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Medios y fines del nacionalismo

 

Enrique P. Osés

Medios y fines del nacionalismo - Enrique P. Osés

98 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2019
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 240 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nuestra historia suele arrojar el olvido sobre hombres que han tenido una gran influencia en ella, sobre todo si es buena, mientras que no tiene empacho en exaltar a algunos otros que han pasado sin pena ni gloria o que directamente actuaron en contra del interés nacional. Entre los hombres injustamente olvidados se encuentra Enrique Osés, a pesar de que muchos investigadores lo sindican como el fundador del nacionalismo popular en Argentina.
Osés, dirigiendo los periódicos Crisol, con una tirada de 20.000 ejemplares, y El Pampero, con una tirada diaria de 75.000 ejemplares, fue el gran impulsor del despertar nacionalista popular en Argentina. Una actividad diaria incansable en lo que se estiman unas 2800 artículos publicados en contra del Regimen "democrático" de la "Década Infame" y en pos del despertar nacional, resulta incluso difícil de imaginar para los nacionalistas actuales, pero sin embargo no ha tenido todavía el reconocimiento que se merece. Tal vez por el esfuerzo de sus enemigos, que lo han acusado sin reparos de nazi y antisemita cuando su defensa fue puramente de un Régimen nacionalista argentino de neto corte comunitario y social, buscando sobre todo la unidad de los argentinos en pos del bien común, lo que le ha valido sólo la persecución y la cárcel durante los más diversos gobiernos.
Es así que esta recolección de sus escritos no está constituido por más que una serie de artículos escritos en 1941 desde su prisión en Villa Devoto por desacato contra el Régimen y publicados en El Pampero de aquel año. Lamentablemente su infatigable actividad diaria no le ha permitido escribir un libro doctrinario formal como él mismo hubiera deseado, y como su capacidad literaria reclamaba, pero la recopilación de sus trabajos periodísticos es suficiente muestra del temperamento de este hombre, que se declara incluso feliz de ser perseguido y desde la prisión reclama también cárcel para "los defraudadores de la llamada 'soberanía popular'; para todos los negociadores de la riqueza argentina, los entregadores de la soberanía de la Nación, a las órdenes forasteras que quieren arrastrarnos a “su” guerra; los que otorgan concesiones por cien años, de servicios públicos, vitales en la economía de la patria, a los grandes monopolios extranjeros; los que venden la tierra pública; los que hacen gobernadores, senadores y diputados a dedo y a tanto el “privilegio”; los que salieron de su cargo, al que entraron hasta con los fundillos de sus pantalones rotos, enriquecidos, millonarios; los inmorales, los cobardes, los políticos de profesión desconocida, los ladrones de bosques fiscales; los extranjeros escapados de sus patrias, por cobardes o felones y que escriben en los diarios coloniales envenenando con sus odios a los argentinos".
Osés denuncia sin concesiones a la democracia de la "Década Infame", en tanto que representa un mecanismo de dominación.
Va planteando una a una de las razones nacionales que motivarán una política revolucionaria: la dominación imperialista, la complicidad oligárquica, la falacia del régimen y de sus partidos, el envilecimiento de las leyes y de las instituciones, el mito farisaico del cuarto poder servidor de intereses ajenos al país, la falsificación de la historia, el fariseísmo de los mentores espirituales del pueblo, el abandono del hombre argentino, la acción de las logias internacionales, la incuria administrativa, el fraude político, y todas y cada una de las calamidades nacionales que entonces se encarnaban en hombres y en intereses poderosísimos, son atacados por este nuevo Quijote que pluma en mano, desde las dos páginas apretadas de Crisol se lanza contra La Prensa. Destapa la terrible e ignorada verdad de la trama oligárquica, pulveriza a Sarmiento, a la escuela laica, al liberalismo. Denuncia la complicidad de los curiales, se yergue frente a la justicia y la Suprema Corte, frente a los gabinetes entreguistas de Justo, frente a la entrega ignominiosa de la Corporación de Transportes. Y, lo que es más importante, promete a las nuevas generaciones una revolución verdadera, una revolución profunda que ha de terminar con estas lacras de una vez y para siempre. Y en esta acción recibe el testimonio de la cerrada enemistad del régimen que llega a encarcelarlo oprobiosamente.
Osés propone desde su actividad un retorno a la tradición, al pasado, a los sentimientos auténticamente argentinos, a las virtudes específicas de lo criollo, al culto de la nacionalidad primigenia. Sin interferencias ideológicas forasteras, sin posturas filosóficas extrañas, sin concomitancias de ningún género con nada que no sea de la esencia natural, diríamos así, de la Patria.
Es desde El Pampero que las consignas nacionalistas ganan la validez de lo multitudinario, el Movimiento se reproduce incansablemente hasta en los más lejanos rincones del país, y a todas partes viaja Osés, llevando con su palabra el fuego de los ideales nacionales que enciende fogones en toda la Patria.
Tuvo incluso tiempo de impulsar "La Mazorca", editorial de libros comprometidos con el nacionalismo, cuya labor permanece insuperada todavía por el nacionalismo argentino.
Para callarlo sólo pudieron inventarle una persecución democrática, un comité investigador de las actividades antiargentinas, que se defiende de las acusaciones lanzando el mote de "nazis" a todos los argentinos revolucionarios. Se le acumulan juicios por desacato, por calumnias, por injurias. Se lo quiere quebrar. Todo resulta inútil.
Paradójicamente, el que fuera el gran impulsor del golpe del 43, es también encarcelado en 1945 y su periódico cerrado por orden oficial tras haberse declarado en contra de la declaración de guerra al Eje, que rompe con la tradicional política de neutralidad que mejor servía al interés nacional según Osés.
Así, amigos y enemigos lo persiguen y echan al olvido, pero su palabra de ferviente nacionalista espera ser aquí recordada mediante la reedición de sus obras.

