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MICHAEL

Novela autobiográfica

Joseph Goebbels

Ministro de propaganda y esclarecimiento del Tercer Reich

 

MICHAEL - Joseph Goebbels - Novela autobiográfica

130 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2014
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 210 pesos
 Precio internacional: 16 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

Novela autobiográfica de Joseph Goebbels llena de idealismo y romanticismo.
Quien luego fuera el Ministro de Propaganda del Tercer Reich, presenta aquí el relato de un joven idealista dispuesto a morir por su Patria en su lucha por despertar a su pueblo, verlo feliz y unido.
Volcando constantemente conceptos doctrinarios y filosóficos, el relato atrapa por la pasión y ardiente lucha de un joven romántico convencido de la importancia de convertirse en un soldado y servir a una causa mayor.
Alabada exageradamente por algunos, criticada desmesuradamente por otros, sin duda constituye un controvertido libro que merece ser leído para introducirse en la atmosfera post primera guerra mundial, en las bases doctrinarias que alimentaron al nazismo y en los pensamientos, sentimientos y capacidades de quien fuera uno de los hombres más importantes de la Alemania Nacionalsocialista

"El diario de Michael es un monumento al fervor y al altruismo; un monumento que desea sacudir y consolar En su espejo callado y sencillo se reflejan todas las fuerzas que nos formarán a nosotros, los jóvenes, hoy en un pensamiento y mañana en un Poder. Por eso la vida y la muerte de Michael es más que una casualidad o un destino ciego. Es signo de la época y símbolo del futuro,
Una vida al servicio del trabajo; y la muerte para la creación de un Pueblo por venir- eso es lo más consolador que podemos ver sobre la faz de la tierra"

- "Todo es aquello que tú haces que sea: incluso tú mismo".
- "Uno aprecia, en aboluto, solo aquello que se conquista a se defiende".
- "También la paz debe ser conquistada, y no precisamente con el matamoscas...".
- "Si Dios me ha creado a su imagen y semejanza, yo soy una parte de Él. ¡Dios!".
- "Mi Dios es un Dios de las fuentes. No soporta el vaho del incienso ni el deshonroso arrastrarse de la muchedumbre".
- "¿Qué importancia tiene que nosotros no veamos el día? Es satisfacción suficiente el ser partícipe y pionero de una nueva época".
- “Los partidos viven de cuestiones no resueltas, por eso es que tampoco tienen interés en resolverlas”.
- "Odio al burgués porqué es cobarde y porque ya no quiere pelear. Es solamente un individuo biológico, nada más".
- “Hasta ahora hemos sido herederos. Aceptamos, agradecidos, algo que nos fue legado, pero tenemos que empezar otra vez, desde el principio”.

 

DEDICATORIA

 

1918
Estabas parado —el brazo en el cabestrillo, deshecho por las balas; el casco gris sobre la cabeza herida; el pecho lleno de cruces— ante cómodos burgueses para ganarte el bachillerato. Porque no sabías algunos números se decretó que aún no habías madurado.
Nuestra respuesta fue: ¡Revolución!


1920
Estábamos los dos a punto de capitular por un derrumbe anímico. Y entonces el uno levantó al otro y apenas si tropezamos.
Mi respuesta fue: ¡Obstinación!


1923
Tú desafiaste a tu propio destino. ¡Que se doble o que se rompa! Aún era demasiado temprano. Por eso fuiste víctima.
Tu respuesta fue: ¡Muerte!


1927
Yo estaba parado ante tu tumba; bajo la refulgente luz del sol yacía un silencioso túmulo verde. Y hablaba de fugacidad.
Y mi respuesta fue: ¡Resurrección!

