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Defensa y pérdida de nuestra independencia económica

 

José María Rosa

Defensa y pérdida de nuestra independencia económica - José María Rosa

152 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2019
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 300 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1810 se lograba virtualmente la independencia política. Un año antes habíase comprometido seriamente la independencia económica. La libertad de gobernarnos fue así adquirida al mismo tiempo de entregar íntegra, o casi, la riqueza real o potencial de nuestra tierra: la verdad fue que salimos de un colonialismo para entrar en otro. Aun si supusiéramos que la autonomía económica tuvo que ser el precio pagado por la autonomía nacional, deberíamos decir que dejó a las generaciones posteriores la obligación de redimir ese gravamen. Ese debió ser el propósito de toda la política económica Argentina, pero desgraciadamente no fue así. Y si el 1809 se entregaba la industria manufacturera autóctona a la libre competencia con el industrialismo maquinista, en 1812-1827 se hizo la tentativa, con muchos más vastos alcances, de enajenar toda la riqueza del país. Y después de 1852, salvo honrosas excepciones, la política económica seguida por todos los gobiernos fue la de completar la entrega lisa y llana del país al extranjero.
Existe un factor psicológico con no poca importancia en ello: la conciencia del poco valer del argentino, lo que podríamos llamar nuestro “complejo de inferioridad”. Y pareciera que todo nuestro pasado ha sido un esfuerzo constante por desargentinizar la Argentina, porque nuestra Patria perdiera su individualidad espiritual y física.
Afortunadamente hay otro pasado argentino, que no por desconocido es menos real. Hay una historia argentina que reconforta a quienes siempre creímos en la Argentina y en sus destinos; una historia en la cual abundan hombres y rasgos de firme y neto patriotismo. No importa que la historia liberal haya ocultado esos rasgos y lapidado esos hombres con epítetos denigrantes, para mejor cumplir su tarea. La verdad se va abriendo camino pese a la formidable conjuración de intereses que luchan contra la escuela revisionista de la historia argentina, y pese a los medios de que se echa mano para silenciarla.
Revisar la historia es tarea ingrata, pero hondamente argentina; es buscar la verdad, y valorar esa verdad con criterio patriótico: de esa tarea saldrá la Argentina de mañana, libre de tutelas extranjeras, y con argentinos llenos de fe en su patria. A nada llegaremos mientras nuestra historia nos oculte la realidad de nuestro actual colonialismo, y nos presente como ejemplos próceres justamente a quienes lo fomentaron, a quienes no creyeron en su patria, y tuvieron por única finalidad de su política la enajenación de nuestro patrimonio territorial, espiritual y económico, a título de fomentar la civilización y acabar con la barbarie. La historia es la conciencia de la patria, se ha dicho. Y es una verdad indudable que nosotros no sabremos qué es nuestra patria mientras se mantenga la tergiversación del pasado argentino.
Para contribuir a esa revisión ha sido escrito este libro.

 

ÍNDICE


Prólogo7
Advertencia de la primera edición9
Advertencia de la segunda edición11
I.- La colonia13
El industrialismo colonial14
Técnica de la producción colonial16
La América “proteccionista” y la América “librecambista”20
Riqueza industrial del Virreinato23
La libertad de comercio y el imperialismo ingles26
Apertura del puerto de Buenos Aires28
El librecambio33
II.- La revolución35
Política económica de mayo35
La libertad “absoluta” de comercio40
Reacción popular42
Las exportaciones ganaderas45
La exportación de carnes47
Saladeristas contra abastecedores48
El monopolio de Abasto53
III.- La reforma57
“Civilización”57
El primer empréstito58
¿Para qué sirvió el empréstito?61
La tierra pública63
La inmigración inglesa66
El banco nacional66
La “Mining Rio de la Plata Association”71
Fracaso de los reformistas75
¿Qué fue realmente el negocio de las minas?77
IV.- La restauración85
El primer gobierno de Rosas85
La polémica con Ferré88
Efectos de la libertad de comercio91
Rosas, jefe de la Confederación94
La Ley de Aduana de 1835 96
Restauración de la riqueza por la ley de aduana100
Las provincias y la Ley de Aduana106
Modificaciones a la Ley de Aduana108
El comercio exterior en tiempo de Rosas109
Las intervenciones extranjeras y el desenvolvimiento económico113
Política agraria de Rosas: “la tierra para quien quiera trabajarla”116
V.- La organización117
La entrega117
Abrogación del proteccionismo121
Aniquilamiento de las industrias124
La inutilidad del criollo127
Las industrias y el transporte132
Las industrias en la actualidad137
Nuestra dependencia económica139
Apéndice.- Ley de Aduana de 1836143
I: De las entradas marítimas143
II: Efectos prohibidos145
III: De la salida marítima146
IV: De la entrada terrestre147
V: De la salida terrestre148
VI: De la manera de calcular y recaudar los derechos148

