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El fundamentalismo judío en Israel

 

Israel Shahak y Norton Mezvinski

El fundamentalismo judío en Israel - Israel Shahak y Norton Mezvinski

296 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2019
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 550 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy en día es prácticamente unánime el repudio contra el fundamentalismo islámico, identificado con el terrorismo. También es común el ver como un signo de ignorancia, superstición e intolerancia el fundamentalismo cristiano, que constantemente vemos pintado como oscurantismo en películas y medios de difusión. Sin embargo, el fundamentalismo judío, que propugna el supremacismo en sus textos fundamentales y que aun hoy es fuente de incontables crímenes, es prácticamente desconocido fuera de Israel. No sucede lo mismo dentro de la sociedad israelí, donde es muy común oír y leer críticas contra su propio fundamentalismo religioso.
Es por ello que, en este libro, dos valientes judíos, con la honestidad intelectual necesaria para ello, se animan a dar a luz la verdadera faz del fundamentalismo judío en Israel criticando lo que a los no judíos les está prohibido criticar.
Israel Shahak y Norton Mezvinski entienden que con su denuncia van en contra de una parte del pasado que aman, pero comprenden que los integrantes de todos los grupos humanos deberían poder criticar su propio pasado, incluso antes de criticar a otros. Esto, además, conducirá a un mejor entendimiento entre los grupos humanos.
Israel Shahak, su principal inspirador, presidió durante muchos años la Liga Israelí por los Derechos Humanos y Civiles. Desde allí asistió a muchísima gente perseguida (israelíes y palestinos). Su prestigio de estudioso erudito de la historia y religión judía, además, lo convierte en particularmente autorizado para encabezar esta crítica. Su constante trabajo de traducción de la información que circula en hebreo dentro de Israel ha arrojado invalorable luz a la comprensión del sionismo. Esto puede verse con claridad en este libro, que contiene largas citas de la prensa hebrea israelí, todas ellas interesantes e incluso asombrosas.
El estudio de la religión judía es fundamental para comprender el conflicto de Medio Oriente. Ella es el mayor recurso de legitimidad para el Estado de Israel. Recurso al que apelaron ateos convencidos como Ben Gurión, Weitzmann, Nordau, y el propio Teodor Herzl. En fin, los padres fundadores. Y al que apela cada vez más el Estado de Israel a través de todos sus canales de difusión ideológica, la educación en primer plano. De modo que se da la paradoja, fuente de chistes, de que hasta los judíos ateos, sin embargo, se inscriben en la línea de pensamiento de los que creen que Dios les dio a los judíos la propiedad de la Tierra de Israel.
Los autores describen en detalle los orígenes, ideologías, prácticas e impacto sobre la sociedad del fundamentalismo. Enfatizando mayormente la tendencia mesiánica, la más influyente y peligrosa. Los fundamentalistas judíos generalmente se oponen a la extensión de las libertades humanas en Israel, especialmente la libertad de expresión. El Partido Religioso Nacional se ha opuesto continuamente a cualquier retirada de los territorios conquistados. Imprimieron y distribuyeron mapas supuestamente mostrando que la tierra de Israel, perteneciente solamente a los judíos y que requiere liberación, incluía el Sinaí, Jordania, el Líbano, la mayor parte de Siria y Kuwait. Los fundamentalistas judíos han abogado por las propuestas más discriminantes contra los palestinos. No es sorprendente que Baruch Goldstein y Yigal Amir, los asesinos judíos más sensacionales de los años 90’, y la mayoría de sus admiradores, hayan sido fundamentalistas judíos de la tendencia mesiánica. Ambos son todavía idolatrados por muchos de estos sectores, Baruch Goldstein por haber entrado a la sala de plegarias musulmana y disparado a los que estaban rezando, mayormente por la espalda, matando a 29, incluyendo niños, e hiriendo a muchos más. Yigal Amir, es visto como un defensor de la verdadera religión por haber matado al Primer Ministro Yitzhak Rabin cuando este se disponía a negociar con los palestinos. Esto no es más que la continuación de una práctica común en la historia, donde han muerto incontables judíos a manos de otros judíos que los consideraban herejes o pecadores. En el libro se encontrarán citadas investigaciones pasadas y presentes de estudiosos israelíes documentando estos hechos por siglos, además de dedicarle capítulos particulares a los dos renombrados asesinos ya mencionados. Los autores han citado y explicado extensamente pasajes de textos de la literatura talmúdica. Tales textos han sido y son frecuentemente utilizados en la política israelí y son citados en la prensa hebrea israelí.
Los fundamentalistas son hoy mayormente hostiles a la democracia y opositores fervientes a la igualdad. Muchos rabinos incluso están a favor de la imposición de la pena de muerte a los homosexuales judíos. Mientras tanto, los defensores de los derechos humanos que inundan diariamente nuestros medios con sus reclamos de igualdad, callan soberanamente sobre estos hechos.
Peor aún, todavía existe la tendencia mesiánica cabalística, que en congruencia con el talmud sostiene que “La diferencia entre un alma judía y las almas de los no judíos es mayor y más profunda que la diferencia entre un alma humana y las almas del ganado”. Uno de los principios básicos de la Cábala Luriánica es la superioridad absoluta del alma y cuerpo judíos sobre el alma y cuerpo no judíos. De acuerdo a ella, el mundo fue creado solamente para bien de los judíos; la existencia de no judíos es subsidiaria.
Si se quiere que algún día los pueblos puedan llegar a un entendimiento y la tan ansiada paz pueda ser posible, se debe denunciar y rechazar este tipo de fundamentalismo sin que su crítica permanezca prácticamente prohibida, lo que en nada soluciona el problema, sino que lo agrava.

 

ÍNDICE


Prólogo7
Prefacio a la Nueva Edición9
Prefacio a la Primera Edición23
Glosario32
Introducción41
I.- El Fundamentalismo Judío Dentro de la Sociedad Judía49
II.- El Ascenso de los Haredim en Israel77
III.- Los dos principales grupos haredim109
IV.- El Partido Religioso Nacional y los Colonos Religiosos125
V.- La Naturaleza de los Asentamientos de Gush Emunim159
VI.- La Verdadera Importancia de Baruch Goldstein185
VII.- El Trasfondo Religioso del Asesinato de Rabin209
Nota sobre la bibliografía y otras cuestiones relacionadas.269

PRÓLOGO



¿Por qué traduje este libro?
Este libro debió traducirse hace mucho tiempo: aporta información clave a la hora de comprender el conflicto más candente de los últimos tiempos. Pero, además de esto, hay tres motivos que me impulsaron a traducirlo:
1. Se trata de una temática que siempre me interesó: la historia religiosa. Aquí hay una crítica a lo que muchos consideran no-criticable. ¿Por qué el judaísmo no puede someterse a crítica, en pie de igualdad con las otras religiones?
