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El General Quiroga

1829 - 1835

Manuel Gálvez

 

El General Quiroga - 1829 - 1835 - Manuel Gálvez

312 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 790 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manuel Gálvez ha sido uno de los más grandes novelistas que ha tenido nuestro país. Poeta, dramaturgo, ensayista, sociólogo, novelista y biógrafo, fue elogiado nacional e internacionalmente por su estilo, siendo mundialmente famosas sus novelas históricas particularmente, que a pesar de su estilo novelado suelen estar más documentadas que los mejores libros históricos. Si a esto se suma su destacado papel en el engrandecimiento del nacionalismo argentino, nos encontramos antes un autor que es necesario se vuelva a leer. Este santafesino, miembro de la Real Academia Española, recibió el Primer Premio Nacional de Literatura por su novela "El general Quiroga" que aquí presentamos, especialmente destacada entre sus más de 60 libros.
Desde España, el agudo crítico Rafael Cansinos Assens decía rotundamente “El general Quiroga es la obra de un novelista que domina la arquitectura del género y camina sin dificultad por un dédalo de acontecimientos y personajes, en que otro menos experto se perdería. Manuel Gálvez ha llegado ya a esa altura en que el arte deja de ser un tormento para ser un dominio. Señorea sobre el plano total de la literatura española, y es, desde luego, suya la herencia de Galdós, que tantos se disputan vanamente en la Península.”
El gran pensador nacionalista Raúl Scalabrini Ortiz también expresaba que esta era la más grande y la más argentina de sus novelas.
La crítica literaria argentina destacaba su papel para conocer a este gran hombre, tan discutido en nuestra historia, como fue Facundo Quiroga: “Es preciso leer a Gálvez para descubrir esas incógnitas, para hallar nuevos prismas espirituales y desconocidos aspectos del Tigre de los Llanos; es necesario penetrar en la enmarañada selva de la vida de este caudillo, que en la novela resalta con nítido relieve, para comprender su especial psicología”.
Julio Irazusta, una de las figuras más destacadas del revisionismo histórico, sostenía en la revista El Hogar, que las novelas de Gálvez sobre la época de Rosas “tienen importancia reveladora. Confirman la buena orientación del movimiento empezado hace unos años en favor de esa época tan ignorada de la historia argentina".
En suma, tenemos entonces uno de los más destacados testimonios sobre una época y un personaje central en la historia nacional.

 

ÍNDICE

 

Prólogo de los editores7
I13
II23
III33
IV45
V55
VI65
VII75
VIII85
IX95
X107
XI119
XII129
XIII137
XIV147
XV157
XVI167
XVII179
XVIII189
XIX199
XX209
XXI219
XXII231
XXIII243
XXIV253
XXV263
XXVI275
XXVII285
XXVIII295
Epílogo305


Prólogo de los editores

 

