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Liberalismo en la literatura y en la política

 

Ramón Doll

 

Liberalismo en la literatura y en la política - Ramón Doll

192 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 580 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay escritores que deslumbran por su pulcritud y uso del lenguaje, pero hay otros como Doll que logran ponerse incluso por encima. Luego de un dominio absoluto, logran controlarlo, hacer que se pliegue a su voluntad y dirigirlo hacia un fin. Con el aditivo de que su único fin fue siempre el bien de la Patria. Por eso Creemos que Ramón Doll ha sido el escritor más penetrante que tuvo Argentina y el más injustamente olvidado, cuando no borrado conscientemente. Que de sus primeras posiciones socialistas haya pasado a la "simpatía con el fascismo" según algunos autores, puede que tenga mucho que ver. Pero en realidad no hay un fascismo explícito en Doll, sino que esta es más bien la clasificación fácil que se tiene para catalogar a quien -además de ostentar el sitial de nuestro escritor más cáustico, irreverente y mordaz, junto a Anzóategui- no ha tenido pruritos en atacar tanto a los grandes hombres de la literatura, a los próceres de nuestra historia, al sistema judicial, a los grandes hombres de ciencia, a los medios de prensa, tanto como al judaísmo o al sistema financiero cuando sus objetivos nacionalistas lo requieran.
Y el tema que más ha resaltado en su obra, más allá de los cambios de ideología, es su constante aseveración de que el drama más profundo de la Argentina es la eterna desconexión de las clases pensantes y dirigentes con las masas populares y con el Ser Nacional. Esta ha sido su pensamiento más destacado. Con una amplia cultura él mismo, pudo tratar este problema en forma brillante tanto en los planos de la cultura literaria, la historiografía y la política.
Para Doll, “la historia de la inteligencia argentina es la historia de la abdicación, del ausentismo, del egoísmo y del anti-argentinismo. El país se forma, se puebla, evoluciona (…) pero la inteligencia argentina da las espaldas a la realidad y al pueblo, a la tierra y a la Nación”.
Como uno de los pioneros del revisionismo histórico, identifica en la pugna entre unitarios y federales la dicotomía intelligentzia-pueblo. Los unitarios, según Doll, fueron los “niños malcriados” de su época que, debido a la antipatía que el pueblo sentía por ellos, inhumaron las montoneras federales con el calificativo injurioso de la barbarie. En las filas del federalismo “prevalecieron las masas populares con su mayor sensibilidad territorial y con este acto primo de repulsa instintiva que tiene siempre el pueblo ante el intelectual y el extranjero”.
Aun los "publicistas argentinos repiten mal, cosas que sus autores predilectos dijeron bien, y resultan doblemente fastidiosos y pesados como el zumbido de las moscas. Una, porque adoptan un aire desdeñoso para todo lo que ocurre en la Argentina; otra, porque ignoran su historia y su geografía.
De todo lo cual resulta la penosa esterilidad de este rastrero pensamiento argentino que recapitula toda nuestra indignidad colonial".
"Es que hay que dejar a un lado lo de si la oligarquía fué o no, en todo o en parte, liberal; lo importante no es eso, sino saber qué efectos ha producido, si ha fracasado como clase gobernante y si resulta que ha enajenado, perturbado y oprimido a la nacionalidad. Lo importante es demostrar que el predominio de la política oligárquica nos ha convertido en un país absurdo, sin carácter, sin unidad, sin autonomía".
Dado que su faceta de crítico literario ha sido la que más fama le ha dado, se reúnen aquí sus primeras críticas, pero no puede dejarse de lado que el sentir nacionalista es la guía para todo su pensar. Por ello destacan aquí sobre todo sus críticas a Sarmiento y Alberdi, a quienes, aun reconociéndoles sus capacidades, logra reducir a cenizas, algo en lo que Doll es maestro.
Ha sido justamente la acción demoledora de su crítica a la cultura oficial lo que le cerró las puertas de las academias, las editoriales y las universidades, pues su genio es evidente.
De espaldas a las rutas que llevan al éxito por medio de la lisonja, Doll expone el divorcio entre las plumas consagradas y los problemas del pueblo argentino, por lo que no tiene empacho en retratar al Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes como un personaje derrotado socialmente, antítesis de Martín Fierro, como "el gaucho visto desde los ojos de los hijos de los estancieros". Desmerecer al alabado Paul Groussac, quien "siendo astro en el ralo sistema planetario argentino, apenas brilla con una luz mortecina en la literatura mundial". O al Joven Borges, quien hacía "literatura parasitaria" por su inveterada costumbre de "copiar y pegar". O tristemente constatar que las ideas de Alberdi, con "todo lo gallináceo que pueda ser el vuelo de su pensamiento, nos han dirigido durante 80 años".
“Liberalismo en la literatura y en la política” es todavía el pensamiento temprano de Ramón Doll, pero no deja de ser una lectura sumamente estimulante y enriquecedora, además de que, lo que es una constante en sus escritos, nos mantienen siempre con una sonrisa.

