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El Mercosur militar

Daniel Castagnin

 

El Mercosur militar - Daniel Castagnin

Ayer y Hoy Ediciones
2000
63 págs.,
14x20 cms.
 Tapa: blanda
 Precio para Argentina: 20 pesos
 Precio internacional: 5 euros

 

En este volumen el Dr Castagnin nos pasea contundentemente por los vaivenes históricos y geopolíticos de los países latinoamericanos encuadrados o por encuadrar en el MERCOSUR. Y lo hace con intención certera y profunda. Un interesante estudio militar breve que nos muestra las experiencias de nuestro pasado y las incertidumbres de un futuro, que en este campo, el castrense, se avisora incierto en las relaciones de los distintos ejércitos del MERCOSUR y su inserción en este nuevo mundo globalizado.

 

ÍNDICE

7. UNA REGIÓN ÚNICA PARA CONFLICTOS COMPARTIDOS.
12. EL DESTINO DEL URUGUAY SOBRE EL MAPA.
17. SÍSTOLE Y DIÁSTOLE EN EL EJÉRCITO ARGENTINO.
26. BREVE HISTORIA POLÍTICA DEL EJÉRCITO BRASILEÑO.
32. CHILE: O EL EJÉRCITO COMO BRAZO TUTELAR DEL ESTADO.
37. PROFESIONALISMO Y POLÍTICA EN LA FORMACIÓN DEL EJERCITO URUGUAYO.
45. BOLIVIA: UNA GEOGRAFÍA INFRANQUEABLE PARA UN EJERCITO INTERMITENTE
50. OFICIALISMO Y EJERCIÓ EN EL PARAGUAY.
55. BRASIL: ¿ABANDERADO DE UNA NUEVA DOCTRINA MILITAR LATINOAMERICANA?

 

Introducción:
Una región única para conflictos compartidos.

"Estados Unidos no puede y no concebirá todos los planes, no diseñará todos los programas, no ejecutará las decisiones, ni responderá a todas las defensas de las naciones libres del mundo".
RICHARD NIXON.

 