¿Por qué se puede criticar la Inquisición, pero no los tribunales rabínicos que hacían un trabajo similar? Esto quizá tenga que ver con algo que expresó Israel Shahak durante una conferencia:
Nosotros los judíos israelíes continuamos la tradición radical del chiste judío. Y un chiste muy famoso en Israel (quizá considerado por alguien en EE.UU. como antisemita) y que todos los judíos israelíes o la mayoría de ellos conocen dice que hay algunos judíos que no creen que Dios existe pero que, sin embargo, creen que Dios les dio a los judíos la propiedad de la Tierra de Israel.
La religión es un recurso de legitimidad para el Estado de Israel. Recurso al que apelaron ateos convencidos como Ben Gurión, Weitzmann, Nordau, y el propio Teodor Herzl. En fin, los padres fundadores. Y al que apela cada vez más el Estado de Israel a través de todos sus canales de difusión ideológica, la educación en primer plano.
La religión muestra aquí su ser profundo como ideología, o sea conciencia mistificada puesta al servicio de un proyecto de dominación y opresión.
2. Israel Shahak, uno de los autores y seguramente el principal inspirador de este libro, presidió durante muchos años la Liga Israelí por los Derechos Humanos y Civiles. Desde allí asistió a muchísima gente perseguida (israelíes y palestinos). Pero no se limitó a eso, que ya sería bastante: Fue uno de los pocos que denunció la complicidad del Estado de Israel con las dictaduras criminales que se impusieron en América Latina durante las décadas del 60 y 70’. La provisión de armas, tecnología armamentista para la represión ( el Tanque Argentino Mediano) y “asesoramiento en cuestiones de seguridad”, técnicas de interrogación incluidas (eufemismo para encubrir la tortura lisa y llana), formaron parte de esta colaboración. Shahak denunció esta connivencia de Israel con regímenes que, por otra parte, eran fuertemente antijudíos, y así demostró una vez más que sionismo y antijudaísmo son dos caras de la misma moneda.
3. Además, Israel Shahak fue un gran traductor: durante muchos años tradujo al inglés artículos que se publicaban en hebreo en Israel. Él confiaba en que la difusión de esos materiales contribuiría a una mejor comprensión (ante todo en EE.UU.) de la verdadera naturaleza del sionismo. Eso puede verse con claridad en este libro: contiene largas citas de la prensa hebrea israelí, todas ellas interesantes e incluso asombrosas. Con su crítica, Shahak muestra que el trabajo de traducción también puede ser una labor comprometida en la lucha contra la opresión. A mi juicio, el compromiso es lo que define al verdadero intelectual y lo diferencia del cagatintas paniaguado por los opresores. Mi traducción de este libro, en ese sentido, también es un homenaje a alguien que mostró un camino y un intento de transitarlo.

Luis César Bou Junio de 2015


Prefacio a la Nueva Edición



Mi coautor y buen amigo, Israel Shahak, murió el 3 de julio de 2001. Por tanto, escribo esta nueva introducción sin su ayuda y buen consejo. Israel Shahak fue un estudioso bien informado, muy inteligente, que conocía en profundidad la materia tema de este libro. Como un gran humanitario y activista por los derechos humanos, sentía como una gran responsabilidad el criticar lo que consideraba que eran los aspectos negativos del estado de Israel y/o la sociedad judía israelí, ambos cuales amaba y en los que vivía. Gore Vidal se refirió a Israel Shahak como “el más reciente –si no el último—de los grandes profetas.” Edward Said lo consideraba como uno de los “individuos más notables del Oriente Medio contemporáneo.” Noam Chomsky lo evaluaba como “un estudioso sobresaliente, con una remarcable intuición y profundidad en su conocimiento.” Yo dedico esta introducción actualizada a Israel Shahak. Si estuviera vivo, la habría ampliado en forma sustantiva.
Lo que Israel Shahak y yo escribimos en nuestro artículo “Fundamentalismo Judío en Israel: Presente y Futuro”, publicado en febrero del 2001 en el jornal académico alemán Welttrends hoy sigue siendo cierto: La cobertura mediática internacional del estado de Israel omite regularmente hechos esenciales, carece de un análisis sofisticado y así con demasiada frecuencia está equivocada. Esto es especialmente así respecto al informe y comentario respecto al fundamentalismo judío. Las opiniones de los fundamentalistas, cuando son presentadas en los principales medios, casi siempre han provenido de sus enemigos. Aún más crítico, todavía hay una ausencia de información respecto al fundamentalismo judío. Demasiada gente fuera del estado de Israel teme ser negativamente crítica de cualquier aspecto del judaísmo, y así ser acusada de ser antisemita. La situación dentro del estado de Israel es distinta. La crítica negativa del judaísmo es abundante en la prensa israelí en hebreo. Si se publicara fuera de Israel como traducción, la mayoría de estas críticas serían seguramente consideradas antisemitas. Los conflictos religiosos entre los judíos es uno de los tópicos más tratados en Israel y fuera de los medios.
Entre 1985 y 2000 dos tendencias sociales provocaron cambios en la sociedad judía israelí. Estas tendencias y sus repercusiones polarizadas que se desarrollaron a partir de allí afectaron y fueron afectadas por el fundamentalismo judío. La primera tendencia fue el deseo de muchos judíos israelíes de una resolución del conflicto árabe-israelí y de una paz duradera. El deseo era hacer ciertas concesiones para alcanzar una situación sin guerra. Dentro del contexto del proceso de Oslo, Israel se retiró de parte de los territorios ocupados desde 1967 y permitió a los palestinos vivir allí con un gobierno más autónomo, pero no soberanamente. A continuación de esa retirada más judíos israelíes reconocieron a la Autoridad Nacional Palestina y la necesidad de un estado palestino de algún tipo. Hubo una reacción, porque muchos judíos israelíes son chauvinistas que sienten orgullo en el despliegue de poder judío y consideraban que era una compensación por siglos de humillación judía. Estos chauvinistas percibían el cambio que ocurría como una humillación nacional. Los extremistas religiosos, o sea los fundamentalistas judíos, entre estos chauvinistas consideraban el cambio como un insulto a Dios.