 
Manuel Gálvez murió, empinado en sus ochenta gloriosos años, sin haber tenido la satisfacción de vivir la segunda edición de El general Quiroga, obra publicada por primera vez en 1932 y que ahora nos honramos en reimprimir.
¿Cuándo y cómo escribió esta novela? En el tomo III de Recuerdos de la vida literaria, Gálvez dice: “Al día siguiente de terminar El gaucho de los Cerrillos, el 1º de enero de 1931, me puse a trabajar en El general Quiroga, segunda novela de la serie. Es decir, me puse a pensar en el argumento y los personajes principales. Porque no empecé a escribirla hasta el 1° de marzo. Los dos meses de estudio y preparación eran explicables, nada más difícil que inventar una familia cuyos miembros debiesen participar en sucesos que ocurrían en Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y otros lugares de la República. Yo había hecho ya la hazaña con la Trilogía, pero ahora la solución de la dificultad me parecía más ardua.”
El inconveniente consistía en la necesidad que se le presentaba al autor de situar la acción de su nueva novela entre gente de la clase intermedia y de la popular, para así completar el cuadro de la sociedad argentina de las primeras décadas posteriores a la Revolución de Mayo, dado que la acción de El gaucho de los Cerrillos se daba en la clase superior. Resolvió la dificultad gracias a su fecunda imaginación: inventó una familia numerosa y pintoresca, los Lanza, grupo humano al que en adelante reputó, comparándolo con otros presentados a través de su extensa obra novelesca, como “el más rico en personajes característicos, originales, llenos de colorido y muy criollos.”
Un año y dos meses le demandó la creación de su nueva novela, a cuyo original dio cima en mayo de 1932. Pulcramente impreso el volumen en los talleres gráficos de López, sitos, como hasta hace poco tiempo, en Perú 662/66, de la ciudad de Buenos Aires, salió a la venta con el auspicio de la Librería y Editorial La Facultad, de Juan Roldan y Cía., con sede en Florida 359. “Apareció El general Quiroga, dice Gálvez en su antes citada obra autobiográfica, un mes antes de la muerte de Hipólito Yrigoyen. Este suceso debió influir negativamente en la salida de los libros. Además, ese año fue malísimo para los negocios de librería”. Para quienes están vinculados con la empresa editorial, esta afirmación del gran novelista no suena a pretexto o a justificación. Es bien sabido que la peor suerte que le puede caber a un escritor, más si es un consagrado, consiste en que un libro suyo vea la luz en momentos de conmoción pública o de producirse sucesos políticos o sociales de largas consecuencias. En tales momentos, el lector deja de lado las noticias literarias y se entrega por entero a la información acerca de los hechos del día; las secciones de crítica bibliográfica ni merecen el favor de una rápida mirada y los editores se cuidan muy bien de publicar avisos periodísticos porque nadie los leerá, y si alguien lo hace, su propósito de concurrir a una librería para adquirir el nuevo libro cederá ante el temor de salir a la calle o el afán por no perder detalle de cuanto está acaeciendo. Por la causa apuntada, la novela se vendió muy lentamente y tardó años en agotarse. Mas si no se la reeditó por casi cuatro décadas, como ahora lo hace Ediciones Theoría, mereció, sí, que se la tradujera al checo y se la publicara en Praga.
¿Qué opinaba Gálvez de esta novela suya? Así decía de ello en 1962: “...El general Quiroga me parece de lo mejor que he escrito. No suelo leer mis libros, como hacen otros escritores, sobre todo ciertos poetas —narcisos enamorados de sus obras—, pero de cuando en cuando las circunstancias, la corrección de pruebas de las nuevas ediciones, me obliga a aquello. Pues bien: jamás quedo contento. Por este motivo corrijo incesantemente, de modo que, salvo excepciones explicables, ninguna edición de un libro mío es en absoluto idéntica a la anterior. Con El general Quiroga me sucede que, cuando, por casualidad lo abro y leo unas líneas aquí o allí, siempre quedo satisfecho.
Creo que no tiene una coma de más, y creo también que mi estilo narrativo, excepto en Miércoles Santo, nunca llegó a tanto vigor y sobriedad. Hay además en El general Quiroga mucho colorido, y puede afirmarse que es el más argentino, el más criollo de mis libros.” Con Gálvez coincidía Raúl Scalabrini Ortiz al expresar que era la más grande y la más argentina de sus novelas.
Desde las páginas de la revista Atlántida, un crítico, tras formularse varias preguntas sobre el famoso riojano, afirmaba: “Es preciso leer a Gálvez para descubrir esas incógnitas, para hallar nuevos prismas espirituales y desconocidos aspectos del Tigre de los Llanos; es necesario penetrar en la enmarañada selva de la vida de este caudillo, que en la novela resalta con nítido relieve, para comprender su especial psicología”. También desde la mencionada revista, se decía en otra nota crítica: “Gálvez ha tenido la habilidad de presentarnos un Facundo humano, viviente, que actúa en el relato con naturalidad, sin muchas sombras, y ajustado a lo que entendemos por realidad histórica, pero despojado de las exageraciones evidentes en otros relatos, que lo presentaban a la imaginación popular más bárbaro y cruel de lo que han sido, generalmente, esos caudillos del interior”.
