Un millón de jóvenes combatientes políticos, voluntarios todos ellos, integrados en el seno de 38 divisiones Waffen-SS. ¿Quiénes eran? Los mejores soldados, formidablemente equipados, siempre los más dispuestos, los más dotados, con un entrenamiento excepcional, una formación política del más alto rigor, una disciplina de hierro, libre y alegremente asumida. Espíritu de equipo, camaradería constante desembarazada de todo complejo de casta. Severidad en las costumbres. El heroísmo era la ley imperante. Los jefes en cabeza. La media de supervivencia de un oficial de la Waffen-SS en combate no sobrepasaba los tres meses.
Sus filas están mejor alineadas, sus cabezas van más erguidas, sus miradas son más bravías. Parecen pertenecer a otro mundo, estos hombres con moderno uniforme de camuflaje que avanzan impasibles, como indiferentes a la victoria o la derrota. Son los soldados de la Waffen- SS, el cuerpo de élite del III Reich.
De un lado tienen que ser implacables, del otro ser nobles, según los términos de Himmler: “Fieles a las leyes inmutables del mundo de la decencia, de la caballería, de la defensa de los débiles y de los oprimidos”. Pero se trata también de crear un hombre nuevo: “Tanto en tiempo de guerra, como en tiempo de paz -añade Himmler-, los SS no harán firmar más contratos por escrito. La palabra empeñada y el apretón de manos tendrán el significado de un contrato… La palabra de un miembro de la Orden Negra debe ser sagrada”.
El autor que se esconde bajo el pseudónimo de Henri Landemer no es más que el gran Jean Mabire, escritor regionalista normando y periodista político francés, referente intelectual de los jóvenes nacionalistas franceses.
“El estilo de su pluma, su capacidad de síntesis, basado en fuentes orales y entrevistas con veteranos además de una extensa documentación recopilada durante décadas, es inmejorable para aquellos lectores que desean acercarse a la historia de estos voluntarios europeos. El lector se convertirá en parte de esa verdadera Orden, al más puro estilo medieval de cruzados, que combatían por sus ideales. Sentirá en su propia piel el lector del siglo XXI las irradiaciones que el libro desprende en forma de llamada por los ideales que movieron a toda una generación a abandonar sus tranquilas y apacibles patrias para portar el uniforme de la Waffen-SS, en una marea de sangre y fuego. No puedo sino recomendar este libro a todos. Os lo aseguro… no os defraudará.” Erik Norling