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Escuadrismo

De mi diario de la vigilia. 1919-1922

Roberto Farinacci

Escuadrismo - De mi diario de la vigilia. 1919-1922 - Roberto Farinacci

175 páginas
fotografías b/n
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2014
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 250 pesos
 Precio internacional: 18 euros

 

 

 

 

 

Roberto Farinacci, que alcanzó los laureles del Secretariado General del Partido Nacional Fascista, en 1925, fue uno de los artífices máximos y fundador, junto con Benito Mussolini, del Fascismo en Italia con un sentido innovador, social y revolucionario. Supo conjugar, como nadie, dos estilos de vida en apariencia intangenciales, pero absolutamente complementarios: La Justicia y la Milicia. Fue un destacado político que supo vestir con prestigio jurídico la toga y, simultáneamente, empuñar la daga con valentía, coherencia y honor.
Adusto en el pensamiento, generoso, de carácter áspero, con valor acreditado, dispuesto siempre al ataque, al enfrentamiento sin temor, en la reivindicación de causas justas, con ribetes de “agredir para vencer” a fin de alcanzar el éxito y tintes de maximalismo propios de la santa intransigencia, de fidelidad acrisolada a la Causa y al Duce, de lenguaje exaltado y ético, enemigo de la divagación y de la entelequia, practicante de la nobleza del guerrero, que buscaba afrontar el peligro como un hierofante del espíritu de la mística y de la revolución Fascista, buen conocedor de que “quien no se expone, no se impone”.
Farinacci no dudó en dar vida a la Europa de los camisas negras, de la acción directa, de la milicia y el escuadrismo, para rendir culto al héroe y desprecio a los medrosos y asustadizos. Estaban dispuestos a no retroceder, con la calavera como divisa de su indumentaria, desafiando a la muerte, si su sacrificio personal era la salvaguarda de la comunidad y sus inmemoriales valores colectivos y sociales.
Ya como alto dignatario del Fascismo tampoco dudó en combatir como Teniente en la Campaña de Etiopía, tanto como tomó el primer puesto en la defensa armada de la República Social Italiana, ya sobre el final de la guerra, dispuesto a seguir luchando hasta el último cartucho.
El libro “Escuadrismo” de Roberto Farinacci, que ahora ve la luz en su primera edición española, es un diario de la vigilia, de los años duros y difíciles, de la fragua y la forja del ideal Fascista, de las luchas incandescentes y titánicas a las que tuvieron que hacer frente un puñado de valientes contra un sistema perverso y establecido.

 

ÍNDICE

1919

En Milán para la fundación del Fascio - el Fascio de Cremona – El trabajo de organización en ciudad y provincia - La solidaridad de D´Annunzio -Incidentes y arrestos por Fiume.
En Florencia para el primer Congreso de los Fascios italianos de combate - Graves incidentes - Las elecciones generales de 1919 - Agitados actos electorales en Cremona, en Piadena y violencias rojas en Robecco y en Sesto - Lenguaje de los socialistas
Mussolini habla en Plaza Belgioioso - La ofensiva roja en Cremona - Aplastante victoria de los adversarios - El arresto de Mussolini en Milán - La historia de un cuchillo y de mi firmeza.

1920

De la huelga ferroviaria Bergonzoni a la huelga general: La intervención misteriosa de Peppino Garibaldi - La vileza de un prefecto - Clamoroso fracaso del sindicato rojo - Un tren hecho partir con… buenas maneras.
Agitación agraria en la Soresinese: Un patrimonio inmenso destruido – El secuestro de mujeres y niños - Ofensivas populares y contraofensivas fascistas -Miglioli agarrado por el cuello de la chaqueta - Graves incidentes, muertos, heridos, arrestados.
El Congreso de los Fascios de Lombardía con la intervención Mussolini - La burla de Rogoredo - Un disparo de saludo - La masacre de Plaza Roma - Mi arresto…

1921

El trabajo de penetración en provincia - Violencias rojas y expediciones punitivas – La emboscada de San Lorenzo Pocenardi – “Tiroteo” de una hora.
Las elecciones generales de 1921 y mi candidatura. - El afecto y la solidaridad de los… amigos del bloque - Conflictos sangrientos en Puerta Mosa y en Vía Paderna - Un disparo inteligente.
El conflicto económico entre agricultores y organizaciones blancas y la enérgica intervención fascista - La bárbara muerte de un fascista
La primera reunión en la Cámara – Misiano expulsado a puntapiés de la sala -Las declaraciones de los diputados antifascistas y nuestras firmes respuestas - Una chistosa declaración de Giolitti.
El pacto de pacificación y el fascismo cremonés - El Congreso de Bolonia y el triunfo de nuestras tesis – La emboscada de Pieve d’Olmi y la rendición incondicional de los adversarios.

