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Guerra submarina

El Invisible Poder de una Idea. Dos Ideas Opuestas Lucharon en el Mismo Bando

Salvador Borrego E.

Guerra submarina - El Invisible Poder de una Idea. Dos Ideas Opuestas Lucharon en el Mismo Bando - Salvador Borrego E.


156 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2021
, Argentina
tapa: blanda
 Precio para Argentina: 1420 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

La Segunda Guerra Mundial ha sido la más grande y la de mayores consecuencias en la historia de la humanidad. Dentro de la enorme cantidad de fuerzas desplegadas, hubo muchos hechos específicos que podrían haber cambiado el resultado de la contienda. Y dentro de ellos, Salvador Borrego cree que la guerra submarina podría haber sido uno de los más importantes.
En esta sintética pero profunda obra desarrolla particularmente la historia de la Batalla del Atlántico y de los vaivenes del arma submarina durante todo el conflicto, e incluso antes, teniendo siempre como referencia la importancia que puede tener una idea y la lucha de dos visiones opuestas como las representadas por los Almirantes Erich Raeder y Karl Dönitz.
Salvador Borrego entiende que la decisión de centrar la guerra en el mar en los grandes acorazados, llevada adelante por Raeder, en lugar de dar preeminencia a los submarinos, como quería Dönitz, tuvo un resultado fatal, la pérdida de la guerra por Alemania. La derrota de 1945 se inicia cuando Hitler ratifica en su cargo al Almirante y delega en él todo lo referente a la Armada. Cuando Hitler volvió los ojos al mar, en enero de 1943, y vio que el convoy aliado con armas llegaba ileso al puerto soviético de Murmansk, percibió abruptamente que se había seguido el camino equivocado de los barcos de superficie, en vez de los submarinos; vio también -y así lo dijo- que ya había pasado la época de los grandes navíos. Puede decirse que vio hasta 12 años después de su muerte, cuando en 1957 Inglaterra y Estados Unidos (luego secundados por Moscú) pusieron fuera de servicio a sus grandes acorazados. Así pues, la Batalla del Atlántico empezó a perderse 11 años antes de que empezara. Empezó a perderse en el mundo intangible y sutil del pensamiento, donde nacen y se desarrollan las ideas que repercuten en los confines del futuro.
Basado en esta percepción, hace aun un espléndido recorrido de todos los hechos más importantes de la guerra en el mar, de los grandes comandantes de U-boots y de los submarinos más famosos y sus hazañas, brindando una visión general de la guerra en el mar y sus consecuencias.

 

ÍNDICE

Introducción9
El submarino va a la guerra11
I.- El portentoso poder de una idea. 1928 - 193915
“Ha construido y destruido naciones” 15
1935, Pacto amistoso con la Gran Bretaña19
Dos ideas opuestas; una con mas autoridad20
Churchill artilla a los mercantes 28
La capacidad militar no es suficiente35
En cuatro meses, 215 barcos hundidos40
II.- ¿Un simple error o algo mas? 194041
Serie de fallas en los torpedos 41
Investigaciones de tipo científico45
Desde tierra les llega inesperada victoria 48
27 submarinos mas para Dönitz, pero... 55
III.- Raeder lanza su ofensiva. 194157
Grandes navíos van al combate 57
Incertidumbre y un raro experimento 60
En una semana se perdieron tres “Ases” 62
El U-556 como pequeño padrino del “bismarck” 66
Una semana de grandes sucesos 68
De hecho termino la lucha de superficie76
Roosevelt acude al rescate de Stalin78
La agobiante lucha de los criptoanalistas 80
Submarinos para otros dos frentes 82
La gran maniobra de Pearl Harbor 84
IV.- Ee. uu. en su segundo mes de guerra. 194287
Los “U-boot” pasaron de la defensa al ataque 87
Tregua de dos meses a la flota americana 88
Vidas no vividas 94
Algo nuevo ocurría ; ¿un rayo invisible? 97
Obstáculos ante el submarino xxi100
Mas submarinos son dotados del “Metox” 102
¿Cuánto valen los náufragos para W.C.? 103
“El golpe viene aquí”, pero fue por allá... 106
V.- Casi la victoria, y luego un vuelco. 1943111
Hitler vuelve los ojos a la marina 111
La derrota en la cara de Churchill113
Dramático vuelco a partir de abril116
En Italia surgía un grave problema118
Científicos de ambos bandos, en competencia118
Permisos que ya implican dramas122
Más submarinos, pero más bajas125
Segunda oportunidad a barcos de superficie126
VI.- Esperanza: el maravilloso tipo xxi. 1944129
Quinta generación de submarinistas129
Antes del desembarco lucharon dos ideas131
Cien ejecuciones y Canaris al último134
Esperanzas en el submarino tipo xxi135
Mientras, se lucha con lo que hay137
Triste bitácora del gran acorazado “Tirpitz” 138
VII.- Final con ímpetus del principio. 1945141
Las perdidas deben ser pasadas por alto141
Todos, todos son criminales de guerra144
En sumersión durante 66 días 146
La derrota de 1945 se inicio 17 años antes 149
¿Hay una lucha final mas allá de lo visible? 152



