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Montañismo

Política, Alternativa al Sistema, símbolo de regeneración y vía del espíritu

A.A.V.V.

Montañismo - Política, Alternativa al Sistema, símbolo de regeneración y vía del espíritu - Varios Autores

272 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2019
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 450 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el alpinismo el hombre sólo se tiene como rival a sí mismo, en las alturas inaccesibles lucha contra las fuerzas de la naturaleza y su propia debilidad. Es la prueba suprema del vencerse a sí mismo. No busca reconocimiento ni tiene otro testigo más que su compañero de cordada, con el que vivencia el más profundo sentimiento de camaradería. En la soledad y el silencio de la montaña, junto a las fuerzas puras, se bate por la única satisfacción de vencer el obstáculo que se ha impuesto, sólo por sentir su fuerza y su valentía. Ninguna actividad está tan desprovista de las contingencias humanas, ninguna es más pura, más desinteresada, más liberadora que el alpinismo. En ella el hombre debe convocar la totalidad de sus fuerzas corporales, intelectuales y espirituales, conocerlas, enfrentarlas y dominarlas. En ningún otro lado se forja tanto el carácter y la voluntad.
Como homenaje y acompañamiento de quienes sienten latir en su sangre esta forma de vida, se recopilan en este libro algunos de los escritos más profundos que se hayan realizado al respecto. Se sigue un criterio trinitario, que no sólo es sagrado, sino que también constituye la esencia del ser humano y su manifestación más sana. En la primera, que tiene que ver con su voluntad y se manifiesta en las formas políticas, se recopila lo que desde el nacionalsocialismo, el único movimiento político que ha puesto al montañismo en su centro, se ha escrito. En una segunda parte, que tiene que ver con su inteligencia y se manifiesta por la actividad cultural, se recopila lo que grupos alternativos al sistema, como CEDADE, Raido y Casa Pound han manifestado. Finalmente, en relación a su espíritu, que se manifiesta con la religión o espiritualidad, se recopilan escritos que tienen que ver con el simbolismo espiritual y que entienden el alpinismo como una vía de realización del Espíritu.
Con respecto al nacionalsocialismo, se incluye el libro "En la pared norte del Eiger" que relata la conquista de la que hasta entonces parecía imposible Eigernordwand, la más peligrosa, la más temida, la más polémica y la más siniestra. Debido a su dificultad extrema, ésta atrajo siempre a la élite del alpinismo de alta montaña, cobrándose más de 40 vidas, que tal vez parezcan pocas en comparación, pero que es exactamente lo contrario cuando se tiene en cuenta que casi siempre perecieron los mejores alpinistas. Por cosas del sincronismo, tuvieron que ser dos cordadas de nacionalsocialistas los que finalmente la conquistaran. Aún más simbólico fue el que una haya sido alemana y la otra austríaca, que decidieron unirse a mitad de camino, tal como sus países en el Gran Reich ese mismo año. Sus aventuras fueron trasmitidas por la radio nacional alemana y los periódicos de la época en forma diaria. Ellos hicieron realidad el dicho del Führer, de que la palabra “imposible” sirve únicamente a los cobardes y por ello serían a su vuelta galardonados por el propio Hitler, él mismo apasionado de la Montaña, y aclamados como héroes por multitudes. 