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El Orden Económico Natural

por Libremoneda y Libretierra
Un plan para asegurar un intercambio ininterrumpido de productos de trabajo, libre de injerencia burocrática, usura y explotación.
El dinero tal cual es

Silvio Gesell

 

El Orden Económico Natural - por Libremoneda y Libretierra. El dinero tal cual es - Silvio Gesell (2 tomos)
El Orden Económico Natural - por Libremoneda y Libretierra. El dinero tal cual es - Silvio Gesell (2 tomos)

592 páginas(Tomo I: 328 pp.+Tomo II: 264 pp.)
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 1380 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay quien asegura que después del invento de la rueda (base de toda nuestra civilización técnica) sólo se hizo un invento de consecuencias igualmente revolucionarias para la vida humana: la libre-moneda. Sólo pensar que con ella se podría crear el bienestar económico general, dimensiona su importancia. Realmente ¿para qué nos sirven todos los adelantos técnicos, si el desorden económico impide su aplicación?
Para quienes nunca oyeron nada de libre-moneda o libre-economía la afirmación parecerá extraña; la considerarán una audacia o una exageración. Si no existiera este libro, fácil sería encogerse de hombros y pasar por alto las “ocurrencias” de la libre-moneda. Mas el libro está. Es imposible ya ignorarlo.
La libre-economía a base de libre-moneda y libre-tierra pretende solucionar el titulado problema social. Ni más ni menos. Y lo interesante es que trata de conseguir su fin sin exigir al hombre que se convierta antes en altruista o en esclavo de sistemas burocráticos de tinte comunista o imperialista. De la misma explicación sencilla y lógica de los fenómenos económicos deduce Silvio Gesell con toda naturalidad los medios de curación. Conocer sus ideas es ver el mundo con un nuevo horizonte, es sorprenderse de actividades que hoy se toman en serio.
¿Para qué se amontonan en las bibliotecas las obras de crítica del capitalismo si sus autores son incapaces de proponer algo mejor? ¿Para qué discuten los parlamentarios sobre la lucha contra la desocupación, contra la crisis, contra las murallas aduaneras, contra las guerras de conquista, si ignoran en absoluto las leyes que rigen la vida económica moderna? ¿Para qué se cambian los gobiernos, se organizan las revoluciones, se implantan dictaduras, aprovechando hábilmente el descontento general, si todos estos cambios, organizaciones e implantaciones forzosamente han de quedar estériles por falta de un programa económico, irrefutable tanto moral como teóricamente?
Todos los que están dispuestos sinceramente a ponerle un punto final a la danza loca de la economía internacional; todos los que están hartos de la inseguridad y de la injusticia; todos los que confían en sus propias fuerzas; todos los que quieren luchar por la paz y por una cultura superior; todos los patriotas de verdad y los que anhelan que se inicie por fin una nueva época ascendente en la historia humana, todos ellos deben conocer esta obra de Silvio Gesell. Les servirá de guía y les asegurará el triunfo de sus ideales.
Las ideas de esta, su obra maestra, se concibieron en Argentina a principios del siglo pasado y desde entonces no han dejado de verterse en diversos idiomas a lo largo de todo el mundo. Economistas de renombre universal y del clero han sido conquistados y siembran por el mundo la simiente de la sana doctrina económica, la que, por otra parte, ha demostrado admirablemente su practicabilidad en los experimentos ya famosos de Woergl (Austria) y Schwanenkirchen (Alemania).
Esta edición de “El Orden Económico Natural” incluye sus tres tomos, a saber: 1º. El dinero tal cual es; 2º. El dinero como puede y debe ser; 3º. Libre Tierra.
Este no es ningún orden nuevo, combinado artificialmente. El desarrollo de este sistema no es otra cosa que librar de sus fallas orgánicas a nuestro sistema monetario y territorial. No tiene nada de común con utopías, con fantasías irrealizables. El Orden Económico Natural que surge por sí mismo, sin necesidad de medidas legales, que no necesita del Estado, de las autoridades, ni de tutela alguna, y que respeta las leyes de la selección natural, proporciona a todo hombre progresista la posibilidad de desarrollar plenamente su “yo”. Su ideal es librar al hombre de toda dominación ajena y formar la personalidad responsable ante sí mismo.

