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Honor y Fuerza

 

Gabriel Grasso

 

Honor y Fuerza - Gabriel Grasso

124 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda,
 Precio para Argentina: 460 pesos

De nada valen los intentos de recuperar la soberanía política y económica de nuestro pueblo sin darle primero un sentido trascendente a estas libertades.
 ¿Acaso dejaríamos a cargo de la defensa de nuestra Libertad a hombres cojos y vacíos de vida interior, a merced del mejor postor?
 Es necesario primero iniciar la Guerra Espiritual dentro de cada Hombre para poder ser capaces de librar una lucha digna en las esferas materiales.
 Para esto, es necesario reconstruir al Hombre, en tanto este se encuentra preso del materialismo deformante propio de la modernidad.
Quien luche por ser virtuoso y dueño de sí mismo, Quien se apoye en la naturaleza y fundamente sus actos en la verdadera espiritualidad, logrará encender el fuego interior para purificar su entorno y convertirse en digno guía de su familia, de su comunidad y de su pueblo.
 No se trata solo de alabar la propia identidad en su contexto histórico, sino de luchar por ser dignos ejemplares de la propia sangre.
No se trata solo de señalar el mal en el enemigo, sino de encarnar nuestras virtudes y principios eternos para poder combatirlo.
 Solo una premisa nos queda en la inminente caída del imperio del dinero:
¡La hora de los Hombres ha llegado!

 

ÍNDICE


Introducción7
Fuerza13
Honor31
Espiritualidad45
Sangre61
Naturaleza73
El hombre frente al nuevo orden mundial81
El futuro121