Dirigieron su ira no solamente en contra de los enemigos árabes sino incluso más en contra de los traidores judíos, los cuales decían que habían debilitado la voluntad nacional. Tales sentimientos estuvieron entre los que motivaron a Yigal Amir para asesinar al Primer Ministro Rabin y a Baruch Goldstein para masacrar a civiles palestinos en Hebrón. Los resultados comparativos de las elecciones de 1992 y 1996 muestran que la proporción de judíos israelíes que se oponían a concesiones ulteriores se incrementó progresivamente. Por ejemplo, en la elección de 1992, 61 integrantes de la Knesset apoyaban el proceso de Oslo. En la elección de 1999 el número cayó a 46 a pesar de la victoria de Barak sobre Netanyahu en la elección para primer ministro. En orden a llevar adelante sus planes, Barak tuvo que considerar el forjar acuerdos con partidos de derecha; consideró a dos partidos fundamentalistas, el Shas con 17 escaños en la Knesset y el Yahadut Ha’Tora con 5 escaños. Estos dos partidos haredim usualmente han estado preocupados solamente por cuestiones religiosas y visto que sus deseos eran lograr estas cuestiones, han estado mayormente deseosos de aceptar casi cualquier política exterior y/o económica. El Partido Religioso Nacional (PRN), que tenía 6 escaños en la Knesset luego de la elección de 1999, tradicionalmente ha puesto por encima de todo la política exterior, y especialmente el apoyo a los colonos religiosos en Cisjordania.
La segunda tendencia estaba conectada con la creciente modernización de la sociedad judía israelí. Entre 1985 y 2000 Israel se volvió más rico en tanto país. Esto fue mayormente el resultado de la adopción por el país de tecnologías modernas, basadas en computadoras. Los ricos adoptaron en forma creciente los estilos de vida norteamericano y europeo. Muchos judíos israelíes en este período también fueron influidos por los estilos de vida del este asiático, especialmente los de India y Tailandia. Todo esto resultó en la adopción de nuevos estilos de vestimenta y apreciación musical así como cambios en los hábitos sexuales de una parte de la población judía israelí. Otro síntoma fue el creciente número de judíos israelíes que rehusaron ser casados por un rabino. A todos estos cambios se opusieron amargamente los rabinos, especialmente los rabinos fundamentalistas, como contrarios al judaísmo. Los judíos israelíes que adoptaron nuevos estilos de vida conscientemente se volvieron más seculares y frecuentemente antirreligiosos. Un fragmento de evidencia de esto fue la aparición y los logros del partido Shinui, cuya principal plataforma enfatizaba la oposición por principios a la influencia de los partidos haredim en general y a sus rabinos en particular. En la elección de 1999 el partido Shinui ganó 6 escaños en la Knesset.
Influidos por los sermones de los rabinos populares, las clases más pobres y muchos judíos israelíes religiosos tradicionales no solamente rehusaron adoptar o participar en los cambios visibles; reaccionaron ante ellos con un feroz resentimiento. El conflicto social previo que típicamente hizo erupción ocurrió respecto a cuestiones al parecer menores tanto como sobre materias más serias. Por ejemplo, los integrantes fundamentalistas de la Knesset, preocupados por el incremento de la homosexualidad compararon a los homosexuales y lesbianas con los animales y juraron que “cuando estuvieran en el poder” ordenarían el tratamiento psiquiátrico compulsivo para los homosexuales y lesbianas. Para citar otro ejemplo, los judíos fundamentalistas demandaron que todas las calles en las que ellos vivieran y en las que existiera una sinagoga se clausuraran durante el sabbat. Por causas políticas y a causa de los potenciales disturbios haredim, las autoridades municipales y estatales frecuentemente aceptaron tales demandas. Esta aceptación provocó un retroceso secular en muchas vecindades que terminó en luchas entre los judíos.
En la lucha que surgió, y ha permanecido, respecto a la tendencia hacia la modernidad y la reacción opuesta, los fundamentalistas tienen una ventaja inconfundible. Ellos han permanecido unidos y han continuado sosteniendo los mismos principios, respecto a los que sus oponentes seculares con distintas opiniones han estado (y están) divididos. Además, un grupo poderoso de judíos no fundamentalistas apoya a los fundamentalistas en el siglo veintiuno ya sea a causa de su reverencia hacia el pasado judío o porque creen que el supuesto proceso de paz de Oslo solamente puede ser promovido con ayuda fundamentalista. Esto cambió en una gran medida luego del 28 de septiembre del 2000 y el comienzo de la segunda Intifada. La brecha entre ricos y pobres en la sociedad judía israelí ha sido un factor adicional para complicar las cosas desde 1985. La mayoría de los judíos ricos en Israel han sido y son secularistas. Este hecho ha ayudado a promover el fundamentalismo entre los judíos más pobres. A través de los años 90’ se creía ampliamente que la paz, basada en los Acuerdos de Oslo, beneficiaría en menor medida a la clase de ingresos medios y tendería a hacer más pobres a los pobres. La creencia ha estado basada en el hecho de que el salario mínimo en Israel es mucho más alto que el salario en los países árabes. Esta diferencia salarial influyó a las compañías israelíes para cerrar muchas de sus fábricas, ubicadas en los pueblos más pobres de Israel, y abrir fábricas en Jordania o Egipto donde los salarios promedio alcanzaban entre el 10 y el 70 por ciento del salario mínimo israelí. Antes del 2000 los tratados de paz con Jordania y Egipto ya habían conducido a un empobrecimiento de los pobres israelíes. La oposición al proceso de paz de Oslo, en consecuencia, era comprensiblemente mayor entre los judíos israelíes más pobres que entre los ricos. Numerosos rabinos atribuyeron el proceso de paz de Oslo a una pérdida de fe en el judaísmo entre los ricos y de esta forma han ganado adherentes al fundamentalismo judío entre los pobres.
La mayoría de los sostenedores de los Acuerdos de Oslo insisten en que este acuerdo resolverá todos los problemas existentes. Los que abogan de esta forma frecuentemente tratan de negar o suprimir hechos importantes. Un ejemplo de esto fue la existencia del fundamentalismo islámico y sus ideas respecto a Palestina. El estudioso sirio Sadiq J. Al Azm describe bien esta creencia en su ensayo “The View from Damascus”, publicado en la New York Review of Books el 15 de junio del 2000: “Palestina es un sitio Waqf divinamente consagrado para propósitos religiosos --que el Todopoderoso ha reservado permanentemente para la Umma musulmana, la comunidad religiosa. Mediante esta lógica, en otras palabras Palestina es una donación hecha por Dios a la Umma musulmana y no puede ser transferida, manipulada o dilapidada por ninguna persona gobierno o generación.” Esta creencia está en paralelo a la que sostienen los fundamentalistas judíos respecto a la tierra de Israel. La gente que lee los periódicos populares en hebreo ha sabido desde hace algún tiempo que esta opinión ha continuado siendo ampliamente prevaleciente entre los palestinos y ha influido sobre la Autoridad Nacional Palestina y el propio Arafat. En años más recientes esta idea ha sido central en la postura de Hamas, el partido político islámico palestino de Cisjordania y Gaza. La existencia del fundamentalismo judío legitima la difusión del fundamentalismo islámico y viceversa.
