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La mística de las runas y la esvástica

 

Carlos Raigada

La mística de las runas y la esvástica - Carlos Raigada

120 páginas.
imágenes b/n
Tamaño: 13,5 x 20,5 cm.
Ediciones Camzo
España, 2012
Colección: Orígenes

Encuadernación rústica cosida c/solapas
 Precio para Argentina: 91 pesos
 Precio internacional: 13 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Runa, palabra que significa misterio, secreto.
Lamentablemente todo lo sacro se ha banalizado y todo el misterio del saber se ha comercializado hoy en día. Las runas también.
Las runas son mucho más que letras, incluso mucho más que formas geométricas. Las runas son pensamientos de los dioses. Comprender, aprehender, término que expresa perfectamente esa asimilación interna diferente de la de aprender racionalmente, vivenciarlo y ponerlo en práctica nos permite poder entablar contacto con los dioses, y este contacto, esta ayuda por su parte es la que nos permitirá tomar conciencia y liberarnos de este mundo de ilusión. Cuenta la tradición que las Runas fueron obtenidas por ODÍN (Wotan) como fruto de su sacrificio (sagrado oficio) como recompensa de la inmolación del mismo dios "tuerto" que entrego su ojo y aceptó ser colgado en el árbol del mundo a cambio de obtener la sabiduría y herido por su propia lanza. Esta alegoría, parábola o como queramos llamarlo la veremos a lo largo de otra religión posterior y afín a nuestros días.
Cambian pequeños detalles, pero el trasfondo del mensaje no es otro que el dios, ya sea divino "exterior" o "hacia adentro" es decir hacia nosotros mismos, no es otro que Al que se sacrifica muriendo, para volver renaciendo como un fénix.
Dicho en las palabras del gran maestro estudioso y practicante de las runas que fue Guido Von List es un: nacer-vivir-morir/renacer. Y es a través de este sacrificio voluntariamente aceptado como Odín Wotan alcanza la sabiduría y adquiere las runas y todo es desvelado.
Cada Runa encierra un secreto dentro de sí misma, cada runa tiene una cualidad, un aspecto, un atributo de nuestras vidas, al igual que cada dios en los panteones arios era el garante de esa cualidad. Las runas vienen a ser la expresión y pensamiento de esa divinidad que se hace manifiesta cuando acudimos a ella.
Es por medio de las runas que el hombre ario alcanza la liberación, y en especial por medio de la runa Gibur, la gammadión, pues en esta runa se halla el "opus alquímico" al chemi, el fuego que purifica y libera.
Gibur, el gammadión, es la runa del movimiento, de la magia sexual de la transmutación, de la unión del par de opuestos de género que se reencuentran, que vuelven al origen, a ser Ella-El / El-Ella como diría D. Miguel Serrano. Gibur es la runa también de las estaciones, de los puntos cardinales, del Sol giratorio. Pero la quinta esencia de esta runa está en su centro, inamovible, inmutable, atemporal, todo gira y cambia a su alrededor en gibur, excepto su eje, lo eterno, aquello que está más allá del Sol de oro. Nosotros lo llamamos SOL NEGRO.

 

ÍNDICE

-Prólogo de Antonio Vicedo

La Mística de las Runa
- Entrando en un mundo mágico desde un mundo racional.                                  
- Arqueología tipográfica o, nos dará igual, tipografía arqueológica.                                       
-Las runas en la vida del hombre rúnico.                        
-El “Futhark” no es un alfabeto o un abecedario. 

La Mística de la Cruz Gamada
- Algunas puntualizaciones lógicas.                                            
- Causas e importancias de los símbolos.                        
- Víctima inocente de una derrota militar.                                  
- Verdadero origen de la Cruz Gamada en sus deferentes formas. 
- Discos, cruces y profesiones sagradas.                                      
- Sin apasionamientos: De la mano de la Arqueología.   
- Sin apasionamientos: De la mano de la geografía humana.                                   
- Sin apasionamientos: De la mano de la filología.   
- La Cruz Gamada: Toda una familia de símbolos. 
-Un descanso de recapacitación racional 
- La Cruz Gamada y la Cruz Cristianizada.   
- La Cruz Gamada dentro de la orquestación política esoterista actual. 
- El “Caso Hörbiger”.                                                                 
- Relación de diseños iconográficos 