El gran espacio del Mercosur se perfila como un mercado excepcionalmente apto para sustentar a una economía muy viable. Es decir, que asume en el horizonte histórico un cimiento apropiado para arquitecturar una unidad política con proyección global.
Realmente, no ha sido usual que en nuestras latitudes apuntara una posibilidad de esa magnitud. Convenimos, entonces, que esta­mos ante una ocasión única. La marcha unificada de varios países de idéntica raíz y de cultura e historia común, que, además, conforman unos con otros un bloque geográfico de extraordinaria solidez -sobre el cual pueden, en forma indiscriminada, propagarse etnias comunes-permite dibujar toda una categoría de acción histórica que alteraría los parámetros habituales de la política mundial. Pero ese magno desig­nio encarna serios problemas de seguridad y de defensa.
En la misma medida en que, sobre un espacio comunicado, van a convivir seis estados, también nos encontramos con que el mismo número de ejércitos incide con sus problemas y tradiciones sobre el ámbito geográfico, el que, como una gigantesca caja de resonancia, multiplica y proyecta las acciones locales sobre todo el espacio común, en forma tan caprichosa como inesperada.
Esta inserción en la realidad, protagonizada por seis distintas ins­tituciones armadas, que aportan al concierto colectivo visiones y modos de acción diferentes (y quizás incompatibles...), nos pone fren­te a la tarea -tan impresionante como urgente- de tratar de armonizar un rumbo común para tan díscolos protagonistas.
Debemos, para ello, partir de la base de que la existencia del MER­COSUR -como, en su momento, la CEE- no disuelve los estados y, por consiguiente, tampoco a los respectivos ejércitos.
Ahora bien, en nuestro caso, lo más grave se perfila si tenemos en cuenta que las instituciones armadas de nuestra zona, tienen una ten­dencia marcada -y mucho más que los respectivos estados- a dife­renciarse y apuntar hacia trayectorias divergentes. O sea, en lengua­je llano, que la comunidad de defensa puede ser mucho más difícil que la económica o que la cultural.
Todo este problema se complica más cuando nos ponemos a pen­sar en la evolución probable de la guerra como un hecho social, tan perverso como inevitable. Para ello debemos partir de un balance de actualidad. Lo que los militares llaman la "guerra convencional", es decir, el choque militar de fuerzas estáticas opuestas, de acuerdo a las normas internacionales, puede ahora considerarse desaparecido. En efecto, los estados contemporáneos ya son instituciones demasiado frágiles y complejas para someterse a la ordalía bélica actual.
Pero (y en la guerra, desgraciadamente, siempre hay un pero...) los elementos humanos y técnicos que vehiculizan la violencia pueden llegar a cortocircuitarse de su propia estructura estática, y tentar formas de contraste violento sobre un espacio, como ya dijimos, común.
Volviendo al lenguaje corriente, debemos decir que puede llegar a suceder que el fantasma atroz de la guerra civil amenace con corporizarse dentro de una estructura ya polietática, abarcando, ahora si, un espacio dentro del cual, en la anterior organización, podía ser fácil­mente contenido.
Todavía más: en la medida en que la región se unifica económi­camente, también lo hará desde el punto de vista político. Y en ese momento, influjos comunes van a recorrer todo ese espacio, capitali­zando metas y esperanzas colectivas. En ese preciso momento, las antiguas fronteras presentarán vallas difíciles de sortear. Los estados no son intercambiables y, menos que menos, los ejércitos.
Dejando de lado, por ahora, la titánica tarea de amalgamar estas instituciones (labor que exigirá para ello buena parte del siglo XXI), vamos a limitarnos a plantear estos problemas dentro de parámetros mucho más modestos.
A tal fin, partimos de un hecho primario: el espacio geográfico. La vasta llanura platense fue, realmente, un solo espacio indiferenciado para Cevallos y Liniers, para Artigas y San Martín, para Urquiza y Saravia... y seguirá siéndolo para otros conductores y sus respecti­vas huestes.
Frente a este vasto panorama, -un espacio continental no sectori­zado por el convencionalismo de las fronteras- la gravitación estraté­gica de la Gran Zona adquiere una validez ineludible. En efecto, el análisis geoestratégico de la misma nos lleva a una comprobación tan simple como evidente. La zona se encuentra interconectada por rutas históricas que la unificaron desde mucho antes que lo haya hecho la economía. Y puede llegar a suceder que nuevos influjos tornen nece­sario recurrir a correctivos no precisamente pacíficos, para restablecer un orden alterado.
¿Cómo se comportarán nuestros ejércitos en ese caso?.

LOS SECRETOS DE LA GEOGRAFÍA HISTÓRICA.
La inserción del Uruguay como una cuña entre dos países predo­minantes ha llevado a que, con ligereza, se lo califique como Estado tapón. Sobre este tema se ha escrito ya mucho. Lo que más interesa ahora es tratar de despejar la incógnita del rol que, desde el punto de vista geográfico puro y simple, le corresponde jugar a Uruguay, entre dos vecinos poderosos territorialmente, y entre los que siempre ha existido cierta tensión.
La geografía militar distingue perfectamente la existencia de luga­res destinados a servir de avenidas militares, y en los cuales se libran, a través de los tiempos, repetidos combates.