Ha seguido siendo significativa la división del fundamentalismo judío en grupos separados, cada uno con su propio partido político y su propios rabinos. Las querellas entre los rabinos y partidos han perjudicado al fundamentalismo judío. Además, la corrupción de ciertos políticos religiosos, demasiado frecuentemente tolerada e incluso alentada por los rabinos, ha traído desprestigio y ha retrasado la tasa de crecimiento del fundamentalismo judío.
El crecimiento del fundamentalismo judío también ha sido perjudicado por el incremento de la libertad de expresión en la sociedad judía israelí desde mediados de la década del 80’. La prensa hebrea ha continuado teniendo gran influencia en Israel. Más de cinco millones de copias de periódicos en hebreo se venden cada viernes, el día de mayor venta. La prensa en idioma ruso también ha florecido desde mediados de los 80’. Muchos judíos israelíes en consecuencia han comprado dos periódicos los viernes, uno nacional y uno local. Solamente un uno por ciento de los periódicos vendidos han sido específicamente religiosos; el resto han seguido siendo seculares. Los editores de los periódicos seculares descubrieron hace algún tiempo que el atacar al fundamentalismo judío y el publicar artículos escandalosos respecto a los rabinos es algo que vende periódicos. Algunos fundamentalistas, aunque en pequeño número, han rechazado y rechazan comprar o leer periódicos seculares. La prensa hebrea ha evitado que ciertos conversos potenciales ingresaran al fundamentalismo al señalar, por ejemplo, que mucho del dinero obtenido por partidos políticos religiosos va hacia los líderes y/o los rabinos y solamente montos relativamente pequeños van hacia los judíos más pobres. Algunos líderes rabínicos fundamentalistas han ordenado a los antiguos judíos seculares conversos al fundamentalismo dejar de leer periódicos hebreos seculares, lo cual supuestamente puede llevar a los judíos al infierno.
La situación política en Israel y los territorios ocupados cambió drásticamente después del 28 de septiembre del 2000, el día de la nefasta visita del entonces Ministro de Defensa Ariel Sharon junto a cientos de policías armados a la mezquita de Al Aqsa --área del Monte del Templo, en Jerusalén Oriental. Esta visita encendió nueva violencia y pronto fue seguida por actos terroristas, cometidos por algunos palestinos contra judíos israelíes y por las Fuerzas de Defensa Israelíes en contra de palestinos. La nueva violencia, que ha durado hasta la fecha y ha afectado casi todos los aspectos de las sociedades israelí y palestina, ha sido responsable de más muertes y heridas de judíos y palestinos que las que ocurrieran en cualquier período previo del conflicto árabe-israelí. (La estimación es que entre tres y cuatro veces más palestinos han sido muertos y una proporción mucho mayor heridos de lo que ha sido el caso respecto a los judíos israelíes.) Los fundamentalistas judíos de Israel han sido afectados por los desarrollos recientes y han contribuido a ellos. Algunos fundamentalistas judíos, tanto haredim dentro de Israel y detrás de la línea verde como colonos mesiánicos de Cisjordania, han sido muertos y heridos por los bombardeos suicidas desde que comenzó la segunda Intifada. A veces algunos de los colonos religiosos han atacado, matado y herido palestinos durante este mismo período. Esta violencia por las dos partes ha afirmado aún más la resolución de aquellos fundamentalistas judíos que buscan expandir el control judío israelí sobre Cisjordania y más allá y desean “transferir” palestinos moviéndolos forzadamente fuera de toda o la mayor parte de la tierra que ocupan.
Recientemente los fundamentalistas judíos han reiterado y fortificado su prédica. La violencia expandida y el miedo generado recientemente luego del 28 de septiembre del 2000, ha promovido apoyo para esta prédica de parte de más judíos israelíes, norteamericanos y cristianos sionistas.
Señalando este desarrollo, Ze’ev Chafets, durante largo tiempo editor colaborador del Jerusalem Post, en abril del 2001 escribió:
Los árabes no pueden destruir a Israel, pero los rabinos si pueden. Los rabinos pueden hacer eso convirtiendo a Israel en la clase de entidad política en que los judíos vivieron por 2000 años, convirtiéndola en un lugar gobernado por la ley clerical y el pensamiento clerical que se ha vuelto tan atrasado y xenófobo que Israel no será capaz de funcionar como un estado.
Lo que el rabino Eliezer Waldman, director de una escuela religiosa en el asentamiento de Kiryat Arba de Cisjordania, escribió en su artículo del 21 de junio del 2002 publicado en Jewish Press (Nueva York) no es solamente típico; también recibió más atención en los Estados Unidos e Israel que declaraciones similares previas:
La relación exclusiva de los Hijos de Israel con la Tierra de Israel no puede compararse con los lazos de cualquier nación respecto a su tierra. Nuestra relación se origina el Divino Plan de la Creación del Cielo y la Tierra. Nuestra mano está destinada a llevar vida al pueblo judío, y el pueblo judío está destinado a llevar vida a la Tierra. Al igual que la nación judía, cuando estaba en el Exilio, es descrita como “huesos secos en una tumba” (Ezequiel 37:11:12), de la misma forma la Tierra de Israel, sin el pueblo judío es decretada por Dios como “una tierra desolada” (Levítico 26:32). Estos decretos divinos son la realidad del renacimiento del estado de Israel, siendo nutrido por la fe, el coraje, y extendiéndose desde las colinas de Judea y Samaria. Esta luz significa perforar la oscuridad de los países que rodean la Tierra de Israel con una bendición Divina de progreso y valores humanos.
Permítannos decir clara y fuertemente: no estamos ocupando territorios extranjeros en Judea y Samaria. Este es nuestro antiguo hogar. Y gracias a Dios lo hemos retornado a la vida. Desafortunadamente, algunos de nuestros antiguos pueblos en YESHA todavía son ocupados ilegalmente por extranjeros, interfiriendo con el proceso Divino de redención de Israel.
Nuestra responsabilidad para con la fe judía y la redención nos ordena hablar con una voz clara y fuerte. El proceso divino de unir a nuestro pueblo y a nuestra tierra no debe ser opacado y debilitado por los conceptos aparentemente lógicos de “seguridad” y “diplomacia”. Estos solamente distorsionan la verdad y debilitan la justicia de nuestra causa, lo que está grabado en nuestros derechos nacionales exclusivos a nuestra tierra. Somos un pueblo de fe. Esta es la esencia de nuestra identidad eterna y el secreto de nuestra existencia continua bajo todas las condiciones.
Cuando escondimos nuestra identidad, fuimos humillados y pisoteados. El proceso de redención, trayéndonos de regreso a nuestra tierra, también nos ha retornado a nuestro verdadero ser, que no puede seguir siendo ocultado. Hemos vuelto a la escena mundial, poniéndonos nuevamente en una posición de responsabilidad que nunca eludiremos nuevamente. Solamente esta expresión clara, valiente y consistente de nuestra postura eventualmente impulsará a amigos y adversarios a respetar la realidad eterna del pueblo judío y la Tierra de Israel.