***

La comprobación de una de las virtudes del sistema monetario de Silvio Gesell se acreditó en Argentina luego de la crisis del 2001, cuando el país sufría una gran escasez de circulante en pesos. Para que no se produjese un caos por la recesión que sobrevino, dieciséis gobiernos provinciales emitieron bonos de cancelación con los que se pagaron los sueldos y jubilaciones. Fueron tales los patacones de la provincia de Buenos Aires y otras cuasi monedas de cambio que instrumentaron como circulante otras provincias.
¿Qué ocurrió entonces?
Sencillamente que esos bonos llamados “patacones” en la provincia de Buenos Aires y otros similares en las demás provincias al tener fecha de vencimiento no podían darse en préstamo a interés ni depositarse como ahorros. Había que gastarlos para comprar cosas (bienes y servicios) con toda premura. Entonces la velocidad de circulación aumentó las transacciones y la economía física tuvo un auge productivo poniendo fin a la recesión.
De esta manera la teoría de Gesell sobre los efectos multiplicadores de la economía física (cosas) por tener fecha de vencimiento los billetes circulantes, se demostró en Argentina con toda exactitud: más transacciones motivaron mayor reactivación de todo el aparato productivo. Se detuvo la especulación con el dinero.
Otro caso análogo se había dado entre 1932 y 1933 en la ciudad austríaca de Wörgl. Allí se dispuso aplicar la moneda concebida por Gesell que estaba gravada con una tasa de utilización del 1% mensual (12% anual).
¿Y qué ocurrió?
Que los 32.000 chelines libres que se emitieron con fecha de vencimiento y con gravamen del 1% mensual por su no uso, circularon en un año 463 veces creando bienes y servicios físicos por valor de 14.816.000 chelines. En cambio, el chelín común circuló tan sólo 21 veces. La existencia de un dinero, de simple intermediación en los cambios sin inflación ni tasa de interés posible es por consiguiente la moneda no especulativa usuraria que posibilitará otra humanidad para el siglo XXI y el tercer milenio de la historia. Todo es cuestión de comenzar y convencer. Es lo que estamos haciendo con este estudio.
Keynes, uno de los más influyentes economistas del siglo XX, cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías y políticas económicas, califica al pensamiento de Gesell como “el establecimiento de un socialismo antimarxista, una reacción contra el laissez faire”; “Creo que el porvenir aprenderá más de Gesell que de Marx.” (“Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero”; pág. 314)

 

ÍNDICE

 

Prologo del editor9
Prólogo a la cuarta edición alemana13
Prologo a la quinta edición alemana15
Prólogo a la séptima edición alemana17
Primera parte: El dinero tal cual es
Introducción21
I.- De cómo se nos revela la existencia del dinero25
II.- La necesidad imprescindible del dinero y la indiferencia del público frente a la materia del mismo31
III.- El supuesto “Valor”36
IV.- ¿Por qué puede hacerse dinero de papel?44
a) El hecho.44
b) La explicación del hecho.48
V.- La seguridad y el respaldo del papel-moneda67
VI.- ¿Qué precio ha de alcanzar el dinero?80
VII.- La determinación exacta del precio del dinero83
VIII.- ¿Cómo se obtiene el precio del papel moneda?94
