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¿Murieron realmente 6 millones?

Al fin la verdad

Richard Harwood

¿Murieron realmente 6 millones? - Al fin la verdad - Richard Harwood

184 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2017
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 200 pesos
 Precio internacional: 15 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El lector se encuentra ante la publicación impresa a la vez más cara y más pequeña que se haya publicado en tiempos modernos, aparte de ser una de las que mayores repercusiones ha tenido. Enormes gastos judiciales fueron hechos de ambas partes debido a que Ernst Zundel se animó en 1974 a editar este pequeño folleto, hoy libro ampliado, aunque él mismo no haya escrito más que las 4 palabras del subtítulo. Zündel no sólo tuvo que soportar 3 juicios, con dos condenas declaradas nulas y una tercera con 5 años de prisión efectiva luego de su extradicción a Alemania, sino que también sobrevivió a 3 intentos de asesinato por ello. El editor francés, François Duprat, tuvo peor suerte, él fue asesinado por una bomba puesta en su coche por una así llamada organización de la “memoria de Auschwitz” por haberlo difundido. Esto demuestra cuáles son los argumentos de los sostenedores de la "historia oficial", luego de que haya quedado en evidencia ante todo el mundo de que son incapaces de probar el plan de extermino en un juicio como el de Zündel para defender este libro, en lo que fue lo mas parecido que ha habido a un debate a gran escala sobre el Holocausto siguiendo reglas críticas. Zündel logró reunir a eruditos Revisionistas de todas partes del mundo para enfrentarse en juicio cara a cara con sobrevivientes y especialistas del bando opuesto. Irónicamente, tanto la Defensa como la Fiscalía estuvieron de acuerdo en que “¿Murieron realmente seis millones?” estaba mayormente en lo correcto y que sólo pequeños detalles estaban errados, que fueron corregidos para esta edición gracias al gobierno canadiense que ha gastado millones de dólares de sus contribuyentes para hacernos notar los errores y que los podamos subsanar.
El libro de Harwood no se puede decir que sea la palabra definitiva ni un análisis histórico riguroso que siga los estándares académicos pero sí ha servido para sentar la piedra fundamental y formular preguntas lógicas que hasta el día de hoy siguen perturbando a los investigadores, a la vez que generó que escritores revisionistas de todo el mundo comenzaran a realizar sus propias investigaciones. Él fue el primero en afirmar que no existe orden de Hitler para exterminar a los judíos, además de llamar la atención sobre que todas las pruebas aportadas para sostener el supuesto exterminio no tienen una base sólida sino que más bien existen otros hechos que las contradicen, como por ejemplo cuando intenta demostrar que Hitler en realidad necesitaba a los judios como mano de obra.
“¿Murieron realmente seis millones?” es, en definitiva, un completo trabajo de recopilación de documentos, testimonios y análisis que, según el autor, concluyen en la refutación del plan de extermino de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El autor se ha comprometido a estudiar y analizar este acontecimiento histórico en forma objetiva y en búsqueda de la verdad, por ello ha utilizado como fuentes una gran cantidad de libros y textos producidos por los mismos judíos y publicados antes o durante la guerra. Con ello deja en evidencia que la historia oficial se basa sobre todo en unas pocas confesiones de oficiales alemanes torturados, lo que anula su calidad de prueba; que es insostenible hablar de genocidio cuando todos los documentos que poseemos hablan de emigración, e igualmente se los sigue utilizando para engañar al público, afirmando que son pruebas de un genocidio encubierto bajo la palabra "emigración" y otros eufemismos; que muchos de los testimonios que se siguen sosteniendo son en realidad inválidos desde el momento que se habla de un genocidio en "campos de la muerte" de Alemania, como Dachau, que incluso la historia oficial desmiente que hubieran sido usados para ese propósito. Para mayor comprensión Harwood explica que los judíos tomaron un rol beligerante en el conflicto, por lo cual pasaron a ser considerados una amenaza por el régimen alemán y por lo tanto encerrados; ante la queja por los campos de concentración el mismo autor deja en claro que los mismos acusadores habían hecho lo mismo en sus países, incluso antes que los alemanes. Con todo ello cree el autor haber reunido suficientes pruebas como para sostener que la acusación se encuentra enteramente desprovista de fundamento.