También es claro que un número creciente de judíos israelíes y de la diáspora, desde el 28 de septiembre del 2000, han objetado las ideas y prédica de los judíos fundamentalistas. Sin embargo, el Ministro de Justicia israelí, Yosef Lapid, probablemente estaba en lo cierto cuando, en una declaración del 19 de diciembre del 2003, describió a los colonos judíos de Cisjordania y Gaza como “bárbaros” y los acusó de tener el control de facto de Israel y de querer conducir a los palestinos fuera de Cisjordania y Jordania.
Aunque apoyando a Ariel Sharon como primer ministro la mayor parte del tiempo, los colonos religiosos militantes de Cisjordania y su partido político, el Partido Religioso Nacional, han objetado en forma consistente cualquier indicación por parte del gobierno de desarraigar unos pocos y pequeños asentamientos. En el 2003 muchos de estos colonos fundamentalistas criticaron al Primer Ministro Sharon por utilizar la palabra “ocupación”. Como dijo Shaul Goldstein, un dirigente colono del bloque de asentamientos de Gush Etzion, “Fui muy pero muy sorprendido y enojado por el primer ministro, yo no me siento como uno que ocupa un área. Es nuestra área, nuestra patria.” En el 2003, otro factor problemático para muchos de los colonos mesiánicos fue la cerca de seguridad que Sharon ha intentado construir entre Israel y Cisjordania. Aunque gran parte del debate respecto a la cerca se ha enfocado sobre sus efectos sobre los palestinos, ha sido (y continúa siendo) un factor perturbador para los colonos. Muchos de los colonos todavía temen que, aún con los cambios en los planes de construcción, algunos de los asentamientos puedan estar en el lado incorrecto de esta barrera física y tengan que ser evacuados. Además, los colonos temen que la cerca pueda dentro de un tiempo constituirse en una frontera para el nuevo estado palestino, al que se oponen, en alguna de la tierra actual de Cisjordania.
La depresión económica en Israel, que comenzó a fines del año 2000 y ha continuado hasta la fecha, ha afectado al fundamentalismo judío y a sus adherentes en el estado de Israel. Los judíos israelíes todavía están experimentando una de las peores recesiones de la historia del país. Muchos judíos israelíes culpan por la recesión a los palestinos y a su segunda Intifada con sus bombas suicidas y otras violencias. A causa de esto, numerosos judíos israelíes, algunos de los cuales previamente criticaban aspectos del duro tratamiento de Israel hacia los palestinos, cambiaron si se han vuelto partidarios de la idea fundamentalista religiosa de Israel reteniendo la soberanía total sobre toda Cisjordania y controlando con mano dura, sino transfiriendo hacia fuera, a todos los palestinos residentes allí.(Al apoyar esta idea los israelíes no religiosos o antirreligiosos no aceptan las bases fundamentales de los fundamentalistas en su totalidad). El presupuesto de autoridad del gobierno y los cortes en el conjunto de beneficios y concesiones impositivas de los colonos constituyen otro factor. Para muchos colonos religiosos, que se trasladaron a Cisjordania no solamente por causas ideológicas sino también para disfrutar de un estilo de vida de clase media que previamente no podían permitirse, la pérdida de beneficios hace menos atractivo el vivir en los territorios.
En las elecciones israelíes del 2003, el partido religioso Shas perdió 6 de sus 17 escaños en la Knesset, y el partido antirreligioso, Shiniu, saltó de 6 a 15 escaños. Sin embargo, esto no significa que el fundamentalismo religioso haya sufrido un retroceso. Los 6 escaños fueron tomados por el partido de Ariel Sharon, el Likud, que duplicó su número de escaños. Ahora el Likud posee un electorado religioso aún mayor. Estos dos partidos han sido consecuentemente extremos respecto a la cuestión palestina, oponiéndose a cualquier moción de que los territorios sean desarraigados. Antes de la elección del 2003, estos dos partidos se volvieron más extremistas en cuestiones religiosas. El Shas, que tradicionalmente había sido extremista en cuestiones religiosas, para la elección del 2003 se volvió más extremista respecto a la cuestión palestina. La política anterior del Shas era que los territorios podían ser entregados si ello determinaba que se salvaran vidas. , En cambio, para el momento de la elección del 2003, el mentor espiritual del Shas, el rabino Ovadia Yoseph, había comenzado a glorificar a los colonos o “ciudadanos de los territorios.”
No incluimos en nuestro libro al rabino Meir Kahane y su partido Kach, porque lo consideramos a lo sumo como la periferia lejana del fundamentalismo judío de Israel. En realidad, yo estaba a favor de incluir alguna discusión respecto a Kahane y sus opiniones, pero Israel Shahak sostenía firmemente que Kahane, aunque ciertamente uno de los extremistas más controvertidos que sostenía opiniones fundamentalistas, no era lo suficientemente importante. Estuve de acuerdo en ese momento con la opinión de mi colega, pero ahora reconozco que esto puede haber sido un error. El rabino Kahane, un judío norteamericano que emigró a Israel más de una vez, alcanzó el pináculo de su importancia en Israel cuando, como integrante de la Knesset durante un corto período, introdujo dos proyectos de ley en noviembre de 1985. El primero, titulado “Ley de Separación en Israel”, invocaba por la prohibición del matrimonio y de casi cualquier tipo de mezcla de árabes y judíos en el estado de Israel. El segundo habría permitido que solamente los judíos fueran ciudadanos del estado de Israel. Los integrantes de la Knesset invalidaron ambos proyectos en tanto racistas y censuraron a Kahane quien se desempeñó en la Knesset solamente durante un período.
Meir Kahane, que fue asesinado en la ciudad de Nueva York en 1990, era un demagogo y activista político a veces violento tanto en los Estados Unidos como en Israel. Sus seguidores del partido Kach, aunque nunca numerosos, eran mayormente del mismo cuño. Muchos judíos israelíes y norteamericanos consideraban a Kahane un fascista. De muchas formas él era un claro abogado del sionismo mesiánico. Creía que el pueblo judío fue específicamente electo por Dios y por tanto era sagrado y supremo. La tierra de Israel, argumentaba, es el único verdadero hogar y santuario para los judíos, porque Dios se las prometió. En consecuencia, el estado judío en Israel debía estar basado sobre la Torá y los mandamientos de Dios, como se define y explica claramente en las enseñanzas tradicionales del judaísmo. Por definición, tal estado judío debe ser exclusivista, garantizando dentro de sus fronteras derechos y privilegios a los judíos que no se garantizan a los no judíos. Kahane indicaba: “…que el estado de Israel está en las manos de Dios, que estamos en la era mesiánica final… y que el estado judío se alzó para santificar el nombre de Dios entre las naciones que burlan su nombre.” Citando al Talmud, Kahane decía repetidamente que Dios destruye y manda a los judíos destruir sin piedad a los enemigos del pueblo judío. Kahane abogaba por que la mayoría de los palestinos fueran “transferidos” fuera de Israel y de los territorios hacia Jordania y que los que permanecieran serían ciudadanos de segunda clase. (Para mayor tratamiento sobre el rabino Meir Kahane, ver mi artículo, “El Fenómeno Kahane”, en Arab Affairs, vol I [Verano de 1986], págs. 48-56.)