1922

El pacto de acuerdo entre socialistas y populares - Los adversarios quieren celebrar el 1 de mayo a toda costa, pero el discurso a la masas lo realizo yo – La coalición social popular acaba en el ridículo - Gran aparato de fuerza para proteger a Garibotti y Miglioli – Conflictos y heridos.
Las singularidades del 41º consejero provincial – El honorable Cazzamali no es nombrado director del manicomio - El honorable Garibotti se sirve de la Guardia Real – El tragicómico fin de una sesión del consejo provincial.
Expulsado de la cámara por ser menor de edad - Encuentro más tiempo para intensificar la acción fascista en provincias - Manifiestos que no vamos a olvidar.
La ocupación del Ayuntamiento de Cremona - Me elijo alcalde durante seis horas para obligar al prefecto a nombrar un comisario prefectoral - La ciudad ocupada por los fascistas - El desafío del gobierno y nuestra respuesta: Destrucción de los círculos subversivos, de la Cámara del Trabajo y de la “Casa paterna” - Nuestra victoria y el mensaje de Mussolini.
Miglioli en Cremona y mi “ultimátum” para que abandone la ciudad en 48 horas - La Prefectura asediada - Miglioli huye en la noche, vestido de guardia real
Mussolini en Cremona lanza el grito “A Roma!” - La más grande congregación del Fascismo italiano.
Con los escuadristas cremonenses en la ocupación de Trento - Un tren bloqueado en Mantova – El fingido secuestro de Credaro - La acción de fuerza para inducir al gobernador a abandonar la ciudad – Estamos en la vigilia de grandes acontecimientos
El Fascismo cremonés en la Marcha sobre Roma – El Congreso de Nápoles - La ocupación de la Prefectura y de todos los edificios públicos de la ciudad - Lucha cruenta! 10 muertos y 40 heridos - Los poderes civiles y militares remitidos al Mando Militar Fascista - La deseada palabra del Duce

 

Índice de las ilustraciones

1. Roberto Farinacci en 1925
2. Los Mártires Cremonenses de la Revolución Fascista.
3. Milán – Plaza San Sepulcro.
4. La sala de la histórica reunión del 23 de marzo de 1919.
5. 1919 - Los primeros escuadristas cremonenses.
6. Marzo de 1920 - Los primeros mítines fascistas en provincia.
7. 1921 - Las escuadras de acción cremonenses alrededor de Roberto Farinacci.
8. Cremona 1922 - Mussolini pasa revista a las fuerzas fascistas cremonenses.
9. 24 de Septiembre de 1922 - El Duce habla a la multitud y lanza el grito de “A Roma!”.
10. La reunión del pueblo en Cremona en la vigilia de la Marcha sobre Roma.
11. 1922 - Incidente aéreo del cual Farinacci sale ileso.
12. Roberto Farinacci con Mussolini en el convenio agrario de Cremona
13. Escuadristas: Roma o muerte.