 

ÍNDICE

Destacados revisionistas comentan “¿Murieron Realmente Seis Millones?”9
Introducción a la tercera edición13
Prefacio a la nueva edición: “La Historia de Zündel”.19
A los abogados y representantes de los medios de comunicación23
Introducción27
Acobardar al nacionalismo29
El problema racial: tema tabú.31
I.- La política alemana con los judíos, antes de la guerra.33
Los judíos bautizaban con el nombre de “exterminio” la emigración de Alemania.34
La política sionista.36
II.- Política alemana respecto de los judíos después de la iniciación de las hostilidades39
La emigración se facilitaba todavía durante la guerra.42
III.- Población y emigración.47
Tres millones de judíos en la Europa ocupada.49
Los judíos de la Unión Soviética fueron evacuados.50
Apreciación Suiza sobre la falsedad de los “seis millones”.52
Una tasa de natalidad imposible.53
IV.- Los seis millones: documentos pretendidamente probatorios.55
Exageraciones fantásticas.56
Ausencia de pruebas.58
La conferencia de Wannsee.61
Palabras desnaturalizadas y suposiciones desprovistas de fundamento.63
V.- Los procesos de Nuremberg65
En Nuremberg se actuó con absoluta prescindencia de los principios jurídicos.66
“Confesiones” arrancadas mediante torturas.69
La declaración de Wisliceny.72
El caso de los “Einsatzgruppen”.73
El proceso Ohlendorf75
Deformación de la verdad respecto de las ejecuciones realizadas por los “Einsatzgruppen”.77
El proceso de Oswald Pohl.79
Los acusados de Nüremberg no creían en las acusaciones de los aliados85
VI.- Auschwitz y los judíos de Polonia.89
Auschwitz relato de un testigo93
El ghetto de Varsovia.97
Sobrevivientes inesperados.100
VII.- Algunas memorias publicadas sobre los campos de concentración.103
Orígenes comunistas.103
“Memorias” a manera de piezas de convicción106
Invenciones sobre Treblinka.108
El mito de Anna Frank109
La acumulación de mitos.113
VIII.- Naturaleza de los campos de concentración durante la guerra y condiciones de vida en ellos117
Los “campos de la muerte” tras la cortina de hierro.119
La verdad sobre las así llamadas cámaras de gas.121
Disminuye el número de muertos.123
Condiciones humanas.124
El caos inevitable.126
Fotos trucadas.129
IX.- Los judíos y los campos de concentración: una apreciación de la Cruz Roja fundada en los hechos.133
Los judíos recibieron los envíos de la Cruz Roja.135
Ninguna prueba de la existencia de un genocidio.137
No todos estuvieron detenidos.138
X.- La lucha por la verdad en la obra de Paul Rassinier.141
La impostura de las “cámaras de gas”.143
Rassinier niega la autenticidad de la cifra de los “seis millones”146
La emigración como solución final.147
Conclusión.151
Anexo: ¿Qué errores hubo en “Murieron realmente seis millones”?153
Una Apelación al pueblo en Canadá169
¿No tenemos nosotros los alemanes ningún derecho a defendernos?170
Los sionistas dominan los medios de comunicación. a los alemanes les es negado el derecho a respuesta.172
Ernst Zündel.175

Destacados revisionistas comentan “¿Murieron Realmente Seis Millones?”

 

Ditlieb Felderer, Investigador Histórico, Escritor, Suecia:
“. . . el folleto ha resultado tanto más veraz en tanto los años han ido transcurriendo, y son los exterminacionistas quienes están ahora comenzar a argumentar como Harwood lo hizo cuando el folleto fue publicado por primera vez, los exterminacionistas se mueven. . . hacia el folleto cada vez más.”

Dr. Robert Faurisson, Experto de Textos Antiguos y Documentos, Lyon University:
“La tesis del libro es que no es cierto que seis millones de judíos murieran, y no es cierto que hubiera un plan de exterminio, y no es cierto que hubieran cámaras de gas. Lo que encuentro apropiado es, en primer término, el título. El título está bien. ¿ Murieron realmente seis millones” Ese es en realidad el problema. . . Este hombre, Richard Harwood, puso a disposición del laico una considerable cantidad de información en el ‘74. Él dijo en ‘ 74 que no hubo orden(s) de Hitler para exterminar a los judíos. Tres años después, cuando David Irving lo dijo, fue un gran alboroto, por lo que fue realmente pionero y acertado. La sabemos ahora en 1988. . . Esto. . . fue tan importante que cuando fue publicado en Francia, el hombre que lo distribuyó (fue) asesinado. . . Francoise Duprat. No sabemos quién hizo eso exactamente, pero lo destacado es, primero, que fue hecho por personas muy capacitadas en ese tipo de manejo de bombas. Fue sobre todo interesante lo que fue publicado en el periódico Le Monde a posteriori. Este asesinato fue reivindicado por una así llamada organización de la “memoria de Auschwitz”. Fue justificado por un hombre llamado Patrick Chairoff - diciendo que Francoise Duprat, al distribuir esta clase de folleto, había tomado una responsabilidad mortal.”