Kahane y los fundamentalistas judíos tratados en nuestro libro basaron muchas de sus ideas sobre conceptos supuestamente desarrollados por Maimónides, el gran filósofo del judaísmo y autoridad respecto a la Halajá (ley religiosa judía). Hacemos referencia a este uso de Maimónides a través de nuestro libro. Que tal uso sea válido y justificado o no lo sea sigue siendo una cuestión. A este respecto, merece leerse el excelente artículo de Nur Masalha, “Reinventando a Maimónides: De Filósofo Universalista a Fundamentalista Religioso (1967-2002)” en Holy Land Studies, vol 1, no. 1 (septiembre del 2002).
A continuación de la publicación de la primera edición de este libro, algunos individuos y grupos antisemitas comenzaron a utilizar partes de lo que escribimos Israel Shahak y yo respecto a los fundamentalistas judíos para justificar su odio respecto a los judíos. Ellos alegaban que al revelar las ideas de los fundamentalistas judíos nosotros habíamos confirmado generalidades respecto a la “naturaleza malvada” de los judíos. Ellos han sacado de contexto nuestra crítica al fundamentalismo judío y la han utilizado de una manera inválida para su feo propósito. No han citado nuestra introducción donde mencionamos nuestro amor por mucha de la historia del pueblo judío y nuestras razones por ser críticos respecto al fundamentalismo judío. Lo que han hecho estos antisemitas, y probablemente continúen haciendo, no debe sorprender. Tales individuos y grupos emplean frecuentemente este mismo método cuando hacen referencia a afirmaciones ajenas que sostienen opiniones divergentes. Debe ser obvio que Israel Shahak y yo aborrecemos lo que hacen estos antisemitas y que no somos responsables de ellos o de lo que ellos hacen. Lo que tales antisemitas dicen no detuvo a Israel Shahak y no me detendrá a mí de ulteriores análisis y de ser crítico de interpretaciones negativas del judaísmo y otros desarrollos negativos en la historia continua del pueblo judío. Como judíos orgullosos y como seres humanos compasivos, asumimos esta responsabilidad hace mucho tiempo. Por lo que yo sé, la historia de ningún grupo de gente o de sus ideas colectivas es totalmente positiva y sin manchas. Para movernos progresivamente hacia delante y para intentar volvernos más humanos, a veces es necesario criticar, quizá incluso duramente, el pasado y el presente que en general amamos. No debemos estar menos deseosos de criticar las ideas y actividades de nuestro propio grupo, cuando lo merecen, de lo que estamos de criticar a otros grupos. Los profetas judíos de la Biblia y de origen más tardío ciertamente predicaron su doctrina y enseñaron su lección. Aquellos comentaristas judíos que han atacado desproporcionadamente a este libro y a sus autores por haber dado supuestamente “combustible a los antisemitas” deben prestar atención a tal consejo.

Prefacio a la Primera Edición



El fundamentalismo islámico, virtualmente identificado con el terrorismo árabe, es un anatema a través de todo el mundo no-musulmán. El fundamentalismo cristiano, virtualmente identificado con ignorancia, superstición, intolerancia y racismo, es un anatema para la élite cultural e intelectual de los Estados Unidos. Sin embargo, el reciente aumento significativo en su número de adherentes, combinado con su amplia influencia política, hacen del fundamentalismo cristiano una verdadera amenaza a la democracia de los Estados Unidos. Aunque desde la perspectiva de las ciencias sociales posee casi todas las propiedades del fundamentalismo cristiano e islámico, el fundamentalismo judío es prácticamente desconocido fuera de Israel y de ciertas porciones de unos pocos otros sitios. Cuando se reconoce su existencia, su importancia es minimizada o limitada a prácticas religiosas misteriosas y vestimentas pasadas de moda de Europa oriental, muy frecuentemente por parte de esos mismos comentaristas de élite no israelíes que consideran en forma tan inflexible los peligros inherentes a los primos islámicos o cristianos del fundamentalismo judío.
Como estudiosos de la sociedad contemporánea y como judíos, uno israelí, el otro norteamericano, con compromisos y afectos personales hacia el Oriente Medio, no podemos dejar de considerar al fundamentalismo judío en Israel como uno de los principales obstáculos a la paz en la región. Ni podemos dejar de estar desolados por el descarte de lo pernicioso que es el fundamentalismo judío para la paz y para sus víctimas por parte de aquellos que para otras cosas son astutos y bien informados y tan rápidos para señalar la violencia inherente a otros fundamentalismos.
Este libro es una jornada de comprensión – frecuentemente penosa, frecuentemente tediosa, frecuentemente perturbadora—para nosotros en tanto judíos con un clivaje en la judería. Con nuestros corazones y mentes queremos que los judíos, junto a otra gente, reconozcan y luchen por los más altos ideales, aun cuando estos escaseen. Consideramos a estos ideales como centrales a los valores de la civilización occidental y aplicables a todo el mundo civilizado. Creemos que estos valores no se interponen en el camino de la paz en ninguna parte. Que una perversión de estos valores en nombre del fundamentalismo judío permanece como un impedimento para la paz, para el desarrollo de la democracia israelí e incluso para el discurso civilizado, nos ultraja como judíos y como seres humanos. Para identificar y aminorar, si no purgar, este ultraje, hemos escrito este libro y emprendido esta jornada en la esperanza de que pueda aportar comprensión a nuestros lectores como nos la ha aportado a nosotros. Nuestro presupuesto es que la paz en el Oriente Medio no puede lograrse hasta que sean comprendidas las corrientes y contracorrientes de la vida contemporánea en la región. En esta área, la más histórica y más religiosa, la comprensión implica una exploración del pasado que continúa incidiendo sobre las actitudes, valores, presupuestos y conductas de toda la gente de esta tierra hermosa y problemática. La oposición judía en Israel al fundamentalismo judío se ha incrementado mucho luego de que un fanático religioso judío, fundamentalista, Yigal Amir, que insistía en que estaba actuando de acuerdo a los dictados del judaísmo, baleó y mató al Primer Ministro Yitzhak Rabin. Que numerosos grupos de judíos religiosos luego del asesinato apoyaran esta muerte en nombre de la “verdadera” religión judía estimuló el interés en Israel respecto a pasadas muertes de judíos por parte de otros judíos a quienes se consideraba herejes o pecadores. En nuestro libro citamos investigaciones pasadas y presentes de estudiosos israelíes documentado que durante siglos antes del ascenso de los estados-nación modernos, los judíos, creyendo que estaban actuando de acuerdo a la palabra de Dios y así preparándose para el paraíso eterno, castigaban o mataban a los herejes y/o pecadores religiosos. El fundamentalismo judío contemporáneo es un intento por revivir una situación que existió frecuentemente en las comunidades judías antes de la influencia de la modernidad. Los principios básicos del fundamentalismo judío son los mismos que los que se encuentran en otras religiones: la restauración y revivalismo de la comunidad religiosa “pura” y piadosa que supuestamente existió en el pasado.
