que una reflexión; un libro de hechos, no de tesis. En trece años, además (con nueve de espera se conformaba el Preceptista: “nonumque prematur in annum”), han pasado muchas cosas y el mundo ha hecho grandes jornadas: los más ingenuos van al fin conociendo a los nuevos técnicos en caballos de Troya, y un recelo muy natural les hace ajustar su conducta al “timeo Danaos etiam dona ferentes”. De consiguiente, es posible que hoy se tomen por lugares comunes ciertas afirmaciones que no lo eran ni mucho menos en el fragor y apasionamiento de la contienda; leídas cuando se escribieron, cuando la decisión de buscar la victoria, aunque fuera en alianza con el diablo, no permitía ver más claro y menos decirlo a los demás, a buen seguro que hubieran sido motejadas por más de uno como contagio de hitlerismo o por lo menos cerrada germanofilia.
Quede, pues, bien sentado que la redacción primitiva del texto original ha sido íntegramente respetada, sin que el paso del tiempo, ni menos la situación del carro del triunfo, haya variado lo más mínimo lo que entonces se escribió. Podríamos hacer nuestra, si fuera original de boca menos despreciable, la frase del tristemente famoso gobernador de Judea: “Quod scripsi, scripsi.”
Pero, si no variación, el trascurso del tiempo ha permitido una añadidura: el capítulo II, en que se recogen ciertas anécdotas sobre la vida alemana en este período azaroso de la guerra: un capítulo que sólo después de finalizada la contienda podía escribirse y menos publicarse sin faltar a leyes elementales de la hidalguía. Por detestable que fuera el nazismo, desde el punto de vista religioso y del mismo respeto a la dignidad humana, era el régimen rector y representativo de Alemania en aquellas calendas, y a su suerte iba ligada ésta mientras permaneciese bajo su férula. Era muy libre cualquier extranjero de criticarlo y difundir cuanta información tuviera sobre sus graves máculas o extravíos: el único que estaba obligado a callar, en tanto estuvieran en alto las espadas, era quien había adquirido la información precisamente por haber militado bajo sus banderas. Inédito y aún sin escribir hubiera quedado el tal capítulo, de haberse publicado este trabajo en coyuntura de palpitante actualidad, puesto que hubiera servido entonces a la causa adversaria: hoy nadie recibirá con ello un daño injusto y quedará en su punto la verdad histórica. Por servir fielmente a ésta y anhelo de objetividad, nos hemos abstenido de toda mixtificación, dando por vistos horrores y perversidades, de que posteriormente se ha hecho eco la Prensa con más o menos sensacionalismo: no sólo no los conocimos, pero ni siquiera los sospechamos, como creemos que sucedió a la generalidad del honrado y valeroso Ejército alemán. Allí, como en Pekín, la vanguardia se preocupó muy poco de lo que pudiera pasar a su espalda: el valiente mira adelante, no hacia atrás.
Alguien, en cambio, tal vez lo encuentre excesivamente recargado de tintas y chafarrinones pesimistas, al referirse al estado moral del pueblo alemán; y es preciso que no pierda de vista, para juzgar exactamente, que todo el escenario de nuestras observaciones fue la siempre licenciosa urbe de Berlín, émula en este aspecto, como en otros menos lamentables, de París desde los tiempos de Federico, y que otro aspecto muy distinto, cual en lo físico, ofrecerían las montañas de Baviera o las rientes riberas que baña el Rhin.
Por lo demás, el desmedrado libro que presentamos carece de trascendencia: es el simple relato de los incidentes en la devolución por aviadores españoles de una visita a los “ratas” rusos; que la cortesía española nunca ha dejado de pagar las que se le hacen ni rehusado la cita a cualquier palenque.

Madrid, 23 de septiembre de 1955.