David Irving, Historiador Británico, escritor de más de 30 libros sobre la SGM y sus cororarios:
“. . . Lo leí con gran interés y debo decir que me sorprendió la calidad de los argumentos que muestra. Tiene deficiencias obvias. Usa fuentes que yo personalmente no usaría. De hecho, el cuerpo entero de fuentes es diferente. Éste se basa enteramente en literatura secundaria, libros de otras personas, incluyendo algunos expertos, mientras que yo no uso libros. Yo uso solamente los archivos. Pero independientemente de ello, el autor llegó a conclusiones y realizó preguntas de una naturaleza lógica similares a las que yo había arribado por un camino enteramente diferente, por así decirlo. . . Y si se me tuviera que preguntar cuál es el valor de un folleto como éste, pienso que su valor está en que lleva a las personas a plantearse cuestiones, así como mi libro “La Guerra de Hitler” había provocado a los historiadores. . . Éste es la clase de valor que encontré en este folleto. Ha provocado plantearse las preguntas adecuadas, sobre la base de un conjunto totalmente diferente de fuentes.”

Mark Weber, Historiador Americano, Escritor:
“Creo que la tesis del folleto es acertada... que no hubo un programa o política alemana para exterminar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. . . El folleto es un trabajo periodístico o un recuento polémico que tiene por objeto convencer a las personas, y no pretende ser un trabajo que pueda encajar en los mismos estándares de rígido escrutinio como lo sería normalmente por un historiador en un trabajo académico y detallado. su valor principal consiste en fomentar aun más la discusión, el pensamiento y el debate en el tema que promueve.”

Colin Wilson, reputado escritor británico: “. . .
Recibí por correo un folleto... Intitulado ¿ Murieron realmente seis millones? Debo admitir que me ha dejado completamente perplejo. Lo que Harwood dice, brevemente, es que Hitler no tenía una razón para asesinar a los judíos dado que los necesitaba para realizar trabajos forzados... vale la pena plantear la pregunta: ¿Exterminaron los nazis realmente a seis millones de judíos? ¿O es esto otro signo de la distorsión histórica emocional que ha desvirtuado casi todos los libros sobre Hitler hasta el momento ?. . . ¿Existe allí, pues, alguna razón por la que nos debería dar miedo ahondar hasta llegar a la verdad?”

Introducción a la tercera edición

 