 

ÍNDICE

 

Prólogo: Contra la adolescencia extremosa y extremista9
Los remedios10
Los adolescentes12
Primera parte: Liberalismo
Alberdi, El impolítico17
Y bien, ¿por que, entonces, alberdi no gobernó?19
Algo para la recomposicion de nuestra historia20
Alberdi y los próceres de la organización23
Causas de la proscripción de Alberdi24
La ciudad de buenos aires: puerto, aduana, tesoro, crédito, banco27
Razones del fracaso de Alberdi28
La otra razón de su fracaso32
Alberdi y las contradicciones del presente36
El “Facundo”39
I. Las criticas del “Facundo”39
El alegato de la civilización39
Una diatriba política41
Un atisbo sociológico41
La calificación estética del ‘“Facundo”42
Como crónica histórica “Facundo” es deficiente43
También se interpreta racialmente el “Facundo”44
La significación argentina de este libro45
II. Esquema del “Facundo”46
Grandeza y miseria de la oligarquía Argentina51
La realidad nacional sin cartabones extranjeros51
El contenido del libro53
La tercera sección: historia de la oligarquía56
La nota mas importante59
Liberales o antiliberales61
Distinciones importantes64
La verdad histórica66
El imperialismo en su verdadero foco de infección68
La guerra civil argentina actual71
La gloria del general Paz75
El nacionalismo derechista y el nacionalismo83
¡Fuera las manos de la constitución!91
Alrededor de una crisis97
Para comprender el marxismo103
Inflexibilidad dogmática104
El documento de Ghioldi107
Conclusión111
En el tablado de los publicistas políticos113
“Las vidas”, de Octavio Amadeo113
Libro anacrónico114
Lo que son algunos próceres de Amadeo115
El juez Bermejo117
Caro Testena: La commedia e finita121
Un libro de Folco Testena121
Las grandes truqueadas y churrasqueadas de los radicales en el destierro127
Los grupos dirigentes de la clase media129
El destierro130
Segunda parte: Democracia: Mal menor
I.- Un hilo económico de las dictaduras135
El capital financiero136
Como nace el banquero136
Empieza el banquero137
Arbitro de la situación138
Una palabra significativa139
Una despótica opresión140
La superproducción141
Razonamientos e incoherencias142
El economista de la extrema izquierda144
El hijo de la madeja145
La superproducción y el consumidor147
La ultima maniobra del capital financiero149
Algo paradojal150
El estado corporativo y el democrático151
Lo que nos dice nuestro país153
Un porvenir siniestro154
II.- Los hilos económicos en nuestro pequeño escenario155
I. — Todo el país, como un títere155
III.- La voz de orden: ¡Abajo las viejas generaciones liberales!161
Lo que dice el nacionalismo161
Lo que dice el izquierdista165
Que seria la dictadura165
nota primera:170
Nota segunda:174
IV.- Pruebas indiciarias179
I. — La plaza de la concordia180
II. — Una acusación desleal184
III. — El socialismo reformista: cabeza de turco188


Prólogo: Contra la adolescencia extremosa y extremista

 