PRÓLOGO

Roberto Farinacci, que alcanzó los laureles del Secretariado General del Partido Nacional Fascista, en 1925, fue uno de los artífices máximos y fundador, junto con Benito Mussolini, del Fascismo en Italia con un sentido innovador, social y revolucionario. Supo conjugar, como nadie, dos estilos de vida en apariencia intangenciales, pero  absolutamente complementarios: La Justicia y la Milicia. Fue un destacado político que supo vestir con prestigio jurídico la toga y, simultáneamente, empuñar la daga con valentía, coherencia y honor.
                Si tuviésemos que hacer un perfil ajustado de Farinacci, podríamos apuntar algunos de sus rasgos más sobresalientes destacando que era adusto en el pensamiento, generoso, de carácter áspero, con valor acreditado, dispuesto siempre al ataque, al enfrentamiento sin temor, en la reivindicación de causas justas, con ribetes de “agredir para vencer” a fin de alcanzar el éxito y tintes de maximalismo propios de la santa intransigencia, de fidelidad acrisolada a la Causa y al Duce, de lenguaje exaltado y ético, enemigo de la divagación y de la entelequia, practicante de la nobleza del guerrero, que buscaba afrontar el peligro como un hierofante del espíritu de la mística y de la revolución Fascista, buen conocedor de que “quien no se expone, no se impone”.
                No concebía Roberto Farinacci el pensamiento como pura divagación intelectual, como verborrea de salón, como diálogo insustancial, sin llevarlo a la práctica, era sí, fidelísimo a la palabra dada, pero más estricto aún en su observancia y cumplimiento. Estaba persuadido que las palabras se las llevaba el viento, mientras que los actos permanecen vivos en la memoria, como expresaría acertadamente el poeta italiano Gabriel D’Anunzio en su célebre frase latina que acuñó para la posteridad, “memento audere Semper”, para enfatizar el recuerdo a los que se atreven.
                Con estos atributos personales no podía Farinacci  faltar a la cita en Milán, el día 23 de marzo de 1919, para participar, junto con Benito Mussolini, en la fundación de los Fascios de Combate, donde se estableció el “Programa de San Sepolcro”, que daba inicio al nacimiento de la Europa de los camisas negras, de la acción directa, de la milicia y el escuadrismo, para rendir culto al héroe y desprecio a los medrosos y asustadizos. Estaban dispuestos a no retroceder, con la calavera como divisa de su indumentaria, desafiando a la muerte, si su sacrificio personal era la salvaguarda de la comunidad y sus inmemoriales valores colectivos y sociales.
                El 11 de abril de ese mismo año fundaba los Fascios de Combate en Cremona, su feudo y espacio de actuación y lucha, distinguiéndose por su bravura y acometividad en las arriesgadas  misiones encomendadas.
                Sabían que los enemigos del Fascismo, de la “tercera posición”, eran fuertes y poderosos, por un lado se enfrentaban con la burguesía, cicatera y cobarde, a la que despreciaban y, por otra, a socialistas y marxistas, preñados de odio y de miseria moral, a quienes se oponían frontalmente y sin cortapisas. Si partían conscientes desde la inferioridad numérica y cuantitativa lo hacían con energía y decidida resolución porque estaban convencidos y dispuestos a transformar, con métodos revolucionarios,  la podrida y degenerada  vida política  italiana para dignificarla y alcanzar  en el campo del honor, la gloria, el triunfo, la victoria, obtenida en la defensa de algo impersonal, que es lo que les daba, de forma altruista, la fuerza y el ardor necesarios para lanzarse a la aventura regeneracionista. Farinacci sabía muy bien que el squadrismo no era otra cosa que el recto pensamiento llevado a la acción y que había que retornar a la vieja tradición heroica, la  del héroe civilizador, con esfuerzo, riesgo y sacrificio, si se aspiraba a culminar los objetivos del renacimiento nacional y social.
                Cuando los fascistas  se ponen en marcha, camino hacia Roma, en octubre de 1922, con Mussolini y Farinacci  al frente, la voluntad es ya irrefrenable. Les sobraban buenas razones y habían hecho gala del coraje necesario para acceder al inicio de una nueva Era política.
                Años más tarde, a pesar de haber sido nombrado en 1935 Ministro de Estado y miembro del Gran Consejo, acudió al año siguiente, el 7 de febrero de 1936, como voluntario a la campaña de Etiopía, formando parte, como teniente militar, de la escuadrilla  de bombardeo “La Disperata”, donde perdió una mano en el campo de batalla al estallarle una bomba, el día 4 de mayo, la víspera del armisticio. Como aviador fue condecorado con la Medalla de Plata al Valor Militar por haber participado en 32 misiones de guerra y tener acreditadas más de 112 horas de vuelo.
                No vaciló un solo instante, al final de la tormenta de acero que se abatía sobre Europa, para combatir,  en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial,  en la República Social Italiana, último bastión de los irreductibles.
                Su muerte, acaecida el 28 de abril de 1945, es un canto a la dignidad. El día 25 de abril de 1945, en la recta final de la guerra, seguía alentando en Cremona que “No estamos todavía en el final”. El día 27 fue detenido por una partida de malhechores y partisanos marxistas, cuando se dirigía, con un puñado de leales, para reunirse con otros camaradas de la República Social Italiana en Valtelllina a fin de  seguir combatiendo hasta el último cartucho en aquella traca final. La banda que le capturó le condujo a la localidad de Vimercate, donde los facinerosos decidieron asesinarle. Ante tan fatídica resolución se dirigió a sus verdugos  para decirles : “Llevadme a Cremona. Allí os dirán todo el bien que hice y me liberareis”. Algunos de los captores vacilaron por un instante en la conveniencia o no de su eliminación súbita, tal vez pensando en entregarle a las fuerzas aliadas, pero los recalcitrantes socialistas y comunistas de aquella guerrilla se decantaron por el crimen. Muy sereno, sin temor alguno, rehusó que le vendaran los ojos y le colocaran de espaldas al pelotón de ejecución. Quería morir como un guerrero. Se colocó  de frente, mirando a la boca de fuego de los fusiles que le apuntaban  que, para causarle pavor, hicieron una descarga al aire, a fin de que se convenciera que debía dejarse colocar la venda y girarse mirando hacia la tapia que servía de paredón. A pesar del primer simulacro intimidatorio insistió que daría cara a la muerte.  Ante la rotunda y tajante negativa, comenzaron los milicianos  a disparar a discreción contra su pecho una auténtica lluvia de balas. Antes de recibir los impactos, aún tuvo Roberto Farinacci tiempo de gritar, de forma estentórea, un potente “¡Viva Italia!” y saludar con el brazo al viento, a la usanza romana.
                El libro “Escuadrismo” de Roberto Farinacci, que ahora ve la luz en su primera edición española, es un diario de la vigilia, de los años duros y difíciles, de la fragua y la forja del ideal Fascista, de las luchas incandescentes y titánicas a las que tuvieron que hacer frente un puñado de valientes  contra un sistema perverso y establecido, anclado en postulados insolidarios de los mejor asentados y del odio atávico de los más rencorosos y miserables. Es un libro escrito a vuelapluma, en el fragor de la suelta de adrenalina, un recetario aleccionador para salir, en circunstancias similares, de una situación semejante de inmundicia política y podredumbre.        

JOSE LUIS JEREZ RIESCO