Este folleto que ahora llega a ti resulta tan persuasivo que ha sido traducido a una docena de idiomas diferentes, e inversamente, ha sido prohibido o de alguna otra forma suprimido en prácticamente otros tantos países.
¿Murieron realmente seis millones fue originalmente publicado por el Historical Review Press en Inglaterra en 1974. Fue un éxito inmediato y aun cuando ninguna librería lo ofrecería, la voz se propagó rápidamente.
Una edición alemana fue publicada en colaboración con el ex-maestro de escuela y escritor Udo Walendy. Una edición francesa fue distribuida por el profesor Francois Duprat; comoquiera que la tragedia azotó cuando Duprat fue asesinado por una bomba en su coche. Su mujer fue también gravemente herida.
El folleto, a pesar de algunos errores, tuvo un efecto catalizador. El Dr Arthur Butz de la Universidad Northwestern en Chicago pactó con HRP el publicar un libro académico completo sobre el tema, El Engaño del siglo veinte. El Dr. Robert Faurisson de la Universidad de Lyons 2 en Francia también comenzó a publicar sus propios hallazgos sobre el “Holocausto”. Alrededor de todo el mundo los Revisionistas del ‘Holocausto’ estaban saliendo de sus guaridas en los Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica, Suecia y muchos de ellos fueron inicialmente influenciados por este pequeño folleto. Pronto, los poderes instituidos comenzaron a prestarle atención. En 1976 el Comité de Judíos Sudafricanos aplicó al Consejo de Control de Publicaciones para que “¿Murieron realmente seis millones?” fuera prohibido en Sudáfrica. El distribuidor local, S.E.D. Brown, presentó bravo combate pero la escasez de fondos y su avanzada edad le impidió seguir judicialmente una demanda efectiva. Para celebrar su censura descarada pero exitosa, los Representantes publicaron su ‘caso‘ en contra de “¿Murieron realmente seis millones?” en forma de libro, “Seis millones sí murieron”. Sólo un par de las críticas de los Representantes eran legítimas. El resto del libro consiste en observaciones a los historiadores del Establishment y políticos de todo tipo, denunciando a “¿Murieron realmente seis millones?” sin presentar ninguna crítica genuina. De particular interés es el testimonio del ‘docto’ Profesor Hugh Trevor Roper, quien más tarde desacreditaría completamente su ‘experticia’ respaldando el fraude del “Diario de Hitler”; y también la sumisión del Nazi ‘reformado’ Albert Speer, cuya carta en efecto provee de más evidencia a favor de la posición Revisionista que lo que logra para la de los Extermicionistas. Su carta es reproducida al final de esta edición de “¿Murieron realmente seis millones?”
En un intento por sortear la prohibición sudafricana, HRP provisionalmente cambió el título a “Seis millones Perdidos y Encontrados”. Sin embargo, debido a la inmensa popularidad del título original, ahora hemos vuelto a él.
Las copias substitutas o piratas de “¿Murieron realmente seis millones?” comenzaron entonces a aparecer, especialmente en los Estados Unidos y Canadá. Algunas de estas ediciones fueron autorizadas por el HRP; muchas no. En Toronto, el editor alemán Ernst Zundel sacó su propia edición, con cuatro páginas de nuevo material introductorio. Él valientemente envió por correo copias gratis a los Miembros del Parlamento Canadiense, el clero, periodistas y presentadores de noticias. Deseoso de tener una ‘historia’, un miembro del personal de la Compañía Radiodifusora Canadiense le mostró una copia a la ‘sobreviviente’ profesional Mrs Sabina Citron, quien dirige su Agrupación disidente de Recuerdo del Holocausto. Enfurecido por la existencia de tales ideas disidentes, y puesta en el spot por el reportero de la Corporación Radiodifusora del Canadá, la Señora Citron sometió a la corte una queja legal privada en contra de Zundel, bajo una ley muy oscura y obsoleta que prohibe la publicación de Noticias Falsas. Ella entonces insistió en que la Corona tomara la parte acusadora en el caso, a expensas de los contribuyentes. Si bien el grupo de la Señora Citron había sido expulsado de la Federación Judía de Toronto, y si bien ella misma había estado en problemas con la ley, la paralizada oficina de Abogados de la Corona dócilmente se avino a sus demandas. Sólo para completarla, también le añadieron a los cargos un reciente boletín que Zundel había publicado (pero otra vez, no escrito). Zundel fue instruido de cargos y una audiencia preliminar fue llevada a cabo en junio de 1984.