PRÓLOGO

 

Runa, palabra que significa misterio, secreto.
Lamentablemente todo lo sacro se ha banalizado y todo el misterio del saber se ha comercializado hoy en día.
Las runas también. Nos ofrecen vendernos runas, ti­rada de runas por aficionados, "cursos prácticos de ru­nas", tiradas de runas por mercaderes a cambio de un dinero. No habría nada de malo en ello si ello implicara la transmisión de un conocimiento hacia alguien que busca de verdad en esta sabiduría ancestral. Lo triste es que esta sabiduría ancestral de los pueblos arios se haya convertido en un mercadeo.
Las tiradas de runas se han puesto de moda, al igual que lo fue en su tiempo la tirada del tarot, el I Ching...
Convertir las runas en un espectáculo de feria o mercadillo es denigrar la sabiduría ancestral de nuestros pueblos arios.
Las runas son mucho más que letras, incluso mucho más que formas geométricas. Las runas son pensa­mientos de los dioses. Comprender, aprehender, tér­mino que expresa perfectamente esa asimilación interna diferente de la de aprender racionalmente, vivenciarlo y ponerlo en práctica nos permite poder entablar contacto con los dioses, y este contacto, esta ayuda por su parte es la que nos permitirá tomar conciencia y liberamos de este mundo de ilusión. Cuenta la tradición que las Runas fueron obtenidas por ODIN (Wotan) como fruto de su sacrificio (sagrado oficio) como recompensa de la in­molación del mismo dios "tuerto" que entrego su ojo y aceptó ser colgado en el árbol del mundo a cambio de obtener la sabiduría y herido por su propia lanza. Esta alegoría, parábola o como queramos llamarlo la veremos a lo largo de otra religión posterior y afín a nuestros días.
Cambian pequeños detalles, pero el trasfondo del mensaje no es otro que el dios, ya sea divino "exterior" o "hacia adentro" es decir hacia nosotros mismos, no es otro que Al que se sacrifica muriendo, para volver rena­ciendo como un fénix.
Dicho en las palabras del gran maestro estudioso y practicante de las runas que fue Guido Von List es un: nacer-vivir-morir/renacer. Y es a través de este sacrificio voluntariamente aceptado como Odín Wotan alcanza la sabiduría y adquiere las runas y todo es desvelado.
Me gustaría remarcar en este prólogo a esta obra que lo importante no es si la divinidad se llama Odín, Cristo, Zoroastro o cualquier otro nombre divino de la Tradi­ción Aria Europea.
Lo importante es el Arquetipo, y como esos dioses se entregan por si mismos para renacer y encontrar la sa­biduría.
Cada Runa encierra un secreto dentro de sí misma, cada runa tiene una cualidad, un aspecto, un atributo de nuestras vidas, al igual que cada dios en los panteones arios era el garante de esa cualidad. Las runas vienen a ser la expresión y pensamiento de esa divinidad que se hace manifiesta cuando acudimos a ella.
