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LA AMANTE INVISIBLE

La erótica chamánica en las religiones, en la literatura y en la legitimación política

ELÉMIRE ZOLLA

LA AMANTE INVISIBLE - La erótica chamánica en las religiones, en la literatura y en la legitimación política - ELÉMIRE ZOLLA

160 paginas
22 x 15 cm.
Editorial Paidos, 1994

Colección Orientalia
Encuadernación rústica,
 Precio para Argentina: 111 pesos
 Precio internacional: 21 euros

El arquetipo de la amante invisible, hoy en día casi completamente olvidado, tuvo hace tiempo una gran fuerza en las religiones y culturas de todo el mundo. Se tratara de episodios considerados como reales o de obras artísticas concretas, la atmósfera entera del universo parecía impregnada de este mito. Pero, ¿quién de nosotros, hoy en día, leyendo la Orestíada, es capaz de apercibirse de que todo depende de los misteriosos amores de Casandra con Apolo?¿Quién, viendo una representación de El lago de los cisnes, puede llegar a captar esa arrebatada resurrección del motivo?
Y, sin embargo, la fe en esta presencia sobrenatural erótica parece aún viva actualmente en muchos pueblos y todavía la cultivan ciertas religiones. Elémire Zolla, en este bellísimo libro, se dedica a rastrear su presencia a lo largo de la historia, del chamanismo a los sistemas políticos basados en la investidura de una diosa terrenal, y acaba localizándola tanto en la religión como en la literatura, en Beatriz y en Laura, en Shakespeare y en Goethe, detectando así una tradición universal firmemente basada en el mundo del sueño. Elémire Zolla (Turín, 1926) es profesor en la Universidad de Roma. Además de La amante invisible, ha publicado igualmente, entre otros,Aure. I luoghi e i riti y Verità segrete sposte in evidenza, dos libros que Paidós también traducirá en breve al castellano

 

ÍNDICE

I
Teoría del matrimonio sobrenatural
La elección divina                 15
Tras la brecha abierta por los descubrimientos de Sternberg        19
Esposas y esposo celestes en Africa             22
¿Qué hacía posible las bodas sobrenaturales? ....   27
¿Cómo podría restablecerse una vida onírica coherente? .           33
Cómo se enseñaba el arte de soñar             37
¿Qué tejido mitológico se solía infundir en Occidente? .   40
II
El conocimiento de la Dama en las grandes religiones
En los Veda y en el Tantra               49
La esposa celeste en el budismo                   55
La Dama sobrenatural crea reyes en el Oriente Medio antiguo               58
Sueños eróticos sagrados en Grecia y en Roma. ... 65
Una zambullida en busca del amante divino ....    74
Israel y los primeros cristianos: cuando los amores sobrenaturales se convierten en clandestinos                   77
Cristo, el esposo                    82
La Dama en la época cristiana       
Cómo distinguir a los místicos ortodoxos de los amantes de la Dama    
Las escrituras nórdicas muestran a la Dama que dice la buenaventura
La Dama en el garito           
III
La esposa celeste en la literatura
La Dama celeste sobrevive como figura literaria en la India, China y Japón    
Amores sobre naturales en tierras islámicas ....
La Dama y el amor cortés en Europa         
La Dama de Petrarca           
En Inglaterra la Dama se convierte en reina o se transfor­ma en jovenzuelo     
La Dama entre los románticos ingleses      
El eterno femenino   
La belle époque rusa
¡Mejor para ti, América!      
Débiles reapariciones
Índice analítico