Julio Irazusta, en la revista El Hogar, sostuvo que las novelas de Gálvez sobre la época de Rosas “tienen importancia reveladora. Confirman la buena orientación del movimiento empezado hace unos años en favor de esa época tan ignorada de la historia argentina. Un pueblo desorientado quiere conocer una parte decisiva de su pasado que hasta ahora se le ocultaba, para seguir con dirección más segura su marcha hacia el porvenir.
Los conocedores de su sensibilidad se adelantan a satisfacer su deseo, dándole los elementos que la historia exige.” Agregaba que la obra de Gálvez merecía el más alto reconocimiento porque sus novelas “difundirán entre un numeroso público la buena manera de enfocar el conflicto de los hermanos-enemigos, y facilitarán la recepción de los juicios históricos definitivos, desalojando a las abominables novelas de cordel que hasta ahora dominaban el campo de la información sobre la época.”
En España, y desde las columnas del diario El Liberal, el agudo crítico Rafael Cansinos Assens decía rotundamente “El general Quiroga es la obra de un novelista que domina la arquitectura del género y camina sin dificultad por un dédalo de acontecimientos y personajes, en que otro menos experto se perdería. Manuel Gálvez ha llegado ya a esa altura en que el arte deja de ser un tormento para ser un dominio. Señorea sobre el plano total de la literatura española, y es, desde luego, suya la herencia de Galdós, que tantos se disputan vanamente en la Península.”
Publicado El general Quiroga, Manuel Gálvez presentó su libro al concurso anual, promovido por el Gobierno nacional, correspondiente a 1932. El fallo del jurado se demoró hasta el 28 de noviembre de 1935, día en que se supo que a nuestro gran escritor le había sido concedido el Primer Premio Nacional de Literatura. Cabe señalar, para que quede bien valorada la distinción, que al conceder los premios, el jurado señaló “... que al otorgarlos debe tenerse en cuenta no sólo los libros presentados sino también la obra anterior de los autores”. Seguramente, la aclaración mucho tenía que ver con un lamentable episodio ocurrido años atrás y también vinculado con el Premio Nacional.
El general Quiroga debía ser, según el plan de trabajo que se había trazado Gálvez, el segundo volumen de la serie novelística Escenas de la época de Rosas. El tercero llevaría por título Doña Encarnación, que en 1932 se anunciaba como de próxima aparición. En realidad Gálvez nunca llegó a escribir este libro, parte de cuyo contenido fue incluido en El general Quiroga. Cuanto podía faltar se integró años después en La ciudad pintada de rojo, libro con el que Gálvez retomó la creación de la serie antedicha, a la que puso término en 1951, casi en las vísperas del centenario de la batalla de Caseros, con la publicación de Y así cayó don Juan Manuel.
Creemos oportuno, finalmente, señalar que esta segunda edición de El general Quiroga difiere en su última parte de la publicada en 1932. La razón del cambio la explica el gran escritor en su obra autobiográfica (al manifestar cuanto sigue: “...he modificado el final de esta novela, por la razón que se leerá.
La segunda edición no ha sido hecha todavía, e ignoro cuándo podrá aparecer. La crisis del libro es tan grave que los editores no quiere publicar nada que haya antes aparecido bajo otro sello editorial. Pero advierto ahora aquella modificación, para que al lector no le tome desprevenido.
“En una de las últimas páginas, Santos Pérez, el matador de Facundo, un momento antes de ser fusilado, grita: “¡Rosas es el asesino de Quiroga!” Sin duda porque ni en los párrafos precedentes ni en los siguientes se afirma lo contrario, aunque se lo insinúa con claridad, muchos lectores, y algunos muy cultos y aun entendidos en cosas de historia, pensaron que yo consideraba a Don Juan Manuel como el asesino moral de Quiroga. Jamás he creído eso. Santos Pérez podía creerlo, pues es seguro que, para decidirlo al crimen, le dijeron que Rosas lo quería y lo ordenaba”.
“He arreglado el punto —pues era preciso arreglarlo— con el aumento de cuatro líneas en un parrafito cuyas palabras últimas han quedado así: “Iban a ser fusilados José Vicente Reinafé, ex gobernador de Córdoba, su hermano Guillermo —instigadores del crimen— y su ejecutor material, el capitán Santos Pérez, gaucho malo a quien se había hecho creer, para decidirle, que Rosas ordenaba el asesinato de Quiroga”. Y en la página siguiente he suprimido el calificativo de “terribles” que aplico a las palabras que pronuncia Santos Pérez.”.
“Y así queda restablecida la verdad histórica, pues hoy por hoy ningún historiador responsable cree en la culpabilidad de Rosas en el crimen de Barranca Yaco”.

Ediciones Theoría
Buenos Aires, octubre de 1970