La Corona presentó a once testigos. Hubo dos ‘expertos’ en el Holocausto: John Fried y Raul Hilberg. Sin embargo, el testimonio de Fried fue tan inconsistente, y su perspectiva política tan transparentemente izquierdista, que no fue llamado para el proceso principal. Dos sobrevivientes fueron presentados: La Señora Sabina Citron y Amold Friedman. La narrativa de las experiencias de tiempos de guerra de la Sra. Citron fue tan mundana que, para su vergüenza, a ella tampoco le sería solicitada su presencia para brindar testimonio en el proceso judicial principal. Aunque Zundel se había preparado cabalmente para la audición, trayendo a eruditos Revisionistas de todas partes del mundo, su abogado de aquel momento era completamente ajeno a estos asuntos. Consecuentemente, Hilberg y Co. engreídamente pensaron que el proceso judicial principal sería una victoria fácil.
Al momento en que el proceso judicial principal se inauguró, en enero de 1985, Zundel había hallado a un nuevo abogado, un Occidental dinámico, agresivo y talentoso, Doug Christie. Aunque no había tenido una previa exposición al Revisionismo él captó los argumentos inmediatamente. Otra vez, Zundel trajo equipos de sus propios expertos, tanto para preparar la investigación para Christie, como para, ellos mismos, presentarse a atestiguar durante la Defensa en la causa. Irónicamente, tanto la Defensa como la Fiscalía estuvieron de acuerdo en que “¿Murieron realmente seis millones?” estaba mayormente en lo correcto y que sólo pequeños detalles estaban errados. Pero la Corona se había propuesto probar que la tesis Revisionista entera estaba equivocada, de tal manera que resultó ser el propio ‘ Holocausto ‘ quien quedó sujeto a juicio. Christie tomó plena ventaja de la situación interrogando implacablemente a la planilla entera de testigos de cargo. Un atónito Hilberg se desdijo más y más en su testimonio; tanto que fue más tarde castigado por grupos Judíos americanos por tan dubitativo desempeño.
Aunque el juez en la fase previa había sido un desinteresado ‘buen niño’, el juicio principal fue presidido por un extremadamente hostil y parcial juez Hugh Locke. ¡Se descubrió más tarde que cuando él ejercía como letrado en su propia firma de abogados había hecho trabajo legal para la Agrupación de Memoria del Holocausto de la Señora Citron! Locke dejó a la Corona introducir toda tipo de testimonios de oídas, en particular una emotiva película de cine.
Después de siete semanas y medias el jurado eventualmente declaró culpable a Zundel en lo que respecta a “¿Murieron realmente seis millones?” (pero no culpable con respecto al otro folleto) y fue sentenciado a un encarcelamiento de 15 meses, con deportación automática posterior. A pesar de lo estricto de la sentencia canadiense los Judíos estaban desanimados, y muchos se quejaron áspera y abiertamente de que el juicio sólo les había dado a los Revisionistas una plataforma para sus ‘aborrecibles‘ puntos de vista. Ciertamente, Zundel consideró el resultado como una victoria. Él había exhibido los argumentos Revisionistas al público; había habido una masiva y bastante precisa cobertura de parte de los medios a lo largo de todo el juicio. Y, como consecuencia, había reclutado un vasto número de nuevos partidarios que nunca antes habían oído su mensaje.
En Gran Bretaña, dónde no es una ofensa negar el Holocausto, un oficial del Consejo Judío de Diputados había dicho que un procesamiento sólo traería publicidad indeseable. Sin embargo, otros integrantes de la comunidad judía pensaron diferente.
En 1980 un periodista judío empleado por una publicación comunista mal llamada Searchlight decidió; Con cómplices, destruir las instalaciones de una firma que pensaron estaba produciendo “¿Murieron realmente seis millones?” causándo daños que alcanzaron las 60,000 libras británicas. Este hombre, con dos condenas previas, fue rápidamente capturado y más tarde sentenciado a un inadecuado término de encarcelamiento de dos años y medio. En mayo de 1987 un hombre, en verdad merecidamente, fue sentenciado a 4 años por un incendio provocado contra una Sinagoga Judía: Los daños; 500 libras. Él no tenía condenas previas. Su alegato fue que su padre había sido asesinado por judíos en Palestina.
Dado que nosotros aquí en Historical Review Press valoramos la exactitud, hemos atendido a las críticas hacia “¿Murieron realmente seis millones?” corrigiendo en esta tercera edición aquellos pocos errores que existían. La mayor parte de estos errores fueron traspuestos en las anteriores ediciones desde obras previas. Debería ser tenido en cuenta que Rassinier, por ejemplo, estaba completamente solo y sin recursos, de manera que no es de extrañar que sus pioneros estudios contuvieran algunos errores, los cuales serían más tarde repetidos en las anteriores ediciones de “¿Murieron realmente seis millones?” Esperamos que nosotros ahora los hayamos eliminado.
Estamos extremadamente agradecidos al gobierno canadiense por atraer nuestra atención sobre estos pocos errores, a fin de que los podamos corregir, pero dudamos de si ameritaba gastar millones de los dólares de sus contribuyentes durante el proceso, cuando una estampilla del 50 centavos en una carta a nosotros habría sido suficiente.