PRÓLOGO

Esa es la más profunda bendición de esta vida; de sus secretos surgen, en constante cambio, las fuerzas de una existencia joven. Penurias son camino hacia alegrías. Descomposición y disolución no significan derrumbe sino aurora y partida. Detrás del ruido cotidiano actúan en silencio las fuerzas motrices de una nueva creación.
La juventud está hoy más viva que nunca. Tiene fe. ¿En qué? Pues esa es la cuestión que abarca la lucha. Del forcejeo juvenil salen tímidamente a luz los embriones de nuevas formas existenciales.
Frente a la vejez la juventud siempre tiene razón.
En corazones con alegría de futuro, la voluntad de hacer, de vivir, de formar, arde con calor y con fervor. Millones son los que esperan el día decisivo con dolor. En los altillos de las casas de alquiler, en los cuchitriles de los jornaleros y en los campamentos llenos de hambre, frío y tortura espiritual, se están construyendo las esperanzas y el símbolo de una época distinta. Fe, lucha y trabajo son las virtudes que unen a la juventud de hoy en su fáustico impulso creador
Lentamente nos estamos encontrando: el espíritu de la resurrección, el alejamiento del Yo y el acercamiento al Tú, al hermano, al Pueblo, es el puente que va de un lado al otro.
Esperamos el día que traiga al huracán. En el momento preciso, tendremos el coraje de juntar toda nuestra voluntad para un accionar conjunto por la Patria. Queremos la vida: por eso vamos a conquistarla.
El diario de Michael es un monumento al fervor y al altruismo; un monumento que desea sacudir y consolar En su espejo callado y sencillo se reflejan todas las fuerzas que nos formarán a nosotros, los jóvenes, hoy en un pensamiento y mañana en un Poder. Por eso la vida y la muerte de Michael es más que una casualidad o un destino ciego. Es signo de la época y símbolo del futuro,
Una vida al servicio del trabajo; y la muerte para la creación de un Pueblo por venir- eso es lo más consolador que podemos ver sobre la faz de la tierra.

INTRODUCCIÓN: Joseph Goebbels escritor

por José Luis Ontiveros

 