En nuestro libro describimos con algún detalle los orígenes, ideologías, prácticas e impacto sobre la sociedad del fundamentalismo. Enfatizamos mayormente la tendencia mesiánica, porque creemos que es la más influyente y peligrosa. Los fundamentalistas judíos generalmente se oponen a la extensión de las libertades humanas en Israel, especialmente la libertad de expresión. Respecto a la política exterior, el Partido Religioso Nacional, dirigido por sostenedores de la tendencia mesiánica del fundamentalismo judío, se ha opuesto continuamente a cualquier retirada de los territorios conquistados y ocupados por Israel desde 1967. Estos fundamentalistas se opusieron a la retirada israelí del Sinaí en 1978, al igual que veinte años más tarde se continúan oponiendo a cualquier retirada de Cisjordania. Estos mismos judíos imprimieron y distribuyeron mapas supuestamente mostrando que la tierra de Israel, perteneciente solamente a los judíos y que requiere liberación, incluía el Sinaí, Jordania, el Líbano, la mayor parte de Siria y Kuwait. Los fundamentalistas judíos han abogado por las propuestas más discriminantes contra los palestinos. No es sorprendente que Baruch Goldstein y Yigal Amir, los asesinos judíos más sensacionales de los años 90’, y la mayoría de sus admiradores, hayan sido fundamentalistas judíos de la tendencia mesiánica.
En los años 90’, los sociólogos y estudiosos de otros campos académicos israelíes han prestado más atención que nunca antes a los efectos sociales en las sociedad israelí provocados por los fundamentalistas judíos. La opinión mayoritaria de estos estudiosos es que los adherentes al fundamentalismo judíos en Israel son hostiles a la democracia. Los fundamentalistas se oponen a la igualdad para todos los ciudadanos, especialmente los no judíos y los judíos “desviacionistas” tales como los homosexuales. La gran mayoría de los judíos religiosos de Israel, influidos por los fundamentalistas, comparten hasta cierto punto estas opiniones. En la crítica de un libro publicada el 14 de octubre de 1998, Baruch Kimmerling, un distinguido sociólogo israelí, citando la evidencia de un estudio dirigido por otros estudiosos, comentaba:
Los valores de la religión [judía], al menos en su forma ortodoxa y nacionalista que prevalecen en Israel, no pueden encuadrarse con los valores democráticos. Ninguna otra variable –ni la nacionalidad, ni las actitudes respecto a la seguridad, ni los valores sociales o económicos, ni la descendencia étnica o la educación—influye de la misma forma las actitudes de los judíos [israelíes] en contra de los valores democráticos como lo hace la religiosidad.
Citando evidencia adicional, Kimmerling comentaba más adelante que los judíos israelíes seculares que han adquirido educación secundaria o universitaria tienen el mayor apego a los valores democráticos y que los judíos religiosos que estudiaron en las yeshivot (escuelas religiosas) son los que más se oponen a la democracia. Está claro que el antagonismo fundamentalista a los valores democráticos, así como a la mayoría de los aspectos de la cultura y estilo de vida secular, es instilado profundamente en las escuelas religiosas de Israel.
La ilustración del antagonismo fundamentalista respecto al estilo de vida secular de la mayoría de los judíos israelíes es clara. Por ejemplo, la edición de 20 de septiembre de 1998 de Yediot Ahronot, el diario israelí en idioma hebreo de mayor circulación, contenía un estudio del “perfil cultural” de la sociedad judía israelí. El estudio revelaba que los principales consumidores israelíes de cultura, que visitaban museos y asistían a conciertos y al teatro, habían finalizado la universidad y se definían a sí mismos como seculares o no ortodoxos (religiosos). La prensa religiosa israelí y los pronunciamientos de rabinos israelíes condenando la actividad cultural, han confirmado los hallazgos de este estudio.
Los fundamentalistas judíos han desplegado una severa enemistad contra los judíos que adoptan un estilo de vida sexual distinto. Muchos rabinos israelíes y los partidos políticos religiosos israelíes en los años 90’ reaccionaron agudamente en contra del incremento en la visibilidad y el poder de las comunidades homosexuales y lesbianas en Israel. De acuerdo a la Halajá (ley religiosa judía), la homosexualidad es punible con la muerte por lapidación, y, aunque el castigo no es claro, las relaciones lesbianas están prohibidas. La prensa secular israelí enfatizó en los 90’ algunas de las propuestas rabínicas más ultrajantes para tratar con los homosexuales; estas incluían un “tratamiento terapéutico compulsivo” y/o un período de “educación en una institución cerrada”. Muchos rabinos, cuando fueron entrevistados, indicaron que estaban a favor de la imposición de la pena de muerte a los hombres homosexuales judíos. (Los rabinos tendían a dejar de lado a las lesbianas.) En sus anuncios electorales televisivos, los partidos políticos religiosos israelíes usualmente han enfatizado que los judíos homosexuales constituyen uno de los mayores peligros que enfrenta Israel. Los partidos religiosos han tenido éxito en sus intentos por eliminar en los cursos de las escuelas públicas cualquier mención a los poemas de amor homosexual en hebreo, algunos de los que contienen una bella lírica hebrea. Esta censura es evidencia de influencia fundamentalista.
Los conflictos en la sociedad israelí entre los adherentes y los opositores al fundamentalismo judío se ubican entre las cuestiones más importantes de la política israelí. En este libro no intentamos discutir todos esos problemas y/o cuestiones. Más bien, nos enfocamos sobre los que consideramos que son los problemas y cuestiones más importantes del fundamentalismo judío.