IX.- Influencias que actúan sobre la oferta y la demanda100
X.- La oferta de dinero109
XI.- Las leyes que rigen la circulación monetaria actual117
XII.- Las crisis económicas y la manera de evitarlas137
XIII.- La reforma de la emisión fiduciaria139
XIV.- ¿Intercambio sin dinero efectivo?152
XV.- La medida para la bondad del dinero156
XVI.- ¿Por qué falla frente al dinero la llamada Teoría Cuantitativa Primitiva? 161
XVII.- ¿Oro y Paz?164
XIX.- ¿Es el oro compatible con la Paz Social e Internacional?167
XIX.- ¡Grandes esperanzas dan gran tranquilidad! 196
Segunda parte: El dinero como puede y debe ser
Introducción213
I.- Libremoneda214
Explicación de la libremoneda:220
Efectos de la libremoneda:223
II.- Cómo el Estado pone la libremoneda en circulación225
III.- Como se administra la libremoneda228
IV.- Los fundamentos estadísticos del sistema monetario absoluto 230
V.- Las leyes que rigen la circulación de la libremoneda235
VI.- Conclusiones241
VII.- Cómo es juzgada la libremoneda245
VIII.- La Unión Universal de Cambio324
La Libre Moneda328
Tercera parte: La teoría libremonetaria del interés
I.- Robinsonada 330
II.- El interés básico (puro)337
III.- La aplicación del interés básico a las mercancías355
IV.- La aplicación del interés básico al llamado capital real (bienes materiales)357
IV.- Complemento de la teoría libremonetaria del interés362
VI.- Cómo se intentó hasta el presente explicar el interés390
VII.- Los componentes del interés bruto (Interés básico, prima por el riesgo y prima al alza)401
VII.- El interés puro (básico) del capital, una magnitud constante407
Apéndice413
Cuarta parte: La distribución de los bienes
Introducción418
I.- Finalidad y medios427
II.- ¿Qué es el rendimiento íntegro del trabajo?429
III.- Descuento que sufre el rendimiento del trabajo por la renta territorial434
IV.- Dependencia de los salarios y de la renta territorial de los fletes440
V.- Influencia de las condiciones de vida sobre el salario y la renta446
VI.- Definición más precisa del concepto “libre tierra”450
VII.- El concepto de libre tierra de tercer grado453
VIII.- Influencia de la libre tierra de tercer grado sobre la renta territorial y el salario456
IX.- Influencia de las mejoras técnicas sobre renta y salario461
X.- Influencia de descubrimientos científicos sobre renta y salario466
XI.- Las ingerencias legislativas en salario y renta468
XII.- Derechos de aduana, salario y renta475
XIII.- El punto de partida para toda la escala de salarios, hasta los sueldos más elevados, es el rendimiento de trabajo de los labradores de libre tierra483
XIV.- Influencia del interés sobre salario y renta487
XV.- Resumen de las conclusiones obtenidas hasta ahora por la presente investigación491
XVI.- La renta de las materias primas y de los terrenos para edificar y su relación con la ley general del salario493
XVII.- Primera estructuración general de la ley del salario500
Quinta parte: Libretierra
Libre tierra – la condición básica para la paz504
I.- El concepto de la palabra “libre tierra”529
II.- Las finanzas de libre tierra531
III.- Libre tierra en la vida real537
IV.- Efectos de la nacionalización del suelo555
V.- ¿Cómo puede fundarse la exigencia de la nacionalización del suelo?565
VI.- Lo que no puede la libre tierra582