Nos ha tocado vivir un periodo nihilístico neoprimitivo, que en sus rasgos esenciales se relaciona con la morfología de la civilización demoliberal, en una etapa paradójica de predominio decadente, aparentemente indiscutido, mas cuya declinación se encarna en el símbolo de la ciudad podrida. En circunstancias semejantes, un escritor alemán, de méritos literarios significativos, elaboró en su temprana juventud (o le fue dictada) una obra profética en muchos sentidos. El escritor es Joseph Goebbels y la novela, Michael. Si bien no nos ha tocado vivir el efecto devastador y regenerativo de la guerra -más que en su modalidad domesticada de guerra de la usura-, y no se ha gestado la revolución -puesto que se vive moralmente en un Weimar anestesiante y deslizable-, lo cierto es que la civilización liberal se muestra en su más hondo vacío, como señala Lipovetsky: "El individuo neonarcisista, lábil, inestable en sus convicciones, de cultura chewingum, es el hijo de los media" (o bien, el hijo del demoliberalismo electrónico), agregaría. Por primera vez, desde el triunfo de la causa de la "civilización" en 1945, se concentran los males de la sociedad neoliberal en una descomposición que es un hervidero de medianías, una postración light, una muestra del irremediable desplome de las construcciones racionalistas, burguesas, amorfas y dulcemente gangrenadas con "éxtasis". Éste es el objeto estético e histórico que tratara Joseph Goebbels con el genio solitario e imbatible de un escritor outsider, que anuncia a la vez la superación de la actual edad periclitada.
            La novela Michael escrita entre finales de 1923 y principios de 1924, antes de que el joven, doctorado en filosofía el 21 de abril de 1921, en la Universidad de Heidelberg con la tesis Wilheim von Schütz como dramaturgo. Una contribución a la historia del drama en la escuela romántica, conociera al Führer y tuviera contacto con el nacionalsocialismo, hecho fundamental puesto que se trata de una obra estrictamente literaria, como la poesía y teatro que escribió entre 1921 y 1924, representa una toma de conciencia simbólica de los jóvenes alemanes, traza la profecía del advenimiento del avatar, encarnado en el gesticulante tío del bigotillo, y declara, implícitamente, la necesidad de “morir a tiempo” con lo que cierra su portentosa novela: “Y allí he encontrado un  pasaje que Michael subrayó dos veces, bien fuerte, con un lápiz rojo: “muchos mueren demasiado tarde y algunos demasiado pronto. Todavía sueña extraño el axioma: ¡Muere en el momento justo!”. Este ángulo premonitorio de las ruinas de Berlín o el wagneriano Crepúsculos de los dioses en Michael bastaría para que fuera revisada con cuidado y atención, antes de que se proceda a los recursos pavlovianos de lo abominable, "razón" de la policía del pensamiento, para la cual, alguien como el genial Jospeh Goebbels no tiene calificación más que para empresas ominosas, en el apartheid de las buenas conciencias, que naturalmente nunca lo han leído, o que a lo sumo conocen fragmentos descontextualizados de sus obras de propaganda, como sus discursos, textos periodísticos, (principalmente Der Angriff das áetusche Montagsblatt-El Asalto, el periódico alemán del lunes) y a lo más, parcialmente, su Lenin o Hitler oel magistral e insuperable manual de propaganda La conquista de Berlín). Así, pues, veamos al enorme escritor Joseph Goebbels,  exorcizándolo por un momento, "desdiabolizándolo", por un acto de fe literaria, al intelectual renano de ascendencia y formación católica, partidario de Schiller más que de Goethe, seguidor de Hölderlin: "Quizás así habrán saludado los griegos al mar" (Michael).
                Trataré de las características de la novela, de las afinidades de Goebbels con diversos escritores, que podríamos caracterizar como afectos a la épica, a la aventura, al peligro y a los instantes privilegiados, para luego pasar brevemente a su fondo, en cuanto el anuncio de hechos que se cumplieron, y que en la actual falta de efervescencia cool podrían volver a encarnar en imágenes posmodernas de héroes y titanes, escualinas volantes y espadas láser, para desdicha de los tenderos y de los intelectuales bichorros, que describe el esbelto joven doctor nietzscheano: "Mayo 20. En las aulas de enseñanza superior se escribe mucho, se habla más aún pero, me parece que se aprende bien poco. Uno siempre encuentra allí una especie de sabedores oficiosos. Rostro pálido, anteojos de inteligencia, lapicera fuente y una gruesa cartera repleta de libros y apuntes; y eso es todo". (Considérese que Goebbels no está refiriéndose, al prototipo del miembro  amorfo e indistinguible de la clase intelectual de la Kultura y de la tiranía bienpensante, que uno puede encontrar en cualquier sentina letrada).
            Michael corresponde a una inspiración dostoyevskiana en su parte medular, mas también se encuentra Zaratustra y Fausto. Joseph Goebbels desarrolla un Diario con matices impresionistas, mediante aforismos y algunas escenas exteriores, en que se canta a la naturaleza, en cuanto poder de dureza y resurrección a la manera del gran escritor noruego Knut Hamsun (hasta el final indoblegable como el dandístico ministro de cultura) y de El canto del mundo, de Jean Giono. Se recogen, así, pasajes interiores de la vida de Michael, quien simboliza en su transformación y su final sacrificio, como minero -un tanto soreliano-, el destino de una juventud radicalmente inconformista, antiburguesa, mística, anticlerical, guerrera y dispuesta a no soportar el aburrimiento de la vida parlamentaria.
            Se descubren en Goebbels afinidades con otros escritores. Resulta evidente su relación estrecha con Ernst Jünger y Ernst von Salomón. Respecto a Jünger es observable la profunda influencia que ejerció en Goebbels su Tempestades de acero, así como puntos de vista que prefiguran a El Trabajador. "En los altillos de las casas de alquiler, en los cuchitriles de los jornaleros y en los campamentos llenos de hambre, frió y tortura espiritual, se están construyendo las esperanzas y el símbolo de una época distinta. Fe, lucha, trabajo, son las virtudes que unen a la juventud de hoy con su fáustico impulso creador". En relación con el muy interesante y original Ernst von Salomón, autor de La ciudad, Los proscritos, El cuestionario, está su referencia nacional-bolchevique a la unión de las juventudes hitlerianas y comunistas contra “los ladrones de la gran industria y las finanzas con su apéndice corrupto de ordenanzas de mierda y de cagadores en florero". Goebbels considera que Rusia y Alemania se deben unir contra Occidente: "Michael: Sí, el hombre alemán y el ruso harán sonar las campanas. ¡Germanos y eslavos!”. Cabe destacar, asimismo, como una convergencia importante, su definición del estilo, con lo que Stefan Georges, muy próximo a la Konservative Revolution, comprendía el concepto esencial de forma, que es la creación, en la medida en que sólo puede crearse a través de la forma y que ésta tenga un sello definitorio y reconocible, esto sólo lo pudo escribir un autor determinado, póngase el nombre que se quiera.
Dice Goebbels: “Estilo es concordancia entre ley y expresión. El que quiera tener estilo deberá tener ambas cosas, ley y expresión”. Por otra parte, Georges en su última obra, El nuevo Reich (1919), con la visión aristocrática que compartía Goebbels, revela al “hombre del destino”, que posee unos “ojos de bárbaro puro y claro”, y que dice de sí mismo “He sido mandado con la antorcha y la espada para endureceros a vosotros”. Es el mismo personaje mítico que Michael presiente: “Desde hace tiempo que siento este deber necesario, pero todavía no encuentro la palabra salvadora. Me siento como si otro, uno más grande estuviese madurando ya; ése se alzará un día”.
            En cuanto a la disolución del individualismo, de la barrera del yo, en que Goebbels afirma una fe socialista y comunitaria, una hermandad guerrera, de “el alejamiento del yo y el acercamiento al tú”, hay puntos de comunicación con visiones como la de T.E., Lawrence, Henry de Montherlant y, llegando a nuestros días, Yukio Mishima, en cuanto a éste, el último samurai, hace referencia a la “conciencia del grupo”, que únicamente se conoce por el dolor y el sacrificio del cuerpo, en que se unen por un instante la vida y el pensamiento.
            Joseph Goebbels es el caso extremo de un escritor víctima de la política y de sus demonios. Puede decirse que como escritor nunca renunció a su identidad profunda, si bien en su vida su obra se plasmará por actos litúrgicos, cuyos signos serían la sangre y la creencia, hasta consumar su último acto literario en el Berlín cercado, sin dudar nunca de su vocación profunda, en la revelación de Michael, en que los dioses y las Musas anunciaron el porvenir. Michael termina por vencer, pese a la derrota nibelunga, al torvo nihilista Stavroguin de los endemoniados.
            Así, en Michael está descrita la epopeya y la tragedia de Alemania; el acto de superación del nihilismo por una juventud que asume la vía heroica (“el heroísmo de la vida ordinaria” del que hablaba el Che Guevara, ya citado por Robinsón); la derrota inevitable al no unirse las revoluciones nacionales y bolcheviques (alemana y rusa) contra la plutocracia occidental, el desencanto frente a la civilización liberal y sus hombrecillos, mercaderes, chupatintas y funámbulos. Hay una persistente fe en el milagro “Ya no ocurren más milagros, porque hemos dejado de verlos. El milagro es, en su esencia más profunda, poesía; comparable a la canción popular”. En la agonía de la “civilización” que quemó los “ojos claros del bárbaro”, Michael, en el misterio de la literatura representa la presencia del milagro, en el orden del guerrero, del emboscado, del anarca cuya flauta aún se escucha en el bosque, sobre los gargajos “comerciales” de una civilización muerta, que recibe descargas para fingir que sus gestos reactivos galvanizados por el consumo detienen su podredumbre.