INTRODUCCIÓN

Teoría del matrimonio sobrenatural

La elección divina

En el congreso de americanistas realizado en Goteborg en 1924, ocurrió algo insólito, al leer el soviético Leo Sternberg una ponencia imprevisible: La elección divina en el chamanismo.1 Sternberg había estudiado a los chamanes gol’d de la región de Amur. Uno de ellos le confió una historia de amor. La historia había comenzado al ma­nifestarse los primeros síntomas de la enfermedad preanunciadores de la vocación. El futuro chamán yacía en su lecho, cuando apare­ció una diminuta mujer en traje gol’d, bellísima, con la negra cabe­llera centelleando sobre los hombros. Había sido el espíritu custodio de sus antepasados, y ahora lo venía a resguardar: «Serás mi marido y yo seré tu mujer. Te haré don de unos espíritus, ellos serán tus asis­tentes y con su ayuda podrás curar a la gente. Además yo misma te instruiré y te ayudaré. El pueblo nos dará de comer». El joven inten­tó negarse, mas enseguida escuchó esta advertencia: «Si no obedeces, morirás».
Ella tomó entonces los más diversos aspectos, a veces parecía una vieja, a veces un lobo. Un día apareció bajo la forma de un tigre alado, lo hizo subir a la grupa y lo llevó a visitar el reino de los espí­ritus.
Cumplió sus promesas, proporcionándole los ayudantes: un oso, una pantera y un tigre, que cobraban vida conforme a su menor de­seo. Lo penetraban como masas de vapor, colmándolo de poder. Si una gran ocasión lo requería, ella misma se presentaba a ayudarle.
Cuando durante las sesiones se le veía devorar las ofrendas y be­ber vodka después de haber chupado la sangre caliente de los cerdos, era ella quien en realidad se valía de su boca y de su garganta para absorber energía: «¿Cómo podría un hombre tomar todo ese vodka? Es ella la que se lo bebe».
Ella misma le hizo reunir todo lo necesario para la indumenta­ria de chamán, instruyéndolo sobre la fabricación de un tambor. Le hizo tallar las marionetas de los espíritus asistentes. Había tenido suerte: por los alrededores rondaban espíritus crueles, que estaban dispuestos a hacer el amor con un chamán, sólo para abandonarlo seguidamente, dejándolo enfermo.
En la misma tribu, Stemberg encontró un chamán, un viejo bo­rrachín, que había tenido tres esposas sobrenaturales. La de entonces se llamaba Puerca Salvaje, y también era una hermosísima dama gol’d. A la vez, tenía una mujer humana, una jovencita que estaba muy orgullosa de él y había hecho buenas migas con Puerca Salvaje.
Eso fue suficiente para que Sternberg intuyera haber descubierto la esencia del chamanismo. Casos análogos fueron verificados por él entre otros pueblos de Siberia.
La chamana yakuta se ovilla en su cabaña a la débil luz de las brasas que van extinguiéndose y poco después advierte al amante-espíritu. Éste abre la puerta de par en par, avanza con paso lento has­ta ella y sopla sobre su rostro, haciéndola dormir. La abraza y ella sueña que, con la apariencia de un hermoso galán, la está haciendo gozar.
El chamán yakuto sabe que durante el día todo marchará vien­to en popa, después de una alegre noche de amor con la esposa so­brenatural. Pero ¡pobres de sus pacientes el día que siga a una noche funesta, en la que la mujer sobrenatural lo hiera y recoja su sangre con las manos en forma de copa, para lamerla ávidamente con la lengua colgante! Luego, el alma misma del chamán se desliza fuera del cuerpo y se dirige a aquellas manos que sirven de copa y se hace sorber, mientras ella es sacudida por tremendas risotadas.
El chamán buriato es introducido en el otro mundo por un an­tepasado. Allí manda el Chivo Amarillo, señor de la danza, de la fer­tilidad y de la riqueza, quien tiene por amantes a las nueve hijas de la Aurora. Con cada una de ellas puede el chamán solazarse a me­dida que cumple su ascensión, la cual culmina en la ceremonia de la apertura de la boca; después de ésta podrá caer en trance según su voluntad. Tal es la primera fase de la iniciación, y le sigue un perío­do de inquietud y de fiebre, que preanuncia la llegada de la esposa celeste. Apenas ella aparece, harán el amor y celebrarán el compro­miso, pero transcurrirán años y años de aprendizaje antes del casa­miento. Cuando finalmente llega el día de las bodas, se alza el árbol chamánico y se le ata a un pequeño árbol que asoma por la cima de una «cabañita de nupcias». El chamán escala el árbol y ya en la copa podrá al fin balar como Chivo Amarillo, señor del reino del medio. Una vez marido de la esposa celeste, será un Pan buriato caprino.
En la región de Altai los chamanes son ayudados por sus esposas celestes y por las nueve hijas del Dios supremo. De esta manera pue­den atravesar indemnes las llamas y pueden levantar pesos ingentes.