INTRODUCCIÓN

 

Desde siempre la guerra ha acompañado al hombre en cada paso de la historia. Cientos de millones de vidas se han extinguido en medio de inmensos torbellinos de dolor.
La humanidad ha logrado extraordinarios avances científicos, pero no ha progresado ni una micra en el anhelo de consolidar la paz. ¿Podrá ser que la guerra escape totalmente al dominio del intelecto y se origine en inaccesibles regiones metafísicas?
Por otra parte, la crueldad de la guerra no ha variado. Las contiendas que se libraban con lanzas y flechas eran tan crueles como las que utilizan cañones, ametralladoras, tanques, aviones y submarinos.
Si fuera posible medirla, se vería que la agonía de un soldado con los pulmones atravesados por una lanza, hace 700 años, era tan dolorosa como la de otro que siglos después agonizaba con balas en los intestinos. La de un piloto, que herido se precipita con su avión ardiendo, no es menos angustiosa que la de marinos aplastados en un sumergible.
En cualquier Arma, desde el submarino hasta el avión, los riesgos y las ventajas son más o menos equivalentes. Sólo van oscilando según el desarrollo de los diferentes medios defensivos.
Según la historia narrada por Wolfang Frank, el proyecto de un submarino fue obra de James Fulton, inventor del buque de vapor. El primer submarino, llamado “Nautilus”, fue movido por una hélice operada a mano. Su tripulación la formaban cuatro hombres.
Sesenta años después, durante la guerra de secesión de Estados Unidos, los sureños usaron una réplica del “Nautilus”, llamada “Hundley”, que atacó a una corbeta, pero el remolino provocado por el hundimiento de la corbeta hundió también al submarino. ¡Incosteable empate!
Otro inventor, Jhon P. Holland, botó en 1898 el “Holland 9”, que luego fue adoptado por la Marina de Estados Unidos. Esta nave podía sumergirse, emerger y navegar bajo la superficie, aunque lentamente. Era su mayor debilidad.
En 1904 Von Tirpitz, Ministro de la Marina Alemana, encargó la construcción del U-1, de 237 toneladas de desplazamiento y 42 metros de longitud. Su velocidad en superficie era de 20 kilómetros por hora y de 16 en sumersión. Su recorrido máximo, 2.500 kilómetros.
En 1912 se dotó al U-1 de dos motores diesel, que sólo trabajaban en superficie para recargar las pilas del motor eléctrico, el cual operaba en sumersión.