Prólogo

En 1810 se lograba virtualmente la independencia política. Un año antes habíase comprometido seriamente la independencia económica.
La libertad de gobernarnos fue así adquirida al mismo tiempo de entregar íntegra, o casi, la riqueza real o potencial de nuestra tierra: la verdad fue que salimos de un colonialismo para entrar en otro.
La necesidad de liquidar la riqueza industrial para obtener la libertad política es discutible. Pero si fue necesario, si la autonomía económica tuvo que ser el precio pagado -y el único precio posible- por la autonomía nacional, no por ello podríamos considerarlo alto, pues la Patria no se valora en bienes materiales. Y si la generación de Mayo hipotecó la Patria para adquirirla, es comprensible que dejó a las generaciones posteriores la obligación de redimir ese gravamen. Obligación tanto más perentoria, cuanto que la deuda podía comerse todo si no era convenientemente atendida y amortizada.
Ese debió ser el propósito de toda la política económica Argentina, pero desgraciadamente no fue así. Y si el 1809 se entregaba la industria manufacturera autóctona a la libre competencia con el industrialismo maquinista, en 1812-1827 se hizo la tentativa, con muchos más vastos alcances, de enajenar toda la riqueza del país. Y después de 1852, salvo honrosas excepciones, la política económica seguida por todos los gobiernos fue la de completar la entrega lisa y llana del país al extranjero.
Y eso ¿por qué? Las causas son varias, pero un factor psicológico predominó: la conciencia del poco valer del argentino, lo que podríamos llamar nuestro “complejo de inferioridad”. Complejo de inferioridad que no es de hoy ni de ayer: la falta de fe en la Argentina es la gran falla de ciertos personajes que se mueven en la historia oficial. Pareciera que todo nuestro pasado ha sido un esfuerzo constante por desargentinizar la Argentina, por que nuestra patria perdiera su individualidad espiritual y física.
Pero afortunadamente hay otro pasado argentino, que no por desconocido es menos real. Hay una historia Argentina que reconforta a quienes siempre creímos en la Argentina y en sus destinos; una historia en la cual abundan hombres y rasgos de firme y neto patriotismo. No importa que la historia liberal haya ocultado esos rasgos y lapidado esos hombres con epítetos denigrantes, para mejor cumplir su tarea. La verdad se va abriendo camino pese a la formidable conjuración de intereses que luchan contra la escuela revisionista de la historia Argentina, y pese a los medios de que se echa mano para silenciarla.
Revisar la historia es tarea ingrata, pero hondamente Argentina; es buscar la verdad, y valorar esa verdad con criterio patriótico: de esa tarea saldrá la Argentina de mañana, libre de tutelas extranjeras, y con argentinos llenos de fe en su patria. A nada llegaremos mientras nuestra historia nos oculte la realidad de nuestro actual colonialismo, y nos presente como ejemplos próceres justamente a quienes lo fomentaron, a quienes no creyeron en su patria, y tuvieron por única finalidad de su política la enajenación de nuestro patrimonio territorial, espiritual y económico, a título de fomentar la civilización y acabar con la barbarie. La historia es la conciencia de la patria, se ha dicho. Y es una verdad indudable que nosotros no sabremos qué es nuestra patria mientras se mantenga la tergiversación del pasado argentino.
Para contribuir a esa revisión ha sido escrito este libro.

Advertencia de la primera edición


Defensa y pérdida de nuestra independencia económica fue publicado en los vols. 8 p 9 de la Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas correspondientes a diciembre de 1941 y mayo de 1942.
Dicha publicación fue reproducida en sus partes más esenciales (con la autorización correspondiente) por la Revista de Economía Argentina Nos, 278, 288 y 289 de junio, julio y agosto de 1942.
Con posterioridad la Marina, órgano de la Liga Naval Argentina, publicó un resumen en su N° 76, de noviembre de 1942.
Un extracto en versión inglesa - con el título de “Rise and fall of our economic independence” - fue dado por Southern Cross en el Nº 1516 de agosto de 1942.
Buenos Aires, marzo de 1948

Advertencia de la segunda edición


La 1º edición de este libro (marzo de 1943) quedó agotada al poco tiempo de ser puesta en venta. Desde entonces fue solicitada una segunda edición, postergada por el autor por considerar que un estudio de nuestra independencia económica quedaría trunco sin incluirse el análisis de los acontecimientos ocurridos a partir de 1943.
Pero con el propósito de no demorar la reimpresión de este libro, uno de los fundamentales del revisionismo histórico, hemos obtenido de su autor la autorización para publicarlo. Salvo unas pocas notas aclaratorias y mínimas correcciones en el texto, la segunda edición de Defensa y pérdida de nuestra independencia económica es idéntica a la primera.
Es decir, se detiene en 1943.
El autor tiene el propósito de escribir otro libro -probablemente titulado “Recuperación de nuestra independencia económica”- con la historia industrial Argentina posterior a 1943.

Buenos Aires, marzo de 1954

 

 

 

“A escribir de otra suerte, dijo Don Quijote, no fuera escribir verdades, sino mentiras; y los historiadores que de mentiras se valen, habían de ser quemados como los que hacen moneda falsa.”

( Quijote, cap. III, 2º parte).