En el extremo oriental de Siberia, en la zona polar y entre algu­nas tribus de América Septentrional, el amor con seres sobrenatura­les obliga a veces al chamán a cambiar de sexo. Sternberg observó al­gunas semejanzas con los ritos de Atis y Cibeles- y con ciertos cultos de la shakti en el hinduismo y el budismo. Para seguir esta pista Stemberg disponía de escasos textos, pero le bastó el Táránata tradu­cido en San Petersburgo en 1914, para citar los ritos tántricos que siembran en el interior del adepto la «divinidad personal» (yidam en tibetano), con la cual se realiza una verdadera asimilación, que puede llegar a producir un cambio de sexo. Stemberg leyó Shakti y shahta de Avalon, donde se describe la aparición de la shakti o Dama sobrenatural, primero como Madre y luego como Esposa, que enseña al adepto el arte de trascender la ilusión cósmica mediante ejer­cicios de alucinación; él se identifica con ella traspasando las llamas de la incineración.
Steenberg, en fin, estableció una serie de correspondencias histó­ricas con ritos de vírgenes sacrificadas a dioses fluviales o marinos, con sueños de unión con la divinidad, propiciados en los templos de Amón en Egipto y de Marduk en Mesopotamia, así como en las fies­tas del sol entre los Pies Negros (y los Cheyenne) de las praderas nor­teamericanas; reveló las cofradías dedicadas a los amores con divini­dad sobre el modelo de las del antiguo Oriente Medio, que aún florece en Africa Occidental, deteniéndose particularmente en los ri­tos ewe, en los que el candidato es separado de la vida habitual me­diante la unción, impartida entre cantos y aullidos, a la que sigue una danza frenética. Al cabo de siete días de aislamiento recibe un nuevo nombre y se «le abre la boca»: alcanzada entonces la dignidad sacerdotal puede, mediante el canto de himnos, convocar en su cuer­po a las distintas divinidades.
A menudo la divinidad está personificada por su sacerdote o in­cluso por cualquier visitante del santuario.
El cristianismo no abolió esta fe, aunque la condenó. San Agus­tín habla de los espíritus íncubos llamados «dusios» por los galos. De estas anotaciones se sirvieron durante siglos los cazadores de brujas, que distinguían minuciosamente los amores fugaces de los matrimo­nios con diablos y sabían de igual manera que éstos llevaban como dote una cohorte de espíritus auxiliares.
Con frecuencia la consorte celeste posee forma animal; la nove­la china abunda en historias de amor con zorras sobrenaturales; la novelística africana habla de cocodrilos que devoran a quienes aman. Los Guiliakos de Siberia oriental están convencidos de que el oso solamente ataca y come aquellos cuerpos con cuyas almas ansia desposarse.
Una constante casi universal afirma que el héroe muerto y resu­citado es amante de la Señora de los animales y de la fertilidad. El animal preferido por la Señora asesina al héroe o, en el intento, es muerto por éste.
De todo este material Sternberg dedujo una fantástica historia del progreso humano, que comenzaría con una pasiva elección divi­na hasta evolucionar hacia un activo cortejo por parte del hombre, culminando en la creación de sacerdocios especializados en músicas y ritos de dicho hábil cortejeo. Sin embargo, tiene razón cuando afir­mó haber descubierto el remoto origen de la idea de la «buena suer­te» y de la propia «predestinación» calvinista.
Tras la brecha abierta por los descubrimientos de Sternberg
Entre los Tajiks y los Usbecos los estudiosos soviéticos encontra­ron abundantes pruebas de las teorías de Sternberg, pero no sucedió así con muchos otros pueblos de Siberia, especialmente los Evenkos.2
Treinta años después, el material chamánico quedaba reunido por vez primera en elO de Eliade.3 Ulteriores ejemplos de matrimonios sobrenaturales abundan. Para las chamanas japonesas, el espo­so celeste está representado con frecuencia por un sacerdote; la es­posa celeste de los pueblos polinesios desaparece como Eurídice y el hombre debe buscarla cumpliendo el periplo del mundo de los espí­ritus. La enumeración podría ser interminable; sin embargo, se han establecido algunas constantes.
En un primer nivel, el chamán sufre el desmembramiento y la decapitación por la mano o en presencia de una Madre bestial: en esta fase están presentes los espíritus de los antepasados, que, en un segundo nivel de la iniciación, asumirán el rol de mediadores entre el candidato y las diosas. En el tercer nivel, se celebra el matrimonio celeste con un banquete sagrado, que se verifica también en la tradi­ción egipcia de la ofrenda de pan, agua y frutas dados por Hathor y Neith al alma redimida. Entre los Teleutas siberianos la esposa celes­te ofrece al chamán la comida nupcial sobre una patena de oro y una de plata, dos escudillas al parecer identificables con las de la pro­cesión del Grial, narrada por Chrétien de Troyes. Entre los Samoiedos, en cambio, la Señora ofrece su propio seno para mamar, como Hathor lo hizo con el faraón, como las améis de casa beréber lo ha­cen con el huésped que desean adoptar.4