Prologo del editor castellano

 

 
Cuando nacieron las teorías económicas de Silvio Gesell, hace nueve lustros atrás, tanto se habían adelantado a su tiempo que el interés por ellas prácticamente era nulo. Entre tanto, el mundo pasó por la escuela amarga de una guerra mundial, con sus terremotos económicos como consecuencia inevitable. ¿Quién no buscaría su salvavidas al hundirse? Por todos los lados se probaron recetas antiguas y modernas para dominar el caos económico. Pero en el mejor de los casos sólo surtieron efecto aparente. No es de extrañar, pues, que unos descontentos, con el afán de encontrar el remedio eficaz contra la agonía económica, tropezaran con las teorías de Silvio Gesell. Y se realizó el milagro. Las mismas teorías, antes despreciadas, cobraron de repente un valor inestimable.
Hay quien asegura que después del invento de la rueda (base de la máquina a vapor, del motor de explosión, de la dínamo, en fin de toda nuestra civilización técnica) sólo se hizo un invento de consecuencias igualmente revolucionarias para la vida humana: la libre-moneda. Si gracias a la rueda el hombre llegó a dominar técnicamente a la naturaleza, la libre-moneda le permitirá coronar esta obra con la creación del bienestar económico general. Realmente ¿para qué nos sirven todos los adelantos técnicos, si el desorden económico impide su aplicación, excepto los casos donde se trata de destruir? Los inventos no escasean, por cierto, pero hace falta romper las cadenas económicas atadas a los pies del gigante inventor, que ya se halla a dos pasos del tiempo de oro, hoy soñado apenas por los poetas. Los inventos están aguardando el soplo de vida. Necesitan la lluvia benéfica de la libre-economía de Silvio Gesell para retoñar y empalidecer con su realidad hasta la fantasía de un Julio Verne.
Para quienes nunca oyeron nada de libre-moneda o libre-economía la afirmación parecerá extraña; la considerarán una audacia o una exageración. Si no existiera este libro, fácil sería encogerse de hombros y pasar por alto las “ocurrencias” de la libre-moneda. Mas el libro está. Es imposible ya ignorarlo. Centenares de miles de hombres lo conocen. Su contenido se ha vertido, parcial o totalmente, a los idiomas más difundidos. Está por convertirse en una especie de piedra de toque para medir la comprensión económica y la conciencia social. Hay que refutarlo o reconocerlo. ¡Cuidado con no caer bajo su aplastante argumentación!
La libre-economía a base de libre-moneda y libre-tierra pretende solucionar el titulado problema social. Ni más ni menos. Y lo interesante es que trata de conseguir su fin sin exigir al hombre que se convierta antes en altruista o en esclavo de sistemas burocráticos de tinte comunista o imperialista. De la misma explicación sencilla y lógica de los fenómenos económicos deduce Silvio Gesell con toda naturalidad los medios de curación. Conocer sus ideas es ver el mundo con un nuevo horizonte, es sorprenderse de actividades que hoy se toman en serio.
¿Para qué se amontonan en las bibliotecas las obras de crítica del capitalismo si sus autores son incapaces de proponer algo mejor? (¿Acaso el haber descubierto las fallas no implica el haber encontrado el remedio?). ¿Para qué discuten los parlamentarios sobre la lucha contra la desocupación, contra la crisis, contra las murallas aduaneras, contra las guerras de conquista, si ignoran en absoluto las leyes que rigen la vida económica moderna? ¿Acaso la opinión pública no se ríe de los parlamentos, de su charlatanería, de su ineficacia proverbial?
¿Para qué se cambian los gobiernos, se organizan las revoluciones, se implantan dictaduras, aprovechando hábilmente el descontento general, si todos estos cambios, organizaciones e implantaciones forzosamente han de quedar estériles por falta de un programa económico, irrefutable tanto moral como teóricamente?
Todos los que están dispuestos sinceramente a ponerle un punto final a la danza loca de la economía internacional; todos los que están hartos de la inseguridad y de la injusticia; todos los que confían en sus propias fuerzas; todos los que quieren luchar por la paz y por una cultura superior; todos los patriotas de verdad y los que anhelan que se inicie por fin una nueva época ascendente en la historia humana, todos ellos deben conocer esta obra de Silvio Gesell. Les servirá de guía y les asegurará el triunfo de sus ideales.
A los amigos de lo ajeno, a los defensores del parasitismo, les aconsejamos no abrir el presente libro, pues sólo se enojarían. Tendrían que recurrir a la desfiguración y a la blasfemia para tranquilizar su conciencia y para salvar su pellejo.
A los demás recomendamos la lectura sin reserva alguna. No hace falta empezar por las primeras páginas. La lectura puede iniciarse por el capítulo que por su título despierte más el interés. Este capítulo servirá de puente para interesarse por el contenido de los demás. Rápidamente el lector se dará cuenta de que Silvio Gesell evita toda maraña en el lenguaje. Ojalá se nos pueda testimoniar que en esta versión castellana de la 7ª. edición alemana supimos conservar algo del estilo admirable y de la claridad de expresión, tan típicos en los escritos de Silvio Gesell. En caso de que hayamos incurrido en errores, por supuesto involuntarios, desde ya agradecemos toda colaboración espontánea y prometemos tenerla en cuenta al publicar otra edición.
Es lástima que Silvio Gesell no haya tenido en vida la satisfacción de ver la edición en castellano de su obra maestra, ante todo, porque fue en Buenos Aires donde concibió sus ideas básicas. Desde su fallecimiento en 1930, estas ideas se han abierto un amplio camino en el mundo civilizado. Economistas de renombre universal y del clero han sido conquistados y siembran por el mundo la simiente de la sana doctrina económica, la que, por otra parte, ha demostrado admirablemente su practicabilidad en los experimentos ya famosos de Woergl (Austria) y Schwanenkirchen (Alemania).
La edición castellana de “El Orden Económico Natural” se compone de tres tomos, a saber: 1º. El dinero tal cual es; 2º. El dinero como puede y debe ser; 3º. Libre Tierra. Quiere decir, que se ha invertido el orden de colocación del original alemán, por haber estimado que la materia monetaria es de primordial importancia para el futuro y, además, porque la libre tierra ya es propagada por los georgistas.
Antes de terminar, queremos agradecer sinceramente a cuantos prestaron su desinteresada colaboración para que esta obra viera la luz pública.
Y ahora basta de prólogo. ¡Que hable el autor!

ERNESTO F. GESELL.
Buenos Aires, Noviembre 1935.