30.000 personas llenan un estadio para homenajearlos, y ellos dan la vuelta olímpica saludando brazo en alto, al estilo solar. La importancia que se le da en la educación nacionalsocialista, donde en los Ordensburg -escuelas para mandos del Partido- era una “asignatura” obligatoria, es expresada por el Dr. Robert Ley, Líder de Organización del Tercer Reich: "El triunfar de alguna manera sobre el destino constituye la expresión de todo hombre. Si se quisiese juzgar el valor material, técnico o económico de semejante acción, se la consideraría inútil, irreflexiva o incluso absurda. Pues en la cima no existen tesoros que descubrir ni desenterrar. Pero estas arriesgadas empresas son mil veces más valiosas para la humanidad y un pueblo valiente, que todas las consideraciones y ponderaciones igualmente calculadas. Si nuestro pueblo careciese en el futuro de tan audaces hombres, nuestra juventud ya no tendría un ideal que la alentase. Pues, a fin de cuentas, toda la vida no es más que una simple conquista y únicamente los récords de audacia y temeridad son los que pueden despertar y estimular a las personas perezosas e indiferentes a hacer frente a un destino y, en caso necesario, no sentirse tan apegados a la vida. Aquí es donde se halla el valor inestimable de tales hazañas".
En cuanto a las agrupaciones culturales que se posicionan como alternativa al sistema, ella ven en el montañismo a un ser que se revela contra la sociedad burguesa, cuya ley es la del mínimo esfuerzo y a la que repugna toda actividad que no reporte un tangible beneficio material. En nuestro mundo materialista, donde la búsqueda de comodidad parece ser la regla, en una época de pacifismo cobarde, en la que se ha ido perdiendo la virilidad en el hombre y en la que sus virtudes de entrega y arrojo han sido cambiadas por un sometimiento humillante a las circunstancias, el Montañismo en todas sus facetas, se nos presenta como un baluarte frente a la degeneración, y como una escuela -dura pero profunda- del hombre eterno, del hombre que busca y tiende hada la espiritualidad, que combate para alcanzar, para sí y para los demás, las más altas cimas del espíritu, y que -y esto es lo más importante- para poderlas alcanzar, no teme a la muerte, la desafía arrogante, convencido de que precisamente así llegará a una más completa apreciación de la espiritualidad. Ahí, lejos de la civilización, el hombre vuelve a ser hombre. ¡Bendito sea lo que endurece! dijo Zarathustra.
Finalmente, en cuanto a vía del espíritu, sin duda ha sido Julius Evola quien ha marcado el paso y la comprensión de estos simbolismos. Quien haya “conquistado la montaña - observa Evola - es decir, que haya sabido adecuarse a sus significados fundamentales, posee ya una clave para comprender el espíritu ario original, y luego, aquello que es propio de la ario-romanidad en todo lo que ésta tiene de severo, de puro, de monumental, una clave que vanamente se buscaría por los caminos de la simple cultura y de la erudición”. Para conquistarla es necesario una dura preparación. La Montaña, de hecho, no ama las componendas y no perdona a los viles y a los ineptos.
Desde siempre la montaña ha representado en todas las Tradiciones solares la vía para la purificación de sí mismo, y además la sede dispuesta como morada de los Dioses. Buddha incluso llega a decir que, sobre la tierra, aquello que tenía mayor semejanza con el nirvâna era la alta montaña.
Julius Evola sostenía, además, que sobre sus cimas se comprende el sentido más elevado del Imperium, es allí donde una vocación heroica se despierta casi como una irresistible fuerza de lo alto, una pura intensidad espiritual desprendida de todo lo que es agitación humana, apasionamiento, mentira, ilusión y división. Tranquila e irresistible potencia de esta luz que brilla sobre las heladas alturas. Los símbolos cobran vida, los significados profundos se manifiestan. Allí hay siempre lugares y momentos en los cuales el elemento físico y el metafísico se interfieren, y lo exterior se adhiere a lo interior. Y son como «cierres del circuito»: la luz que, por un instante, como en el punto de tales cierres, surge de ellos, es ciertamente la de una vida absoluta.