Michael, Joseph Goebbels, ed. Occidente, Buenos Aires, enero de 1977, traductor Daniel Marcos, 168 pp. Sobre Michael se sostiene que existen dos versiones, una original, que es la presente y una segunda, revisada en 1928. Viktor Reiman, con todos sus prejuicios, afirma que la editorial judía Ulistein no publicó la obra, la cual hubiera sido un éxito de librería, y que ésta tuvo que esperar las prensas nacionalsocialistas. Sin embargo, partes que según Reiman están suprimidas, como referencias entre otras a  Zaratustra y críticas a la burocracia eclesiástica, están en el original que poseo en castellano.
Ernst Jünger, el escritor alemán más grande de la pasada centuria que disputa con Ernst von Salomón tal gloria. Poco después de haber escrito Michael, Goebbels entró en relación con Jünger, luego de la notable participación del autor de Juegos africanos en el suplemento Die Standaae, en que se expresa así: "¡Revolución!, ¡revolución! Eso es lo que debe predicarse permanentemente, continuamente, sistemáticamente, sin compasión... En la Gran Guerra se desarrolló un nuevo y peligroso tipo de hombre y ese nuevo tipo debe ponerse en acción". En 1926 Jünger era coeditor de la publicación Arminius, financiada por el célebre héroe del Freikorps, capitán Ehrhardt. En la revista tuvo contacto con el joven doctor, el delirante arquitecto Alfred Rosenberg, así como con Hans Friederich Blunk y Hans Johst, que ocuparían puestos importantes en el régimen. Ésta es una de las partes más atractivas y "malditas" de Jünger, que sus biógrafos decentísticos tratan de ocultar, y particularmente los pequeño-burgueses y cagatintas que el gran escritor despreciaba, queda como constancia de la amistad que unió al gran Jünger con Robinsón una foto dedicada con su autógrafo y una muy generosa opinión en la tarjeta postal de su encuentro con Jorge luis Borges sobre la Apología de la barbarie de JLO.