Prólogo a la cuarta edición alemana

 

A la propaganda activa de los ya numerosos amigos del orden económico natural se debe que a la tercera gran edición de esta obra tenga ya que seguir la cuarta.
En cuanto a su contenido he de manifestar que la guerra no me reveló ninguna novedad como para modificar un solo punto de él; que los hechos acaecidos entonces y durante la revolución han confirmado completamente cuanto había yo escrito antes de la guerra. Esto no sólo se refiere al contenido teórico, sino también a las conclusiones políticas de estas teorías. La guerra dió mucho que pensar a los capitalistas, comunistas y marxistas. Muchos han llegado a dudar de su programa y están desconcertados. La gran mayoría no sabe ya a qué partido afiliarse. Todo esto viene a confirmar la exactitud de las tesis sobre las que se asienta el orden económico natural.
Los partidos políticos, todos sin excepción, carecen de programa económico; se mantienen sólo a fuerza de frases. Que el capitalismo debe modificarse, lo reconocen ya los mismos capitalistas. El bolcheviquismo o comunismo es posible tal vez en un ambiente cultural embrionario, como el que predomina en gran parte de Rusia; pero para una economía bien desarrollada, cimentada en la division del trabajo, tales fórmulas prehistóricas son inaplicables. El europeo, en su desarrollo, escapa ya a la tutela inseparable del comunismo; quiere verse libre, no sólo de la explotación capitalista, sino también de la ingerencia oficial, que es inevitable en la convivencia basada en el comunismo. Por la misma razón, experimentaremos únicamente grandes fracasos con la nacionalización de las industrias que ya se está ensayando.
Si el comunista al defender la comunidad de bienes se ubica en la extrema derecha, en el punto de partida del desenvolvimiento social, significando así su programa el último paso reaccionario, entonces deberá ocupar el Orden Económico Natural, como programa de la acción y del progreso, la extrema izquierda. Todo lo que está en el medio no son sino distintas etapas del desarrollo.
La transformación de la grey humana del hombre de rebaño en hombre completo e independiente, en individuo, es decir, en persona que rechaza todo yugo por parte de sus semejantes, se inicia con los primeros ensayos de la división del trabajo. Esta evolución se habría cumplido hace tiempo si no hubiese tropezado con las fallas retardatarias de nuestro régimen territorial y de nuestro sistema monetario, fallas que dieron origen al capitalismo y que, a su vez, para defensa propia, creó el Estado tal cual es hoy, vale decir, un engendro híbrido de comunismo y libre-economía. No podemos quedar estancados en esta etapa evolutiva; las contradicciones que crearon este estado de cosas nos conducirán también a nosotros a la ruina, tal como les ocurrió a los pueblos de la antigüedad. “Avanzar o sucumbir”, tal la divisa del momento. Nada de estancarse, de retroceder; abrámonos camino a través del capitalismo, en el cual estamos sumidos, hacia la libertad.
El Orden Económico Natural no es ningún orden nuevo, combinado artificialmente. El desarrollo de este sistema que tiene por punto de partida la división del trabajo, no es otra cosa que librar de sus fallas orgánicas a nuestro sistema monetario y territorial. No tiene nada de común con utopías, con fantasías irrealizables. El Orden Económico Natural que surge por sí mismo, sin necesidad de medidas legales, que no necesita del Estado, de las autoridades, ni de tutela alguna, y que respeta las leyes de la selección natural, proporciona a todo hombre progresista la posibilidad de desarrollar plenamente su “yo”. Su ideal es librar al hombre de toda dominación ajena y formar la personalidad responsable ante sí mismo, el ideal de Schiller, Stirner, Nietzsche y Landauer.

Silvio Gesell.
5 de Mayo de 1920.

Prologo a la quinta edición alemana

 