Pero el matrimonio celeste no es la última etapa de la ascensión chamánica: a menudo éste ocurre en el séptimo cielo, que no es el más alto. A veces es necesario vigilar a la propia esposa celeste, pues querrá impedir la ascensión mayor, hacia el Ser supremo.
De entre todas las historias de elecciones divinas, las más me­morables, a mi juicio, son aquellas recogidas por Verrier Elwin entre los Saora de la región de Orissa.5
Un demonio femenino se ofrece a un jovencito de doce años, quien durante un año entero insiste en rechazarla. Por último ella desata un tigre para que se le eche encima, él cede, pero inmediata­mente otro demonio femenino se presenta a cortejarlo.
La primera, por celos, lo enloquece, le hacer perder la memoria y vagar por la selva. La familia convoca entonces a un chamán, quien acuerda con la perseguidora un legítimo matrimonio sobrena­tural. Como regalo de bodas se le otorga un vestido, que el jovencito se pone en lugar de ella. El convenio se confirma mediante el sacri­ficio de una cabra. La mujer celeste enseña al joven esposo a caer en trance para alcanzarla: deberá mover circularmente la mano sobre un tamiz sembrado de arroz. El vive venerando el icono de la espo­sa, al lado del cual cuelgan un vestido nupcial, los anillos y la jarra de terracota que le pertenecen. Cuatro años después del matrimonio sobrenatural, el jovencito se comprometió con una muchacha hu­mana. Debido a la impaciencia intentó violarla: fue la esposa celeste quien le llamó la atención. Durante la ceremonia nupcial fue tam­bién la esposa celeste quien entró en él para hacer una declaración de amor fraterno a la novia.
De los dos matrimonios, en distintos planos, tuvo el joven nu­merosa descendencia. Aunque siempre tuvo cuidado de repartir con justicia sus atenciones hacia las dos mujeres.
Otra historia saora habla de un hombre raptado por un demonio femenino y llevado al más allá, donde vio errar a los muertos, criatu­ras lastimosas, lisiadas o ciegas, cuyos rostros tenían un solo lado, mien­tras los dioses eran jocosos pájaros aleteantes en el cielo y sus suntuo­sas moradas hormigueaban con los numerosos animalitos domésticos.
Un chamán revela: «La esposa tuvo que enseñarme cómo hacer­lo... fue como si el cielo y la tierra se unieran»:5 Ésta es la fórmula del matrimonio hindú. Otro chamán se tomó impotente en la vida real pues «el semen se le había subido a la cabeza» y desde entonces de­bió vivir desnudo «como un ser sobrenatural»:6 una enseñanza yoga y una prescripción de la escuela de los ascetas «vestidos de cielo».
Los relatos de las chamanas saora son espeluznantes. Sus corteja­dores celestes las raptan con violencia, las obligan a balancearse en las ramas más altas y más delgadas del palmar, embriagándolas con vino de palma, o bien las raptan a caballo para luego encerrarlas en vastas moradas escondidas en la jungla, cercadas por setos impenetrables.
Había una vez una mujer casada, madre de un niño, que fue cor­tejada por un espíritu. Para aplacarlo sacrificó un caballito, pero la ofrenda sólo logró irritarlo y ella se sintió arrebatada y lanzada a la selva, donde debió bailar hasta la locura, sin tregua. El marido con­vocó a un chamán y celebró para ella el matrimonio sobrenatural, in­molando la cabra, haciendo pintar el icono del esposo celeste, col­gando la jarra de terracota. Entonces el espíritu comenzó a instruir a la esposa, quien no se vio en la necesidad de asistir a la escuela del chamán: aprendió todas las artes en sueños. En sueños hasta recibió el candil que el chamán entrega al aprendiz cuando obtiene la ma­estría. Sin embargo, una noche se le acercó un hermoso galán, quien la tocó por todas partes haciéndola morir de risa. Despertó leprosa, con manos y pies ya carcomidos. El esposo celeste corrió allá donde estaba el espíritu de la lepra, que rehusó reparar el daño y más bien declaró con descaro que visitaría a la mujer cada vez que se le anto­jara, disfrutando, de buena gana, con hacerle cosquillas.
A pesar de la enfermedad, la mujer continuó tratando chamánicamente a sus clientes.7
Los mencionados Saora distinguen entre antepasados y dioses. Estos últimos son claros y resplandecientes, aquéllos grises y morte­cinos y moran en un país que es un camino de curvas pronunciadas, bordeado por chozas y grandes peñascos donde vive agazapada gen­te silenciosa. Recorriendo ese camino se tiene la sensación de caer y uno despierta extenuado.