Los defensores del “interés judío” atacan frecuentemente a las personas que escriben críticamente respecto a los judíos y/o el judaísmo por no enfatizar en el mismo texto rasgos positivos que pueden tener nada o poco que ver con la sustancia en análisis. Algunos de estos defensores, por ejemplo, atacaron a Seffi Rachlevsky luego de la publicación de su best seller, Los Burros del Mesías. En su libro, Rachlevsky afirmaba correctamente que el rabino Kook, el Viejo, padre reverendo de la tendencia mesiánica del fundamentalismo judío (que es tratado en nuestro libro), dijo
“La diferencia entre un alma judía y las almas de los no judíos –todos ellos en todos los distintos niveles—es mayor y más profunda que la diferencia entre un alma humana y las almas del ganado.” Los detractores de Rachlevsk no intentan en absoluto refutar en forma sustantiva la relevancia de la cita de Kook. Más bien, argumentan que el rabino Kook dijo otras cosas y que Rachlevsky, en su negligencia a mencionarlas, ha distorsionado las enseñanzas del rabino Kook. Rachlevsky señaló que la enseñanza entera del rabino Kook estaba basada en la Cábala Luriánica, la escuela de misticismo judío que dominó al judaísmo desde fines del siglo dieciséis hasta inicios del diecinueve. Uno de los principios básicos de la Cábala Luriánica es la superioridad absoluta del alma y cuerpo judíos sobre el alma y cuerpo no judíos. De acuerdo a la Cábala Luriánica, el mundo fue creado solamente para bien de los judíos; la existencia de no judíos es subsidiaria. Si un obispo cristiano influyente o un erudito islámico arguyera que la diferencia entre las almas superiores de los no judíos y las almas inferiores de los judíos es mayor que la diferencia entre el alma humana y las almas del ganado, incurriría en la ira de la mayoría de los estudiosos judíos y sería considerado como un antisemita, sin importar cuantas afirmaciones positivas menos significativas incluyera. Desde esta perspectiva los detractores de Rachlevsky son hipócritas. Que el rabino Kook era vegetariano e incluso respetaba los derechos de las plantas hasta el punto de no permitir que fueran cortadas flores o pasto para su propio placer ni distrae de ni agrega nada a su postura respecto a la comparación de las almas de los judíos y no judíos. Que Kook denunciara la brutalidad judía innecesaria contra los no judíos no debe minimizar la crítica a su expresado placer en la creencia de que la muerte de millones de soldados durante la Primera Guerra Mundial constituía un signo del acercamiento de la salvación de los judíos y de la llegada del Mesías. Los detractores de Rachlevsky y quienes puedan alzar críticas semejantes hacia nuestro libro y hacia nosotros no son los únicos hipócritas en esta área. Estantes enteros de librerías de países de habla inglesa y otros crujen bajo el peso de libros sobre misticismo judío en general y sobre Hasidismo y Cábala Luriánica más específicamente. Muchos de los autores de estos libros son ampliamente considerados como famosos eruditos a causa de la minucia de su erudición. Sin embargo, la gente que lee solamente estos libros sobre estas materias no puede sospechar que el misticismo judío, la Cábala Luriánica, el Hasidismo y las enseñanzas del rabino Kook contienen ideas básicas respecto a la superioridad judía comparables a las peores formas de antisemitismo. Los autores eruditos de estos libros, por ejemplo Gershom Scholem, han omitido voluntariamente la referencia a tales ideas. Estos autores son supremos hipócritas. Son análogos a muchos autores de libros sobre Stalin y el stalinismo. Hasta recientemente, la gente que leía únicamente los libros escritos por stalinistas no podía saber respecto a los crímenes de Stalin y tenía nociones falsas respecto a los regímenes stalinistas y sus verdaderas ideologías.
El hecho es que ciertos judíos, algunos de los cuales tienen influencia política, consideran que los judíos son superiores a los no judíos y consideran que el mundo fue creado sola o principalmente para los judíos. Esta creencia en la superioridad judía es más peligrosa cuando es sostenida por judíos que aman a sus hijos, son honestos en sus relaciones con otros judíos y llevan adelante actos de piedad, como lo hacen los fundamentalistas de todas las religiones. Esta creencia es menos peligrosa cuando es sostenida por judíos que no están abrumadoramente preocupados respecto a religión y/o corrupción. Un paralelo que merece citarse aquí es que en un sistema totalitario secular, un entusiasta partido de trabajadores o uno convencidamente nacionalista es usualmente más peligroso y dañino que un miembro corrupto del mismo sistema ideológico.
Nuestro punto final en este prefacio es tanto personal como universal. En tanto judíos, comprendemos que nuestros abuelos o bisabuelos probablemente creían al menos en algunas de las opiniones descritas en nuestro libro. Esta misma afirmación puede aplicarse a otros judíos contemporáneos. En el pasado muchos no judíos, en tanto individuos y en tanto integrantes de grupos, sostuvieron opiniones antisemitas, que, especialmente cuando las circunstancias fueron propicias, influyeron las conductas de otros respecto a los judíos. Igualmente, en el pasado, la esclavitud era practicada y justificada universalmente, el estatus inferior de la mujer era un fenómeno global y era común la creencia en que un país pertenecía a un individuo o a una familia y era heredable. Los fundamentalistas judíos creen, como lo hicieron en el pasado en una edad de oro cuando todo era, o estaba en camino a ser, perfecto. Esta edad de oro es tanto más una realidad para aquellos que, enfrentados con cuestiones referentes a creencias y prácticas perniciosas, buscan refugio mediante la invocación de la palabra de Dios, mediante la descripción falsa del pasado y mediante la condena hacia los no judíos por abrigar sentimientos de superioridad y tener desdén hacia los judíos. Estos fundamentalistas también justifican su propia creencia en la superioridad judía y su sentimiento de desdén hacia los no judíos; buscan reproducir la edad de oro mítica en la que sus opiniones eran predominantes. Hemos escrito este libro para revelar el carácter esencial del fundamentalismo judío y de sus adherentes. Este carácter amenaza los rasgos democráticos de la sociedad israelí. Creemos que el primer paso necesario en la oposición es la conciencia. Entendemos que criticando al fundamentalismo judío estamos criticando una parte del pasado que amamos. Deseamos que los integrantes de todos los grupos humanos puedan criticar su propio pasado, incluso antes de criticar a otros. Esto, además creemos, conducirá a un mejor entendimiento entre los grupos humanos y será seguido, quizá lenta y vacilantemente, por un mejor tratamiento hacia las minorías. La mayor parte de nuestro libro se ocupa de las creencias básicas y las políticas resultantes en la sociedad judía israelí. Creemos que una crítica del fundamentalismo judío, que implica una crítica del pasado judío, puede ayudar a los judíos a adquirir más comprensión y mejorar su propia conducta respecto a los palestinos, especialmente en los territorios conquistados y ocupados desde 1967. Esperamos que nuestra crítica también motive a otra gente en el Oriente Medio para implicarse en la crítica de su pasado entero en orden de aumentar su conocimiento de sí mismos y mejorar su conducta hacia otros en el presente. Todo esto puede constituir un factor importante para traer la paz al Oriente Medio.