Al editar la 5ª. edición no puedo menos que señalar el hecho de que esta obra, destinada desde luego a la publicidad, deba atraerse todavía la atención de la prensa “a hurtadillas”, a pesar de que el movimiento libre-economista, creado por este libro, está en vías de asumir el carácter de un movimiento popular.
La gran prensa sirve únicamente a los partidos, y fuera de ella, casi no existe otra. Quien tenga que decir algo que no sea política partidaria, no encuentra prensa para ello en el Estado democrático. Los pocos periódicos que empeñosamente tratan de mantenerse imparciales, están todavía bajo la sugestión del espíritu de clase. Pero como este libro no ha sido escrito para partidos y clases, resulta que toda la prensa nacional y extranjera no sabe que hacer con él. No puede atacarlo ni debe ampararlo. Si lo combate, se descubrirá de inmediato la inconsistencia de su programa político que no tolera la autocrítica. Si lo acepta surgirían desavenencias dentro del partido. Efectivamente, no hay ningún partido político que pueda combatir las doctrinas del “Orden Económico Natural” sin poner en peligro su integridad. No se requiere mucha perspicacia para prever que el día en que los partidos políticos se vean obligados a tomar posición ante los principios de nuestra teoría, se disolverán todos y del caos surgirían dos nuevos partidos que se combatirían a muerte; serían los adversarios y los partidarios del Orden Económico Natural.
¿Qué puede hacer en semejante situación un político hábil? ¡Callar! Hacer el complot del silencio. ¿Qué se logra hoy sin la prensa? Por algo se dice: “quien tiene la prensa, tiene el poder”. Y, sin embargo, se me dice que esto marchará lo mismo, aunque tarde algo más. De acuerdo; pero, ¿acaso tenemos todavía mucho tiempo disponible? Es necesario concluir con las palabras y mostrar hechos, hechos conscientes, si se quiere proteger a la nación contra la disolución social, económica y política, y si se quiere impedir la gran mortandad; precisamente estos hechos concretos, precisos incuestionables, presentados en esta obra y para cuya realización apelamos a la colaboración del pueblo.
¿Qué hacer? ¡Cuán impotente se siente quien tiene que dirigirse a las masas sin contar con la prensa! Pero, no importa. La claridad del fin perseguido, la rectitud de los medios, el entusiasmo hasta el sacrificio por la realización de los ideales libre-economistas, unido a la desorientación en los círculos gubernamentales, y a la presión constante y creciente de la miseria, llenarán el vacío de la prensa.
Si el tiempo no apremiara tanto, si no se me clamase: “La tormenta se avecina. ¿No ves, acaso, cómo el horizonte se cubre de tinieblas?”, hubiera revisado el libro sistemáticamente, compendiándolo. Mas la última edición está completamente agotada y la avalancha de pedidos no declina. Por lo tanto, dejo el libro tal cual está. Circulará también así. En lo que respecta al contenido no necesito cambiar nada en esta edición.
La nueva doctrina resistió victoriosamente a los curanderismos y experimentos de los últimos tiempos. Y quizás sea la última edición que me vea precisado a lanzar. Implantado el Orden Económico Natural, no habrá ya que estudiarlo en libros; todo será entonces, claro, evidente, lógico. Y llegará pronto también el tiempo en que se compadecerá al autor, pero no, como sucede hoy, por haber proclamado utopías, sino porque ha dedicado sus afanes a la difusión de una teoría constituida por una serie de cosas perfectamente naturales.

Silvio Gesell.
Rehbrücke, Noviembre 30 de 1921.

Prólogo a la séptima edición alemana

 

Frente a la perplejidad de los círculos dirigentes alemanes vemos la desesperanza de las grandes masas. El gobierno, los partidos, los hombres de ciencia, bajo la dirección de los profesores, han llegado al fin de su sabiduría que, evidentemente, nunca fue otra cosa que charlatanismo.
El orden económico, el orden social, el Estado, están basados - por fin se reconoce esto - sobre el sistema monetario, sobre la moneda. El Estado se levanta y cae con el sistema monetario, y no solamente el Estado erigido por la clase dirigente con fines de predominio, sino el Estado en sí, el de los burócratas, el de los socialistas y hasta el “Estado” de los anarquistas. Porque con el derrumbe del sistema monetario cesa toda manifestación superior de vida social y retrocedemos a la barbarie, donde no se lucha por formas de Estado.
Para definir lo que nos aguarda, a menos que suceda algo extraordinario, inesperado, suele repetirse hoy al vocablo “cataclismo”, que muchos imaginan como un acontecimiento repentino, breve y por eso incruento, como una generalización del fin, que nuestros jubilados suelen elegir para sí como solución del problema. Pero por más tranquilizadora que resulte una concepción semejante de la catástrofe, ella no refleja la realidad; debemos destruir este dulce “sueño” y despertar con ruda voz a quienes se entregan a él. Es también el único remedio para animar, reunir y acrecentar las fuerzas indispensables para la obra salvadora. A la esperanza en el cataclismo ha de suceder el horror a él, y esto sucederá cuando levantemos la cabeza y contemplemos con los ojos abiertos el desarrollo de las cosas tal cuál se producirán lógicamente. Pues lo que hemos de esperar del futuro, si seguimos contemplando pasivamente los sucesos, no será el cataclismo pero sí la consunción paulatina, la tisis con todos sus horrores, que, si la providencia nos ayuda, será galopante, pero, en caso contrario, nos llevará a la muerte por un largo camino de dolor y martirio.
Si nos mantenemos incapaces para resolver el problema que se nos ha planteado, perderemos poco a poco nuestra independencia política; las revueltas y los actos de desesperación se precipitarán y abarcarán sectores cada vez más amplios, exigiendo sacrificios cada vez mayores. Las “marchas” de hambre serán interminables, el gobierno oscilará de izquierda a derecha y viceversa y con cada movimiento aumentará el caos, la perplejidad y el desconcierto.