NOTAS:
1. Congrés international des américanistes. Compte-rendu de la XXXle session. 2eme partie. Kraus Reprint, Nendeln, Liechtenstein, 1968.
*.  Diosa frigia, confundida en ocasiones con Rea. A ella se dedicaba un culto or¬giástico, de formas violentas y extáticas, emparentado con el culto de Dionisio. [T.]
2. Comunicación de V. N. Basilov en el Congreso sobre chamanismo en Eurasia. Academia Húngara de las Ciencias. Sárospatafe, septiembre de 1981. En el mismo congreso, Walter Heissig informó sobre las Damas sobrenaturales mongolas, que tienen forma de cisne, curan e incluso resucitan a los héroes (véase «Conoscenza religiosa» III-IV, 1982).
3. Lo sciamanesimo e le tecniche dell’estasi, Roma, 1974. trad. italiana, (trad. cast.: El chamamismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, FCF, México,4 1993). A esta síntesis aún válida debe añadirse: H. P. Duerr, Sedna oder die Liebe zum Leben (Francfort, 1984), que destaca las innumerables formas del mito de la amante so¬brenatural, tales como la Madre naturaleza-Señora de los animales-Montaña, en cuya cavema-útero el chamán se reprocrea a sí mismo y crea abundancia para la tribu, con lo que adquiere, como nutridor, autoridad y poder. La recopilación de Eliade podría enriquecerse añadiendo los mitos en los que la llamada chamánica y, por tanto, el erotismo sobrenatural se estudian dede el punto de vista divino. Un extraordinario ejemplo es el mito de una tribu de Oregón (I. Frachtenberg y L. Farrand, «Shasta and Athapascan Myths», en Journal oí American Folklore 28,1915, págs. 224-228): uno de los dos creadores genera a la humanidad fumando e ima¬ginando en la nubecilla de humo a la primera mujer atareada en quehaceres do¬mésticos alrededor de su cabaña. Mientas ella duerme, él la preña, y tanto ella como el hijo nacido de ese sueño erótico se atormentarán preguntándose por qué el padre no aparece. Finalmente, el dios se manifestará, marchándose a vivir con ellos. Un amor de sueño es el eje de la génesis, y ésta el sueño erótico de un creador.
4. W. Deonna, Deux études sur le symbolisme religieux. La Iégende de Péro et de Micon et l'allaitement symbolique, Bruselas, 1955.
5. Verrier Elwin, The religión of an Indian Tribe, Oxford, 1955.
6. Ibídem, pégs. 135-138.
7. Ibídem, pág. 140.
8. Ibidem, págs. 151 y sigs., y 477.
9. I. M. Lewis, Le religioni estatiche, Roma, 1972, trad. it.

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