He visto en muchas ocasiones como por "divertimen­tos" mucha gente traza runas, escribe tonterías con runas o lleva un colgante con alguna porque están de moda y es llamativo dejarse ver con ellas como adorno, lo cual convierte toda esta mística de las runas en un juego, o como dije al inicio del prólogo, en un lamentable espectáculo de feria.
Es a través y por medio de las runas y de otros ejer­cicios alquímicos que conseguiremos derrotar al demiur­go "desde dentro" y podremos liberarnos, convertirnos en Divyas, en divinos, porque a través de las runas el hombre adquiere la gnosis, el conocimiento de todas las cosas.
Dado que el estado humano está aprisionado en la materia, necesita aún de formas. Es por ello que los Viryas, los guerreros arios que por medio de la voluntad luchan para romper estas cadenas se valen de símbolos.
Un símbolo es la expresión divina por un medio, un gráfico, un dibujo, en definitiva una forma plasmada que se pueda ver, en nuestro caso runas, que son expresio­nes que nos conectan con ese pensamiento y fuerza de los dioses, dioses de la naturaleza.
Cuanto más estemos en contacto con nuestros dioses. Cuanto más estrecha sea esa relación a través de estas runas más y mejor comprenderemos todo y como fun­ciona el universo y mejor nos podremos liberar... Es por medio de las runas que el hombre ario alcanza la libera­ción, y en especial por medio de la runa Gibur, la gammadión, pues en esta runa se halla el "opus alquímico" al chemi, el fuego que purifica y libera.
Gibur, el gammadión, es la runa del movimiento, de la magia sexual de la transmutación, de la unión del par de opuestos de género que se reencuentran, que vuelven al origen, a ser Ella-El / El-Ella como diría D. Mi­guel Serrano. Gibur es la runa también de las estaciones, de los puntos cardinales, del Sol giratorio. Pero la quinta esencia de esta runa está en su centro, inamovible, inmu­table, atemporal, todo gira y cambia a su alrededor en gibur, excepto su eje, lo eterno, aquello que está más allá del Sol de oro. Nosotros lo llamamos SOL NEGRO.
Gibur, sagrada esvástica, es la runa por excelencia, a- quella que consigue desvelar todo su contenido e im­pregnarse de este trascender el mundo.
Aquellos que deseéis profundizar, los que tengáis la necesidad, el anhelo de vivir la sabiduría ancestral aria por medio de las runas, podéis hacerlo bien a través de la escritura, de la visualización y meditación en ellas o mejor aún a través de la yoga o gimnasia rúnica por medio de formar runas a través de posturas de nuestro cuerpo. Al alba, cuando despunta el Sol es el mejor momento. Pero para ello es necesario conocer antes bien cada una de ellas.
Esta obra que tenéis en vuestras manos os ayudará a ello. De forma sencilla, con un lenguaje claro y diáfano analiza cronológicamente su uso, su expansión en los
pueblos de Europa y los vestigios encontrados por la ar­queología.
Así mismo encontrareis de forma sucinta, sencilla, la explicación de otros símbolos solares propios de los pueblos arios. A través de la historia iréis descubriendo las runas e iréis iniciándoos en su sabiduría.
Que la disfrutéis y os sea provechosa.