Silvio Gesell.

Introducción

 

Las características de la moneda metálica de nuestra época son completamente iguales a las de la moneda que ya en la antigüedad facilitaba el intercambio de las mercancías. Así se explica que las monedas encontradas entre los escombros de Atenas, Roma y Cartago equivalgan a las que circulan actualmente en Europa o América. Haciendo caso omiso de posibles diferencias de quilate, un kilogramo de monedas con el sello de los césares romanos equivale a un kilogramo de monedas terminadas de acuñar en Europa o América. Todas las cualidades de aquella moneda que Licurgo dé Esparta condenó, las tiene en forma idéntica nuestra moneda, y esta es, quizás, la única institución del Estado que desde la antigüedad más remota se ha conservado intacta hasta nuestra época.
Sin embargo, nuestros conocimientos acerca de la esencia del dinero no responden, de ningún modo, a tan venerable antigüedad de nuestra moneda. No es nuestro ánimo discutir el radicalismo de Licurgo, consistente en la destrucción de la moneda metálica, al comprender que esta divide al pueblo en ricos y pobres envenenando, así, toda la vida social. Pero hasta ahora no se ha avanzado mucho más allá que Licurgo en el reconocimiento del mal que se atribuye al oro. Nos conformamos siempre con la exclamación de Pitágoras: “Honor a Licurgo, quien condenó al oro y a la plata, los causantes de todos los crímenes”. Desconcertados repetimos todavía con Goethe: “Del oro depende todo; hacia el oro corren todos. ¡Pobres de nosotros!”
Y de ahí no pasamos. Cuándo se inquiere, ¿cuál es el mal del oro? y ¿a qué se debe que el oro sea una maldición para la humanidad?, todos enmudecen. Estas preguntas desconciertan a los mismos sabios en la materia, a tal punto que prefieren ignorar sencillamente a Licurgo y a Pitágoras, atribuyendo sus ideas sobre el mal del oro a observaciones imprecisas. Así se moteja de chapucero monetario al Moisés espartano y de iluso al gran matemático.
Este fracaso de la ciencia no es, sin embargo, una consecuencia de la falta de comprensión del espíritu humano, sino más bien del resultado de condiciones objetivas que entran en juego y que no favorecen la investigación científica de la teoría monetaria.
En primer lugar es el asunto mismo el que causa aversión a la mayoría de la gente. Hay ocupaciones más divertidas para los espíritus de alto vuelo y de naturaleza distinguida. La religión, las ciencias naturales, la astrología, etc., todo esto es infinitamente más grato y más promisor que la investigación sobre la moneda. Sólo un matemático sobrio puede sentir atracción por esa hijastra de la ciencia, lo cual explica que aun se cuenten con los dedos los investigadores que tuvieron la honra de penetrar muy adentro en este intrincado terreno.
Si a esto agregamos la manera desacertado con que hasta ahora se ha pretendido tratar científicamente la cuestión monetaria. Si tenemos presente, además, que en ella se introdujo la creencia en el valor intrínseco felizmente por extinguirse comprenderemos por qué iba en aumento cada vez más el menosprecio general por ésta rama de la ciencia. La cuestión monetaria está desacreditada a causa del trato confuso que le han dispensado los eruditos, y ello nos explica el desinterés de la opinión pública por esta cuestión de tan vital importancia para el desenvolvimiento de la humanidad. (Las publicaciones, hoy ya olvidadas, sobre el bimetalismo constituyen una honrosa excepción). Para la gran mayoría del pueblo, en efecto, el dinero amonedado no es, hoy por hoy, más que cierta cantidad de oro fino; y no obstante, para el mismo pueblo el oro, como metal, es un material de escasa significación. Desde que el objeto de la teoría monetaria se ha tenido en poca estima, nadie se interesa por literatura monetaria y el riesgo de publicar obras de esta naturaleza no escapa a la mayoría de los editores. Cabe suponer que mucho y bueno se haya escrito sobre la materia sin que, por la razón apuntada, se hubiera podido publicar. Esta es otra razón mas que aparta a los investigadores de la cuestión monetaria.