Introducción

El mundo moderno está desprovisto de sentido de continuidad histórica, de espiritualidad. Es totalmente contrario al orden natural.
El Hombre se encuentra domesticado. Ha adoptado una visión ideologizada del mundo y alejada de la realidad natural en pos de un falso confort que lo ha atado a un sistema esclavizante y perturbador. Lo que hace que, domesticado y sobornado, viva en una incoherencia mental, física y espiritual con el mundo que le rodea. Ha adoptado un rol artificial. Un lugar que ha sido prefabricado para él. Vive en una simulación. Por lo tanto, es profundamente infeliz sin saber porqué. Está profundamente enfermo a causa de esta incoherencia en su existencia.
El Hombre de hoy es víctima de un experimento y está a merced de la ingeniería social. Es como un animal salvaje en un laboratorio de pruebas. Temeroso, histérico, confundido, hambriento, intoxicado y enjaulado. A veces, esta jaula es de oro y a veces se le arroja algo de comida, calmantes o algo para entretenerlo. Para poder así adormecerlo momentáneamente.
Todo le es ajeno a su memoria arcaica, por eso a veces este mundo le fascina desenfrenadamente y siempre de forma momentánea. Y otras veces le repugna totalmente. Nunca es totalmente feliz con este mundo. Porque en su interior, lo desconoce. Para él, este mundo moderno es nuevo y profundamente complejo. Y no se siente nunca realizado en él. Su propia naturaleza interior lo repele. Aunque el Hombre no razone sobre esto y no llegue a darse cuenta. Nunca acepta equilibradamente el mundo que le rodea y siempre se encuentra insatisfecho espiritualmente.
La sociedad en que habita es solo un conjunto de individuos aislados, un colectivo. Un conjunto de animales salvajes intoxicados encerrados cada uno en su propia jaula.
El mundo artificial que crearon para él, lo destruye por dentro porque le es ajeno a su memoria arcaica. El mundo en el que vive es un mundo ideologizado y antinatural. Un mundo materialista nacido como un conjunto de ideas en épocas del iluminismo que ha mutado a través de los tiempos a algo mucho peor que eso.
Este mundo es el que heredamos los Hombres de hoy.
Por eso el Hombre actual es un esclavo. Se encuentra domesticado e inconsciente de sí mismo. Sobre él se cierne una mano gigante que lo aplasta y lo aleja de la luz . Esta mano, cuyos múltiples dedos que lo aprisionan son diferentes métodos de control, conoce todos sus miedos, sus apegos, sus bajas pasiones y lo domina a través de ellas. Y si no, infiltran todas sus esferas vitales y le fabrican necesidades para venderle las respectivas satisfacciones. Lo llenan de miedos y lo controlan a través de ellos.
Pero el Hombre mismo se ha encargado de alimentar inconcientemente a este monstruo que ha logrado un dominio absoluto sobre él a lo largo del tiempo. Se ha dejado sobornar para satisfacer placeres mundanos y necesidades prefabricadas. Necesidades que antes ni siquiera existían. Se ha dejado sobornar por el falso confort que este mundo enfermo le ofrece. Y por esto ha entregado su mente, su cuerpo, su existencia entera; incluso su familia y su comunidad a este monstruo cuyos hilos son manejados por la casta financiera talmúdica. La vieja raza de especuladores, conspiradores y embusteros.
El Hombre, a través de la historia, ha ido entregando sus principios eternos y finalmente los ha olvidado del todo. Han quedado tapados, ocultos y petrificados. Y la única forma de salir de la esclavitud es redescubrirlos, re afirmarlos y encarnarlos. Pues estos principios son las vías que lo conectan con su parte espiritual. Su parte trascendente.
En la adversidad, el Hombre debe ver un camino. Porque la adversidad es transformadora. Esculpe al Hombre. Y mientras más adversidad, más fuerza es necesaria para trascenderla. Y más digno se hace el Hombre que resiste los embates y lucha valientemente.
Mientras más degenerado y vacío se encuentre el munlo, mayor mérito encuentra el Hombre en la lucha contra el mal. Más refulgente es la llama del orden natural. Más meritorias son las gestas heroicas y más poderosas las acciones correctas. Mientras más bajo cae esta sociedad individualista de entes aislados, más se lucen los valores eternos cuando son encarnados. Más poder tienen las acciones valientes en este mundo de cobardes y más grande es el salto que el Hombre debe dar para salir de su propia miseria.
Cuando la degeneración alcanza grados tan altos como los actuales, mayor es la capacidad de ejercer influencias positivas sobre los pares.
Este mundo está tan enfermo que se ha generado una monotonía en la propia decadencia tan plana y aberrante. Tal es así que incluso algunos Hombres atiborrados de confort empiezan a sentirse desesperadamente insatisfechos y vacíos y buscan a gritos una salida ante tanta miseria interior. Esta es su conciencia despertando y buscando algo distinto.
Algunos ya están hartos de correr de un placer mundano en otro placer mundano. Ahora empiezan a ver insatisfacción tras insatisfacción constante en esta carrera desenfrenada. Y ya no hay nada que los satisfaga que no sea perecedero y momentáneo. El Hombre empieza a ser testigo de su propia decadencia y de su insatisfacción espiritual. Encuentra aun más su descontento cuando se da cuenta de que perdió hasta los vínculos duraderos con otros seres y con su propia sangre, en pos de esta carrera individualista por el placer y el hedonismo. Se encuentra desolado, débil y desesperado. Saqueado y vacío. Cuando le han quitado todo lo accesorio o lo accesorio ya no significa nada para él, comienza a ver lo esencial.