Reunimos algunos ensayos y críticas históricas y políticas que tienen cierta unidad y complementan el trabajo DEMOCRACIA: MAL MENOR, cuya segunda edición incluimos.
Defendemos la posición democrática, liberal y legal; nos declaramos constitucionalistas y saenzpeñistas, por una razón “nacionalista”, es decir, porque creemos que hoy y aquí, conviene esa posición. Que en Italia, Rusia o las islas Sandwich la democracia y el liberalismo hayan fracasado, eso le podrá interesar al doctor Ibarguren o a mi amigo Aníbal Ponce, porque ellos son partidarios de un sistema constituyente “standard” para todas las naciones del globo. Se dirá que nuestro sistema fue también una copia; sí, pero porque copiamos ayer, no se nos obligue a copiar hoy.
Por otro lado, consideramos que en la Argentina están frente a frente: de un lado la masa popular, cuya mayoría la forma una fuerte clase media de empleados, pequeños burgueses, pequeños propietarios, pequeños comerciantes, arrendatarios, clase media en la que está esparcido algún proletariado de muy poca influencia en nuestra vida social; del otro lado, una potente oligarquía financiera y política que tiene copados todos tos centros nerviosos de la economía y de la vida nacional toda. Justicia metropolitana, grandes empresas monopolizadoras, prensa importante de la capital (“La Nación” y “La Prensa” ), Facultad de Derecho, empresas financieras, hipotecarias, y el resto. Esta gran oligarquía, agente del imperialismo extranjero, además, tiene el gobierno actualmente; cuando mandaba Irigoyen, virtualmente siguió teniendo el control de la Nación, debido a la ceguera y la ineptitud de aquel presidente.
Los remedios
Se dice que con la democracia y la constitución no se puede destruir esa oligarquía opresora para nuestra nacionalidad. Sostenemos que ello es inexacto.
En cambio los remedios extremos, es decir, el golpe revolucionario derechista e izquierdista no darían el gobierno a esa clase media, sino a ciertos sectores sociales; dejaría las cosas como están.
El nacionalismo derechista no es más que un disfraz de esa oligarquía; algunos jubilados nacionales, algún viejo liberal que se retoca las arrugas y se tiñe las canas y algunos cheques de la Standard Oil, utilizarían un golpe de Estado fascista para entregar del todo la dignidad nacional a quienes ya la tienen a medias.
En cuanto al extremismo de izquierda, sin duda que es más peligroso para los actuales opresores; pero peligroso “personalmente”, no “realmente”. El país pasaría a manos de un grupo de demagogos que con el pretexto de “industrializar”, de “llevar” el “capitalismo a su última etapa”, pasada la cual, ya viene el socialismo, se seguirá hipotecando y enajenando todo, entre percalina roja y pedantería marxista. Si se les preguntara cuánto tiempo necesitan para llegar al socialismo, los candidatos a la satrapía roja, jovencitos recién egresados de la Facultad, dicen como el jefe de estación paraguaya, cuando se le pregunta a qué hora llegará el tren: “Tal vez a las 8, tal vez a las 10 o a las 12. Esperen y verán a qué hora llega.”
—¿Pero ustedes pedirán capitales al extranjero, mientras tanto?
-—¡Ah! claro. Hay que planificar, acelerar el ritmo industrial.
—¿Y por qué no dejan que eso lo haga Otto Bemberg, Dreyfus, Smithfield y esperan a hacer la revolución social cuando ya se haya recorrido la etapa capitalista?
Aquí, el comunista se sonríe mefistofélicamente.
—Fíjese que, por lo menos, Otto Bemberg, Dreyfus, Smithfield bien que me explota, no me obliga a jurar por Marx, me deja ir a la taberna a tomar un vaso de vino y no tengo que aguantar discursos imbéciles con citas de panfletos periodísticos de Lenin.
—No. Es que esa planificación industrial, la tenemos que dirigir nosotros, porque si no la aprovecha la burguesía para hacerse más fuerte.
-—¡Hombre! Pero si fatalmente el aceleramiento de la industria conduce al socialismo, espere usted en el llano y deje a la burguesía en el poder político. Un burgués sabe acelerar mejor la industria que usted; porque entre un burgués como Otto Bemberg que maneja una cervecería gigantesca y usted, modesto cagatinta, periodista que se lo pasa en tos cafés de Boedo hablando macanas, usted no tendrá la pretensión asquerosa de saber imprimir a la industria cervecera un ritmo acelerado; Bemberg lo hará mejor que usted. . .
El joven no me contesta más y se limita a repetir mentalmente este profundo pensamiento de Lenin: ‘‘¡Ni un paso atrás!”
Los adolescentes