Historical Review Press Pg-2

Prefacio a la nueva edición. “La Historia de Zündel”.

 

DTiene delante de usted la publicación impresa a la vez más cara y más pequeña que se haya publicado en idioma inglés en tiempos modernos.
Millones de palabras se han hablado y escrito sobre esta publicación como resultado de los dos juicios a Zündel.
Muchas horas de noticias televisivas fueron transmitidas sobre el contenido de esta publicación, la controversia y juicio circundante.
El gobierno canadiense, incluyendo sus diversas ramas como la policía, la oficina del Procurador General, el Departamento Canadiense de Inmigración, los tribunales, oficinistas, taquígrafos, periodistas de la corte y personal de seguridad, gastaron millones de dólares en investigación, personal y espacio en la sala de audiencias.
Ernst Zündel, el hombre en el centro de esta controversia, no escribió este folleto. Se limitó a suministrar las cuatro palabras en la portada original, diciendo “La verdad, finalmente, expuesta.” Él proporcionó las fotos y recortes de noticias en la portada de la publicación, más una frase bajo su foto juvenil en la página dos. Escribió y suministró el texto de la página tres, titulado “A todos los abogados canadienses y representantes de los medios de comunicación” y lo firmó él mismo. Ese fue su prólogo a la publicación.
Nada ha cambiado, ni una sola palabra del texto que fue escrito por un inglés llamado Richard Harwood, que Zündel pensaba, hasta su juicio, estaba enseñando en la Universidad de Londres. Durante el juicio, el testigo Mark Weber reveló el verdadero nombre del autor, siendo este el egresado con honores de la Universidad de Londres, Richard Verrall -alias Richard Harwood. Ernst Zündel no lo sabía en el momento de su publicación.
Los editores ingleses originales no permitieron que Ernst Zündel cambiara una sola línea o frase en la “publicación” canadiense, que es la que ahora tiene en sus manos. Los registros de la corte revelan que Ernst Zündel aceptó a regañadientes esto, agregando solamente un cupón de la orden en la página 30, y dos páginas de un epílogo (o algunas observaciones finales). Esto fue hecho como respuesta al artículo reproducido en la derecha superior de la página 31, que apareció en ese entonces en muchos periódicos canadienses de costa a costa. Ernst Zündel simplemente reimprimió “¿Murieron realmente seis millones?” Por un método de fotograbado -un duplicado exacto, más las adiciones ya mencionadas. En la corte, dijo que se sentía seguro haciendo eso porque la publicación ya había sido traducida a 12 idiomas, y se estaba vendiendo sin problemas legales en 18 países. La única excepción fue Sudáfrica, donde la publicación fue prohibida por instigación del lobby judío. También se publicó en Sudáfrica un folleto titulado “Six Million Did Die” (Seis millones sí murieron); Este folleto ocupó un destacado lugar en el juicio de Zündel en 1988.
Ernst Zündel se convirtió en una palabra popular en Canadá, comenzando con su juicio de 1985, que duró siete semanas, y su maratónico juicio de 1988, que duró casi cuatro meses. El folleto que hizo Ernst Zündel y su punto de vista revisionista se hizo famoso en todo el mundo.
El caso Zündel es ahora, por segunda vez en 10 años, juzgado, ante la Corte Suprema de Canadá, porque la defensa cree que la sección de False News (Noticias Falsas) del Código Penal en Canadá, en virtud de la cual Ernst Zündel fue acusado y condenado dos veces, es inconstitucional, en la medida en que ofende a la “Carta de Derechos y Libertades” de Canadá (una versión diluida de la Declaración Americana de Derechos).
Ernst Zündel ahora espera el veredicto del tribunal más alto del País, ¿será libertad, exoneración o cárcel?
¡Usted puede ser Juez y Jurado! Lea el folleto, y luego pregúntese: ¿Debe un hombre ser golpeado, escupido, aterrorizado, acosado por multitudes frenéticas, bombardeado y acusado de un delito, arrastrado a través de largas causas judiciales y costos legales terriblemente costosos, debido a los pocos errores cometidos por un escritor diez años antes? ¿Qué piensas? ¿Fue esta persecución de Ernst Zündel, a través de la prosecución del Estado, sólo para castigarlo por sus creencias?
“Las personas que difundan el odio en esta comunidad con el fin de fomentar las creencias de derecha que atacan el delicado equilibrio de la armonía racial y social en nuestra comunidad deben ser castigadas” (palabras del propio juez Thomas el día en que sentenció a Ernst Zündel, Transcripcion 10575)
¿Que piensas?
¿Este residente alemán de Canadá no hizo lo natural al intentar responder a todas las acusaciones y las desagradables manchas vertidas sobre su propio pueblo (en los medios de comunicación, en la televisión, en los libros escolares, etc.), utilizando los escritos de un inglés, para refutar las, a menudo indignantes, reclamaciones y cargos?
Si alguien dice cosas similares acerca de tu propio grupo étnico, ¿no querría responder?
Usted es el juez.
Lea esto y páseselo a otros.