 

ÍNDICE

En la pared norte del Eiger
Prólogo, por Ramón Bau10
Prólogo a la primera edición española. Por J. C. Castell11
Prefacio. Por el Dr. Robert Ley19
Luchas y sacrificios en la pared norte. Por Fritz Kaisparek21
El intento de 1937. Por Ludwig Vörg46
La escalada de 1938. Por Anderl Heckmair61
EPÍLOGO. Por Heinrich Harrer109
Epílogo. El ultimo gran problema de los Alpes. Por J. C. Castell121
Anexo. La fascinación del Eiger: El Eiger, siempre el Eiger... . Por Cesar Pérez de Tudela123
La Montaña como alternativa a la modernidad
Monográfico de CEDADE135
I.- En la muerte de un camarada135
II.- La necesidad de la montaña137
III.- Divagaciones sobre el alpinismo140
IV.- Comentarios al motorismo de montaña144
V.- Alpinismo148
VI.- Vivacs151
La vía de la Montaña.- por G.E.O.157
El espíritu de la montaña.- por Pedro Varela166
Alturas y profundidad.- Gabriele Adinolfi170
Hay otros mundos, pero están en éste.170
Cuestiones de la aurora171
La Muvra y las cumbres172
Sobre el Gran Sasso y desde el Gran Sasso173
 El alpinismo capitalista: el negocio..- Por Jorge Mota175
Ética del alpinismo.- Por César Pérez de Tudela177
Sobre la prueba de la montaña.- Por Ernest Milà180
Sobre la prueba de la montaña180
Espacio y tiempo180
Subir y bajar181
Vida y muerte en la escalada182
La libertad y los miedos183
Transmutación en las cumbres184
Sólo ante uno mismo: la unidad y la cordada185
El ejemplo y los “ejemplares” políticos186
El honor del alpinista.- Por César Pérez de Tudela 187
El alpinismo como vía interior. Algo más que un deporte”192
La Montaña como Símbolo y como vía del Espíritu
Arthos entrevista a Domenico Rudatis197
La alquimia del alpinismo - Domenico Rudatis-204
La montaña como vía de realización.- (Domenico Rudatis)206
La Montaña cósmica.- por Mircea Eliade208
La montaña del ser y del honor.- Por Antonio Medrano212
Montaña y espiritualidad.- Entrevista a Domenico Rudatis217
Ritos de ascensión228
Sobre las cumbres. Homenaje a Julius Evola, escrito por Nicola232
La gran soledad.- Domenico Rudatis238
Liberación.- por Domenico Rudatis243
Extractos245
Vengo de la cima.- Por César Pérez de Tudela245
Edelweiss. La senda del honor.- Por Antonio Medrano246
Eugen Guido Lammer el Friedrich Nietzsche del alpinismo247
Así habló Zaratustra.- por Friedrich Nietzsche249
La montaña polar, la tierra de luz.- Por Christophe Levalois250
La montaña, “corazón del mundo” y medidora del carácter251
Símbolos de la montaña253
Meditaciones de las cumbres.- Por Julius Evola255
Espiritualidad de la montaña.- Por Julius Evola260

Prólogo

La Montaña, así con mayúscula, tiene muchas facetas dentro de una vida “alternativa” a la que nos propone el sistema actual, aunque también existe desgraciadamente una visión decadente de la montaña.
La montaña se ve hoy en día como un lugar para pasar un día de comida campestre en un paisaje diferente, sin nada más profundo, o bien puede ser para los escaladores un mero reto comercial, una forma de lograr muchos ocho-miles, o llegar más rápido que otros a las cimas, en esa escalada de competición que se ha hecho famosa por sus beneficios comerciales posteriores.
La montaña ha perdido hoy toda la mística que tuvo y la sensación de contacto estrecho con la Naturaleza y con la “vida” que había tenido en el comportamiento anterior y tradicional.
Evola en su libro Meditaciones en las cumbres nos expone perfectamente como la Montaña es el refugio de uno mismo frente a la disolución en la masa, y a la vez es una zona “limpia” de egoísmos, donde se lucha contra uno mismo, donde el espíritu puede elevarse con la misma montaña hacia lo superior, contra lo utilitarista y lo material.
Por eso los libros de montañismo que saben expresar ese amor a la naturaleza y a la soledad, al encuentro con uno mismo, al dominio del cansancio y el egoísmo cómodo, son lectura siempre nuestra, de los que vivimos una Alternativa al sistema actual.
Se trata de un libro tremendamente ameno, que provoca escalofríos ante el sufrimiento y la dureza de la escalada, y a la vez un libro de hombres distintos, animados no solo por la aventura sino por el Amor y la Naturaleza.
Ramón Bau

