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Poker de Ases en Malvinas

Epopeya de los barcos auxiliares

Jorge Muñoz

Poker de Ases en Malvinas - Epopeya de los barcos auxiliares - Jorge Muñoz

166 páginas
23 x 15 cm.
Instituto de Publicaciones Navales, 2004
Encuadernación: rústica

 Precio para Argentina: 340 pesos
 Precio internacional: 18 euros

Esta obra, producto de una exhaustiva investigación, está destinada a exaltar la epopeya de cuatro barcos auxiliares que durante la guerra de Malvinas estuvieron tripulados por hombres de nuestra Armada y cumplieron las más difíciles misiones.
Se trató de tres barcos isleños incautados: Forrest, Monsunen y Penélope, y un barco provisto por una empresa argentina, el Yehuín.
Los sesenta tripulantes bajo conducción naval militar no sólo efectuaron todo tipo de tareas de alije, transporte, búsqueda, rescate de náufragos y aprovisionamientos varios sino que además de tener que enfrentarse a violentos ataques navales sostuvieron, con el barco Forrest, el primer encuentro aeronaval en las islas y en el caso del Monsunen se sumaron al contingente de Ejército para participar activamente combatiendo, pie a tierra, en la batalla de Pradera del Ganso.
El detallado relato de las acciones que protagonizaron estos barcos rescata sin lugar a duda el valeroso empeño de los hombres de la Armada en las complicadas misiones que se les encomendaron con el empleo de frágiles naves en una geografía difícil y desconocida.
Es dable destacar la empeñosa tarea del escritor Jorge Muñoz, quien se ha dedicado a través de una prolífica labor de investigación a bucear en temas poco conocidos referidos a la actividad naval durante la batalla por Malvinas, y en tal sentido ha logrado llenar un importante vacío de nuestra Historia.

 

ÍNDICE

Prólogo           9
Prefacio del autor      13
Presencia naval en Malvinas                                   15
Grupo Naval Malvinas        23
Forrest            31
Monsunen      61
Penélope         85
Yehuín            105
Epílogo           151
Condecoraciones otorgadas por la Armada           155
Tripulaciones 157
Bibliografía     161
Documentación         163
Acerca del autor        165

PRÓLOGO

 

Corresponde agradecer al autor el hecho de sacar a la luz las acciones de los buques auxiliares más pequeños, que por cierto no protagonizaron las acciones menos importantes du­rante el conflicto bélico del Atlántico Sur en 1982.
Poker de Ases reúne las aventuras de los cuatro buques auxiliares menores de la Armada en la guerra de Malvinas: el ARA Forrest, el ARA Monsunen, el ARA Penélope y el ARA Yehuín.
Y los he querido mencionar con las siglas ARA que carac­terizan a todos los buques de nuestra Marina, pues indepen­dientemente de su origen fueron, en ese momento y desde que se los incorporó, unidades netamente militares, lo mismo que sus misiones.
Normalmente los libros que analizan las operaciones militares soslayan las actuaciones de los buques menores. Otro tanto pasa cuando se planifican las operaciones, "... son pro­blemas de detalle que no se consideran a este nivel...”, dando quizá por sentado que los problemas logísticos y operativos menudos o locales se solucionarán fácilmente en el lugar.
El esquema es simple y tentador, pues en verdad, huma­namente, no se pueden prever las necesidades en sus más mínimos detalles, pero la realidad se encarga de golpear con exigencias perentorias a quienes son los comandantes locales, y es entonces cuando el éxito de las operaciones entra a depen­der de una parte de la organización, en este caso hombres y buques, que no era no tenida en cuenta en los planes, pero que cobrará vigor de la nada y con un ímpetu, propio de los gran­des, cubrirá todos los vacíos.
Así ocurrió en este caso cuando ante las necesidades se requisaron buques y armaron tripulaciones con lo que se en­contró a mano.
Poker de Ases, dice Jorge Muñoz, aludiendo a los cuatro buques auxiliares menores y yo me permito complementarlo diciendo que Poker de Ases es también una cuaternidad que se refiere asimismo al ingenio, iniciativa, coraje y camaradería que estos argentinos pusieron de manifiesto en todas las acti­vidades que se les ordenó cumplir durante todos los días en que los buques, luciendo pabellón argentino, se encuadraron en las Fuerzas Navales.
Ingenio para encarar y solucionar lo imprevisto puesto que las tripulaciones pese a que subieron a buques de los que no tenían su manual de uso, igualmente tuvieron éxito ante el desafío de conducirlos.
Iniciativa para actuar aislados la mayor parte del tiempo, dado que las comunicaciones se vieron reducidas al mínimo y cada comandante hubo de guiarse con directivas generales.
Coraje, al actuar desafiando con serenidad las más adver­sas situaciones en buques prácticamente desarmados.
Camaradería para conformar dotaciones con espíritu propio a partir del primer día de su constitución, integrándose los navales con miembros de otras fuerzas y civiles, todos bajo una misma denominación: la de argentinos que luchaban por su Patria.
Con la debida licencia del autor y gracias a un comodín, Poker de Ases se ha convertido ante mis ojos en un Quin­teto de Ases pues, con toda justicia, no puedo dejar de men­cionar un quinto valor incluido tácitamente en la obra: el profesionalismo.
Profesionalismo, puesto de manifiesto en el accionar de estas dotaciones, como producto de años de trabajo durante los cuales numerosas generaciones de la Armada, en todas sus jerarquías, se esforzaron por perfeccionarse en el queha­cer naval para así poder dominar las acechanzas del mar y superar lo impensado.
No importaría que la suma de las esloras de los cuatro buques, sus tonelajes o el número de sus dotaciones nos dieran cifras muy distantes de los guarismos que nos muestran los catálogos sobre los buques de guerra modernos, dado que en este caso los números nos engañarían, ya que estos buques, más allá de sus reducidas capacidades, se mostraron grandes en la guerra.
Como argentino no me resta nada más que agradecerles a mis camaradas marinos y a los compatriotas que tripularon los buques de Poker de Ases el servicio prestado a nuestra Patria. Por todo ello simplemente les digo: ¡Bien hecho!