Introducción

 

Cree el autor haber reunido en los capítulos que siguen, pruebas irrefutables de que el hecho de pretender que durante la segunda guerra mundial perecieron - víctimas de una política oficial de exterminio de las autoridades alemanas- seis millones de judíos, constituye una acusación enteramente desprovista de fundamento. El autor se da cuenta perfectamente de que esta conclusión será muy mal acogida; ella es sin embargo el resultado da una investigación comenzada sin ideas preconcebidas, fuera de la una idea general de que la posibilidad estadística de un número tan enorme de víctimas debía quizás tomarse bajo caución. Me daba también cuenta de que las implicancias de esta atrocidad que se habría cometido, son objeto da explotación política. Ahora bien, las numerosas y cuidadosas investigaciones que llevé a cabo para dilucidar esta cuestión, me han convencido ahora definitivamente de que esta alegación constituye no sólo una exageración, sino también una invención de la propaganda de postguerra. Es absolutamente evidente que la propaganda basada sobre atrocidades reales o supuestas, no constituye una novedad. Se la encuentra en ocasión de cada conflicto del siglo XX y seguramente sucederá lo mismo en el futuro. Durante la primera guerra mundial se llegó a acusar a los alemanes de haberse comido niños belgas y haberse divertido arrojándolos al aire para recogerlos con la punta de las bayonetas. Igualmente afirmaron los ingleses que las tropas alemanas habían montado una FÁBRICA DE RECUPERACIÓN DE CADÁVERES ¡donde hervían los cadáveres de sus soldados para extraer de ellos glicerina y otros productos! Los ingleses se retractaron sin embargo después de la guerra y el ministro inglés de Asuntos Exteriores se excusó públicamente en la Cámara de los Comunes de estos agravios al honor da Alemania, reconociendo que se trataba de propaganda de guerra.
Después de la segunda guerra mundial no se ha efectuado ninguna confesión similar. De hecho, en lugar de apaciguarse con el tiempo, la propaganda basada en las atrocidades cometidas durante la ocupación alemana (particularmente la relativa a la forma en que los alemanes trataron a los judíos) no hizo sino aumentar en virulencia, refinando más y más su catálogo de horrores. Como un chorro continuo salen de las imprentas libros de bolsillo cuya lectura produce escalofríos, provistos de títulos siniestros, de manera que la mitología creada alrededor de los campos de concentración -sobre todo la historia de que no menos de seis millones de judíos fueron exterminados en esos campos- no hace más que crecer y embellecerse.
Las páginas que siguen demostrarán que esta alegación constituye la invención más colosal y la más lograda estafa que se haya visto jamás. Debemos sin embargo empezar tratando de contestar a una pregunta importante: ¿Por qué los relatos de atrocidades de la segunda guerra mundial se han hecho tan distintos a los de la primera? ¿Por qué se retractan las historias de la primera guerra, mientras que las de la segunda no hacen más que crecer y embellecerse? ¿Es posible acaso que la historia de los seis millones de judíos tenga un propósito político y hasta que llegue a tratarse de una forma de chantaje político? En lo que concierne al pueblo judío, esta estafa le ha producido unos beneficios formidables. Todas las razas y todas las naciones tuvieron su parte de sufrimiento en la segunda guerra mundial, pero ninguna raza ni ninguna nación ha explotado su parte de sufrimiento en medida semejante a la de los judíos. La pretendida magnitud de la persecución de la cual fueron objeto los judíos, despertó rápidamente simpatías hacia la patria nacional judía por la que aquellos bregaban desde hacía tanto tiempo, el gobierno británico no hizo mucho, después de la guerra, para impedir la inmigración judía en Palestina no obstante haberla declarada ilegal, y no hubo que esperar mucho para que los sionistas le arrancaran Palestina con el propósito de crear allí su refugio contra las persecuciones: El Estado de Israel. Es verdaderamente asombroso constatar que el pueblo judío salió de la segunda guerra mundial ni más ni menos que en el carácter de minoría triunfante. El Dr. Max Nussbaum, ex gran rabino de la comunidad judía de Berlín, declaró el 11 de abril de 1953: “La posición que hoy ocupa en el mundo el pueblo judío es -a pesar de nuestras enormes pérdidas- diez veces más fuerte que hace veinte años”. Sí se quiere ser honesto, debe agregarse que la pretendida masacre de los seis millones -sin duda la más lucrativa alegación de atrocidad de todos los tiempos- contribuyó decididamente a fortalecer financieramente ese poder. El gobierno de Bonn ha desembolsado ya, a título de indemnización, la suma fabulosa de seis mil millones de libras esterlinas, tanto y principalmente a favor del Estado de Israel (¡ que ni siquiera existía durante la segunda guerra mundial!), como de peticionantes judíos individuales.