Prólogo a la primera edición española

La Década de los años 30 conoció el resurgimiento de un nuevo montañismo. No se trataba ya de subir a las cumbres para realizar exploraciones científicas, tampoco se trataba de ir a sitios nuevos, hasta ahora vírgenes de la huella del hombre. En estos años empezó a notarse con gran fuerza la modalidad de la escalada de dificultad, aquella en la que el alpinista se enfrentaba a montañas conocidas, pero quería subir por rutas nuevas. No se trataba de una lucha del hombre con la naturaleza, como a menudo se ha querido ver en el deporte del montañismo, sino de una lucha del hombre consigo mismo. Al margen del aspecto puramente deportivo, no cabe duda de que este nuevo tipo de montañeros querían a la montaña como una nueva forma de entender la vida, antaño - y todavía hoy - las expediciones eran grandes y a países lejanos, se necesitaban a menudo cantidades importantes de dinero y se iba preferentemente a sitios desconocidos. En la época que describimos también se planteaban este tipo de aventuras (fue la época del inicio de las grandes expediciones al Himalaya), pero se inició también esta nueva modalidad de montañismo. Paralelamente a estas grandes expediciones surgían hombres que deseaban encontrar la aventura más cerca de “casa”, que en una verdadera confrontación pacifica deseaban ser los primeros en subir a las grandes cimas, pero además por el lado más difícil, que deseaban, en fin, ser los primeros en superar el reto que suponía la ascensión a determinadas paredes consideradas en esa época por imposibles.
Bajo este ímpetu fueron cayendo una a una las grandes paredes alpinas. Y llegó el momento de enfrentarse a las grandes “paredes norte”.
El término “pared norte”, para una persona no introducida en ambientes montañeros apenas significará nada, supondrá que será lo mismo una pared norte que una sur o cualquier otra, pero para los que conozcan un poco este estilo de vida, pared norte significa mucho más: significa una pared expuesta a los fríos vientos del norte; significa que cuando se produce un cambio de tiempo brusco y repentino -en los Alpes el denominado “fohen”- a menudo los alpinistas que se encuentran en ella ni siquiera se dan cuenta hasta que tienen el mal tiempo encima, ya que éste entra por la parte de atrás de la montaña; significa paredes de mayor longitud; significa paredes no solo de roca sino cubiertas en largos tramos por neveros permanentes; significa que debido a los cambios de temperatura se producen frecuentemente auténticos aludes de piedras, al margen de los de nieve que son moneda corriente; significa, en consecuencia, la dificultad extrema y continuada, pues aunque existen vías concretas en determinadas montañas que tienen una dificultad mucho mayor, no tienen la complejidad ni la longitud de estas paredes alpinas.
Estos retos atrajeron a estas montañas a multitud de alpinistas deseosos de demostrar a los que consideraban tales hazañas como “inútiles” que la escalada, además de tener la cualidad de poder mostrar a cada uno sus límites, era algo “vivo”, donde se fomentaba la estrecha unión del hombre y la naturaleza “amando el riesgo, pero despreciando el peligro», donde de verdad se podía comprobar el grado de camaradería de unas personas unidas por un objetivo común y que alternativamente iban poniendo sus vidas en la mano segura de sus compañeros de cordada, donde cada cual podía, tal como nos explicaba extraordinariamente Maurice Herzog tener la “satisfacción de sentirse realizado”.
A veces, actos tan aparentemente banales sirven para muchas cosas, aunque no todas las personas puedan valorarlos adecuadamente, existiendo a lo largo del tiempo comentarios sobre los montañeros calificándolos desde “realizadores de actos inútiles” hasta de “enfermos mentales”. Al respecto viene a nuestra memoria un párrafo extraído del prólogo de un libro de Pérez de Tudela, en donde escribía: “... también es útil lo inútil, si es bello y hace Hombres”, mostrando de esa manera -no sólo con la escritura, sino con los hechos narrados en el libro- que hasta una cosa aparentemente inútil puede ser enteramente positiva si por lo menos es bonita y además sirve para formar positivamente el carácter de las personas.
En esta época -década de los 30- que podíamos llamar de resurgimiento de una nueva mentalidad romántica se fueron superando todas las grandes paredes norte. Las tres últimas fueron conquistadas por cordadas alemanas: El Matterhorn o Cervino en 1931 por los hermanos Toni y Franz Schmidt, con la particularidad de que el camino desde Munich a Zermatt (320 km. ida y vuelta) lo hicieron en bicicleta; en 1935 las Grandes Jorasses, en el macizo del Mont Blanc fueron superadas por Peters y Maier y por último en 1938 la considerada como “el último gran problema de los Alpes” la pared norte del Eiger.
Puesto que el libro que a continuación transcribimos se refiere a esta última pared, vamos a detenemos en este punto para dar un somero repaso a la historia y circunstancias particulares de esta montaña.
