El último testigo
Guardaespaldas de Hitler (1940-1945)
Rochus Misch |
212 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2021, Argentina
tapa: blanda
Precio para Argentina: 850 pesos
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Rochus Misch es el último testigo. El último superviviente de la guardia más cercana a Adolf Hitler. El último soldado que abandonó el búnker del Führer el 2 de mayo de 1945, el día en que el Ejército Rojo tomó la capital del Tercer Reich en ruinas. Uno de los pocos testigos que vio los cuerpos inertes del dictador y su compañera, Eva Braun, encogidos en su féretro de hormigón y acero. El SS de veintisiete años con quien el ministro de Propaganda Joseph Goebbels habló pocos minutos antes de suicidarse.
Hoy Rochus Misch ha aceptado contar su vida, tomarse el tiempo de recordar su pasado, un pasado marcado por la tragedia alemana del siglo xx. Está dispuesto, está de acuerdo en repasar su vida y hacer públicos por primera vez y con todo detalle sus recuerdos en una obra que llevará su nombre. Este relato, esta historia tal y como él la asume, constituye el documento que el lector encontrará a continuación. Es el resultado de un trabajo de varios meses, de un ejercicio delicado hecho de rememoraciones.
El texto resultante no es tanto la historia íntima del dictador nazi cuanto la de un hombre, un individúo normal y corriente que se encontró al lado del peor jefe de Estado de los tiempos modernos. Rochus Misch no era un ideólogo, ni siquiera era miembro del partido nazi. Siguió al Führer, como tantos otros, y cumplió con lo que sentía era su deber.
El relato es una sucesión de pequeñas historias, fascinantes y repelentes, pero que son muy reveladoras de la Historia con mayúscula. Ninguna de sus «anécdotas» se impone, pero todas ofrecen elementos irreemplazables para comprender los razonamientos que alimentaron y animaron aquel Estado totalitario. Misch se encontró en el meollo del poder sin formar parte de él. Siempre de pie, con las manos en la espada, se hallaba en el ángulo muerto del sistema. Ni demasiado cerca ni demasiado lejos, el joven SS era mantenido a distancia, pero estaba siempre disponible al más mínimo chasqueo de dedos.
Hizo todo lo posible, como tantos otros, por atenerse a las normas de su comunidad más inmediata.
Pero no vio nada raro o no quiso ver nada.
Su palabra es fría, sin emoción, casi plana. Es la palabra de un testigo ocular, pero sin profundidad de campo.
"Hoy quiero dar testimonio, contar mi vida, relatar con detalle y hasta donde me lo permita la memoria cómo un joven de veintitrés años como yo se encontró pasando cinco años al lado de Hitler, desde mayo de 1940 hasta su suicidio, el 30 de abril de 1945. Día y noche formé parte, durante todos esos años, de la guardia más próxima del Führer, un pequeño grupo de guardaespaldas compuesto por unos veinte hombres y llamado Begleitkommando Adolf Hitler. Cinco años de guerra durante los cuales velé por su seguridad, transmití los despachos, las cartas y los periódicos, trabajé también como telefonista en la cancillería y durante las últimas semanas en el búnker personal de aquel a quien los más antiguos de entre nosotros llamaban el «jefe».
"Soy el único superviviente de aquel pequeño círculo que rodeaba al Führer cotidianamente. No me enorgullezco de ello. Pienso que hice mi trabajo de soldado correctamente, ni más ni menos.
No fui miembro del NSDAP, el Partido Nacionalsocialista Alemán. No formé parte de las juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend). Tampoco tenía el libro Mein Kampf en casa, y por cierto nunca lo he leído".
«Hice mi trabajo correctamente, eso es todo».
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