Porque hay un factor perturbador sin duda, en la política, y es la irrupción en los cuadros dirigentes, de toda esta muchachada de 18 a 25 años que se enrola en las filas extremistas de la derecha y de la izquierda. Muchachos a los cuales en la vida diaria les consultamos, a lo sumo, qué club de foot-ball va adelante en el campeonato; muchachos que no podrían poner un puesto en un mercado para vender verdura sin una autorización de los padres; que no conocen la vida y que están orgánicamente incapacitados para percibir toda la enorme responsabilidad que hay en resolver una cuestión de táctica en un partido o una orientación política cualquiera; son, sin embargo, consultados, escuchados; son adulados en las filas fascistas y comunistas. ¿Sabe un chico de éstos, lo qué es salir a la calle para hacer una revolución? ¿Sabe, por otro lado, un jovenzuelo fascista qué intereses defiende, de qué clase de tiburones está siendo instrumento? No. Porque lo que al joven le interesa vitalmente es negar, destruir, arrancar.
El joven de 20 años posee una sanguinaria animalidad, una eufórica y plena sensación de vida y de salud, que bebe a grandes tragos, con inquietud y nerviosidad piafante, exultante. El siente sus nervios, su hígado, sus riñones, que funcionan a maravillas. Compara sus ojos brillantes, su pelo tupido, sus músculos de acero y de goma, con la calva de aquel líder, la córnea amarilla de aquel político liberal, la voz cascada, gangosa, sin metal, fría, lenta, de un Vicente Gallo. Y el joven, al que unos cuantos vividos le han dicho que él vale, se pone a vibrar, a saltar como una pelota; oye la conferencia con sobresaltos de potro de tres años, cuando bebe en el arroyo. De repente, se abalanza sobre el orador claudicante, mendicante y lo hace callar.
Y esto se encuentra muy lógico de parte de los hombres adultos. Se dice que efectivamente esa salad de cuerpo y alma, son los títulos de la juventud para intervenir en la cosa pública.
Creemos que esa intervención de la adolescencia en las cuestiones sociales, tolerada y auspiciada por gente adulta, es uno de los factores — no diré el único — permanentes de revuelta y de agitación y aumenta las dificultades que de suyo, ofrecen los problemas políticos.
Es en esa adolescencia donde las bandas fascistas recogen la muchachada que con la mayor inconsciencia balea obreros o insulta a personas liberales y socialistas respetables; y a esa adolescencia pertenecen también los miembros de cédulas subversivas, que llevan o tratan de llevar a los obreros a una infame masacre.
Un chico de 20 años no está capacitado para comprender y sentir eso tan delicado, sutil, complicado que es la justicia humana. El derecho (no nos referimos a la ley solamente, sino a todo el derecho, es decir, al positivo y al ideal o natural) es una línea sinuosa, tornadiza, dúctil, donde el plano de la autonomía personal de cada hombre, halla su limitación interseccionándose con el derecho de la sociedad toda. Es donde el derecho del individuo y el derecho de la sociedad se esquematizan en líneas siempre cambiantes, esfumadas e imprecisas.
Para captarla y mejor, para realizarla, hay que tener una regular experiencia de la vida, saber mantener bien alto un ideal de justicia que no está en las leyes, pero saber conceder a los intereses, los prejuicios, los juicios, las mentiras y las verdades del conglomerado social, todo lo que razonablemente le corresponde. Un chico de 20 años, comunista, le arrimaría a un cura una lata de nafta y le prendería fuego, porque es cura, nada más; sin atender ni querer atender que ese cura puede tener en la sociedad un gran valor pragmático, en cuanto consuele, en cuanto suavice asperezas, en cuanto encante con mentiras brillantes o verdades que agradan a “Monsieur-tout- le monde”.
En ta otra banda, un jovenzuelo neo-católico, que ya discute latines con el Nuncio, sueña con hornos-crematorios no ya para los anticlericales, sino para los indiferentes, los liberales neutros que se desentienden de cuestiones de tejas arriba. Este jovenzuelo se encontró con la novedad del catecismo como su coetáneo rojo se encontró con la novedad del marxismo y no sabe que nosotros, de chicos, ya habíamos leído el catecismo, luego lo dejamos por el Barón de Holbach, pasamos por Voltaire y hoy leemos con gusto, pero sin fe, a Maritain. Porque, todo es igualmente respetable, excepto las señales indelebles y perfumadas de los chicos en las camas y en las salas donde se les lleva de visita.
Pues bien; para dibujar, para perfilar una solución de justicia hay que poseer un alma fuerte y valiente, pero prudente y experimentada y el joven, si bien puede poseer aquello, carece de esto.
Todo joven tiene algo de satánico y de negador y se inclina a cortarle la cabeza al que le pida remedios para el dolor de muelas. ¿Por qué, entonces, empeñarse en reconocerte derechos de opinión sobre cosa tan grave como son las normas de convivencia que interesan a todos por igual, a la sociedad toda, que es un conglomerado de grandezas y pequeñeces, idealismos y flaquezas, anhelos de ideal y limitaciones terrenas?
Contra esa adolescencia, publico este libro, puesto que no estoy en trance de una diputación nacional y entonces, no me interesa que los mayores de 18 años, crean que este ataque es propio de un reaccionario y no de un demo-liberal, como soy; ni me interesa ubicarme en un presupuesto liberal y republicano, dando una vueltita por el cielo y los altares.
Quiero ser libre.
R. D.