El Eiger es un mazizo de los Alpes suizos situado en la zona del Oberland bernés. La traducción del nombre alemán significa “ogro”. Dejemos que sea Arthur Roth, un escritor especialista en esta pared, el que nos haga una breve introducción sobre el nombre en cuestión “...preciso es reconocer que el apelativo resultaba muy apropiado, ya que hasta entonces cuarenta grandes alpinistas habían hallado la muerte sólo en la pared norte. Esta cifra puede parecernos irrelevante si la comparamos con las 50 vidas que aproximadamente se cobra cada año el Mont Blanc. Pero debe tenerse en cuenta que en este cómputo se incluyen esquiadores, excursionistas, domingueros y alpinistas de desigual grado de competencia e ineptitud. El Eiger es una cumbre alpina que nada tiene que ver con las restantes. Nadie intenta trepar por su cara norte hasta que ha cimentado y demostrado sus condiciones para la scalada. Cabe afirmar, casi sin excepción, que aquellos muertos en el empeño de vencer la Eigernordwand (pared norte del Eiger) eran alpinistas muy por encima de la media entre los montañeros. Y no podía ser de otro modo, porque no existen travesías fáciles en el ascenso por la pared en cuestión. La Eigernordwand atrajo a la élite del alpinismo de alta montaña, y casi siempre perecieron los mejores de entre ellos”.
Tiene una altitud de 3.970 metros, lo que no es mucho comparado, por ejemplo, con los 8.848 metros del Everest. Sin embargo su dificultad viene dada, aparte de lo que describíamos con carácter genérico al hablar de las “paredes norte”, por el hecho de que desde el momento en que se inicia la escalada a la pared propiamente dicha hasta el final de la misma, existen 1.800 metros de desnivel que hay que ir cuidadosamente ascendiendo. 1.800 metros puede que al lector le parezcan mucho, casi dos kilómetros en vertical... pero intente pensar que en realidad, 1.800 metros serían si se subiese por un ascensor o montado en un avión, ahora rogamos al lector que se ponga en la situación de escalar la montaña, piense que por ella hay que subir en zig zag, buscando la ruta más adecuada, convirtiéndose los casi dos kilómetros en por lo menos el doble, (para poder hacerse una idea de las proporciones de la montaña, observe que en el mapa de la ruta que acompaña a la traducción del libro, el reseñado como el “segundo helero” mide unos 500 metros de longitud) de vez en cuando, aunque en el cielo luzca un espléndido sol, en la pared se estarán produciendo auténticos torrentes de agua de deshielo que tendremos que pasar entre medio de ellos calándonos hasta los huesos, que en algún otro momento nos sorprenderá una lluvia de piedras... unamos a ello el hecho de tener que utilizar una depurada técnica de escalada para superar los obstáculos más difíciles, el frío que tendremos que soportar tanto de día como sobre todo de noche -en esta pared, en pleno verano, han llegado a morir alpinistas sólo de frío-, el cansancio que se apodera de nosotros después de un día de exhausto trabajo unido a la deficiente alimentación y al desgaste progresivo de los vivacs colgados de la pared...
Reinhold Messner, el famoso escalador tirolés considerado como uno de los mejores alpinistas conocidos, escribió con posterioridad a su segunda ascensión por esta pared que “en lo tocante a los factores o condiciones de altura, verticalidad, dificultad técnica, peligros objetivos, combinación de escalada en terreno mixto de hielo, nieve y roca, una vez iniciada la ascensión, la Eigernordwand se contaba entre las tres paredes más difíciles del mundo, siendo las dos restantes la cara Rupal del Nanga Parbat y la pared sur del Aconcagua”.
No, decididamente los alpinistas que se aventuran a estos niveles no son alpinistas normales. Y no lo eran los que empezaron a plantarle cara a estas paredes.
Los escaladores que protagonizaron las escaladas a las que nos referimos recibían el nombre de “extremistas”, o para ser más exactos el apodo despectivo de “Kletterfritzen” que se puede traducir como gateadores de roca. Eran en su mayoría alemanes, austríacos e italianos.
La explicación a la nacionalidad de estos escaladores puede explicarse tan retorcidamente como uno quiera, pero lo cierto es que las condiciones que se daban en estos países, sobre todo en Alemania, eran las más favorables hacia los jóvenes que tenían interés en estas hazañas, interés fomentado por el estilo de vida que se propugnaba desde las esferas culturales de esas naciones.
No se puede dejar pasar por alto la premonición que supone el que precisamente los primeros conquistadores de la pared norte del Eiger fueran dos cordadas, una alemana, otra austríaca, que deciden juntarse a mitad de la pared para realizar la escalada conjuntamente. En ese mismo año de 1938 Alemania y Austria habían dejado de ser países separados para pasar a formar parte del Gran Reich Alemán.
Tal y como se muestra en el prefacio del libro, escrito por el Dr. Ley, la educación Nacionalsocialista en el sentido de fomentar las actividades relacionadas con la naturaleza era una cosa evidente y cuanto menos, en los Ordensburg -escuelas para mandos del Partido- era una “asignatura” obligatoria. No es de extrañar pues, que como más adelante se menciona en el libro “el último gran problema de los Alpes, la Eigernordwand, debía en general, ser asunto de cordadas alemanas”. En los intentos anteriores de conquistar la Eigernordwand murieron 6 alpinistas, todos alemanes; 2 en 1935 (Max Seldmayer y Karl Mehringer) y 4 en 1936 (Edi Rainer, Willy Angerer, Anderl Hinterstoisser y Toni Kurz), los dos últimos miembros de una Unidad de Montaña del Ejército. A estos hay que sumar la muerte en 1937 del escalador austríaco Bert Gollackner, fallecido cuando estaba realizando un reconocimiento para un posterior ataque de la Nordwand.
En uno de los capítulos del libro se dice: “Llegará el momento en que se reparará la muerte de tantos buenos camaradas”. Y la reparación se cumplió el día 24 de julio de 1938, a las 15’30 horas, cuando Heinrich Harrer, Anderl Heckmair, Ludwig Vörg y Fritz Kasparek alcanzaron la cumbre de la montaña. El último gran problema de los Alpes había quedado resuelto.