GEOGRAFÍA E HISTORIA
A modo de ejemplo, Bélgica, país ubicado sobre la llanura del norte de Europa, ha servido de pista a infinidad de invasiones en uno u otro sentido, al punto de llamársele "el reñidero de Europa".
Este fatalismo geográfico, que hace de determinadas regiones punto de pasaje obligatorio para un ataque, ha constituido la preocu­pación esencial de pensadores militares en el mundo entero.
Así, en 1934, el en ese entonces desconocido Cnel. De Gaulle, llamó la atención de sus superiores, mostrando la existencia de un verdadero "Boulevard Mortal" en las fronteras de su país, en los siguientes términos: "Como la observación de un retrato sugiere al observador la impresión de un destino, así la carta de Francia revela nuestra fortuna"... "Desde el norte y noroeste, la geografía organiza la invasión por vías penetrantes... El adversario que golpee a la vez en Flandes, en Ardenas, en Lorena y en Alsacia, será llevado por estos golpes concéntricos sobre el Sena, el Aube, el Mame, y el Aisne, donde no tendrá más que descender por esos cursos fáciles, para copar el corazón de Francia, París, en su confluencia"... "Ese punto débil en la frontera de Francia, ha sido objeto de asaltos por sus ene­migos desde tiempos inmemoriales. Por ahí los teutones atacaron la Galia Romana. Es ahí donde la monarquía francesa sostuvo el asalto del Imperio Alemán. La revolución desfalleció y peligró. Y Napoleón fue finalmente vencido por las tropas que afluyeron por ese mismo corredor. Es ahí mismo que ocurre el desastre de 1870. Y durante la guerra de 1914 en ese Boulevard Mortal nosotros vimos desaparecer la tercera parte de nuestra juventud".
Esta página muestra, de forma más que elocuente, el peso del hecho geográfico sobre el curso de los acontecimientos bélicos. La ceguera de los dirigentes franceses frente a esta advertencia clarísi­ma es una demostración práctica de cómo una realidad fatal en el campo estratégico y político puede ser escamoteada a toda una gene­ración. Justamente por el hecho de que su presencia es tan fuerte, la puerta de la fantasía ofrece el mejor rodeo para eludir una responsa­bilidad histórica, mediante alguna argucia ingeniosa. Por supuesto que el drama de 1940 abrió de golpe los ojos de los franceses, y la realidad, verdad única, irrumpió bajo la forma de un alud alemán sobre París.

"AS RÚAS DE INVASAO"
Este fatalismo que la geografía impone a los hechos militares no pasó desapercibido a nuestros vecinos, los brasileños, y así encon­tramos al Tte. Cnel. Antonio de Souza, con su obra "Caminhos Históricos de Invasao" -publicada por el mismísimo Ministerio de Guerra del Brasil- donde se dice:
"Caminos históricos de invasión, como el propio nombre está indi­cando, son caminos marcados o definidos por la historia, como itine­rarios seguidos por los ejércitos en más de una campaña militar para penetrar en el territorio de un país enemigo. No quiere esto decir que sean ésos los caminos que, en el futuro, tengan que seguir obligato­riamente los ejércitos que pretendan invadir los mismos territorios, los mismos países"..."Las circunstancias materiales, en particular, pueden influir para que, en otras direcciones, otros caminos sean selecciona­dos y aprovechados en ciertas épocas a diferencia de aquellos utili­zados en anterior oportunidad"..."Vemos que podemos verificar en los caminos históricos de invasión, lo relativo a los itinerarios seguidos por los ejércitos, en busca de líneas de menor resistencia, o de cami­nos de más fácil acceso. Providencialmente, podemos mismo obser­var en el estudio realizado, cómo es temerario, peligroso, contrariar las leyes naturales, para satisfacer caprichos, fantasías o imposicio­nes extrañas a los objetivos de la campaña militar"..."Por mera coinci­dencia o por fatalismo histórico-geográfico, como se quiera, cuando los aliados decidieron desembarcar en Europa en 1944, la región escogida para la mayor operación anfibia de la historia fue, justamen­te, el litoral de Normandía, donde los orgullosos hidalgos ingleses ya habían realizado en 1346, 1415, 1450, tres operaciones parecidas, durante el curso de la famosa Guerra de los Cien Años que duró de 1337 a 1453".
En nuestra propia región, la zona del Plata, encontramos también caminos históricos de invasión; es más, la parte de la cuenca más tri­llada por esas avenidas militares es el territorio uruguayo, cuyo suelo está marcado por múltiples invasiones y combates.
Es así que el Contralmirante Carbajal, en su benemérita obra, injustamente olvidada, "La penetración Luso - Brasileña", nos dice: "La constitución geológica de esos accidentes orográficos, formada por una roca arenisca que ocupa gran parte del centro surriograndense y penetra en nuestro territorio, ofrece excelentes caminos y en lar­gos trechos del recorrido son vías indicadas de Invasión, aprovecha­das más de una vez en nuestra historia".