Acobardar al nacionalismo

En cuanto al chantaje político se refiere, la alegación de que murieron seis millones de judíos durante la segunda guerra mundial, tiene sin embargo para los ciudadanos británicos y para los de todas las naciones del mundo, implicaciones políticas de mucho mayor alcance que las ventajas que procuró a la nación judía.
Llegamos aquí a la esencia del problema: ¿cuál es el porqué de esta mentira gigantesca?. ¿cuál es su objetivo? En primer lugar, se la ha utilizado sin ningún escrúpulo para desalentar cualquier forma de nacionalismo. Cuando ciudadanos británicos, o de cualquier otro país, tratan de afirmar su patriotismo y de preservar su integridad nacional en esta época en que está amenazada la existencia misma de las naciones, son de inmediato marcados con el sello infamante de neonazis. Porque naturalmente, en el nacionalsocialismo hay nacionalismo, y todos sabemos lo que entonces sucedió: ¡se exterminó a seis millones de judíos!. Mientras este mito se mantenga, los pueblos de todos los países serán sus esclavos, la ONU les meterá en la cabeza la necesidad de la tolerancia y de la comprensión hasta que la nacionalidad misma -verdadera garantía de la libertad- sea suprimida. El libro de Manvell y Frankl, The incomparable crime (Londres 1967), que trata del genocidio en el siglo XX, constituye un ejemplo clásico del empleo de los seis millones como arma antinacional. Ningún inglés que tenga el orgullo de serlo dejará de sorprenderse un poco por el ataque maligno al Imperio Británico que entraña este libro. Los autores precisan muy netamente que “las razas blancas de Europa y de América se han acostumbrado durante siglos a considerarse un Herrenvolk. El siglo XX, el siglo de Auschwitz, ha hecho también realidad la primera etapa de la asociación multirracial” (ibid.,p.14).

El problema racial: tema tabú.

El objeto de esta diatriba, con su insidiosa insinuación sobre la asociación multirracial, no puede ser más clara de lo que es. La acusación de genocidio se emplea pues no sólo para socavar el principio de nacionalidad y el orgullo nacional, sino que amenaza también la supervivencia de le raza misma. Esta acusación es mantenida sobre nuestras cabezas un poco como la amenaza de la condenación eterna. Varios países anglosajones y particularmente la Gran Bretaña y los Estados Unidos, se ven hoy expuestos al peligro más grave de toda su historia, al peligro que representan las razas extranjeras que se encuentran en su seno. Si nada se hace en Gran Bretaña para detener la inmigración y asimilación de los asiáticos y africanos, habremos de sufrir -además de la efusión de sangre provocada por un conflicto racial- el cambio y la destrucción biológica del pueblo británico tal como existe en esta tierra desde la venida de los sajones. Corremos el riesgo, en una palabra, de perder nuestra cultura europea y nuestra herencia racial. ¿Pero qué es lo que sucede sí uno se anima a hablar del problema racial y de sus implicancias biológicas y políticas? Se te aplica la marca infamante de la más abominable de las criaturas: la de un racista. Y como cualquiera lo sabe, por supuesto, racista igual nazi. Por causa del racismo los nazis han asesinado (en todo caso, es lo que se cuenta) a seis millones de judíos, así pues, el racismo ha de ser una cosa muy mala realmente. Cuando Enoch Powell, en uno de sus primeros discursos, llamó la atención sobre el peligro que representa la inmigración de gente de color a Gran Bretaña, un eminente socialista evocó el espectro da Auschwitz y de Dachau para hacerlo callar. De esta manera se desalienta efectivamente toda discusión razonada sobre los problemas raciales y sobre los esfuerzos que deberían intentarse para conservar la integridad racial. Uno no puede dejar de admirar la manera con que los judíos han logrado conservar su raza durante tantos siglos, tal como lo continúan haciendo hoy en día. Los ha ayudado poderosamente para ello la historia de los seis millones, subrayando, casi como si fuera un mito religioso, la necesidad de una mayor solidaridad racial judía. Desgraciadamente ha tenido un efecto absolutamente contrario en cuanto a todos los otros pueblos se refiere, al contribuir a volverlos impotentes en la lucha por su conservación.
Las páginas que siguen no tienen otro objeto que expresar la verdad. El distinguido historiador norteamericano Harry Elmer Barnes escribió en una oportunidad “tratar de estudiar de manera competente, objetiva y verídica la cuestión del exterminio constituye hoy en día para un historiador o para un demógrafo, la más azarosa y arriesgada de las empresas”.
Al emprender esta peligrosa tarea, espero contribuir en cierta medida, no sólo a la verdad histórica, sino a que podamos liberarnos también de la carga de una mentira, a fin de estar en condiciones de afrontar sin complejos los peligros que nos amenazan a todos.

Richard E. Harwood

 

 

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