Por cierto que la regla tiene sus excepciones. Las obras de nuestros profesores universitarios, por los menos adquiridas por los estudiantes y las bibliotecas públicas, suelen ser costeadas por los editores, pero las publicaciones de esta índole se encuentran con la valla de que los problemas que afectan los intereses creados, han de ser eliminadas de la enseñanza universitaria. Así es como estas obras, dado su destino nunca pueden penetrar hondo en los misterios de esta ciencia. Con el dinero sucede lo mismo que con las teorías de la renta territorial, del interés y salario respectivamente; y un profesor universitario que se atreviese a tocar el fondo político de estos problemas convertiría su aula pronto en un verdadero campo de batalla donde sé repartiesen palos de ciego. No; cuestiones que se prestan a la discusión política, las teorías del salario, de la renta territorial, del interés y del dinero, no tienen, en efecto, nada que hacer en las universidades. Consecuentemente, esta ciencia tiene, pues, que atrofiarse en manos de nuestros catedráticos. El “hasta aquí, y no más” se les opone siempre que intenten escarbar más hondo.
A estas dificultades exteriores agrégase el hecho de que la investigación de materia tan delicada requiere conocimientos que sólo se adquieren en la práctica del comercio, y el comercio, por lo general, atrae e interesa únicamente a quienes huyen de las investigaciones de tinte escolástico. El comercio exige hombres de acción y no curiosos ni investigadores. Pero aparte de todo, ¿cuánto hace que el comercio se consideraba ocupación sospechosa (Mercurio, Dios de los comerciantes y ladrones) a la cual se dedicaban con preferencia aquellos jóvenes que fracasaban en la escuela? A los hijos inteligentes se les obligaba a “estudiar”; a los otros se les destinaba al comercio.
No ha de extrañar, entonces, que nuestra moneda metálica, cuyo uso data desde hace 4000 años atrás y que durante 200 generaciones ha rodado por entre las manos de millares de millones de hombres, aún hoy, carezca de una definición conceptual o de una teoría sólida, no obstante que vivimos en la época de los procedimientos científicos en todos los ramos del vivir, y que el tratamiento público del dinero se rija en todo el mundo de acuerdo con las normas dictadas por la rutina.
La falta de una teoría monetaria sólida explica también por qué, hasta hoy, no hemos podido justificar suficientemente el fenómeno del “Interés”. Y es curioso que desde hace 4000 años pagamos y percibimos intereses al capital por innumerables miles de millones sin que la ciencia supiera responder a la pregunta: De dónde y por qué percibe el capitalista intereses?.
Ciertamente no faltaron ensayos explicativos; los favoreció el propio fenómeno que ya ostenta públicamente su carácter del perturbador general, y por ello llamó sobre sí la atención de la ciencia y del público en forma muy distinta que el dinero. Todo economista de renombre se ha ocupado del “interés”, y especialmente lo hicieron los socialistas cuyo único afán es, en el fondo, la lucha contra el interés.
Pero, no obstante los muchos y celosos empeños para dilucidarlo, el problema referente a la naturaleza del interés quedó sin solución.
La razón de este fracaso no radica en la dificultad que ofrece la materia, sino simplemente en el hecho de que el interés del capital (el interés de los préstamos en general, así como la renta de los capitales reales) es una creación o un producto mediato del carácter tradicional del dinero, y que, por consiguiente, no puede ser explicado científicamente sino mediante la teoría del dinero. Así como el interés y el dinero son, en apariencia, amigos inseparables, de la misma manera están íntimamente vinculados en el aspecto teórico. No hay investigación posible sobre el interés sin una aclaración detallada de la naturaleza del dinero. La teoría del interés puede derivarse exclusivamente de la teoría del dinero.
Los estudiosos del interés, por las razones ya expuestas, siempre han pasado por alto las investigaciones sobre el dinero. Carlos Marx, por ejemplo, no ha dedicado cinco minutos de reflexión a la teoría del dinero, lo que atestiguan sus tres gruesos volúmenes “El Capital” que tratan del interés. Proudhon, en cambio, al no descuidar tanto el dinero, se ha aproximado más a la solución del problema del interés.
En el presente estudio, que se inició accidentalmente y que ha sido dirigido y fomentado por circunstancias extrínsecas felices, ofrezco, pues, a la ciencia, al comercio y a la política, la teoría tan largamente anhelada del dinero y del interés.
He investigado sobre una materia que mucho se presta a la discusión. ¿Podía, acaso, imaginar y evitar que mi hallazgo se prestara finalmente a revolucionar el orden social?
Silvio Gesell
Escrito en verano de 1911.