 

ÍNDICE

Prólogo a la primera edición7
Medios y fines del nacionalismo
Como antes y como siempre11
Quienes debieran estar en la cárcel17
El régimen y el nacionalismo23
Lo inmoral del régimen27
Argentinos, no “ciudadanos de América”33
Una revolución de las almas39
Jamás pelearemos por un país extraño45
La lucha electoral y el nacionalismo51
La revolución y el nacionalismo57
La unidad del nacionalismo63
Los pesos muertos del nacionalismo69
La sinceridad en el nacionalismo75
El septembrismo y el nacionalismo81
El conservadorisimo y el nacionalismo87
El pueblo y el nacionalismo93

Prólogo a la primera edición

Durante mi anterior detención de 24 días, del mes de mayo pasado, escribí la serie de artículos que, bajo el título genérico de “Medios y fines del Nacionalismo”, aparecieron diariamente en “El Pampero”. Cediendo a instancias de muchos camaradas, y tal como entonces se publicaran, quedan reunidos aquí. Demás está decir que éste no es un libro formal, sino una recopilación de trabajos periodísticos. Que no es un ensayo doctrinario, sino una exposición de principios fijos entre la cambiante sucesión de los años. Que hay lagunas voluntarias en la exposición, así como hay reservas que no sería táctico lanzar a la publicidad periodística, aunque ni esas lagunas ni esas reservas, alteran sustancialmente el concepto original de esta serie de artículos. Hay que “construir”, ya lo sé, el libro nacionalista por antonomasia. Pero éste requiere más que meditación y reposo intelectual, algo de lo que no podemos disponer voluntariamente: tiempo. Cuando se lucha día a día, en todos los terrenos, no es posible tener la mente concentrada en una sola preocupación. Ya aparecerá ese libro. Por ahora, más urgente que todo, es la acción, la militancia nacionalista, de la cual éstos que se van a leer, son como gritos. Que los camaradas los acojan y les den difusión, en la certeza de que escritos con la verdad, llevarán a todos los argentinos, sólo la verdad. Un saludo a todos, desde mi nueva prisión de Villa Devoto.

Enrique P. Osés.
Noviembre 1941.

EXTRACTO

Por deber, pues, somos nacionalistas. Pero hay que ser nacionalistas a toda hora. Hay que esforzarse para serlo. Hay que vencerse uno mismo, para serlo íntegramente. Y de ahí viene lo de milicia, que es más que el deber: que es el duermevela de la ciudadanía argentina, antes pospuesta, antes relegada, antes sin concepto trascendente. Y de todo esto se sigue el comprender cómo el Nacionalismo es cosa de juventud, en lo vivo y enérgico de su movimiento; y es cosa de apostolado, en lo entrañable del ser; y es cosa de intransigencia, en lo de lucha franca, abierta. Y es, en fin, cosa de verdad, en lo que a todos nos mueve.
No basta que un núcleo de iniciados participe íntegramente de una doctrina. Eso está bien para el laboratorio. El Nacionalismo ha tendido siempre a ser un Movimiento nacional, totalitario. No concluirá la primera fase de su lucha, sino el día en que no haya un argentino sin conocerlo. Porque conocer el Nacionalismo, “meterse” dentro del concepto nacionalista, “sentir” el Nacionalismo, “comprenderlo”, confrontarlo con los partidos tradicionales del Régimen es, sencillamente, para cualquier argentino, concluir en nacionalista. Y el que lo “es” una vez, lo es para siempre. El que, como debe ser forzosamente, encuentra en el Nacionalismo, la íntima razón de sus rebeldías actuales, de sus desesperanzas y anhelos actuales; el que ve resumido en lo que grita y expone el Nacionalismo, sus dolores, sus angustias; el que se siente “interpretado” hondamente por el Nacionalismo, ése no puede ser sino nacionalista. El obrero, el empleado, el agricultor, el pequeño comerciante, el intelectual, el estudiante, el industrial, el funcionario modesto, la mujer, el niño que va estirando sus piernas, el artista, todo, absolutamente todo lo que es y compone la masa social, lo que es la colectividad, lo que es el pueblo, lo que es la nacionalidad, debe conocer al Nacionalismo. No vale nada que lo conozcamos nosotros, que a nosotros nos inflame, nos enardezca y nos haga sentirnos como apóstoles, como hombres de milicia, si no trasmitimos lo que sentimos, pensamos y queremos, a la totalidad argentina. No hay Movimiento alguno, en el orden político-social trascendente, revolucionario, más cordial, más generoso, más argentino, más cristiano, en una palabra, que el Nacionalismo. Cuando decimos, “hay que querer a la Patria sobre todas las cosas”, decimos que hay que amar a nuestros hermanos argentinos. Yo puedo odiar, despreciar, a los dirigentes circunstanciales de la masa popular. Los odio y los desprecio en cuanto son felones, exististas, mentirosos, culpables de que la masa popular se degrade y se desvíe. Pero tengo que amar, con un franciscanísimo amor, al pueblo mío, al pueblo argentino. Él no tiene la culpa de ser ingenuo, de ser crédulo, de ser veleidoso, inconstante, apático, rutinario. Él no tiene la culpa de creer que “no hay nada que hacer”. Él no tiene la culpa de su pobreza física, ni de su orfandad moral, ni de su desapego cada vez mayor por las “cosas de la Patria”. Así lo han hecho años y años de un Régimen despreciable y envilecedor. Así le han mentido, años y años, desde todos los altoparlantes de la democracia. Así lo han esclavizado desde años y años, todas las fuerzas económicas contrarias que tienen aherrojada a la República.