El submarino va a la guerra
En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Alemania tenía 42 submarinos. Descontando los que se hallaban en su base reabasteciéndose y los que salían o regresaban del frente, sólo 16 se hallaban en la zona de combate.
El Derecho Internacional establecía que la Armada de un país en guerra sólo podía hundir lícitamente a un mercante adversario después de darle aviso y de poner a salvo a sus tripulantes. Aunque los expertos decían que tal cosa no podía regir para los submarinos, pues dada su fragilidad era casi suicida el “previo aviso”. Alemania se sujetó a esta práctica los dos primeros años de guerra.
Lo hizo así en atención a la masiva propaganda aliada que presentaba el submarino como una arma de villanos, piratas y cobardes; como un arma que sólo tenía ventajas y no desventajas. Puede decirse que esa eficaz propaganda mantuvo durante dos años frenadas las capacidades bélicas de los submarinos alemanes.
En 1917 -coincidiendo con la entrada de Estados Unidos a la guerra- el Alto Mando alemán prescindió del “previo aviso” y dejó a sus submarinos a la “caza libre”, sobre todo después que el Almirantazgo británico, encabezado por Winston Churchill, echó por la borda las “normas del crucero” -que regulaban la trayectoria marítima y hacían humanitaria la contienda en el mar- y ordenó a sus buques matar a tripulaciones de submarino rendidas. Por lo demás, desde el inicio de la lucha Churchill dispuso el artillamiento de buques de pasajeros para convertirlos en cruceros auxiliares de la Armada Real. Tal fue el caso del “Lusitania”.
El almirante Sims, jefe de las fuerzas navales norteamericanas, declaró en 1923: “Si los alemanes hubieran empezado los hundimientos sin previo aviso en 1915, en vez de 1917, habrían ganado la guerra.” Por su parte, Von Tirpitz, jefe de la Marina alemana, comentó: “Habrá que darles la razón a los ingleses cuando dicen que habrían perdido la guerra en 1916 si nosotros hubiéramos tenido el valor para ganarla eliminando el “previo aviso”.
El general Ludendorff, jefe del Estado Mayor alemán, hizo un estudio sobre el particular, después de la guerra, y llegó a la misma conclusión de los almirantes Sims y Von Tirpitz.
¿Era, realmente, el submarino una arma de villanos que llevaban todas la ventajas sobre sus contrincantes? ¿La propaganda británica tenía la razón?
Vistas las cosas fríamente, el submarino era una nueva arma que requería tanto valor como el de los tripulantes de barcos de superficie. Al nivel del mar eran tan vulnerables como una piragua. En sumersión era tan lento -16 kilómetros por hora- que cualquier Destructor (con 30 kilómetros por hora) podía darle alcance y lanzarle cargas explosivas de profundidad.
Abrirle un boquete era mortal, pues la presión del agua se precipitaba al interior de la nave en forma incontenible. En superficie, el Destructor tenía otro recurso: embestir y partir con su quilla al sumergible, sin correr peligro.
Lo que la tripulación de un submarino sumergido padecía al escuchar el estallido de las cargas de profundidad, no era menor que la incertidumbre de los tripulantes de un barco enemigo cuando avistaba la estela de un periscopio. Y cuando el submarino averiado no podía emerger, y su tripulación luchaba inútilmente por reparar el daño, su lenta agonía era una tragedia inenarrable. A veces acudía otro submarino a tratar de auxiliarlo, pero a 80 metros bajo la superficie, casi no había nada que hacer. Sus compañeros, arriba, esperaban horas escuchando ruidos de la nave accidentada, con la esperanza de ver flotar tripulantes, pero no aparecía nada, ni una burbuja, ni un signo de vida. “Es la impiedad de la guerra”, decían, y continuaban adelante.
En travesía, los apeñuscados 48 tripulantes de un sumergible, durante dos meses, tenían muchas más penalidades que las padecidas por los marinos de la superficie.
Sin embargo, la propaganda durante la Primera Guerra Mundial satanizó particularmente a los submarinos como piratas villanos que combatían con todas las ventajas a su favor. Nada parecido aconteció respecto a la nueva arma aérea que también hizo su aparición en 1914, pese a que también gozaba de ciertas ventajas respecto a las tropas de tierra.
Inglaterra condenaba particularmente al submarino porque era el Arma con la que se le contestaba el bloqueo que ella le había impuesto a Alemania para vencerla por hambre. El avión, en cambio, aún no se desarrollaba lo suficiente para participar en ese mutuo duelo.
Los submarinos llegaron a poner a Inglaterra al borde de la derrota. Le hundieron barcos con desplazamiento total de 12 millones 850.000 toneladas. El comandante Lothar Von Amauld de la Periere (con el U-35 y el U-139) hundió casi 100 barcos, con un total de 454.000 toneladas. Otros “ases” fueron:
Walther Fortsmann .....................380.000 toneladas
Max Valentiner ............................300.000 toneladas
Otto Steinbrinck ..........................290.000 toneladas
Hans Rose......................................214.000 toneladas

A finales de la Guerra la Marina británica empezó a desarrollar muy efectivos recursos defensivos. Al terminar el conflicto, sus expertos consideraron que el arma submarina ya había quedado superada. (1918)