Enrique Molina Pico Almirante Veterano de Malvinas Jefe del Estado Mayor de la Armada entre 1993 y 1996

PREFACIO DEL AUTOR

 

En el transcurso de mis tres libros anteriores dedicados a la gesta de Malvinas me encontré invariablemente con la actividad de cuatro barcos auxiliares menores tripulados por hombres de la Armada Argentina. Se trató del Forrest, Monsunen, Penélope y Yehuín.
Sin embargo, el despliegue historiográfico de los grandes acontecimientos bélicos sólo los mencionaba tangencialmente dejando algo desdibujada la imagen de estos infatigables ele­mentos de apoyo, a los cuales algunos autores les dedicaron circunstanciales referencias que no alcanzaron para mostrar el desempeño integral de su actividad.
Fue por ello que al manifestarle al almirante Enrique Molina Pico mi inquietud de profundizar sobre tales episodios, éste logró que el entonces jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Joaquín Stella, ordenara la apertura del archivo Malvinas para que yo pudiera consultarlo.
El recorrido por los documentos acumulados en el archivo del Comando de la Armada me permitió encontrar, además de las constancias referidas al motivo de la búsqueda, muchos otros aspectos poco conocidos pero sumamente relevantes del accionar de los hombres de esa institución durante el conflicto malvinense que sin dudas merecen ser temas de futuros libros.
No conforme con lo que decían los rígidos informes oficia­les me entrevisté con los cuatro capitanes que comandaron los barcos en cuestión, quienes de buen grado se dignaron conce­derme parte de su tiempo y aportaron en algunos casos sus diarios personales, que tienen el valor histórico de haber sido escritos por sus protagonistas en el momento y lugar donde se desarrollaban los acontecimientos.
Asimismo tomé contacto con otros tripulantes de diversas jerarquías, quienes también con mucho entusiasmo me brin­daron, desde otros puntos de vista, su visión particular de la vivencia de guerra.
Esta información fue complementada con las referencias que pude hallar en libros de autores nacionales y extranjeros que abarcan la guerra en sus aspectos más espectaculares pero que no habían podido soslayar la presencia en las conflictuadas aguas del archipiélago de los pequeños pero tenaces barcos auxiliares.
Al respecto hace poco tiempo me sorprendió el llamado del historiador naval argentino D. José Bamio, quien me advirtió que un historiador británico estaba buscando material, intere­sado en saber cómo había sido la aventura de estos cuatro barcos. Ello me incentivó a terminar este trabajo pues com­prendí que la historia es un todo donde hasta lo que parece más pequeño tiene su relevancia y en este caso el antiguo opo­nente, siempre atento a los detalles, estaba poniendo su interés en ello.
Pero de todo este relato lo más paradójico iba a resultar el hecho de que hombres de nuestra Armada, después de más de un siglo y medio, habían vuelto a emprender la lucha por la recuperación de la soberanía plena de la Patria empleando barcos no convencionales, alguno de ellos de madera, tal como lo habían hecho nuestros proceres en las campañas navales durante las luchas por la Independencia, y al igual que ellos en los casos que tuvieron que descender de sus naves conti­nuaron la lucha combatiendo pie a tierra.
Por ello no me causó asombro el saber que los mandos ingleses, al finalizar el conflicto, quedaron impresionados al saber que este puñado de hombres, con firme determinación, había llegado a cumplir la hazaña de abastecer sin pausa nuestras posiciones durante todo el conflicto, sorteando los peligros que significaban los implacables ataques aéreos y los feroces cañoneos navales.
En mi consideración la acción de los cuatro barcos auxiliares menores y sus sesenta tripulantes durante la batalla por Malvinas constituye una epopeya que merece inscribirse dentro de la historia grande de nuestros próceres y de nuestra Patria.

J.M.