Esta es la causa de la insatisfacción y rebeldía de algunos jóvenes en la era moderna. No se encuentran a sí mismos en nada y buscan y buscan algo que nunca encuentran ni saben lo que es. Esta es la voz melancólica de su sangre, un lobo ciego aullando sin encontrar a su jauría.
Ante tanta ausencia de altruismo, nada puede ser peor que lo que ya existe hoy. Y cuando esto sucede, los Hombres dueños de sí mismos son guías y conductores.
Iluminan los caminos entre tanta peste. Y liberan a los pueblos de la esclavitud de los tiranos.
Los viejos caminos se renuevan y se vuelven atrayentes para las legiones de Hombres insatisfechos con el mundo moderno actual y ya hartos de la droga del modernismo.
Hartos de la jungla de cemento, que en su arquitectura se asemeja a las vísceras del diablo. Buscan regresar a la naturaleza magnánima de la creación.
Estos guerreros son movidos por un fuego interior que los lleva a rebelarse y a buscar una salida a este desastre antinatural y perturbador que es el mundo de hoy. Pues está dentro de sí mismos buscar lo alto.
Las fuerzas interiores se recuperan y corren detrás de ese recuerdo atávico que los conecta con su propia naturaleza.
Este Hombre despierta y llega a darse cuenta de la trampa que le tendieron.
Luego busca despertar a los suyos de esta comodidad letárgica y deformante.
Cuando el Hombre se reconoce a sí mismo, recuerda quién es. Su herencia. Su estirpe guerrera. Su espíritu.
Y recupera sus armas. Sus principios eternos. Aquello con lo cual no podrán esclavizarlo. Sabe que solo si carga con sus principios eternos y los lleva como estandarte, no podrán imponerle ninguna trampa para dominarlo. Ni cortarle su camino a la trascendencia.
Reconoce finalmente que él es eterno y que los tiranos y sus fuerzas materiales son perecederas. Y que eventualmente caerán, si este deja de alimentarlas. Pues la fuerza del tirano es parasitaria. Pues el origen del dominio mundial, por parte de la casta de los parásitos de los pueblos, se retroalimenta de la ignorancia de sus esclavos. Los que no trabajan, los que especulan con el fruto del trabajo de los gentiles son los que manejan los hilos del mundo. Los cobardes conspiradores y especuladores que todo lo manipulan.
Ninguna ley de un Estado traidor a su pueblo y servil a los intereses de la casta financiera mundial talmúdica podrá decirle al Hombre lo que es, ni lo que debe hacer con su comunidad. Ninguna organización no gubernamental u Organización mundial comprada podrá decirle al Hombre qué hacer y qué no hacer. Tampoco lo hará ninguna ideología igualitaria financiada y servil al Nuevo Orden Mundial.
A través de la lucha interior, el Hombre librará la lucha exterior.
Sólo así podrá conducir a los Hombres que vienen. Primero siendo virtuoso y dueño de sí mismo.
Recuperará la memoria de la Sangre y salvará a su pueblo. Porque el Hombre organizado es una amenaza para cualquier tirano. Y el tirano lo sabe, por eso quiere partir al Hombre en mil pedazos.
La modernidad está llegando a su fin. Se ha consumido a sí misma. Para estos tiempos duros son necesarios los Hombres duros. Habrá un resurgir de Hombres con principios. Hombres guías y conductores de sus pueblos.
Hombres armados con gran fuerza espiritual y gran fuerza física. Hombres con conocimiento en técnica y en medicina natural. Hombres equilibrados. Hombres imposibles de esclavizar bajo ninguna ideología. Hombres regidos por el orden natural. Conscientes de sí mismos. Hombres virtuosos y con vida interior.
Estos Hombres duros abrazarán la vía Heroica a través de los principios de su propia sangre.
Los principios son armas para la lucha espiritual y sin guerra espiritual no podrá haber verdadera libertad y verdadera libre determinación de los pueblos.
Si el Hombre actual pudiera apoyarse en ciertos principios básicos ancestrales inherentes a su propia naturaleza, podría ser capaz de ejercer una autonomía sobre sí mismo que lo llevaría a ser un digno protector de su Familia, su Sangre y su Suelo.
Encontraría el equilibrio entre las fuerzas materiales y las espirituales y podría llegar a realizarse y obtener la verdadera libertad. Más allá de la Muerte.
La Naturaleza para apoyarse y retroalimentarse con la pureza de la creación y volver al lugar que corresponde en el orden natural. Para mantenernos sanos y vigorosos.
La Sangre para encarnar en vida los principios eternos inherentes a nuestra memoria ancestral hereditaria y nuestra propia identidad como pueblo. Debemos comprender nuestra propia historia pasada para crear el futuro.
Honor para actuar correcta, íntegra y coherentemente con respecto a nuestro deber en el mundo.
Fuerza para sostener nuestras virtudes y defenderlas. Así como para proteger y guiar a los nuestros.
Espiritualidad para buscar la trascendencia en todo acto. Y Descubrir el origen divino en uno mismo.

Recuerda quien eres.