Antonio Vicedo

LA MÍSTICA DE LAS RUNAS

 

ENTRANDO EN UN MUNDO MÁGICO DESDE UN MUNDO RACIONAL
El idioma germánico primitivo o teutónico ya hereda una palabra muy anterior: Rün. Si bien su significado in­mediato es letra, para una persona germana de la Edad de Hierro, significa mucho más... Hace relativamente poco tiempo que entendemos por “letra” un simple carácter ti­pográfico; pero aún persiste en su significado inicial de mensaje (esto es más perceptible aún en los idiomas ger­mánicos actuales, que siguen relegando una determinada forma de pensar). Etimológicamente “letra” proviene del latín “letrera” que, entre los latinos significa “carta, mi­siva”. Tampoco olvidemos que, con éste último sentido, aparecerá en un documento, escrito en lengua castellana del 1140, lo cual indica un uso verbal anterior. Aún hoy, conservamos esta significación en la bancaria “letra de cambio”. Quede claro que rün (plural rünar) verdadera­mente nos indica: “Mensaje, Misterio del Saber...” algo que, en suma, solamente conocen bien unos pocos inicia­dos en la Sabiduría Superior. Hasta hace poco, leer y/o escribir eran “privilegios” que identificaban al sacerdote: y eran respetados -como sagrados- por nobles, guerreros y otros hombres de acción. Socialmente se evitó un em­pleo profano de lo escrito, entre nuestros antepasados, durante casi toda la Historia...
El trazo rectilíneo, menos delicado y trabajoso de ela­borar que el curvilíneo, parece ser el instintivamente ele­gido por un hombre que desea comunicar un mensaje grabando rasgos sobre un material con otro más duro (sig­nificado inicial del término “escribir”). La perdurabilidad del “mensaje” depende claramente de la del “soporte” elegido, e instintivamente se comprende que el rallado re­sulta más indeleble que el pintado. Cuando el hombre descubre las ventajas de armas aguzadas sobre las romas, porta aquellas, resulta lógico que también las utilice para grabar (escribir).
La piedra es soporte perdurable para dejar mensajes escritos, pero muy laboriosa de trabajar. Si la duración de­seada para el mensaje no es absoluta y abundan otros ma­teriales como -asta, hueso, madera- que admiten más fá­cilmente ser grabados y resultan aprovechables, es lógico que sean elegidos sobre los pétreos. La madera es un ma­terial que reúne aquellas características; resultando abun­dante en el entrono danés (ámbito originario de las ru­nas).
Los árboles presentan muy diferentes características, en madera y corteza, según la especie a la que pertenecen. Por abundantes que resulten para el protogermano las coniferas (abeto, pino, etc) y las fagáceas (haya, roble, etc) no serán utilizadas como soporte de escritura rúnica, debi­do a ser maderas duras, abundantes en nudos y de corteza desaconsejable. Debido a su aspecto son preferidas las betuláceas (avellano, abedul, etc). El abedul de porte ade­cuado y abundante en aquel entorno llega a ser el árbol preferido para grabar runas y de aquí que su madera fuera considerada mágica.
La corteza o suber de un árbol contiene los vasos suberianos, que conducen la savia elaborada en sentido descendente de las hojas a las raíces. Toda agresión que seccione esa importante estructura para la fisiología vegetal ha de ser reparada mediante un grueso cuerpo cicatricial; que permite, en su interior, la recomunicación de los vasos siberianos seccionados. Por ello, cualquier marca horizontal aparece deformada y englobada en la enérgica cicatrización; mientras que otras, realizadas en sentido vertical e incluso oblicuo, permanecen con trazo más nítido pues los escasos vasos liberianos dañados no requieren una cicatrización tan enérgica y deformante.
Concretamente, la corteza de las betuláceas, y dentro del proceso fisiológico de engrasamiento del tronco, se desprende en ritidomas o secciones horizontales; lo cual, es un factor adicional para “desaconsejar” la horizonta­lidad, si se pretende que las marcas perduren con cierta nitidez...
Las runas, por tanto, evitan trazos horizontales. Y desde luego los curvilíneos que son complicados de tra­zar sobre una superficie curva como la de los troncos. Interpreto que ESTOS FENÓMENOS SON FUNDA­MENTALES PARA QUE LAS RUNAS PRESENTEN SU FORMA CARACTERÍSTICA. Esta forma se man­tuvo así, por su carácter sagrado; aún pintando las runas sobre materiales más plásticos, conocidos desde antaño por el germano -cuero- o con posterioridad -papiro, papel-. Las protoescrituras de otros pueblos con otras creencias sagradas muestran frecuentemente trazos hori­zontales y curvilíneos que derivaron en trazos actuales si­milares.

El lenguaje, sea escrito o verbal, está controlado por el hemisferio cerebral derecho en las personas diestras -la mayoría- y el movimiento para la mano derecha por el hemisferio cerebral izquierdo. Así un diestro, escribiendo frente a un árbol, sobre su tronco, obtiene más facilidad artística en su labor y controla con mayor seguridad la necesaria fuerza ejercida si traza los rasgos DE DERE­CHA A IZQUIERDA. Así se realizaba la primitiva escri­tura rúnica según atestiguan las incisiones. Esto perdurará -por costumbre y ritual místico- mucho tiempo y aún so­bre materiales que se comienzan a utilizar muy poste­riormente. Nuestra escritura actual de sentido inverso nos llegó desde aquella, pasando por la fase intermedia de escribir alternando el sentido de la escritura de una línea a la siguiente; llegando a establecerse el sentido actual, al predominar, naturalmente entre nuestros diestros, el tono muscular del esternocleidomastoideo derecho. Por ello a diferencia de otras razas dirigimos la mayoría de las mira­das a la derecha -debiendo enfrentarnos a la derecha de un semejante nuestro para captar más su atención dentro del grupo- y por ello nos es más cómodo y natural escri­bir hacia la derecha, etc: a diferencia de otros pueblos con una lateralidad contraria...