PREFACIO
Por el Dr. Robert Ley

Me siento orgulloso de que dos miembros del equipo permanente del Ordensburg Sonthofen hayan conquistado la pared norte del Eiger como alpinistas. Y son precisamente las siguientes razones las que me impulsan a sentirme orgulloso y feliz:
1. El triunfar de alguna manera sobre el destino, constituye la expresión de todo hombre. Si se quisiese juzgar el valor material, técnico o económico de semejante acción, se la consideraría inútil, irreflexiva o incluso absurda. Pues en la cima no existen tesoros que descubrir ni desenterrar. Pero estas arriesgadas empresas son mil veces mas valiosas para la humanidad y un pueblo valiente, que todas las consideraciones y ponderaciones igualmente calculadas. Si nuestro pueblo careciese en el futuro de tan audaces hombres, nuestra juventud ya no tendría un ideal que la alentase. Pues, a fin de cuentas, toda la vida no es más que una simple conquista y únicamente los récords de audacia y temeridad son los que pueden despertar y estimular a las personas perezosas e indiferentes a hacer frente a un destino y, en caso necesario, no sentirse tan apegados a la vida. Aquí es donde se halla el valor inestimable de tales hazañas. Ello explica igualmente el impulso que siempre se repite en tales hombres audaces de entregarse hasta el final para conquistar a la naturaleza.
2. Como Jefe de la Organización del Reich del NSDAP y, en consecuencia, responsable de los componentes del Ordensburg, me siento muy feliz de que hayan sido dos miembros del equipo permanente de este Ordensburg, quienes, a lo largo de su vida, hayan conquistado la pared, norte del Eiger. El Führer dijo: “Los jefes políticos de los anteriores partidos llevaban paraguas y sombreros de copa. Los jefes políticos de hoy son soldados políticos Aquí se pone de manifiesto el cambio radical de nuestros días. El líder político del NSDAP debe ser para su pueblo, más que cualquier otro líder, la expresión de la audacia y la temeridad. Por ello, el contenido del sistema político de educación de las nuevas generaciones de jefes del partido es la conquista. En el punto central de todo Ordensburg se encuentra la conquista de la naturaleza en cualquier tipo de forma. En Crössinsee es el agua, en Vogelsong el clima áspero e inhospitalario. Eifel pertenece a una de las regiones climaticamente más duras. En Sonthofen la montaña, la escalada y el esquí de invierno.
Por ello celebro que los dos miembros del equipo permanente Vörg y Heckmair, junto con los dos camaradas autriacos Harrer y Kasparek hayan conquistado la pared norte, como expresión de nuestra voluntad y como símbolo del duro sistema de educación de las nuevas generaciones de jefes del NSDAP.
El presente libro, cuyo prefacio me es dado redactar con orgullo y alegría, está escrito por hombres de acción de manera sencilla y sin pretensiones y sin omitir detalle ni variar los hechos y, por todo ello, encontrará aceptación entre nuestro pueblo. Deseo y espero que, especialmente los jefes políticos, lean y estudien este libro con gusto, pues en él, el sentido de la conquista como expresión de nuestros tiempos heroicos constituye un espléndido testimonio.

Munich, noviembre de 1938.